Teoría de la violencia propietaria materna, o como fabricar un modelo similar al de la violencia de género para las relaciones entre madres e hijosPublicado el febrero 14, 2016 por Carlos Rodríguez
En el pasado he señalado mi desacuerdo con la teoría de la violencia de género (conocida cada vez más como “violencia machista”) por considerar que en la mayor parte de los casos no está probado que la violencia ejercida obedezca a motivos de género. Con ello no quiero decir que no puedan darse casos, sino que probablemente constituyen una fracción del problema.
D.G. Dutton y T. Nichols, entre otros investigadores, afirman que hay diversas causas de la violencia en la pareja que son comunes a hombres y mujeres, por ejemplo: psicopatologías, dependencia emocional, incapacidad para controlar la agresividad, alcoholismo, déficit de habilidades sociales, lesiones en la cabeza, correlatos bioquímicos, disposición mental, sensación de impotencia, falta de recursos, estrés, historial familiar (violencia experimentada en la infancia, por ejemplo). Y a todas ellas yo añadiría una más: depresión, que puede desembocar en comportamientos abusivos e incluso violencia, y donde el alcoholismo suele ser un síntoma y no una causa.
Dutton, D.G. & Nicholls, T. (2005) “The gender paradigm in domestic violence research and theory: The conflict of theory and data.” Aggression and Violent Behavior, 10 , (6), 680 – 714. [Enlace]
Por supuesto existen otros reparos, como el hecho de que hombres y mujeres cometen un número similar de agresiones en las relaciones de pareja e inician la violencia en proporciones parecidas, como muestra una revisión de la literatura sobre este tema. La discrepancia de muerte y heridas graves entre los sexos, por tanto, podría explicarse por la diferencia de fuerza física entre hombres y mujeres.
En esta entrada fabricaré un modelo teórico similar al de la violencia de género pero centrado en el maltrato de la madre hacia los hijos (de ambos sexos). La intención no es en ningún caso dar validez a esta teoría artificial, sino utilizarla para poner de relieve la debilidad de ambas al basarla en presupuestos ideológicos similares. No deben considerar, por tanto, que yo crea en esta teoría, aunque la presentaré con fuentes fiables y argumentos igual de razonables para que la comparación sea justa.
Teoría de la violencia propietaria materna
Los datos
El filicidio por parte de las madres es un fenómeno universal, particularmente en lo que respecta a los recién nacidos (neonaticidio). ¿Deberíamos considerar este fenómeno como cualquier otro tipo de homicidio o deberíamos enmarcarlo en las relaciones de poder y desigualdad que se establecen entre la madre y su hijo?
Antes de elaborar una respuesta es conveniente que presentemos algunos datos sobre los que sentar las bases.
En España no se contabilizan los asesinatos de menores por parte de sus madres, al contrario de lo que ocurre con los menores víctimas relacionadas con la violencia de género (es decir, asesinados por sus padres). No hay, por tanto, estadísticas oficiales al respecto.
Esto no quiere decir, sin embargo, que no existan datos. Un estudio publicado en la revista Cuadernos de Medicina Forense, revelaba que en casos de filicidio:
En el 47,6% de los casos la agresora es la madre, el padre lo es en el 19% y ambos en el 16,7%.Pero la academia no ha sido la única en documentar este hecho. Algunos medios de comunicación rastrearon los filicidios y presentaron números similares. Por ejemplo en La Información leemos el siguiente titular sobre el año 2010:
De 23 niños muertos por sus progenitores , 16 lo fueron por las madres y 7 por los padres.Esto representaría el 69,5% de los casos.
Y por supuesto lo que encontramos en España se corresponde a una tendencia que existe en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos, entre los años 2001 y 2006 el 70,8% de los niños fue asesinado por su madre.
El maltrato infantil sin resultado de muerte también sigue una línea similar. En Estados Unidos durante estos mismos años el 70,6% de los niños fue maltratado por su madre. En España, según un informe elaborado por el Centro Reina Sofía, la agresora fue la madre en el 64,81% de los casos (p. 54), algo que concuerda con otros datos globales (p. 63).
La interpretación
El maltrato infantil por parte de la madre ha sido socialmente considerado como un problema “privado”, un tabú para las autoridades, como muestra la inexistencia de estadísticas oficiales. Ello se debe, en parte, a que la sociedad reconoce a los hijos como propiedad de las madres. Como señala este artículo (el resaltado es mío):
La escritora Jenn Diaz narra en Diario de una madre sin hijo la historia de Rita Albero, que debe cuidar a ratos de una “criatura” que no es suya, de la que dice: “no pude ponerle un nombre el día de su nacimiento porque no me pertenece. La maternidad es cosa de posesión.”
Este sentimiento de posesión, de que el hijo es una pertenencia de la que la madre se puede deshacer a su antojo, explica el enorme número de madres que abandonan a sus hijos recién nacidos en contenedores de basura como algo molesto que pueden desechar. Por ejemplo en estas noticias:
La madre que tiró su bebé a la basura entregó otro a unos desconocidos hace dos años
Abandonó a su bebe en un contenedor de basura
Una joven de 18 años mata a su bebé de dos puñaladas y lo tira a la basura
Mujer confesó que estranguló y arrojó cuerpo de bebé a un contenedor
La mujer detenida por abandonar a su bebé en la basura, acusada de matar a otros dos hijos suyos
De este tipo hay numerosos casos. Sin embargo, el sentimiento de que el bebé es “propiedad de la madre” también puede discernirse en otros como por ejemplo:
Cuando una madre da a su bebé en adopción sin el consentimiento del padre
Cuando mata a su hijo por haber perdido la custodia (no le entrego a él lo que es mío)
Cuando prostituyen a los hijos, los entregan para trabajos forzados o los venden
La lista podría ser más larga, pero el sentimiento de propiedad es evidente.
Historia
¿Por qué hay madres que consideran a sus hijos como propiedades de las que pueden abusar e incluso matar? Aunque históricamente ha sido el padre quien tenía la patria potestad sobre los hijos, siempre ha existido una tendencia natural a considerar que los hijos son responsabilidad y hasta cierto punto propiedad de la madre. La muestra se encuentra en que el infanticidio a lo largo del globo y de la Historia, incluyendo el específicamente femenino, ha sido perpetrado principalmente por las madres.
Esta tendencia se acentuaría con la llegada de la Revolución Industrial, cuando un gran número de padres se alejarían del hogar para trabajar en las factorías. Ello afianzó el papel de la madre como cuidadora, y por tanto receptora de la custodia en casos de divorcio. El sentido de propiedad materno de los hijos, históricamente disminuido por la patria potestad del varón, se completaba finalmente.
Este sentimiento de propiedad materno, sin embargo, no sólo emana de las madres. La sociedad en general lo apoya, sostiene y minimiza sus efectos cuando se torna en violencia o infanticidio. Como señaló Steven Pinker (citado por Adam Jones):
En los Estados Unidos cada año cientos de mujeres cometen neonaticidio. Los fiscales a veces no procesan; los jurados raramente condenan; aquellas condenadas culpables casi nunca van a la cárcel. Barbara Kirwin, psicóloga forense, reporta que en casi 300 casos de mujeres imputadas por neonaticidio en los Estados Unidos y Reino Unido, ninguna mujer ha pasado más de una noche en la cárcel. Mucha de la clemencia mostrada a las madres neonaticidas refleja el hecho de que son normalmente “jóvenes, pobres, solteras y socialmente aisladas” aunque es notable que una clemencia similar es raramente extendida a asesinos varones jóvenes, pobres y socialmente aislados. (Steven Pinker, “Why They Kill Their Newborns”, The New York Times, November 2, 1997.)La Ley de Infanticidio de 1922 en el Reino Unido ya imponía una pena inferior por asesinato a las madres que mataban a sus hijos en los primeros meses de vida. Nueva Zelanda, una de sus antiguas colonias, fija la edad en diez años para que una madre dé muerte a su hijo acogiéndose una pena reducida de tres años de cárcel por no haberse recuperado del parto. Sí, han leído bien, 10 años. Se trata de la Ley de Crímenes de 1961, artículo 178 (infanticidio), que todavía sigue vigente en la actualidad. Otros países también contienen penas reducidas para madres infanticidas.
Pero este privilegio propietario de la madre va más allá de la ley. Desde la academia se ha propuesto que las madres tengan el derecho de matar a su hijo en los primeros días después del parto, como se hizo en la Revista de Ética Médica con el artículo titulado “Aborto después de nacer: ¿por qué debería vivir el bebé?”. Subrayo que en este caso no se defiende el aborto, sino el asesinato del recién nacido (aunque los autores lo llaman “aborto después de nacer”). En Holanda también se propuso este tipo de asesinato bajo la categoría de “eutanasia para bebés”, en caso de que éste sufriera enfermedad o deformación. Por su parte la prensa también minimiza el asesinato de menores por sus madres, como en el caso de una madre de Girona que mató a sus hijos y después se suicidó. Este hecho se denominó “suicidio ampliado”.
Podemos afirmar, por tanto, que existe una tendencia por parte de madres a considerar a sus hijos como propiedad, y una voluntad por parte de la sociedad de disculpar los extremos a los que llevan estas actitudes. Esta voluntad nace de un tabú histórico basado en la relación íntima entre la agresora y su víctima, así como la disparidad de poder dentro de las relaciones materno-filiales.
Avanzando una definición
La violencia propietaria materna debe definirse como “la violencia por parte de la madre hacia su hijo por el hecho de ser su hijo”. La palabra “hijo” se utiliza aquí para referirse a víctimas de ambos sexos, hijos e hijas.
A efectos legales podría también definirse como “toda violencia ejercida por la madre hacia su hijo por serlo, por ser considerado, por su agresora, carente de los derechos mínimos de libertad, respeto y derecho a la vida.”
Recomendaciones
Dado que el problema de la violencia propietaria materna es causado por las madres, al amparo de la sociedad, se hace necesario crear campañas de concienciación e iniciativas educativas con las que erradicar el sentido propietario de la madre y la violencia que éste conlleva. Sobretodo, es necesario que todas las madres redefinan la forma en que entienden la maternidad.
Objeciones
¿Tienen objeciones a esta teoría? Deberían. Como afirmé al inicio del artículo, esta teoría de “violencia propietaria materna” es una fabricación propia cuyo objetivo es comprobar si las objeciones resultantes a la misma son similares a los que existen sobre la teoría de la “violencia de género”. También si dichas objeciones podrían ser resueltas utilizando argumentos comparables, a fin de revelar la artificialidad de esta última.
Imagino que las objeciones pueden ser múltiples, pero voy a abordar las dos más obvias y dejar que los lectores aporten el resto en la sección de comentarios.
Objeción 1. Los hombres también matan a sus hijos y ejercen formas de maltrato similares
Esta objeción es comparable a la de “también hay mujeres maltratadoras y que matan a sus parejas masculinas”, por lo que podemos dar una respuesta similar: sí, hay hombres que matan a sus hijos, pero ellos no lo hacen partiendo de un sentido de “propiedad”. Cuando un hombre mata a su hijo puede ser por celos, por vengarse de la madre, razones económicas u otros motivos, y su crimen no obtiene la misma consideración social. Por tanto su violencia, aunque también condenable, no puede registrarse como “violencia propietaria materna”, un crimen que sólo pueden cometer las madres debido a la desigualdad de poder que le otorga ser la principal cuidadora de los hijos y el papel encubridor de la sociedad que este mismo estatus le brinda.
Objeción 2. ¿Qué hay los trastornos mentales derivados del parto, como la depresión post-parto? ¿No están relacionados también con casos de neonaticidio e infanticidio?
Veamos lo que dijo José Antonio Burriel sobre la relación entre depresión y violencia de género:
Incidir en la depresión como explicación no ayuda, ni mucho menos, a erradicar la violencia domestica. Y no ayuda porque contribuye -no sé si por desconocimiento, o por afán de encubrir la naturaleza de la violencia contra las mujeres- a olvidar o no valorar la raíz y causa del problema: el anclaje en una ideología patriarcal -machismo, dominación por sentimiento de superioridad- es la causa, la explicación, y la estructura a desmantelar.No digo que acudir a la depresión para explicar algunos homicidios de mujeres sea excusa, solamente es una dudosa, cuando no errónea, explicación. Sí existen otras excusas, verdaderos argumentos para tratar de rebajar la gravedad de la violencia contra las mujeres o para eludir la responsabilidad de los hombres –en un intento de negar la causa última de la violencia de género: el machismo-patriarcal-. Y si insisto, y repito, en el machismo es para instar a que seamos conscientes del problema.
Cambiemos esto para ajustarlo a la teoría de la violencia propietaria materna:
Incidir en la depresión como explicación no ayuda, ni mucho menos, a erradicar la violencia propietaria materna. Y no ayuda porque contribuye -no sé si por desconocimiento, o por afán de encubrir la naturaleza de la violencia contra los hijos– a olvidar o no valorar la raíz y causa del problema: el anclaje en una ideología propietaria –maternal, de dominación por sentimiento de posesión– es la causa, la explicación, y la estructura a desmantelar.No digo que acudir a la depresión para explicar algunos homicidios de niños sea excusa, solamente es una dudosa, cuando no errónea, explicación. Sí existen otras excusas, verdaderos argumentos para tratar de rebajar la gravedad de la violencia contra los niños o para eludir la responsabilidad de las madres –en un intento de negar la causa última de la violencia materna: el sentimiento propietario materno. Y si insisto, y repito, en el sentido propietario materno es para instar que seamos conscientes del problema.
De un modo similar se pronunció la psicolanalista María Cristina Rebollo Paz (el resaltado es mío):
La “opinión pública”, a través de abogados, profesionales y periodistas se ve asaltada por los intentos de naturalización de tales episodios o al menos de atenuación de la responsabilidad del autor, aduciendo “confusión, “depresión”, “pérdida del empleo o de status”, “obnubilación psíquica transitoria o permanente”, “sentirse humillados” por la mujer (Barreda), “traicionados”, “estafados”, “burlados”, “provocados”, “abandonados”… y la lista es tan interminable como absurda.Si la depresión o los brotes psicóticos no son excusa para la violencia de género ni constituyen categorías separadas (recordemos el caso de Sanlúcar), tampoco tienen por qué serlo para la violencia propietaria materna. Y por supuesto no podemos afirmar que cada filicidio esté relacionado con estos trastornos.
Conclusiones
El tiempo dirá si me equivoco, pero para mí la mayor diferencia entre la teoría de la violencia de género y esta teoría de la violencia propietaria maternal es que una ha sido impulsada por los medios de comunicación, la universidad y las instituciones.
Ahora imaginen un mundo paralelo en el que esta teoría de la violencia propietaria materna hubiera recibido este tipo de apoyo. Tendríamos movimientos de “nuevas maternidades” (como las nuevas masculinidades), el estereotipo de la madre maltratadora (como el del hombre maltratador) y un bombardeo constante en los medios sobre “el problema de las madres”, con partidos políticos peleándose por ver cuál hace más para solucionarlo, y un ambiente misógino donde el papel de la madre estaría devaluado, pues las leyes otorgarían la custodia a todo padre que acusara a la madre de maltratar al menor. Las denuncias falsas en ese sentido serían el 0,01% aunque se desestimaran el 80%.
Lo peor de todo, sin embargo, sería la creación de instituciones que vivirían de alimentar este fenómeno y que rechazarían explicaciones alternativas, así como medios de comunicación que no darían cabida a otro tipo de opiniones. Aquellos que justamente se indignaran ante esta corriente serían tildados de “madres heridas en su orgullo que temen perder sus privilegios como cuidadoras” y posiblemente defensoras del maltrato infantil, pues de otra forma ¿por qué se oponen? Y como a nadie le gusta ser impopular, la moda entre los jóvenes sería apoyar esta corriente mayoritaria.
De acuerdo. Entiendo que la comparación no es perfecta, aunque espero que puedan hacerse una idea de a qué me estoy refiriendo. Espero que el espíritu crítico que tienen con esta teoría que acabo de crear sea el mismo que adopten con la teoría de la violencia de género, porque lo que vale para una, también podría servir para la otra.
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