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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan? - Página 4 Empty Re: ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

    Mensaje por nunca Mar Dic 08, 2015 1:11 pm

    Detrás de eso está la mano del PFE (Lidia Falcón) que ahora está en IU, lo que no sé es si es verdad o mentira porque he oído muchas versiones sobre si es antiguo o sigue así.
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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan? - Página 4 Empty Re: ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

    Mensaje por nunca Mar Dic 08, 2015 1:32 pm

    Aquí tenéis la prueba, esta mujer es que tiene unas perlitas...

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    Es preciso que el Legislativo adopte las normas que estamos exponiendo desde hace 30 años: la igualdad de las víctimas, porque es absolutamente infame que estas se dividan en mujeres y género, y que únicamente las que tal calificativo ostentan tengan derecho a protección; que la carga de la prueba se exija al agresor; la retirada al padre maltratador de la patria potestad y las visitas de los hijos; la práctica de pruebas que se ahorran hoy; la formación del personal médico, asistencial y de la Administración de Justicia, y los recursos económicos para todas las víctimas.
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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan? - Página 4 Empty Re: ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

    Mensaje por nunca Sáb Dic 12, 2015 9:16 pm

    Atención, la culpa de la violencia entre parejas lesbianas la tiene el hetropatriarcado misófigino falocéntrico.

    La violencia y el maltrato en las relaciones sexo-afectivas entre mujeres lesbianas, bisexuales o pansexuales

    Christine G. Ferrer (1)

    El maltrato entre lesbianas, una realidad invisibilizada y negada.

    El poder, el control y la violencia en las relaciones sexo-afectivas entre lesbianas existen. De hecho, se estima que  entre 3 y 4 de cada 10 lesbianas viven o han vivido una relación de maltrato con otra mujer (aunque no se ha realizado ninguna estadística concreta, hace más de 20 años en EE.UU. ya se decía que no había razones para pensar que el porcentaje de lesbianas maltratadas fuera menor que el de mujeres heterosexuales maltratadas) (2). Sin embargo, este hecho es una realidad invisibilizada. Teniendo en cuenta que – tanto como lesbianas, bisexuales o pansexuales como mujeres (3) bio o trans- sufrimos doblemente la violencia estructural por parte del heteropatriarcado,  no es de extrañar que la violencia entre lesbianas sea  silenciada, invisibilizada…e incluso negada. El problema es que esta negación viene de una gran parte del feminismo y del activismo lésbico. Reconocer, por parte de estos sectores, que puede darse el maltrato en nuestras relaciones sexo- afectivas supone, por un lado, cuestionar valores como el “amor”, “la igualdad”, “el respeto”,… (una idealización de las relaciones entre mujeres: si no hay hombre no puede haber dominación o violencia…) y, por otro lado,  supone que esta sociedad heteropatriarcal puede utilizar estas situaciones de violencia entre lesbianas para poner en  entredicho las luchas feministas contra la violencia machista ejercida por los hombres.

    Aún así, hay que insistir en que la violencia ejercida por lesbianas hacia sus compañeras también se trata de violencia contra las mujeres y por ello es un tema que hay que abordar desde el feminismo.

    ¿En qué consiste el maltrato entre lesbianas?

    Al igual que en las relaciones heterosexuales, el maltrato entre lesbianas se da de forma unidireccional y desde R.A.R.A.S.S.(4) se ha definido como: “Una dinámica de dominio unidireccional ejercido y establecido mediante patrones de comportamiento que buscan sometimiento, naturalizándose consistentemente con el empleo de tácticas continuas desestabilizadoras y cíclicas hasta hacerse crónicas. Estas tácticas de control y aislamiento- que pueden incluir o no amenazas, agresiones físicas y sexuales- son utilizadas sistemáticamente por una de las mujeres/lesbianas con el objetivo central de controlar los pensamientos, las creencias, los recursos, los espacios y hasta la conducta de su(s) compañera(s), o de la(s) mujer(es) con quien-(es) esté saliendo o haya salido y/o tenido una relación cercana en el pasado”.

    Al igual que en las relaciones heterosexuales, el maltrato entre lesbianas se da de forma unidireccional

    ¿En qué consiste el maltrato entre lesbianas?

    Al igual que en las relaciones heterosexuales, el maltrato entre lesbianas se da de forma unidireccional y desde R.A.R.A.S.S.(4) se ha definido como: “Una dinámica de dominio unidireccional ejercido y establecido mediante patrones de comportamiento que buscan sometimiento, naturalizándose consistentemente con el empleo de tácticas continuas desestabilizadoras y cíclicas hasta hacerse crónicas. Estas tácticas de control y aislamiento- que pueden incluir o no amenazas, agresiones físicas y sexuales- son utilizadas sistemáticamente por una de las mujeres/lesbianas con el objetivo central de controlar los pensamientos, las creencias, los recursos, los espacios y hasta la conducta de su(s) compañera(s), o de la(s) mujer(es) con quien-(es) esté saliendo o haya salido y/o tenido una relación cercana en el pasado”.

    Así pues, el maltrato nunca es mutuo y por lo tanto no hay que confundir con peleas violentas ni tampoco con actos aislados de violencia. Se pueden dar casos en que la lesbiana maltratada cometa (quizás a modo de respuesta o como defensa) algún acto de violencia. Sin embargo, la mayoría de las veces, se avergüenza y culpabiliza por ese acto, acabando por  justificar y/o disculpar a la mujer que desató la violencia. Reitero que estos hechos de violencia aislada por parte de la maltratada no deben considerarse como maltrato mutuo.



    Pero…no es posible que entre lesbianas exista el maltrato… ¿o sí?

    La violencia entre lesbianas es  una reproducción de la violencia heteropatriarcal y estructural. Como dice Esther Prado (5): es “la punta del iceberg de un continuum de mecanismos de control, producción-reproducción del heteropatriarcado en el cuerpo y la vida de todas las mujeres y las niñas, de “el y la diferente”.

    En tanto que las lesbianas hemos sido socializadas en una cultura – neoliberal – basada en el modelo de la heterosexualidad obligatoria, la monogamia, el ideal del amor romántico y donde el concepto de familia se basa en roles jerárquicos, naturalizamos este  modelo y, por tanto, somos susceptibles de reproducirlo.

    Sin embargo, hay que señalar que, a diferencia de la violencia de los hombres hacia las mujeres donde su violencia viene “avalada” por este  sistema heteropatriarcal y donde mantienen unos privilegios a nivel personal y a nivel colectivo (como parte del grupo dominante), en las relaciones donde existe  maltrato ejercido por lesbianas pocas veces se tienen ventajas a nivel estructural, aunque sí se obtienen beneficios a nivel individual.

    Repetimos conceptos, asimilamos los estereotipos que va marcándonos la sociedad y los naturalizamos hasta convertirlos en nuestra propia opresión.

    Desde R.A.R.A.S.S., se pensó que el maltrato en las relaciones sexo-afectivas entre lesbianas se basa en tres ejes que reproducen- y, a su vez, generan- la violencia estructural. Estos tres ejes son:

    –      La opresión de género y la misoginia que afecta a todas las mujeres y las niñas desde el nacimiento y que vivimos a diario de múltiples formas.

    –      El ideal del “Amor romántico”, basado en la monogamia, la fusión, la fidelidad, la posesión, los celos… posibilita la creencia del derecho sobre la compañera, lo cual es una condición necesaria para el ejercicio de poder y la violencia hacia la otra.

    –      La lesbofobia. Tanto la social como la interiorizada que, de unas maneras u otras, vivimos durante toda nuestra vida (en la familia, en el colegio, en el trabajo, en la calle). Repetimos conceptos, asimilamos los estereotipos que va marcándonos la sociedad y los naturalizamos hasta convertirlos en nuestra propia opresión.

    Además de estos tres ejes, también se pueden utilizar otras opresiones como el racismo, el clasismo, la xenofobia… también las situaciones específicas de cada lesbiana, tanto a nivel personal como social, como son las diversidades identitarias, las funcionales, las  referidas a la edad, etc. pueden ser usadas por otra lesbiana para ejercer el control y el poder mediante el aislamiento, el miedo, la culpabilidad,…

    La imagen tópica sobre las lesbianas que maltratan

    Cualquier estereotipo sobre cómo es una mujer lesbiana, bisexual o pansexual que maltrata a otra mujer en una relación sexo-afectiva es falso.

    Ni la apariencia física, ni su edad, ni su estatus socioeconómico, ni su origen étnico,… ni el hecho de haber sido maltratada (o no) con anterioridad, ni de beber, ni de tomar drogas, o de tener problemas de cualquier tipo determina que una lesbiana elija ejercer el poder, el control, la violencia hacia otra mujer.

    Una maltratadora puede ser una mujer con mucho carisma, ser la amiga entrañable, extrovertida, generosa,… o no. Puede ser muy atractiva, amable,… o no. Puede tener un aspecto femme o butch... o ninguno en especial. Una maltratadora puede ser una activista feminista, trabajar con mujeres, apoyar a mujeres en situaciones diversas, escribir artículos y/o libros sobre mujeres y feminismo, cantar canciones sobre la sororidad entre mujeres,… o no. Puede ser famosa o ser reconocida socialmente,… o no.

    Las maltratadoras comparten nuestros espacios, nuestros grupos. Las maltratadoras son nuestras compañeras, son nuestras amigas…

    Maltratar es una elección consciente y deliberada, por ello cualquiera de nosotras podemos tomar esa elección, independientemente de las situaciones de nuestras vidas y de las opresiones que podamos sufrir.

    Por tanto, al no haber ninguna causa u origen que determine que una mujer lesbiana, bisexual o pansexual elija ser una maltratadora, tampoco la hay para determinar que sea la maltratada. Es más, una maltratadora puede ser (o no) maltratada en una relación sexo-afectiva con otra mujer y viceversa: la maltratada puede elegir ejercer la violencia en otra(s) relación(es).

    Apenas se denuncia este tipo de maltrato

    Hay muchos factores que contribuyen a que una mujer maltratada por su compañera o pareja no denuncie, ni siquiera hable con alguien de confianza sobre la situación que está viviendo:

    –      La negativa a reconocer que se está viviendo, o se ha vivido, una relación de maltrato. “No es posible que quien me ama, me maltrate”.

    –      Muy frecuentemente, el compromiso de amar a otra persona conlleva la idea del sacrificio personal para sostener la relación de pareja.

    –      Con la esperanza de que, en algún momento, esa violencia se acabe, muchas lesbianas acaban por minimizar o negar ese abuso.

    –      La interiorización, y la consiguiente reafirmación, del ideal del Amor Romántico.

    –      El sentimiento de culpa (6). Muchas lesbianas maltratadas se culpan a sí mismas de esos abusos. Los argumentos que la maltratadora utiliza para ejercer la violencia acaban siendo interiorizados por la maltratada hasta llegar a creer que es ella quien provoca y se merece esa violencia.

    –      La dependencia económica o la falta de recursos económicos.

    –      El miedo a las posibles represalias.

    –      La lesbofobia interiorizada. En algunos casos, porque la lesbiana maltratada no ha salido del armario y el hecho de hablar con alguien sobre su situación de maltrato o denunciarlo, significaría sacar a luz su orientación sexual. En otros casos, en los que la lesbiana maltratada es visible, reconocer que sufre abusos por parte de su compañera supone poner en riesgo al resto de la comunidad lésbica frente a la violencia estructural.



    –      Por la lesbofobia social. Además de la institucional, la del entorno donde vivimos, trabajamos o estudiamos y – muchas veces – la lesbofobia en el seno familiar, también está la ejercida por las personas más allegadas: ocurre muy a menudo que, cuando una lesbiana se atreve a decir en voz alta que vive una relación de  violencia, sus amistades subestimen o no  le den importancia a esa denuncia. “No será para tanto” o “eso es algo entre vosotras dos”, son respuestas que se suelen producir, lo que aumenta el aislamiento y la soledad de la persona que está sufriendo dicha situación y facilita la impunidad de la maltratadora.

    Cuando una lesbiana se atreve a decir en voz alta que vive una relación de  violencia, sus amistades subestimen o no  le den importancia a esa denuncia

    –      Si el entorno donde se mueve la maltratada es un espacio común con la pareja abusadora, será el temor a quedarse sin amistades e incluso sin ese espacio lo que hará que mantenga en silencio su situación.

    –      En el estado español, la Ley Integral contra la Violencia de Género no contempla la violencia en las relaciones sexo-afectivas entre personas del mismo sexo. Cuando alguna lesbiana se atreve a denunciar su situación de maltrato, no existen protocolos específicos para analizar cada caso concreto. Ni siquiera puede tener acceso al apoyo como “víctima” de violencia de género.

    Este vacío legal puede dar lugar a que se decreten órdenes de alejamiento mutuo o que, ante la denuncia de algún vecindario lesbófobo, la policía detenga a ambas mujeres por “pelearse”.

    –      La existencia de una serie de mitos que dificultan la identificación de maltratada y maltratadora. Por ejemplo: pensar que esa violencia no es un maltrato en sí, sino una pelea mutua; que en una relación entre mujeres no pueden darse situaciones de violencia; que la que maltrata es porque es una alcohólica o tiene una enfermedad mental o tiene problemas…; que la maltratadora es la más fuerte o la más “machorra”, etc.

    Todos estos factores contribuyen a que las mujeres lesbianas, bisexuales o pansexuales que están viviendo una relación de abuso vivan una doble opresión y, por ello, se instalen en un doble armario… acabando por aislarse y perdiendo por completo su autoestima.

    ¿Qué podemos hacer ante el maltrato entre lesbianas?

    Por un lado, la lesbiana maltratada tiene que hablarlo. Bien con unx amigx, compañerx de trabajo, de clase…con alguien en quien confíe plenamente. También puede contárselo a su médicx de cabecera, a su psicoterapeuta…siempre que tenga claro que éstxs están preparadxs para apoyarla de forma correcta.

    Si existe alguna asociación LGTTBI en su localidad o cercanías, estaría bien que acudiera a alguna para que allí la asesoren.

    Si convive con su maltratadora, es importante que se vaya cuanto antes de casa y si esto no es posible que procure estar acompañada en todo momento, o al menos quedarse a solas con la maltratadora el menor tiempo posible.

    No podemos ni debemos decir que la violencia que está sufriendo nuestra amiga es un “asunto privado”, “un lío entre ellas donde yo no me meto

    Hay que tener en cuenta que la maltratadora no va a cambiar su conducta. Aunque en ciertos momentos emplee el halago, la seducción, los “premios” e incluso hable de arrepentimiento, tan sólo son estrategias que utiliza para seguir ejerciendo el control y el poder.7La contradicción de la convivencia de muestras de violencia con muestras de amor contribuye a la confusión de la mujer maltratada e impiden que ésta sea consciente de que está sufriendo maltrato.

    ¡Muy  importante es que, en ningún momento,  la lesbiana que está siendo maltratada debe sentir vergüenza ni sentirse culpable de su maltrato!

    Y, a pesar de las dificultades sociales, legales y del miedo, hay que denunciar (Cool

    Por otro lado, las personas más cercanas a estas lesbianas maltratadas deben escuchar y dar crédito a lo que les cuentan. ¡No podemos mirar hacia otro lado o justificar ese maltrato! No podemos justificar a las mujeres que maltratan a otras mujeres en una relación sexo-afectiva con la excusa de que lo hacen por padecer un trastorno, o por haber tomado demasiado alcohol, o por consumir drogas, ni por el estrés, ni por estar desempleadas, ni por perder el control sobre sí mismas, o estar pasándolo muy mal por los celos… No podemos ni debemos decir que la violencia que está sufriendo nuestra amiga es un “asunto privado”, “un lío entre ellas donde yo no me meto”.

    Como amigxs, tanto de la maltratada como de la maltratadora, tampoco debemos posicionarnos del lado de esta última porque sea una persona carismática, reconocida o la más “popular” dentro del círculo social en el que nos movemos, ni porque a nosotrxs nos interese estar a buenas con ella.

    Personalmente y porque he visto de cerca muchos casos  parecidos, quiero insistir en el papel que deben tomar las amistades de la mujer lesbiana, bisexual o pansexual maltratada por su compañera. Y es el de escuchar sin dudar,  sin juzgar y sin cuestionar las decisiones, métodos y estrategias que su amiga maltratada haya desarrollado para hacer frente a la situación; el de empatizar con su dolor; el de ayudarla y cuidarla con paciencia y respetando sus estados anímicos, no culparla por la situación que vive o ha vivido. Y, por encima de todo, ¡que no la abandone!

    ¡No enfrentarse al hecho de que una amiga está siendo maltratada, ignorar y pasar de estas situaciones es consentir el maltrato y encubrir a quien lo ejerce!

    Por último, desde los movimientos feministas y/o lésbicos lo que debemos hacer es visibilizar la existencia del maltrato entre lesbianas y generar acciones políticas  concretas:

    Creación de redes, articulándonos y formando alianzas con grupos, movimientos, asociaciones locales, estatales e internacionales que trabajen  en defensa de la diversidad sexual y de género, derechos sexuales y reproductivos. Articulación con instituciones gubernamentales o ONG’s relativas a la salud, a la educación, a los derechos humanos, etc.

    Difusión y sensibilización a través de charlas, talleres, campañas de prevención en agrupaciones de lesbianas y feministas. Creación de jornadas o seminarios en el ámbito académico sobre el tema específico de la violencia entre lesbianas. Participación en medios de comunicación a través de entrevistas, notas, reportajes, textos, etc.

    Encuentros, marchas, actos masivos de la comunidad LGTTBI y del movimiento feministapara visibilizar, y repudiar, la existencia de la violencia entre lesbianas.

    Es necesario que la lucha contra esta lacra también esté en las agendas de grupos y/o movimientos lésbicos  feministas (9).

    ¡Es absolutamente incoherente que luchemos contra la lesbofobia externa y no reconozcamos la violencia que vivimos dentro de nuestras propias relaciones!

    ¡Cuando una mujer agrede su compañera o ex-compañera, también nos agrede a todas!

    ¡Porque lo personal es político!

    ¡Con este silencio estamos alimentando a este sistema de dominación heteropatriarcal!

    Unos apuntes para acabar

    En este texto sólo me centro en el tema del maltrato en las relaciones sexo-afectivas lésbicas. Pero quiero hacer saber que la violencia ejercida por lesbianas puede ir más allá del espacio “personal”, “íntimo” o “doméstico” y abarcar muchos otros ámbitos. Sin ir más lejos, es más frecuente de lo que deseáramos, ver cómo existe la práctica del control y/o el poder en los grupos o movimientos de mujeres feministas que, supuestamente, funcionan desde la horizontalidad. El uso de instrumentos del heteropatriarcado como la xenofobia, la discriminación por razón de status social o económico, de edad,  de diversidad funcional, etc. contra otras mujeres puede darse también a nivel grupal, social o político en nuestros espacios de activismo.

    El ataque con violencia de una lesbiana a su pareja, se perpetuará debido a la interiorización de las normas interrelacionadas de heterosexismo / homofobia y misoginia, las cuales están en el fondo del sistema de roles sexuales establecidos

    Respecto a nombrar el maltrato en las relaciones entre lesbianas, se trata de un acto político, ya que supone la visibilización de este tipo de violencia (lo sabemos de sobra: lo que no se nombra no existe). Las diferentes denominaciones que se le han dado como por ejemplo “violencia doméstica entre lesbianas”, “violencia intra-género”, “violencia de pareja íntima”,… personalmente me hacen reflexionar desde dónde se menciona y con qué intencionalidad.

    “La definición de violencia de género, enfatiza el hecho de que la violencia sea ejercida por varones. Este término también se reivindica para el maltrato en parejas lesbianas, ya que partiendo de que la definición de género es una construcción social en lugar de un hecho anatómico, el ataque con violencia de una lesbiana a su pareja, se perpetuará debido a la interiorización de las normas interrelacionadas de heterosexismo / homofobia y misoginia, las cuales están en el fondo del sistema de roles sexuales establecidos por el falocentrismo” (10)

    Algunos enlaces
    Para más información sobre la violencia en las relaciones sexo-afectivas en mujeres lesbianas, bisexuales o pansexuales, recomiendo los siguientes sitios web en español:
    · R.A.R.A.S.S
    · Desalambrando
    · Violencia entre lesbianas
    · La Red/The Network
    También sugiero la lectura de estos textos descargables, además de los que aparecen recomendados en las webs de R.A.R.A.S.S. y de Desalambrando:
    · Violencia entre lesbianas, Fabiana Tuñez
    · Hablando de abuso en una pareja lesbiana, Kali Munro
    · El segundo Closet, Angelina Marín
    · Co-dependiente

    · Con las valijas, afuera, Valeria Flores
    · La pareja, este doloroso problema, Jules Falquet
    · Violencia entre lesbianas, una realidad invisible, Fabiana Tron


    1 Como persona que ha sufrido el maltrato en una relación lésbica durante casi un año (2002/2003), no fui consciente de lo que había vivido hasta que conocí el proyecto de R.A.R.A.S.S. Mi implicación con este grupo comenzó como colaboradora, acabando siendo integrante del mismo, hasta 2011.

    Actualmente soy activista transfeminista y formo parte de la Col·lectiva Transtorna y de Zona de Maniobras, en Valencia.

    2 ¿Cómo diseñamos instrumentos que distingan quién ejerce la violencia? Como miembro que he sido del colectivo R.A.R.A.S.S. he sido testigo de maltratadoras que se han pronunciado como víctimas en nuestros talleres sobre el maltrato lésbico.

    Además, el vacío legal que existe respecto a la violencia entre lesbianas hace que no existan protocolos para discernir entre maltratadora y maltratada, por lo que se da (en la mayoría de los casos) que sea la propia maltratadora quien acuda a los juzgados para acusar falsamente a la mujer a la que maltrata  y de ese modo usar el sistema contra ella.

    De esa manera, es prácticamente imposible calcular una cifra exacta de lesbianas que viven la violencia por parte de sus compañeras.

    3 Independientemente de que muchxs de nosotrxs no nos identifiquemos con el impuesto modelo  binarista “hombre-mujer”, si nuestro aspecto físico concuerda con el de sujeto socialmente etiquetado como “mujer”, es así cómo se nos (re)conocerá y se nos tratará desde el heteropatriarcado.

    4 R.A.R.A.S.S. (Redes Antipatriarcales de Reflexión y Acciones Solidarias Subversivas – frente al Maltrato Lésbico). Grupo constituido, en 2008, por mujeres lesbianas, organizadas en redes, para la reflexión y la acción desde una asamblea feminista autónoma y auto-convocada en la ciudad de Valencia.

    5Activista Lesbiana Feminista Nómada. Consultora/Entrenadora especializada en violencia intrafamiliar en varios países de Latinoamérica y en Massachusetts. Psicoterapeuta Corporal Gestáltica. Integrante de la Red Lésbica feminista MUACVE (Unidas en Acción kontra La Violencia Estructural). Sobreviviente de la violencia y maltrato en una relación lésbica de cinco años (años 1989-1994), inició el proyecto R.A.R.A.S.S. el año 2008, en Valencia.

    6 A lo largo de todo este artículo, utilizo deliberadamente el término judeocristiano de la culpa, en lugar del de “responsabilidad”. Hay una gran diferencia entre ambos sentimientos: la culpa conlleva remordimiento, pérdida de dignidad personal,… la persona que se siente culpable está mal consigo misma,  vive el miedo al castigo y al rechazo y acaba con una baja autoestima o el odio hacia sí misma. Es así cómo se sienten la mayoría de las mujeres cuando están viviendo el maltrato por parte de su pareja.

    8 Aquí, mi debate personal entre lo que significa acudir a la policía y a los juzgados, instituciones de opresión y violencia para todxs nosotrxs, y no denunciar.

    En RARASS, hemos vivido de primera mano cómo en el momento de estar en el banquillo, acompañando a una mujer maltratada, todo se convierte en un circo: desde las risas y cuchicheos en el momento de leer los detalles del caso, pasando por el morbo que todo ello suscita a los abogados, fiscales, jueces – la inmensa mayoría hombres – hasta los veredictos finales que acaban siendo considerados como faltas leves debido a la no inclusión del maltrato entre lesbianas en la Ley Integral contra la Violencia de Género.

    Sin embargo, no denunciar supone mantener el silencio y la invisibilidad respecto a las relaciones de maltrato entre lesbianas, además de la no reforma en la Ley de Violencia de Género para que se incluya el maltrato en otros modelos de familia. Todo esto, contribuiría a la impunidad de las maltratadoras.

    9 Ahora bien, en R.A.R.A.S.S. se cuestionó lo siguiente: ¿debiéramos, desde el feminismo, utilizar los mismos parámetros de observación, medición, prevención, legislación e implementación de servicios sociales de apoyo para las víctimas, que se usan frente al terrorismo machista y estructural que viven las mujeres heterosexuales en situación de maltrato? Como dijo Audre Lorde: “Las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo“. Se pensó, pues, que había que fortalecer nuestras bases políticas y funcionar desde la verdadera horizontalidad; adquirir  herramientas terapéutico-políticas frente a situaciones de crisis y riesgo por violencia y malos tratos desde el marco del auto-cuidado como principio feminista y establecer protocolos internos de actuación y prevención frente a la violencia entre mujeres/lesbianas.



    10 Eaton, Mary: “Otro nombre para el abuso: feminismo, diferencia y violencia entre lesbianas”, Cárcel de amor. Relatos culturales sobre la violencia de género cit., p.164-165.

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    Mensaje por nunca Vie Dic 18, 2015 1:08 pm

    Artículo editado.
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    Actualización 11/25/2015. La información de este artículo es ahora obsoleta, y mi postura actual con los datos disponibles es la siguiente:

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    En la página del Consejo General del Poder Judicial se dice que hubo 134.000 denuncias por malos tratos en 2011, de las cuales 31.403 fueron condenatorias, 20.891 fueron absolutorias y el resto fueron archivadas o retiradas. Eso significa que sólo el 23.5% fueron probadas. No quiere decir que el 76,5% restante fueran falsas, pero cabe pensar que habría una combinación de denuncias auténticas que no pudieron probarse y otras que fueron genuinamente falsas. Cuáles son los porcentajes de cada tipo es algo imposible de determinar.

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    Para terminar también existen, como señala este articulista, condenas que no representan casos de maltratato. Pero este número es igualmente imposible de determinar.

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    Mensaje por nunca Vie Dic 18, 2015 1:11 pm

    Es curioso (y bastante raro) que salgan artículos de este tipo en este medio.
    ¿Denuncias falsas?

    Resulta particularmente complicado ponerse a escribir sobre este tema después de la oleada de asesinatos machistas que está salpicando de sangre las pantallas por las que nos informamos este verano. En fin, nadie dijo que éste fuera un trabajo sencillo, o una misión para cobardes.

    Teniente Kaffee

    23/08/2015 - 20:09h

    Hace algunas semanas, uno de los estómagos agradecidos de la política de la Transición, Joaquín Leguina, se descolgó con unos tuiteos desafortunados y rechazables sobre el tan traído y llevado término de las “denuncias falsas” en violencia de género.

    Joaquín Leguina @LeguinaJ
    En España, si dices que hay muchas denuncias por violencia de género que son falsas, eres un machista.


    Al igual que si alguien se pone a explotar cartuchos de dinamita en un valle alpino, lo esperable es que se produzca un alud de nieve, la reacción en este caso era igualmente previsible: le empezaron a bombardear con mensajes relacionados con las estadísticas de criminalidad de la Memoria de Fiscalía General del Estado. Como todos ustedes saben, en el apartado relativo a la violencia sobre la mujer, la incidencia del concepto “denuncia falsa” es nimio, centésimas porcentuales. Vamos, habas contadas con los dedos de una mano, literalmente.

    Ahora bien, las estadísticas son tan valiosas como el tipo de datos de que se alimentan. ¿A qué hace referencia la Memoria del Ministerio Público, en realidad? A aquellos supuestos en los que una mujer, denunciante de hechos constitutivos de violencia de género, ha terminado siendo imputada, acusada e incluso condenada, por acusación falsa, denuncia falsa o simulación de delitos, tipificados en los artículos 456 y 457, o bien por delito de falso testimonio en causa criminal, previsto en los artículo 458 y siguientes del Código Penal.

    Normal que las estadísticas sean tan bajas. Estos tipos delictivos son auténticos unicornios rosas, supuestos apenas reproducibles en laboratorio. Raras avis. Como puedo seguir acumulando calificativos y perífrasis elocuentes sin que entiendan de que estoy hablándoles, voy a acudir a un ejemplo bien reciente, del que sólo puedo hablar porque ya forma parte de los anales de la jurisprudencia. Que lo pueden consultar en las bases de datos oficiales, vamos, con nombres fingidos como “Eufrasio” o “Agustina” para proteger la identidad de los protagonistas.

    Pongámonos en modo imaginativo. Esa pequeña localidad de provincias, en la que hay un pareja mal avenida. Novios durante años, han roto recientemente. De repente, ella se presenta en comisaría con un parte de lesiones y denuncia que su ex la ha mantenido retenida en un garaje de su propiedad durante día y medio, sometiéndola a palizas y vejaciones continuas.

    La policía se pone en marcha rápidamente, localiza al supuesto agresor, lo detiene y lo mete en un calabozo, a la espera de ser puesto a disposición judicial. Casualmente, la detención se produce un sábado por la noche, y el juzgado de violencia sobre la mujer de la localidad, que está de servicio permanente de lunes a viernes, los domingos no trabaja. La competencia hubiera debido corresponder al juzgado ordinario de guardia, pero éste tiene tajo para aburrir, pues acababa de explotar una operación antidroga, y hay varios detenidos esperando para vérselas con su señoría, varios de ellos con la seria perspectiva de acabar en prisión. Así que, como están dentro de las setenta y dos horas previstas, la detención se prolonga hasta la mañana del lunes.

    A esas horas, tras dos noches en el calabozo, destrozado psicológicamente y con unas perspectivas muy negras, al detenido le toca vérselas con su abogada de oficio.

    “La cosa está muy mal”, le dice la letrada. Y tiene razón. “Pero si yo no he hecho nada”, protesta el imputado, “ni siquiera la he visto en toda la semana”. Entonces la abogada se pone en plan madre-maestra, y le explica de qué va la jugada.

    La jurisprudencia del Tribunal Supremo, en caso de delitos en los que sólo hay un testigo, la propia víctima, le da un valor extraordinario a su declaración, siempre que esta tenga tres características:

    –Que sea persistente en la incriminación: es decir, que declare lo mismo en todas las fases del procedimiento, sin incurrir en contradicciones.

    –Que haya ausencia de incredibilidad subjetiva: en román paladino, que la víctima no tenga motivos claros para buscar el mal del denunciado, como quedarse con la custodia de los niños, el piso o cosas similares.

    –Que haya evidencia periférica que corrobore la declaración: por ejemplo, la existencia de un parte de lesiones que, visto por el médico forense, le da una pátina de credibilidad adicional a la versión de la víctima.

    En resumidas cuentas, le explicó la letrada, estás listo de papeles. Te enfrentas a una acusación de detención ilegal y lesiones agravadas por ser violencia de género. La minuta empieza a subir a varios años de prisión, de esas cantidades que no permiten eludir los barrotes por no tener antecedentes penales. “Voy a intentar negociar una conformidad en diligencias urgentes, a ver si lo rebajo”.

    Efectivamente, la abogada fue a hablar con el fiscal y le ofreció la posibilidad de terminar por la vía rápida, con una confesión de delito de maltrato de violencia de género, una pena de seis meses de prisión, suspensión condicional por ausencia de antecedentes, tres años de alejamiento a 500 metros, y aquí paz y después gloria. Extrañamente, la defensa de la víctima estuvo de acuerdo. En esas condiciones, el fiscal no puso obstáculos a la conformidad.

    Y así acabó la historia. El culpable condenado (aunque seguía repitiendo, a quien quisiera oírle, que él era inocente) y la víctima satisfecha. Hasta que pasaron unos meses…

    Transcurrido algún tiempo, la víctima estaba en su casa, conectada a una red social, cuando comenzó a chatear con una amiga, conocida común de su exnovio.

    –Oye, qué cosa tan rara lo de fulano, ¿no?

    –¿A qué te refieres?

    –A que siga por ahí repitiendo que él no te hizo nada, que te lo has inventado todo.

    –Que diga lo que quiera, ya hay una sentencia de un juez.

    –Ya, espera, es que he estado haciendo memoria, y ese fin de semana, precisamente, tú te lo pasaste en mi piso, en la capital.

    –¿Y qué?

    –Que no te vimos mucho el pelo, precisamente, porque te pasaste casi todo el tiempo encerrada en la habitación con aquellos dos surferos que te tiraste.

    –…

    –Que mucho te descojonabas de los moratones que te habías hecho, entre el polvo a tres bandas y lo pedo que ibas.

    –Mira, que se joda. Así paga por todo lo que me hizo estos años.

    –Ya, pero es que has conseguido que condenen a un inocente.

    [Menganita ha abandonado la conversación]

    Cuando le llegó ese extracto de conversación telemática, la abogada del acusado en falso montó en cólera. Se plantó en Fiscalía y pidió hablar con el responsable de criminalidad informática, para saber cómo podía validar esa prueba, y qué hacer con ella. A partir de ahí, empezó una investigación de la Fiscalía, que acabó reuniendo pruebas para acusar a la falsa víctima de denuncia de género y conseguir su condena, sentencia que hoy en día es firme.

    Con esa sentencia condenatoria, que reconocía la falsedad de las pruebas en el primer juicio, se produjo uno de los fenómenos jurídicos más raros de ver para un jurista en ejercicio: una sentencia en un Procedimiento Excepcional de Revisión, lo único que puede deshacer la firmeza de una sentencia, en este caso la del primer juicio. El falso condenado fue absuelto, hoy en día su nombre está limpio y su historial carece de antecedentes penales.

    Esta es una de las cinco o seis situaciones en las que, cada año, consigue demostrarse la falsedad de una imputación por violencia de género. Algo casi tan difícil de encontrar como un trébol de cuatro hojas.

    Sin embargo, existen otros muchísimos casos que despiertan sospechas entre los profesionales.

    Por ejemplo, ese matrimonio a punto de divorciarse, en el que repentinamente aparece una denuncia por amenazas y maltrato psicológico habitual. En la primera visita al juzgado de violencia de género, ella comienza a relatar los continuos insultos y humillaciones que ha tenido que sufrir los últimos años, que ha soportado pacientemente, hasta que esta mañana su marido ha dicho que prefiere matarla a ella y prender fuego al piso antes de permitir que le echen.

    En el juzgado de violencia de género, tras escuchar a víctima y denunciado, éste dice que tienen discusiones, y que suelen elevar mucho el tono de voz, pero que lo de los insultos es bidireccional, que ella da tanto como recibe, y que no se calla ni debajo del agua. Que de las amenazas, jamás de los jamases.

    De primeras, el juez suele dictar orden de protección para la víctima, que incluye la obligación del denunciado de abandonar su domicilio, lo que suele hacer tras salir de comisaría, donde ha pasado la noche. A continuación, se le prohíbe acercarse a una distancia equis de su esposa, de su domicilio, lugar de trabajo o cualquier lugar en el que ella se encuentre, mientras dure la tramitación de la causa. Respecto a las medidas civiles, tiene derecho a visitas puntuales con los hijos en común, pero suelen ser en un “punto de encuentro neutral”, para evitar el contacto entre agresor y víctima protegida.

    Finalmente, tras algunos meses, o años, de tramitación, el asunto llega a juicio. Los peritos de la Unidad de Valoración Forense Integral no son concluyentes, no ven una situación de dominación del hombre sobre la mujer. Y curiosamente, el día del juicio, tanto acusado como víctima se acogen a su derecho a no declarar, ésta última por un anacrónico artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. A partir de aquí, la sentencia será absolutoria en el 99% de las ocasiones. En muchos casos, si la negativa a declarar de la mujer se produce ya en la fase de instrucción, el asunto no llegará ni a juicio: se archivará provisionalmente por falta de pruebas.

    En este último ejemplo, puede haber razones que justifiquen lo sucedido. A veces, la dominación machista en el seno de la pareja es tan intenso que, tras el estallido liberador de la denuncia, los ánimos se aplacan y la víctima comienza a arrepentirse, terminando por esa negativa a declarar. Los juzgados están llenos de este tipo de ejemplos. Y desgraciadamente, las páginas de sucesos también. Tanto va el cántaro a la fuente, que al final el agresor termina transformando la humillación y la paliza como hábito matrimonial en un asesinato.

    En otros casos, las razones son más sospechosas. Tengan en cuenta que, en un procedimiento de divorcio civil normal, la vista de medidas preliminares puede señalarse a seis meses vista; el procedimiento principal, a un año. Eso es mucho tiempo aguantando a tu lado a alguien a quien no soportas. Sin embargo, con una denuncia de violencia de género, en 24 horas, una mujer que obtenga orden de protección se quita de encima a su marido, que queda obligado a abandonar el domicilio, pierde la custodia de los niños y queda obligado a abonar una pensión de alimentos. Además, en caso de denuncia de violencia de género, la custodia compartida queda descartada como opción, lo que introduce una poderosa palanca de negociación en el proceso de divorcio. Son razones muy golosas para usar ese arma legal.

    Sin embargo, distinguir entre las dos variantes de este ejemplo es prácticamente imposible. De hecho, por definición, ES imposible, ya que la investigación judicial se detiene.

    La estadística de la Memoria Fiscal es congruente con esa imposibilidad, y no refleja cuáles de estas absoluciones/sobreseimientos son justificadas, y cuales son, como diríamos… sospechosas.

    Así pues, existe un ingente caudal de procedimientos que terminan en sobreseimiento o absolución, en un tipo de procedimiento que está diseñado específicamente para reducir al máximo esa posibilidad. Algo no cuadra.

    Si recuerdan la película “Cadena Perpetua”, Andy Dufresne era el único preso culpable en la prisión de Shawshank, todos los demás se consideraban inocentes, porque “el abogado la cagó”. Así pues, se pueden imaginar las consecuencias en un sistema que produce semejante porcentaje de absoluciones y sobreseimientos cuestionables: el clamor contra la culpabilización automática del género masculino, la inversión de la presunción de inocencia, etcetera.

    Esto, y no otra cosa, es lo que echa gasolina al fuego de este debate absurdo. Y digo absurdo porque, desde un punto de vista estrictamente nominalista, ambas partes no discuten, ya que no hablan de lo mismo: mantienen un diálogo de besugos.

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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan? - Página 4 Empty Re: ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

    Mensaje por nunca Vie Dic 18, 2015 2:20 pm

    Es curioso porque esto de la violencia de género no es nuevo, ya existía algo parecido (aunque sin poner a todos los hombres como potenciales maltratadores) en el franquismo, se llamaba "desprecio de sexo" y la progresía de entonces hizo campaña para su retirada del código penal por considerarlo paternalista.

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    CONSIDERANDO que, en concordancia con el principió de igualdad ante la ley, proclamado en el artículo 14 de la Constitución , que repudia, entre otras, toda discriminación por razón de sexo, la reforma llevada a cabo en el Código Penal por la Ley Orgánica 8/1983 , suprimió la agravante de sexo que figuraba, entre las que se enumeran en el número 16 del artículo 10 de dicho texto, blablabla”

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    “[…] Esa protección de la mujer que debe de parecerle progresista al joven, aunque despistado Sánchez, data de 1944, cuando el franquismo creó un agravante para los delitos que tuvieran como víctimas a mujeres. Se llamaba “desprecio de sexo” y así estuvo durante los 39 años siguientes. Hasta que aquel Congreso de los 202 escaños socialistas aprobó la eliminación del agravante. Las iniciativa fue del PSOE, naturalmente. Era ministro de Justicia Fernando Ledesma Bartret. Su directora de Gabinete se llamaba María Teresa Fernández de la Vega. Defendió la posición del PSOE el diputado Paco Granados, mi librero de Burgos. Sostuvo que el argumento de la debilidad de la mujer era insostenible en unos tiempos en que una mujer -la Sansona del siglo XX la llamaban- arrastraba un camión tirando de una soga con los dientes.
    El Tribunal Supremo se había adelantado. En sentencia de 1977 estableció que: “La agravante de sexo es un tanto anacrónica en tiempos como los actuales, de emancipación femenina en los que la mujer ha conseguido o está en trance de conseguir la absoluta igualdad de sexos, pareciendo que incluso desea renunciar a todo privilegio o protección que implique discriminación o desigualdad respecto al varón”. Así fueron las cosas y tantos años más tarde los compañeros de Eguiguren siguen agarrándose a la galantería franquista para proteger a las mujeres. ¡En tiempos de la Dulce Neus! Literalmente acojonante. Estoy convencido de que no es maldad, sólo ignorancia. […]”

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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan? - Página 4 Empty Re: ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

    Mensaje por nunca Vie Dic 18, 2015 6:28 pm

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    A menudo, cuando alguien me habla del concepto de violencia machista y le pido que lo justifique, me dice que históricamente se ha hecho la vista gorda con la violencia contra las mujeres. Que se ha tratado como algo menor, menos grave que la violencia contra los hombres.

    Estos días me he enterado de que existe un concepto legal llamado desprecio de sexo; se incluyó en el primer código penal que tuvo España, el de 1822 (goo.gl/IFIf3g), que decía lo siguiente:

    En todos los delitos contra las personas, serán circunstancias agravantes contra el reo la tierna edad, el sexo femenino, la dignidad , la debilidad , indefension, desamparo o conflicto de la persona ofendida.

    Es decir, ciertos grupos sociales tenían una consideración especial y delinquir contra ellos conllevaba una pena mayor. Estos grupos eran los niños, las mujeres, las personas de especial vulnerabilidad y las que tenían un cargo o empleo honorífico y de autoridad.

    El código penal de 1848 (goo.gl/M8BFvm) mantuvo este agravante:

    Son circunstancias agravantes (...) ejecutar el hecho con ofensa o desprecio del respeto que por la dignidad, edad ó sexo mereciere el ofendido, o en su morada, cuando él no haya provocado el suceso.

    De nuevo se insistía en lo mismo: ciertos grupos sociales merecían un respeto especial y delinquir contra ellos conllevaba una pena superior. Uno de esos grupos sociales era la mujer, y de ahí viene el término "desprecio de sexo".

    Pero ojo a un detalle importante: la palabra "desprecio" no quería decir que el delincuente odiara a las mujeres, sino que hacía caso omiso del especial respeto que merecía la mujer.

    Este agravante se siguió aplicando a lo largo del tiempo e incluso durante el Franquismo, como vemos en esta sentencia dictada por el Tribunal Supremo en 1959 (goo.gl/FF9dMY) contra un ex novio celoso, que dice:

    La agravante de desprecio de sexo hay que estimarla concurrente en los ataques del hombre a la mujer, siempre que ésta (...) no haya provocado el acto punible despojándose con su conducta del respeto y consideración que por su dignidad merece en una sociedad cristiana y que la Ley especialmente protege (...) en el acto lícito de bailar no hay provocación para el que anteriormente fue novio de ella, y en el relato de los hechos probados no se consigna dato alguno que revele que la ofendida hubiese dado motivo a la agresión, o perdiere por una conducta torpe la protección que la Ley concede a la mujer por el hecho mismo de serlo.

    Como veis en la sentencia, si el tribunal consideraba que la mujer había provocado con su conducta el delito ya no se aplicaba el agravante y la condena era la misma que si la víctima fuera hombre. Existía incluso un eximente, el uxoricidio honoris causa (goo.gl/bAhkH6) que decía lo siguiente:

    El marido que, sorprendiendo en adulterio a su mujer, matare en el acto a los adúlteros o a alguno de ellos, o les causare lesiones graves, será castigado con la pena de destierro. Si les produjese lesiones de otra clase quedará exento de pena.

    Dicho eximente bebía del código penal de 1822, que decía:

    La muger casada que cometa adulterio perderá todos los derechos de la sociedad conyugal y sufrirá una reclusión por el tiempo que quiera el marido, con tal que no pase de diez años (...) el cómplice en el adulterio sufrirá igual tiempo de reclusión que la muger.

    Pasando por el de 1848:

    El adulterio será castigado con la pena de prisión menor. Cometen adulterio la muger casada que yace con varon que no sea su marido, y el que yace con ella sabiendo que es casada (...) no se impondrá pena por delito de adulterio sino en virtud de la querella del marido agraviado. Este no podrá deducirla sino contra ambos culpables.

    Ya veis que ambos códigos penales le daban al marido cornudo un resarcimiento que no hubiera tenido de ser mujer, pero debía ejercerlo contra ambos adúlteros y por tanto no podemos considerarlo una forma de consentimiento de la violencia contra la mujer. El Franquismo por otra parte sí dejaba desamparada a la mujer que vulneraba sus códigos morales, aunque como hemos visto, a la que los seguía le daba una protección extra que no tendría en caso de ser hombre.

    El atenuante honoris causa desapareció en la reforma penal de 1963, y tras la entrada en vigor de la Constitución el agravante de desprecio de sexo también se fue dejando de aplicar, como indica esta sentencia dictada por el Supremo (goo.gl/6cdSA4) en 1979:

    La agravante de sexo (es) un tanto anacrónica en tiempos, como los actuales, de emancipación femenina en los que la mujer ha conseguido o está en trance de conseguir, en todos los órdenes, la absoluta igualdad de sexos, pareciendo que incluso desea renunciar a todo privilegio o protección que implique discriminación o desigualdad respecto al varón.

    El agravante desapareció oficialmente (como podéis ver en la imagen adjunta) en 1983. Alianza Popular se opuso a la retirada porque "la mujer tiene una constitución más débil y se encuentra, por tanto, en inferioridad de condiciones ante una agresión" y el PSOE contestó que el agravante era "una pura galantería del vigente Código Penal por lo que es necesario terminar con el mito de la debilidad de la mujer".

    Hace treinta años, ya veis, lo retrógrado era proteger más a la mujer y lo progresista era darle a todo el mundo la misma protección. No es pequeña la diferencia con la narrativa actual.

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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan? - Página 4 Empty Re: ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

    Mensaje por nunca Dom Dic 27, 2015 9:27 pm

    Interesante captura de pantalla de AVFM. Se trata de las líneas de ayuda para la la violencia doméstica en Australia.
    -La línea para mujeres atiende a mujeres que han experimentado violencia doméstica
    -La línea para hombres atiende a hombres preocupados por su comportamiento violento

    Aunque la captura de pantalla dice "preocupados por convertirse en violentos" parece que esto lo han cambiado por simplemente "preocupados por su comportamiento violento".
    Los hombres que experimentan violencia doméstica aparentemente no tienen dónde llamar, porque el discurso imperante sólo se les percibe como agresores.

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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan? - Página 4 Empty Re: ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

    Mensaje por nunca Miér Dic 30, 2015 7:48 pm


    La corrupción en el estudio (o investigación) sobre la violencia doméstica

    20 de octubre 2014
    Por el Dr. Murray Straus

    Los procesos que explican el ocultamiento y distorsión de la evidencia sobre la simetría de género en la violencia de pareja
    Graham-Kevan documenta la abrumadora evidencia de que la teoría del “dominio patriarcal” en la violencia de pareja (VP de aquí en adelante) explica sólo una pequeña parte de la VP. Por otra parte, más de dicha evidencia está emergiendo rápidamente. Para tomar sólo un ejemplo reciente, los análisis de los datos procedentes de 32 naciones en el Estudio Internacional de Violencia en las relaciones (Straus 2007; Consorcio Internacional de Investigación de la Violencia en las relaciones 2004) encontró una igual tasa de perpetración y el predominio de la violencia mutua en todas las 32 muestras, incluyendo naciones no occidentales.
    Por otra parte, los datos de ese estudio también muestran que, dentro de una relación de pareja, la dominación y el control por parte de las mujeres se produce tan a menudo como por los hombres y está tan fuertemente asociado con perpetración de VP por las mujeres como por los hombres (Straus 2007). Graham-Kevan también documenta la ausencia de evidencia que indique que el enfoque de la dominación patriarcal haya sido efectivo para la prevención y el tratamiento. En mi opinión, sería más apropiado decir que el éxito que se ha conseguido en la prevención y el tratamiento de la VP se ha logrado a pesar de las dificultades impuestas por centrarse exclusivamente en la eliminación de la dominancia masculina y la misoginia, por importante que sea como un fin en sí mismo.
    El artículo de Graham-Kevan plantea la cuestión de cómo una teoría y la modalidad de tratamiento explicativa podría haber persistido durante 30 años y aún persiste, a pesar de cientos de estudios que proporcionan evidencia de que la VP tiene muchas causas, no sólo por la dominación masculina. La respuesta es que surgió de la convergencia de una serie de factores históricos y sociales diferentes. Uno de ellos es que la simetría de género en la comisión de actos de violencia en la pareja es incompatible con el predominio masculino en casi todos los demás delitos, delitos especialmente violentos. Otra es la mayor tasa de lesiones sufridas por las víctimas femeninas de VP que ocasiona la victimización femenina en la atención pública con mucha más frecuencia.
    Aunque hay muchas causas de la persistencia del enfoque del dominio patriarcal, creo que la causa predominante ha sido el esfuerzo de las feministas para ocultar, negar y distorsionar la evidencia. Por otra parte, estos esfuerzos incluyen la intimidación y las amenazas, y se han llevado a cabo no sólo por los defensores feministas y proveedores de servicios, sino también por investigadores feministas que han dejado que sus compromisos ideológicos desautoricen sus compromisos científicos.
    Al mismo tiempo, es importante reconocer la enorme contribución a las relaciones humanas y el control del delito realizados por los esfuerzos feministas para poner fin a la violencia contra las mujeres. Este esfuerzo ha traído la atención pública sobre el hecho de que la VP puede ser la forma más frecuente de violencia interpersonal, creando una determinación en todo el mundo a dejar de ignorar la VP, y tomar medidas para combatir la VP. Esto ha llevado al estado de derecho hasta las últimas esferas de la vida, donde la justicia de ‘autoayuda’ (Black 1983) prevalece cambiando la situación jurídica de las agresiones domésticas, cambiando las prácticas policiales y judiciales de ignorar y minimizar la VP a obligar al sistema de justicia penal a asistir e intervenir.
    Además, las feministas han creado dos nuevas e importantes instituciones sociales: centros de acogida para mujeres maltratadas y los programas de tratamiento para agresores masculinos. Sin embargo, el enfoque exclusivo en los hombres agresores y el enfoque exclusivo en sólo una de las muchas causas han obstaculizado la ampliación del las leyes y el esfuerzo para poner fin a la violencia doméstica. Irónicamente, también ha perjudicado los esfuerzos para proteger a las mujeres de la VP y poner fin a la VP por parte de los hombres (Feld y Straus 1989; Medeiros y Straus 2006; Straus 2007; Straus y Scott, en prensa). En consecuencia, la información sobre cómo esto podría haber ocurrido puede ser útil para lograr un cambio. Este comentario se identifica siete métodos.

    Métodos utilizados para ocultar y distorsionar evidencia sobre la Simetría en Violencia de Pareja
    Método 1. Suprimir Evidencia
    Los investigadores que tienen un compromiso ideológico con la idea de que los hombres son casi siempre el único perpetrador a menudo ocultan pruebas que contradicen esta creencia. Entre los investigadores no comprometidos con esa ideología, muchos (incluido yo y algunos de mis colegas) han retenido resultados que muestran la simetría de género para evitar ser víctimas de denuncias mordaces y el ostracismo (ver Método 7 abajo). Por lo tanto, muchos investigadores han publicado sólo los datos sobre agresores masculinos o víctimas femeninas, omitiendo deliberadamente datos sobre las perpetradoras femeninas y víctimas masculinas.
    Esta práctica comenzó con una de las primeras encuestas en la población general sobre la violencia familiar. La encuesta realizada por la Comisión de Kentucky sobre la Condición de la Mujer obtuvo datos sobre los hombres y las mujeres, pero sólo los datos sobre la perpetración de sexo masculino fueron publicados (Schulman 1979). Entre los muchos otros ejemplos de respetados investigadores que publican sólo los datos sobre agresiones por parte de hombres son Kennedy y Dutton (1989); Lackey y Williams (1995); Johnson y Leone (2005); y Kaufman Kantor y Straus (1987).

    Método 2. Evitar la obtención de datos incompatibles con la Teoría de la Dominación Patriarcal
    En la investigación por encuestas, este método de ocultamiento le pregunta a las participantes femeninas sobre los ataques de sus parejas masculinas y evita preguntarles si habían golpeado a su pareja masculina. La Encuesta canadiense de violencia la Mujer (Johnson y Sacco 1995), por ejemplo, utiliza lo que puede llamarse una versión feminista de las Escalas de Tácticas de Conflicto para medir la VP. Esta versión omitió las preguntas de perpetración de las mujeres participantes en el estudio. Para la Encuesta Nacional de EEUU sobre la Violencia contra la Mujer (Tjaden y Thoennes 2000), el Departamento de Justicia de Estados Unidos planeó originalmente la misma estrategia. Afortunadamente, los Centros para el Control de Enfermedades de EEUU añadieron una muestra de hombres en el proyecto. Pero cuando Johnson y Leone (Johnson y Leone 2005) investigaron la prevalencia de “terroristas íntimos” entre los participantes en ese estudio, garantizaron que no habría terroristas íntimas femeninas utilizando sólo los datos de los autores masculinos.
    Para una conferencia en Montreal, examiné 12 estudios canadienses. Diez de los 12 reportaban agresiones sólo por hombres. El ejemplo más reciente se produjo en la primavera de 2006, cuando un colega abordó al director de un centro de investigación universitaria sobre la realización de un estudio de la violencia de pareja, en caso recibieran una subvención solicitada recientemente. Un miembro de la facultad de esa universidad se opuso a la inclusión de preguntas sobre la perpetración de sexo femenino, y el director del centro dijo que no era probable que se haga la encuesta si los fondos eran otorgados.

    Método 3. Cite sólo estudios que muestran perpetración masculina
    Podría enumerar un gran número de artículos de revistas que muestran una citación selectiva, pero en lugar de eso voy a ilustrar el proceso con ejemplos de documentos oficiales para demostrar que este método de ocultamiento y distorsión está institucionalizado en las publicaciones de los gobiernos, las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud. Por ejemplo, las publicaciones del Departamento de Justicia norteamericano casi siempre citan sólo el Estudio Nacional de Victimas por Crímenes, el cuál muestra el predominio masculino (Durose et al. 2005). Pasan por alto que el Departamento de Justicia publicó críticas, lo que llevó a una revisión de la encuesta para corregir ese sesgo. Sin embargo, la revisión fue sólo un éxito parcial (Straus 1999), pues aún así continúan citándolo e ignorando otros estudios más precisos que han patrocinado que muestran la simetría de género.
    Después de retrasar el lanzamiento de los resultados de la Violencia Nacional contra la Mujer durante casi dos años, los comunicados de prensa emitidos por el Departamento de Justicia presentaron sólo los datos de la “prevalencia en el tiempo de vida” y se ignoraron los datos de la “prevalencia en el año anterior”, debido a que los datos del tiempo de vida mostraban la perpetración predominantemente masculina, mientras que los datos más precisos del pasado año mostraron que las mujeres cometen el 40% de las agresiones asociadas.
    El ampliamente aclamado e influyente informe de la Organización Mundial de la Salud sobre la violencia doméstica (Krug et al. 2002) informa que “Dónde se produce la violencia por parte de las mujeres, es más probable que sea en la forma de auto-defensa. (32, 37, 38)”. Esta es una cita selectiva debido a que casi todos los estudios que han comparado hombres y mujeres encuentran igualdad en las tasas de autodefensa. Por otra parte, también ilustra el método 4 (conclusiones que contradicen los resultados), ya que la referencia 32 (Saunders 1986) informa que el 70% de la violencia menor y el 60% de la violencia severa no fue en defensa propia. La referencia 37 (Dekeseredy, Saunders, Schwartz et al., 1977) utilizó un método similar, y tiene resultados similares: 37% de la violencia menor y el 43% de la violencia severa fue iniciada por las mujeres. Adicionalmente, ninguno de estos estudios tenían datos sobre la legítima defensa por parte de los hombres, por lo que tampoco proporcionan una base para concluir que la violencia de las mujeres difiere de la violencia de los hombres.

    Método 4. Concluir que los resultados apoyan las creencias feministas cuando en realidad no lo hacen
    Los estudios citados anteriormente, además de ilustrar la citación selectiva, son también ejemplos de la capacidad de compromiso ideológico con llevar a los investigadores a malinterpretar los resultados de su propia investigación. Un estudio realizado por Kernsmith (2005), por ejemplo, afirma que “Hombres y mujeres difieren en sus motivaciones para el uso de la violencia en las relaciones” y que “la violencia femenina puede estar más relacionada con el mantenimiento de la libertad personal que en ganar poder” (p. 180). Sin embargo, aunque la tabla 2 de Kernsmith muestra que las mujeres tenían mayores puntuaciones en el factor de “devolver el golpe”, sólo una pregunta en este factor es acerca de la auto-defensa.
    Las otras preguntas sobre el factor son sobre estar enojado y coaccionar a la pareja. Así, a pesar de denominar al factor como “devolver el golpe” este es principalmente acerca de la ira y la coerción. Por lo tanto, el único factor significativamente diferente muestra que las mujeres están más motivadas que los hombres por la ira hacia la pareja y por los esfuerzos para coaccionar a la pareja. Además, la conclusión de Kernsmith ignora el hecho de que las puntuaciones para los hombres y las mujeres eran aproximadamente iguales en cuanto a dos de los tres factores (“ejercer el poder” y “disciplinar a la pareja”). Por lo tanto, el estudio de Kernsmith encontró lo opuesto de lo que se afirma en el hallazgo.

    Método 5. Crear “evidencia” por citación
    El estudio Kernsmith, el informe de la Organización Mundial de la Salud, y el patrón de citación selectiva muestran cómo la ideología se puede convertir en lo que puede llamarse la “evidencia por citación”, o lo que Gelles (1980) llama el “efecto woozle”. Un efecto woozle ocurre cuando la mención frecuente de publicaciones anteriores que carecen de evidencia nos engaña en la idea de que hay pruebas. Por ejemplo, tras el estudio de la Organización Mundial de la Salud y el estudio Kernsmith, los trabajos discuten sobre las diferencias de género en la motivación serán citados para mostrar que la violencia femenina es predominantemente en defensa propia, que es lo contrario de lo que en realidad muestra la investigación. Pero debido a que estas son citas de un artículo en una revista científica y una organización internacional respetada, los lectores del artículo posterior lo aceptan como un hecho. Por lo tanto, la ficción se convierte en la evidencia científica que se citó una y otra vez.
    Otro ejemplo es la afirmación de que las Escalas de Tácticas de Conflicto (Straus et al., 1996) no proporcionan una medida adecuada de la VP, ya que miden sólo la violencia relacionada con el conflicto. Aunque la base teórica de estas es la teoría del conflicto, la explicación introductoria a los participantes pide específicamente a los participantes denunciar la violencia expresiva y malicioso. Se pregunta a los encuestados acerca de los momentos en que ellos y su pareja “[…] están en desacuerdo, se molestan con la otra persona, quieren cosas diferentes el uno del otro, o simplemente tienen riñas o peleas, ya que están de mal humor, están cansados o por alguna otra razón.”
    Pese a repetir estas críticas durante 25 años en al menos un centenar de publicaciones, ninguna de estas publicaciones ha proporcionado evidencia empírica que demuestre que sólo la violencia relacionada con el conflicto fue reportada. De hecho, donde hay tanto datos de las Escalas de Tácticas de Conflicto y datos cualitativos, como en Giles-Sims (1983), muestra que estas provocan violencia maliciosa, así como la violencia relacionada con el conflicto. Sin embargo, debido a que hay al menos un centenar de artículos con esta declaración en revistas revisadas por expertos, parece establecer como un hecho científico lo que sólo es un intento de culpar al mensajero por las malas noticias sobre la simetría de género en la VP.

    Método 6. Obstruir la publicación de los artículos y obstruir la Financiación de investigaciones que podrían contradecir la idea de que la dominación masculina es la causa de la VP
    Tengo documentación para un solo caso de una publicación siendo bloqueada, pero creo que esto sucede muy a menudo. El patrón más frecuente es la autocensura por autores que temen lo que vaya a suceder o que la publicación de un estudio de este tipo socavará su reputación, y, en el caso de los estudiantes de postgrado, la capacidad de obtener un empleo.
    Un ejemplo de negar la financiación a una investigación que podría contradecir la idea de que la VP es un crimen sólo perpetrado por hombres es la convocatoria de propuestas para investigar la violencia de pareja emitida en diciembre de 2005 por el Instituto Nacional de Justicia. El anuncio indicó que las propuestas para investigar a las víctimas masculinas no serían elegibles. Otro ejemplo es la objeción de un revisor a una propuesta que un colega y yo presentamos a causa de “[…] denominar a la violencia en una relación como un problema “humano” de agresión y no un problema de género”. Cuando las puntuaciones prioritarias por parte de los revisores se promedian, sólo se necesita una puntuación extremadamente baja para colocar la propuesta debajo del nivel financiable. Otros han encontrado bloqueos similares; por ejemplo Holtzworth-Munroe (2005). Eugen Lupri, investigador pionero canadiense en violencia familiar, también ha documentado ejemplos de la resistencia a la financiación y publicación de investigaciones sobre la violencia perpetrada por mujeres (Lupri 2004).

    Método 7. Acosar, amenazar, y penalizar a investigadores que producen pruebas que contradicen las creencias feministas
    Suzanne Steinmetz cometió el error de publicar un libro y unos artículos (Steinmetz 1977, 1977 a 1978), que mostraban claramente las tasas de igualdad en la perpetración por parte de hombres y mujeres. La ira sobre esto resultó en una amenaza de bomba en la boda de su hija, y ella fue objeto de una campaña de envío de cartas para denegar su ascenso y permanencia en la Universidad de Delaware. Veinte años más tarde, los mismos procesos dieron lugar a un profesor de la Universidad de Manitoba, cuya tesis encontró simetría de género en la VP siéndole denegado el ascenso y el derecho al puesto seguro en la universidad.
    Mis propias experiencias han incluido tener a uno de mis estudiantes de posgrado siendo advertido en una conferencia de que nunca va a conseguir un trabajo si hacía su investigación de doctorado conmigo. En la Universidad de Massachusetts, fui impedido de entre gritos y pisotones. El presidente de la Comisión Canadiense sobre la Violencia contra la Mujer declaró en dos audiencias celebradas por la comisión que nada de lo que Straus publica puede ser creído porque es un maltratador y explota sexualmente a los estudiantes, según un artículo de la revista Toronto. Cuando fui elegido Presidente de la Sociedad para el Estudio de los Problemas Sociales y me levanté para dar el discurso presidencial, un grupo de miembros que ocupan las primeras filas de la sala se puso de pie y salió.

    Comentarios finales
    Los siete métodos descritos anteriormente han creado un clima de miedo que ha inhibido la investigación y la publicación sobre la simetría de género en la VP (Violencia de pareja) y en gran parte explica por qué una ideología y una modalidad de tratamiento se ha mantenido durante 30 años, a pesar de cientos de estudios que proporcionan evidencia sobre la multiplicidad de factores de riesgo para la VP, de los que el patriarcado es solo uno. Debido a las limitaciones de espacio y porque soy un investigador y no un proveedor de servicios, no he cubierto aún más la negación, la distorsión y la coacción en los esfuerzos en prevención y tratamiento. Un ejemplo es la directora de un refugio para mujeres maltratadas que fue despedida porque quería preguntar a las residentes si habían golpeado a su pareja y el contexto en que eso ocurrió. Un ejemplo de la coerción gubernamental del tratamiento es la legislación en varios estados de EE.UU., y las políticas y restricciones de financiación en casi todos los estados de Estados Unidos que prohíben la terapia de pareja para la VP.
    Por último, fue doloroso para mí como feminista escribir este comentario. Lo he hecho por dos razones. En primer lugar, yo también soy un científico y -para este problema- mis compromisos científicos están por encima de mis compromisos feministas. Tal vez aún más importante, creo que la seguridad y el bienestar de las mujeres requiere de esfuerzos para poner fin a la violencia perpetrada por las mujeres y la opción de tratar la violencia de pareja en algunos casos como un problema de psicopatología, o en la gran mayoría de los casos, como un problema del sistema familiar (Straus y Scott, en prensa; Hamel y Nicholls 2006).

    Acerca del Dr. Murray Straus
    El Dr. Straus es Profesor de Sociología y fundador y co-director del Laboratorio de Investigación Familiar de la Universidad de New Hampshire. Obtuvo el Premio por una trayectoria Distinguida de contribuciones a la investigación sobre la agresión, de la Sociedad Internacional para la Investigación sobre la agresión de 2008.

    Traducido del inglés por Rocío B.

    Referencias:

    Black, D. (1983). Crime as social-control. American Sociological Review, 48(1), 34—45.

    DeKeseredy, W. S., Saunders, D. G., Schwartz, M. D., & Shahid, A. (1997). The meanings and motives for women’s use of violence in Canadian college dating relationships: Results from a National Survey. Sociological Spectrum, 17, 199—222.

    Durose, M. R., Wolf Harlow, C., Langan, P. A., Motivans, M., Rantala. R. R., & Smith, E. L. (2005). Family violence statistics including statistics on strangers and acquaintances (No. NCJ 207846). Washington, DC.: U.S. Department of Justice, Office of Justice Programs, Bureau of Justice Statistics.

    Feld, S. L., & Straus, M. A. (1989). Escalation and desistance of wife assault in marriage. Criminology, 27(1), 141—161.

    Gelles, R. J. (1980). Violence in the family: A review of research in the seventies. Journal of Marriage and the Family, 42, 873—885.

    Giles-Sims, J. (1983). Wife battering: A systems theory approach. New York: Guilford Press.

    Hamel. J., & Nicholls, T. (Eds.). (2006). Family approaches in domestic violence: A practitioner’s guide to gender-inclusive research and treatment: Springer.

    Holtzworth-Munroe, A. (2005). Female perpetration of physical aggression against an intimate partner: A controversial new topic of study. Violence and Victims, 20(2), 251—259.

    Johnson, H., & Sacco, V. F. (1995). Researching violence against women: Statistics Canada’s national survey. Canadian Journal of Criminology, 281—304, July.

    Johnson, M. P., & Ferraro, K. J. (2000). Research on domestic violence in the 1990’s: Making distinctions. Journal of Marriage and the Family, 62(4), 948—963.

    Johnson, M. P., & Leone, J. M. (2005). The differential effects of intimate terrorism and situational couple violence – findings from the national violence against women survey. Journal of Family Issues, 26(3), 322—349.

    Kaufman Kantor, G., & Straus, M. A. (1987). The drunken bum theory of wife-beating. Social Problems, 34, 213—230.

    Kennedy, L. W., & Dutton, D. G. (1989). The incidence of wife assault in Alberta. Canadian Journal of Behavioral Science. 21(1), 40—54.

    Kernsmith, P. (2005). Exerting power or striking back: A gendered comparison of motivations for domestic violence perpetration. Victims and Violence, 20(2), 173—185.

    Krug, E. G., Dahlberg, L. L., Mercy, J. A., Zwi, A. B., Lozano, R., & World Health Organization. (2002). World report on violence and health. Geneva: World Health Organization.

    Lackey, C., & Williams, K. R. (1995). Social bonding and the cessation of partner violence across generations. Journal of Marriage and the Family, 57, 295—305.

    Lupri, E. (2004). Institutional resistance to acknowledging intimate male abuse, Counter-Roundtable Conference on Domestic Violence. Calgary, Alberta, Canada.

    Medeiros, R. A., & Straus, M. A. (2006). Risk factors for physical violence between dating partners: Implications for gender-inclusive prevention and treatment of family violence. In J. C. Hamel & T. Nicholls (Eds.), Family approaches to domestic violence: A practitioner’s guide to gender-inclusive research and treatment. Springer (also available at [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    Saunders, D. G. (1986). When battered women use violence: Husband-abuse or self-defense? Violence and Victims, 1(1), 47—60.

    Schulman, M. (1979). A survey of spousal violence against women in Kentucky. Washington, DC: U.S. Government Printing Office.

    Steinmetz, S. K. (1977). The cycle of violence: Assertive, aggressive, and abusive family interaction. New York: Praeger.

    Steinmetz, S. K. (1977—1978). The battered husband syndrome. Victimology, 2, 499—509.

    Straus, M. A. (1999). The controversy over domestic violence by women: A methodological, theoretical, and sociology of science analysis. In X. Arriaga & S. Oskamp (Eds.), Violence in intimate relationships (pp. 17—44). Thousand Oaks, CA: Sage.

    Straus, M. A., (2007) Dominance and symmetry in partner violence by male and female University Students in 32 nations, Children and Youth Services Review, 30, 252—275.

    Straus, M. A., & International Dating Violence Research Consortium. (2004). Prevalence of violence against dating partners by male and female university students worldwide. Violence Against Women, 10(7),790—811.

    Straus, M. A., & Scott, K. (In press). Gender symmetry in partner violence: The evidence, the denial, and the implications for primary prevention and treatment. In J. R. Lutzker & D. J. Whitaker (Eds.), Prevention of partner violence. Washington D.C.: American Psychological Association.

    Straus, M. A., Hamby, S. L., Boney-McCoy. S., & Sugarman, D. B. (1996). The revised conflict tactics scales (CTS2): Development and preliminary psychometric data. Journal of Family Issues, 17(3), 283—316.

    Tjaden, P., & Thoennes, N. (2000). Full report of the prevalence, incidence, and consequences of violence against women: Findings from the national violence against women survey (No. NCJ 183781). Washington, DC: U.S. Department of Justice, Office of Justice Programs

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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan? - Página 4 Empty Re: ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

    Mensaje por ArmaTuMente Sáb Ene 02, 2016 4:24 am

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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan? - Página 4 Empty Re: ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

    Mensaje por nunca Sáb Ene 02, 2016 1:03 pm

    armatumente, en lugar de colgar un video que dura dos horas podrías extraernos la parte de ese video que puede ayudar, según tú, a refutar los argumentos aquí expuestos.

    Por cierto, ese video de lo poco que he oído, tiene una parte que dice que la parte importante del trabajo antiguamente era el femenino porque ellas eran las que fabricaban mano de obra, femigenerismo y ginocentrismo puro.
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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan? - Página 4 Empty Re: ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

    Mensaje por nunca Dom Ene 03, 2016 8:25 pm

    DATOS OBJETIVOS SOBRE VIOLENCIA DE GÉNERO EN ESPAÑA


    PREGUNTA 1: ¿Es la violencia de género un problema especialmente importante en España?

    La respuesta es no.

    España es de los países de Europa y del Mundo con menos feminicidios de pareja y menos violencia física y sexual hacia la mujer. Además, según los estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas, octubre de 2015, es el problema que afecta personalmente más al 0,1% de los españoles (en 2010 al 0,4%).

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

    Estudios del CIS. ¿Cuál es el problema que a usted personalmente le afecta más?

    Hacer click sobre la imagen para verla más grande.

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

    PREGUNTA 2: ¿Está empeorando el problema de violencia de género en España?

    La respuesta es no. No está empeorando.

    Hay variación de un año a otro pero no se puede decir que haya una tendencia ascendente ni descendente en el número de mujeres víctimas de homicidio por violencia de género. Por otro lado, el número de denuncias y condenas se mantiene más o menos estable.

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

    PREGUNTA 3: Dado el número considerable de denuncias y de condenas. ¿Significa que hay un problema generalizado de violencia severa contra las mujeres?

    La respuesta es no.

    La inmensa mayoría de los casos juzgados son por cuestiones leves y puntuales de maltrato físico sin lesiones que requieran recuperación o por menoscabo psíquico, amenazas etc. Y probablemente sean la inmensa mayoría de "sentencias por conformidad" que dictan los Juzgados de Violencia contra la Mujer sin que tengan que llegar a ir a juicio a los Juzgados de lo Penal.


    Son muy pocos los casos juzgados por las Audiencias Provinciales por delitos muy graves que conllevan más de 5 años de prisión.


    Los casos instruídos de delito claramente más frecuentes, el 63,37% del total, corresponden al de lesiones del artículo 153 del código penal. Es decir, causar menoscabo psíquico o lesión de menor gravedad, golpear o maltratar de obra sin causar lesión, cuando la ofendida (mujer) sea la pareja o expareja. El castigo que podría corresponder podría ser: pena de prisión de seis meses a un año o de trabajos en beneficios de la comunidad de treinta y uno a ochenta días y, en todo caso, privación del derecho a la tenencia y porte de armas de un año y un día a tres años.


    Si el mismo hecho lo realiza la mujer contra su pareja o expareja se aplicaría el artículo 147, apartados 2 y 3 (como si el maltrato fuese a un extraño). Lesión que no requiera asistencia facultativa ni tratamiento médico o quirúrgico, o maltrato de obra sin causar lesión. En estos casos será castigado con la pena de multa de uno a tres meses o de uno a dos meses.


    Simplificando, el 63,37% de los delitos instruidos corresponde a casos en que si los comete un hombre es delito (puede conllevar pena de prisión) y si los comete una mujer sólo es castigado con una multa.

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    ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan? - Página 4 Empty Re: ¿Existe la Violencia de Género tal como nos la cuentan?

    Mensaje por ArmaTuMente Lun Ene 04, 2016 5:47 pm

    nunca escribió:armatumente, en lugar de colgar un video que dura dos horas podrías extraernos la parte de ese video que puede ayudar, según tú, a refutar los argumentos aquí expuestos.

    Por cierto, ese video de lo poco que he oído, tiene una parte que dice que la parte importante del trabajo antiguamente era el femenino porque ellas eran las que fabricaban mano de obra, femigenerismo y ginocentrismo puro.

    Lo que ella postula en "Calibán y la bruja" es que la categoría "proletariado" debe extenderse a las mujeres también por un motivo: Ellas en una casa tradicional realizan el "trabajo productivo", es decir: cocinan, limpian, cuidan de los niños, etc, generando con su trabajo condiciones de existencia para el proletariado. El ganador del trabajo no retribuido, la plusvalía, no sería el obrero, sino el capitalista, porque este así tiene a su disposición la mano de obra que después contrata en el mercado. No es que sea más o menos importante, ya que yo personalmente lo manejo bajo la visión del trabajo abstracto, si no, sería imposible hacer comparaciones, sino que hay una violencia estructural que se está reduciendo por preguntas.
    Me parece a mí que simplemente tratar el problema del feminismo con estadísticas y dato bruto puro trae a colación elementos problemáticos. En primer lugar, porque la violencia de género no es sólamente violencia intrafamiliar, y no es únicamente doméstica. La violencia se ve a través de la cosificación de la mujer y del proletariado en general, de imponer determinados cánones de belleza o comportamiento a la mujer. Como diría Foucault "el poder atraviesa los cuerpos", los moldea. Y tal y como no se puede considerar que limitar la capacidad adquisitiva de alguien no sea violencia, al obligar a trabajar bajo la condicion de necesidad, a alguien por un salario de miseria, no se puede simplificar la cuestión de la violencia a simple elemento de agresión física de pareja. Eso sería analizar el problema desde sólo el liberalismo. En segundo lugar, porque la categoría "violencia" creo que se emplea a la ligera. Si utilizamos "violencia" como "la fuerza que se tiene que aplicar sobre un objeto para transformarlo según nuestro antojo" ("Praxis y violencia", de Adolfo Sánchez Vásquez) se verá que la violencia se extiende más allá de la agresión física. La violencia es también la exclusión, el señalamiento, etc.
    En segundo lugar, ¿qué marco teórico se utiliza para seleccionar datos relevantes, qué crítica hay a las fuentes, bajo qué perspectiva se miran los datos? Aquí se hace apología implícita de un positivismo burdo, de aquel que considera que la matematización de datos, sin ver su método de recolección, es lo único válido. El elemento de análisis cuantitativo queda de lado. A mí me sorprende que en el mensaje de "Datos objetivos sobre la violencia de género en España" no se hagan cartografías, se haga uso de análisis de opinión (como sí preguntar "¿cuál es su mayor problema?" te diera la respuesta. La gente opina que el problema son los inmigrantes, pero NO lo son).
    Aquí falta aplicar la crítica a las fuentes, paso fundamental para cualquier análisis que se preste mínimamente.
    Preguntas interesantes serían: ¿Cuánto llega a conocerse a través de esas investigaciones de la realidad? ¿Cuál es el efecto del machismo en el incremento de la supeproblación relativa? ¿Cómo se interrelaciona desarrollo y prostitución? ¿Qué marginación tiene el proletariado femenino y originario de otro país? La verdad, mirando el análisis que hacen en Freakonomics sobre mercado laboral y "Nombres de afrodescendientes" y comparándolo con España y ver si se repite el fenómeno sería mucho más rico que soltar números y números.

    Lo curioso de todo es que la violencia de género, o si quiere, el machismo, afecta también al propio hombre. Hombre que se precie debe ser feminista. Ejemplos donde aterrizar esto hay sobrados: ¿Por qué la mujer tiene que ser representada como la "sensibilidad" más absurda y el hombre como un ser guerrero y sin sentimientos? ¿Por qué los hombres son reclutados obligatoriamente para la guerra (caso ejemplar, Colombia), y las mujeres no? Pero ¿por qué las mujeres tienen que ser las que "se casen"? ¿Por qué es raro ver a una mujer vestida como hombre o a la inversa? ¿Qué acontece cuando un niño juega con una Barbie? ¿O cuando una niña juega fútbol o practica boxeo? "Maricones" y "marimachas", esos son los patrones indicados.
    El sistema sexo-género, que da roles sociales a determinados géneros, es un elemento del machismo. Debemos rompero con la idea de que el machismo y la violencia de género es solo un elemento intrafamiliar.
    Y si vamos a ser marxistas, hay que ver el fenómeno relacionado con la totalidad. Pregunta para investigar: Bajo la premisa de que tus datos son ciertos ¿qué influencia tiene el sistema de relaciones internacionales con ese fenómeno?
    Se te queda pobre el desarrollo, por más datos que des. Sin el cristal correcto, los números no pasan de ser meras abstracciones.
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    Mensaje por nunca Lun Ene 04, 2016 6:13 pm

    Lo que ella postula en "Calibán y la bruja" es que la categoría "proletariado" debe extenderse a las mujeres también por un motivo: Ellas en una casa tradicional realizan el "trabajo productivo", es decir: cocinan, limpian, cuidan de los niños, etc, generando con su trabajo condiciones de existencia para el proletariado. El ganador del trabajo no retribuido, la plusvalía, no sería el obrero, sino el capitalista, porque este así tiene a su disposición la mano de obra que después contrata en el mercado.

    Claro que es importante eso, pero creo simplemente sobra lo decir que su labor es más importante que la de los hombres, eso es hostilidad guerrasexista.


    En primer lugar, porque la violencia de género no es sólamente violencia intrafamiliar, y no es únicamente doméstica. La violencia se ve a través de la cosificación de la mujer y del proletariado en general, de imponer determinados cánones de belleza o comportamiento a la mujer.
    Yo me refiero a lo que llaman violencia de género. Tu haces referencia más bien a lo que se conoce como los roles de género.

    Y tal y como no se puede considerar que limitar la capacidad adquisitiva de alguien no sea violencia, al obligar a trabajar bajo la condicion de necesidad, a alguien por un salario de miseria, no se puede simplificar la cuestión de la violencia a simple elemento de agresión física de pareja. Eso sería analizar el problema desde sólo el liberalismo. En segundo lugar, porque la categoría "violencia" creo que se emplea a la ligera. Si utilizamos "violencia" como "la fuerza que se tiene que aplicar sobre un objeto para transformarlo según nuestro antojo" ("Praxis y violencia", de Adolfo Sánchez Vásquez) se verá que la violencia se extiende más allá de la agresión física. La violencia es también la exclusión, el señalamiento, etc.

    Esa violencia también la puede sufrir el hombre. Por cierto, no sé si eso que mencionas es de lo que estamos hablando en este hilo.


    En segundo lugar, ¿qué marco teórico se utiliza para seleccionar datos relevantes, qué crítica hay a las fuentes, bajo qué perspectiva se miran los datos? Aquí se hace apología implícita de un positivismo burdo, de aquel que considera que la matematización de datos, sin ver su método de recolección, es lo único válido. El elemento de análisis cuantitativo queda de lado. A mí me sorprende que en el mensaje de "Datos objetivos sobre la violencia de género en España" no se hagan cartografías, se haga uso de análisis de opinión (como sí preguntar "¿cuál es su mayor problema?" te diera la respuesta. La gente opina que el problema son los

    Se te queda pobre el desarrollo, por más datos que des. Sin el cristal correcto, los números no pasan de ser meras abstracciones.

    Si leyeras el hilo entero te darías cuenta que además de datos se ofrecen argumentos, argumentos que podrías refutar en lugar de plantear preguntas ya respondidas y temas que no vienen al caso.
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    Mensaje por ArmaTuMente Lun Ene 04, 2016 7:26 pm

    Camarada: ¿Usted no cae en cuenta que el tema del método SÍ viene al caso?
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    Mensaje por nunca Lun Ene 04, 2016 7:31 pm

    Te lo estoy dejando clarito, son datos y argumentos, refútalos y no me vengas a contar historias sobre otros temas como si las mujeres están acomplejadas por su pecho/culo o si en Colombia los hombres tienen que ir a la guerra, estamos hablando de la violencia doméstica. Por si no te ha quedado claro mi conclusión en este tema es que la llamada "violencia de género" no es un  problema social y el concepto de "la mata por ser mujer" es erróneo, para que no te pierdas en el debate.
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    Mensaje por Alfa4 Mar Ene 19, 2016 1:50 am

    nunca escribió:Te lo estoy dejando clarito, son datos y argumentos, refútalos y no me vengas a contar historias sobre otros temas como si las mujeres están acomplejadas por su pecho/culo o si en Colombia los hombres tienen que ir a la guerra, estamos hablando de la violencia doméstica. Por si no te ha quedado claro mi conclusión en este tema es que la llamada "violencia de género" no es un  problema social y el concepto de "la mata por ser mujer" es erróneo, para que no te pierdas en el debate.

    Totalmente de acuerdo, compañero.
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    Mensaje por nunca Jue Ene 28, 2016 2:34 pm


    Si tu pareja juega demasiado a videojuegos para tu gusto y no puedes convencerla por las buenas, mejor dejarla que llegar a esto.
    Este se nos presenta como una “gracia” o incluso un “derecho”. Invirtiendo los sexos, sin embargo, esto sería violencia de género en toda regla. Tenemos abuso verbal, abuso emocional, control, destrucción de la propiedad, violencia, etc.

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    Mensaje por nunca Vie Feb 05, 2016 5:22 pm

    Toma ya, la culpa de la violencia entre lesbianas la tiene el patriarcado, el machismo y la heterosexualidad.

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    María Galindo del colectivo Mujeres Creando aseguró que la violencia entre parejas lesbianas es más frecuente de lo que se cree. “Soy lesbiana y puedo dar testimonio de que el mundo lésbico, como el mundo marica en general, no está exento de relaciones de pareja sumamente violentas, atravesadas también por las mismas lógicas machistas del mundo heterosexual”, dijo a ANF. En su criterio, la idea del amor romántico que circula en el imaginario patriarcal “termina proyectando la idea de que una relación de pareja necesariamente es una ecuación de propiedad/pertenencia y abandono de la autonomía”.

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    Mensaje por DP9M Lun Feb 08, 2016 11:44 am

    Articulo interesante que refuta muchos de los ataques antifeministas.

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    Mensaje por nunca Lun Feb 08, 2016 3:10 pm

    SS-18 escribió:Articulo interesante que refuta muchos de los ataques antifeministas.

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    Por favor SS18, que te tengo por alguien inteligente, no me digas que tú también estás abonado a la ideología de género.

    Francesc Pera El artículo da vergënza ajena. Citaré un parrafo:
    "La realidad de la Violencia de Género es muy distinta, solo se denuncia un 20%, aproximadamente (Informes del CGPJ), y de estas denuncias las condenan suelen ser un 10%, lo cual hace que respecto al total de los 700.000 casos reales (denunciados y no denunciados) que existen en la sociedad (Macroencuesta de 2011 y 2015) las condenas representen un 4'8%, lo cual significa que la impunidad de los agresores asciende hasta el 95'2%."

    Es decir, de 140.000 casos, 14.000 fueron culpables y 126.000 inocentes. Depués le sumamos otros 560.000 que "no denuncian". El resultado? 14.000 culpables y 686.000 culpables que se han ido de rositas. Es decir, da igual si te declaran culpable, no te declaran culpable o ni te denuncian. Eres un maltratador y punto. Y este es una eminencia en el tema? Vamos bien.


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    En la página del Consejo General del Poder Judicial se dice que hubo 134.000 denuncias por malos tratos en 2011, de las cuales 31.403 fueron condenatorias, 20.891 fueron absolutorias y el resto fueron archivadas o retiradas. Eso significa que sólo el 23.5% fueron probadas. No quiere decir que el 76,5% restante fueran falsas, pero cabe pensar que habría una combinación de denuncias auténticas que no pudieron probarse y otras que fueron genuinamente falsas. Cuáles son los porcentajes de cada tipo es algo imposible de determinar.

    Para terminar también existen, como señala este articulista, condenas que no representan casos de maltratato. Pero este número es igualmente imposible de determinar.
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    ¿Qué no hay mujeres que matan a sus parejas? Que mentirosos es Lorente, lo que son capaces de decir por un sueldo y por mantener el chiringuito subvencionado.
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    Mensaje por nunca Mar Feb 09, 2016 6:09 pm

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    Marina es una mujer maltratada que actualmente da talleres sobre el maltrato en centros de secundaria. Aquí tenéis a la tuitera Barbijaputa diciéndole a Marina de qué víctimas puede hablar en sus talleres y de cuáles no.

    Lo que dice Barbijaputa es verdad: las personas maltratadas que no son mujer heterosexual no tienen acceso a los recursos ni a la protección legal que otorga la LIVG.

    Esto de arriba hay dos formas de reflejarlo. La primera es hacer ver que estas víctimas existen, y que también son personas, y que ese desamparo afecta a su situación. La otra es exigir que queden invisibles y que no se les mencione nunca ni aunque sea por error.

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    Mensaje por Duende Rojo Mar Feb 09, 2016 7:01 pm

    La negación de la violencia de la mujer hacia el hombre es simplemente una prueba básica del hembrismo implicito en la afirmación de la mujer como ser exento de esa connotación negativa.

    Negamos el hembrismo y la misandría pero afirmamos de manera dogmática e incuestionable que la mujer es un sexo moralmente superior al hombre. Son curiosos estos feministas... Y yo que pensaba que no podría haber nada más absurdo que el nacionalismo, pues con esto nos estamos luciendo.
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    Mensaje por Duende Rojo Mar Feb 09, 2016 7:27 pm

    Por cierto, me encanta como intentan capear siempre lo de las denuncias falsas...

    Osea, para certificar que son falsas, tiene que estar genuínamente probado, pero para confirmar el maltrato, no nos sirve ese 23,5% confirmado... Osea el, hay un 76,5% de denuncias se desestiman porque no se ha demostrado nada, ni la agresión ni la falsedad, y por tanto legalmente no hay maltrato ni es una denuncia falsa... Y de ese vacío tan enorme, elegen que quede en el aire lo que a ellos les sale de la polla y les conviene. Lo uno es fijo, denuncias falsas son las que son, sin duda alguna, pero lo otro, las agresiones comprobadas son muchas más, porque lo digo yo, porque una encuesta dice que hay muchos maltratos y punto. Esta gente se cree que somos gilipollas o algo. Que divertido y cómodo tiene que ser ser un feminista de estos.

    Aunque lo más lamentable es como de lo normal, los gobiernos del PPSOE son lo más machista y patriarcal del mundo... Pero cuando interesa, que bien nos vienen sus datos y estadísticas... eh? Sin pensar que es a ellos a los primeros que salva el culo.

    Y por cierto, ese artículo del Lorente es una puta mierda. Con jerga típica feminista, desprecio e invalidación de opiniones diferentes, psicoanálisis barato, manipulación e interpretación forzada... En fin, nada nuevo.
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    Mensaje por nunca Jue Feb 11, 2016 2:38 pm

    Hilos relacionados.
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