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La otra cara de la moneda
Como ya hemos señalado, el sistema pone a los hombres en el centro, pero no con el fin de “dominar” sino con el de emplearlos en beneficio de la comunidad (o de unas élites, según el caso). De ahí que esta posición central vaya acompañada de los reclutamientos forzados para ir a la guerra, de los trabajos forzados por parte del Estado o los señores, y que se le hiciera responsable de mantener tanto a su esposa como a los miembros de su familia. Por ejemplo en las Partidas de Alfonso X el Sabio y las Leyes de Toro encontramos entre las obligaciones del cabeza de familia:
-Proveer a la esposa según la riqueza de cada uno (Partida III, título II, ley V)
-Proveer a los hijos. La mujer es responsable de los hijos hasta los tres años (imaginamos que por la lactancia), después esa responsabilidad pasa a ser exclusivamente del padre (Partida IV, título XIX, ley III).
-Proveer a los padres y abuelos. Al contrario que el resto, ésta no era específica para el hombre, pero lo fue en la práctica como administrador de los recursos familiares (dote), particularmente después de la licencia marital (Partida III, título II, ley II y Partida IV, título XIX, ley IV).
-Proveer a los nietos y/o bisnietos si los padres no podían hacerlo (Partida IV, título XIX, ley IV). El texto inicial indica que la responsabilidad es masculina pero el ejemplo posterior es neutro. Sin embargo, queda claro que el responsable es el hombre cuando leemos una disposición similar en la Partida IV, título XI, Ley VIII.
-Dotar a las hijas. No puede responsabilizarse a la hija de dotarse a sí misma si el padre puede hacerlo. Tampoco puede responsabilizarse a la madre en ningún caso, salvo que la hija sea cristiana y la madre no (Partida IV, título XI, Ley VIII).
-Dotar a las nietas y bisnietas, si el padre no puede dotarlas ni ellas puede dotarse a sí mismas (íbidem).
-Proveer a los hijos ilegítimos (Partida IV, título XIX, ley V). Éstos se consideran sólo del padre porque aunque la mujer cometiera adulterio, su hijo era adjudicado al marido y considerado legítimo. Es decir, también está obligado a mantener a los hijos ilegítimos de la esposa. La diferencia es que los hijos ilegítimos del padre no heredan de la madre (Ley de Toro 9).
-Por otra parte, tanto en el judaísmo (mezonot) como en el Islam existen disposiciones similares para proteger y proveer a la esposa, entre otros miembros de la familia.
Cuando el Estado tenía poco poder y alcance, algo común en muchos lugares de las sociedades pasadas, la protección tanto de la familia como de la propiedad recaían principalmente en los hombros del varón. Los gobiernos o Estados, a fin de que el hombre pudiera cumplir con su deber como protector o proveedor, también le proporcionaban las herramientas necesarias, como por ejemplo una mayor autoridad sobre el resto de miembros de la familia, o la habilidad de administrar la dote de su esposa, según la sociedad. Claro que había restricciones: en España la mujer podía exigir la restitución de la dote si su marido la despilfarraba o si se separaba de él, por poner un ejemplo (Partida IV, título XI, ley XXIX).
Los hombres, en resumen, se consideraban activos para mantener y hacer funcionar la sociedad, ya fuera luchando en la guerra, pagando impuestos o trabajando para mantener a las familias y el orden social. Debido a esta visión del hombre como productor y protector, no existían (ni existen) leyes especiales para su protección por razón de sexo, como sí existían (y existen) con la mujer. Esto podemos comprobarlo en la disparidad legal que hay actualmente en torno a las víctimas de la trata, que el hombre deba mantener a su esposa después de terminado el matrimonio, que no existan ayudas para padres solteros en algunos países donde sí las hay para las madres, que sean abandonados para morir en zonas de conflicto mientras se rescata a mujeres y niños, que la ONU no haya reconocido la violencia sexual hacia hombres en conflictos armados hasta el año 2013 y un largo etcétera.
No todos los hombres, sin embargo, eran capaces de aguantar estas cargas (o no querían aguantarlas), por lo que siempre ha habido quienes abandonaron a sus esposas e hijos, por ejemplo en España al viajar a América sin la intención de volver, tema también tratado en esta bitácora.
Control de la sexualidad
Claro que no se podría terminar de explicar la historia de las relaciones de género sin entrar en el control de la sexualidad. En la mayoría de las sociedades, la femenina está más controlada que la masculina, y la razón se suele atribuir de forma simplista al deseo de control masculino, cuando hay explicaciones mucho más plausibles.
La responsabilidad y el sacrificio masculino por la familia no era una tarea fácil, pero si el hombre se involucra en ella es generalmente porque espera como mínimo trabajar para una descendencia que es suya. Recordemos que la ley otorgaba al marido la paternidad de cualquier hijo nacido en el matrimonio fuera suyo o no (por ejemplo aquí en el artículo 141), con las obligaciones que conlleva, por lo que el adulterio femenino causaba una enorme disrupción en la herencia. Sin embargo, los hijos ilegítimos del hombre podían ser o no reconocidos, ya que la maternidad siempre era segura, pero la paternidad no. De ahí que la infidelidad femenina fuera considerada como una amenaza más grave para la familia que la masculina, y que conllevara mayores penas (aunque como veremos más adelante, esta regla no era uniforme).
Uno de los indicadores que los hombres utilizaban para determinar la probable infidelidad de la esposa era su promiscuidad antes del matrimonio. Una mujer virgen (o que se la supusiera como tal) no estaría embarazada cuando se realizara el enlace matrimonial, pero con una promiscua o que hubiera tenido relaciones, sería necesario esperar varios meses a que no estuviera con un compañero para asegurarse de que no llegara al enlace embarazada. Y si la cultura en particular censura las relaciones prematrimonales, una ruptura de la conducta sexual apropiada en ese momento (fornicación) haría al marido anticipar una ruptura de la conducta sexual apropiada una vez casados (adulterio). De ahí que una forma de ataque empleada por las mujeres para desprestigiar a sus rivales románticos sea acusarlas de comportamientos promiscuos.
En un contexto donde no existían pruebas de paternidad ni métodos anticonceptivos tan fiables como los actuales, puede esperarse esta preferencia por las mujeres vírgenes, o al menos castas. Por otra parte, un hijo concebido fuera del matrimonio, que puede no ser reconocido por el padre, haría que fuera mucho más difícil para la mujer encontrar marido y supondría una carga económica para su familia, quien intentará asegurarse de que ello no ocurra.
No olvidemos, sin embargo, que las mujeres también participaron de este sistema por sus propias razones. Como los académicos Roy F. Baumeister y Jean M. Twenge señalaron, al convertir el sexo un bien escaso, aumentaba el valor de éste, que podía emplearse como herramienta de negociación para obtener favores o bienes de los hombres. En casos extremos, esta supresión femenina de la propia sexualidad podía conllevar a terribles excesos como la ablación, práctica intrafemenina en la que los hombres se encuentran casi siempre excluidos (pueden encontrar más detalles en este artículo sobre el tema).
La razón de por qué hay hombres que rechazan como pareja a las víctimas de violación es más difícil de incorporar en este esquema, porque quizá no sea un fenómeno específico de género. Como hemos visto en esta bitácora, también hay hombres violados que han sido abandonados por sus parejas femeninas.
Todo esto no quiere decir, sin embargo, que la sexualidad masculina no tuviera control alguno. En Occidente, la Iglesia consideraba de igual gravedad las infidelidades masculina y femenina. De hecho la investigación de Sara McDougal reveló que en la Francia tardomedieval las autoridades perseguían más el adulterio masculino. En otro artículo también traté las leyes controlaban la sexualidad masculina y cómo en muchos casos sus penas eran incluso mayores. Todo esto sin olvidarnos de la circuncisión, que históricamente se consideró un método para disminuir el deseo masculino y que fue reintroducida en los Estados Unidos a inicios de los años 20 como un remedio para frenar la masturbación.
Conclusión
Siempre me ha parecido extraño que se hable de un sistema “para beneficiar al varón” cuando se envía regularmente a los hombres a la muerte o a los trabajos forzados, constituyen la mayoría de las muertes laborales o de los sin techo, por poner algunos ejemplos señalados. Parece bastante más razonable pensar que la principal motivación de este sistema era defender y mantener el grupo (dependiendo de los casos, también enriquecerlo y/o expandirlo). Esto se haría tanto a costa de los hombres como de las mujeres, ya que en el pasado los intereses del grupo se anteponían a los individuales.
El sacrificio del grupo, sin embargo, muchas veces podía ser secuestrado por una élite que en principio debería dirigirlo, provocando revueltas y revoluciones.
Pero no todo era sacrificio, también se otorgaban privilegios a cada sexo: al hombre un mayor estatus y poder en el área de lo público, y a la mujer una mayor protección y poder en el área de lo privado. Un ejemplo de esto último lo encontraríamos en la costumbre china y japonesa (también existente en muchos lugares de Occidente hasta hace poco) de que el esposo entregue su salario a la mujer para que lo administre en el hogar, o que ésta deba ser mantenida de por vida en caso de divorcio.
Anexo. Otros artículos sobre la historia de las relaciones de género
Hasta aquí el resumen de este modelo alternativo para explicar las relaciones de género. Como señalé al inicio de la entrada es imposible captar todos los matices de esta evolución en un artículo y no es necesariamente aplicable a todas las culturas, sino a las más extendidas. La intención no es otra que demostrar la existencia de explicaciones alternativas al desarrollo de las relaciones de género sin recurrir al simplismo de que todo se debía a un interés de los hombres por explotar a las mujeres.
En la sección de comentarios iremos añadiendo información relevante para modificar aspectos de esta entrada y añadir otras explicaciones. Mientras tanto, les dejo con otros artículos aquí publicados que desafían la versión imperante sobre las relaciones de género.
Poder femenino en el pasado (I)
Autoridad masculina vs poder femenino: el caso de Carrie Nation
El poder femenino en el matrimonio tradicional: los casos de India, China y Japón
Doce hombres son circuncidados a la fuerza en Kenia a petición de sus esposas (es actual pero nos ayuda a comprender estas dinámicas)
Poder femenino en el pasado (II): mujeres empujando a hombres a ir a la guerra
La incitadora: el papel de la mujer en la guerra y las deudas de sangre (I, sociedades germano-escandinavas)
La incitadora: el papel de la mujer en la guerra y las deudas de sangre (II, sociedades árabes preislámicas)
La incitadora: el papel de la mujer en la guerra y las deudas de sangre (III, cultura corsa y otras)
Las plumas blancas: hombría, guerra y coacción femenina
Guerra y género: la instigación femenina
Aprobación y comisión de la violencia: el caso de las mujeres en la Hispania prerromana
El poder femenino en la Guerra de los Cristeros: lecciones para el presente
Cómo se trataba la violencia doméstica en el pasado
La violencia doméstica en la época romana
La violencia doméstica en Castilla durante la Baja Edad Media
La violencia doméstica en la Edad Media y Moderna
La violencia doméstica en el pasado
Control de la sexualidad masculina en el pasado
Circuncisión y control de la sexualidad masculina
El control de la sexualidad masculina en la España medieval y la América colonial
Sufrimiento masculino y violencia contra el varón
Opresión masculina en la Historia: el trabajo forzado
Deudas de sangre y la opresión del varón en Oriente Medio
Ataques con ácido en Colombia: las víctimas olvidadas (incluye algunas notas sobre la historia del fenómeno)
Los hombres lapidados en Irán (y otros países islámicos)
Los hombres en la Historia
Otros artículos de interés
La doncella en apuros y el hombre desechable: del tradicionalismo al feminismo
El mito del padre tiránico
Caza de brujas y denuncias falsas: lecciones para el presente
Hombres y sentimientos: la verdadera historia
¿Por qué existía una licencia marital en la Edad Moderna? La explicación histórica frente a la explicación moral
Los amantes autorizados de las aristócratas casadas en la España del Siglo XVIII
¿Sometida o protegida? La infantilización de la mujer y los roles de género en el pasado