El tuit de la Guardia Civil sobre la violencia en la pareja. ¿Hay razones para su retirada?[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Hace unos días este tuit de la Guardia Civil encendió el debate sobre la violencia en la pareja. El cartel derecho, que hacía referencia a las agresiones sufridas por los hombres a manos de sus parejas femeninas, al contrario que el izquierdo, no era oficial. Sin embargo, al margen de los logotipos, su mensaje era el mismo con los roles de género invertidos. La Guardia Civil acompañó la imagen con un texto que animaba a denunciar todo tipo de maltrato, independientemente del sexo de la víctima o el agresor. Fue esto último, y no la falsedad en sí, lo que molestó tanto al colectivo feminista como a sus medios y políticos simpatizantes.
La mayoría de los medios se adhirieron al discurso de género imperante y criticaron el tuit, tanto en las columnas de opinión como en la propia redacción de la noticia, donde decidieron publicar las reacciones negativas al cartel y no las de apoyo. Sus secciones de comentarios, cuya mayoría de participantes apoyaba el mensaje del cartel, mostraban una falta de sintonía entre periodistas y lectores. También hubo políticos, particularmente en el Partido Socialista, que aprovecharon la ocasión para hacer populismo con el asunto.
¿Pero por qué estos sectores ofrecen tanta resistencia para hablar de la violencia en la pareja sufrida por el hombre? Es habitual entre los estudios, informes y encuestas, que la experiencia masculina sea ignorada para concentrarse únicamente en la femenina, pero la reacción al tuit de la Guardia Civil llegaba más lejos, al considerar frívolo y perverso un cartel que denunciaba ambas por igual. ¿A qué se debe esta resistencia?
Antes de considerar motivos ocultos (como por ejemplo los financieros), creo que es oportuno escuchar las razones que los propios feministas nos indican, para debatir su mérito o demérito. Dividiremos los argumentos en tres tipos:
Estadísticos
Ideológicos
Legales o de autoridad
Un buen resumen de estas ideas lo pueden encontrar en el artículo de ElDiario.es “Falacias Machistas (vol. II)”, aunque el tercero no se trabaja demasiado.
El argumento estadístico
Una de las razones por las que el feminismo no considera comparable ambos tipos de violencia en la pareja se debe al número de personas maltratadas en cada sexo, y particularmente la cantidad de asesinatos. Sencillamente, como mueren muchas más mujeres que hombres, ambos tipos de violencia no son comparables.
El problema del argumento estadístico es que podría hacerse a la inversa con otras lacras sociales que afectan desproporcionadamente a los varones, como el suicidio (78%), las muertes en el lugar de trabajo (96%) o la indigencia (82%). Que un fenómeno afecte mayoritariamente a un sexo no hace que la inclusión del sexo opuesto sea frívola o perversa.
Por supuesto nos dirán que no es igual porque la violencia contra la mujer es un fenómeno estructural, resultado del patriarcado, que viene de la desigualdad de poder sexual, etc. Paciencia. Abordaremos dicha perspectiva en el segundo apartado. Mientras tanto, vamos a seguir discutiendo los méritos argumento estadístico.
La Dra. María de la Paz Toldos Romero, en su obra Hombres víctimas y mujeres agresoras. La cara oculta de la violencia entre los sexos, señala las dificultades encontradas a la hora de obtener datos estadísticos sobre la violencia en la pareja sufrida por los varones, incluso cuando se trata de hombres asesinados. Muchas instituciones no recogen los datos, y aquellas que lo hacen no son tan diligentes como en el caso de las mujeres.
El Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, dependiente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), para los años 2010 y 2011 cifró en siete los varones asesinados a manos de sus parejas (14 en total), frente a las 73 y 62 mujeres que perdieron la vida en iguales circunstancias. Sin embargo, realizando una revisión de las noticias en las que se informaba sobre hombres asesinados a manos de sus parejas femeninas, llegó a recoger casi el doble de casos que los reportados por las instituciones (p. 77-84).
Claro que este tipo de investigación tiene sus limitaciones, por lo que podrían ser incluso más hombres, pero la conclusión que podemos extraer es que no existen datos fiables para comparar ambos tipos de violencia. Y aunque es difícil imaginar que superarían los casos mujeres muertas a manos de sus parejas, no podemos afirmar que se trate de una cantidad ínfima. Lo cierto es que es imposible conocer los números con certeza porque el Estado no lo investiga, o lo hace de forma muy deficiente. La última macroencuesta sobre la violencia de género, por ejemplo, no preguntó a los varones por su experiencia, ya que el propio concepto de “violencia de género” excluye a los varones de la conversación. No sabemos si constituyen el 7% o el 35%. Para realizar un argumento estadístico deberíamos contar con mejores datos, y a día de hoy no los tenemos.
En cualquier caso, y como dije al inicio de este punto, que un fenómeno afecte desproporcionadamente a un sexo no significa que sea “perverso” situar al otro en la misma conversación. No creo que las mujeres deban estar excluidas de conversaciones sobre suicidio, indigencia o muertes laborales. Y desde luego su inclusión no me resultaría frívola o perversa.
El argumento ideológico
El argumento estadístico suele ir acompañado de un argumento ideológico. El mayor número de muertes femeninas no se debería al azar, sino que formaría parte del sistema patriarcal, que privilegia al varón. Éste emplearía su mayor posición de poder para ejercer la violencia contra la mujer. El maltrato formaría parte de una narrativa mayor que incluiría las violaciones, el feminicidio y cualquier mal que afecte a las mujeres como grupo. Se trataría, según el feminismo, de un fenómeno estructural y sistemático, mientras que la violencia contra el varón no tendría el mismo origen y por tanto no debería abordarse de la misma manera o situarse en el mismo contexto. Esta es la razón por la que el término “violencia de género” no es equivalente al de “violencia en la pareja”. La violencia de género sólo puede ejercerla un hombre hacia una mujer.
Todo este argumento, sin embargo, es una teoría. Y como todas las teorías, cuenta con sus méritos y sus problemas, además de ser una forma incompleta de analizar la realidad. El feminismo de género adopta ideas del Marxismo, y particularmente de los escritos de Engels, quien considera que hombres y mujeres reproducen la dinámica de opresor y oprimido visible en otras relaciones sociales, como la de burgués y obrero, noble y siervo, amo y esclavo, etc. En las últimas décadas a estas comparaciones se añadieron otras, como la racial. Y aunque se pueden establecer paralelismos, la equivalencia nunca terminó de cuajar.
Pensemos por ejemplo en el sacrificio de los hombres para salvar a las mujeres, desde el hundimiento del Titanic hasta el tiroteo en el cine Aurora. Difícilmente podríamos imaginar a burgueses, nobles, amos o blancos dando su vida por obreros, siervos, esclavos o negros. Menos aún que este sacrificio estuviera asociado de alguna manera con expectativas sociales sobre el vínculo que los une.
De hecho, si atendemos a datos que he presentado anteriormente, encontramos que en España (entre otros países), los varones muestran síntomas generalmente asociados con las clases bajas, no con la clase dominante. Por ejemplo constituyen:
El 96% de los fallecidos en accidentes laborales (fuente, página 39).
El 61,6% de los fallecidos en accidentes domésticos (fuente, página 13)
El 78% de los suicidios (fuente, página 3)
El 63% de las víctimas de homicidios (fuente)
El 82.7% de los vagabundos o sin techo (fuente)
El 98% de los soldados muertos en Afganistán (fuente)
El 92,5% de la población reclusa (fuente)
La mayor parte de los consumidores de drogas ilícitas duras (cocaína, crack, heroína, etc.), cuadriplicando a las mujeres (fuente, página 304). También triplican a las mujeres como bebedores (de alcohol) de alta frecuencia (fuente, página 137)
Además, en 2009 el 31% de los chicos abandonó sus estudios de secundaria, frente 20% de las chicas. El fracaso escolar es un fenómeno principalmente masculino (fuente)
Además, me cuesta hablar de patriarcado (gobierno de los padres) en países donde los padres pierden rutinariamente las custodia de los hijos, y donde la atención mediática hacia el sufrimiento femenino es infinitamente superior a la del masculino (sí, lo he cuantificado).
Visto así, también podríamos crear una narrativa paralela en la que el varón también sufre poderosamente como resultado de los roles de género, y donde el sistema oprime y privilegia tanto a hombres como a mujeres en distintas áreas. Otro prisma para analizar la realidad tan legítimo como el feminista, y a mi juicio más acertado.
Hablando específicamente de la violencia en la pareja, la mayoría de los estudios apuntan a que se trata de un fenómeno bidireccional. El mayor número de mujeres muertas, así como de heridas de gravedad, se debería a la diferencia de fuerza entre los sexos, no a un distinto grado de intencionalidad.
Finalmente, también es cuestionable que todo asesinato por parte de un hombre a su pareja o expareja se atribuya el 100% de las veces a razones de género, cuando pueden existir numerosos factores.
D.G. Dutton y T. Nichols, entre otros investigadores, afirman que hay diversas causas de la violencia en la pareja que son comunes a hombres y mujeres, por ejemplo: psicopatologías, dependencia emocional, incapacidad para controlar la agresividad, alcoholismo, déficit de habilidades sociales, lesiones en la cabeza, correlatos bioquímicos, disposición mental, sensación de impotencia, falta de recursos, estrés, historial familiar (violencia experimentada en la infancia, por ejemplo). Y a todas ellas yo añadiría una más: depresión, que puede desembocar en comportamientos abusivos e incluso violencia, y donde el alcoholismo suele ser un síntoma y no una causa.
Dutton, D.G. & Nicholls, T. (2005) The gender paradigm in domestic violence research and theory: The conflict of theory and data. Aggression and Violent Behavior, 10 , (6), 680 – 714. [Full Text Version]
Esto no quiere decir que no pueda haber asesinatos motivados por razones sexistas, pero catalogarlos todos sistemáticamente de esta manera constituye una visión simplista del fenómeno.
En fin, cada uno tiene derecho a su propia visión del mundo. A lo que no tiene derecho es a emplearla para vulnerar la igualdad de los sexos ante la ley o censurar a quienes tengan ideas distintas, que es lo que se lleva haciendo desde hace años con la complicidad de medios y políticos. Al contrario que en otras áreas como la economía, donde se pueden sostener distintas ideologías como liberalismo, socialismo y otras, en el ámbito de género se nos presenta un único camino posible. Pero no sólo eso, sino que toda persona en desacuerdo corre el riesgo de ser desacreditada personal y profesionalmente.
Como ya critiqué el concepto de violencia de género en una entrada anterior no quiero extenderme más, pero resumiendo, la teoría feminista es una interpretación de la realidad, no la realidad. Una diferencia que al parecer se le escapa a medios de comunicación y partidos políticos. Deberíamos poder estar en desacuerdo con sus postulados sin que ello resultara escandaloso, ya que actualmente el intercambio de ideas se ha silenciado en favor de un dogmatismo ideológico que roza lo religioso.
3. El argumento legal o de autoridad
Finalmente llegamos al último recurso: la autoridad. Cuando escribí a la Comunidad de Madrid para preguntar por qué no se extendía la protección del programa “No te cortes” a los varones o las parejas homosexuales, me respondieron que la definición de violencia de género la habían aplicado “de forma coherente a como lo hacían los organismos internacionales”. La principal fuente de autoridad en este caso sería Naciones Unidas.
La base de este argumento es que la ONU ha adoptado la teoría de género, y como ciudadano de a pie es más probable que yo esté equivocado a que lo estén ellos. Claro que en el caso de los hombres Naciones Unidas y sus agencias especializadas tiene un historial problemático que cualquiera puede comprobar siguiendo los enlaces que muestro a continuación, por ejemplo:
La Organización Internacional del Trabajo (agencia especializada de la ONU) prohibió el trabajo forzado femenino en la convención de 1930, ratificada por 177 países. El masculino ha sido prohibido en 2014, y todavía dicha prohibición no la ha ratificado gobierno alguno.
La ONU no ha reconocido a los varones como víctimas de la violencia sexual en conflictos armados hasta el año 2013, pese a su alta prevalencia en numerosas guerras.
Cuando la Organización Mundial de la Salud (también dependiente de la ONU) examina la salud de poblaciones como Cerro Rico en Bolivia, ignora patologías masculinas, incluyendo el suicidio, provocando que no sean reconocidas y no se invierta en programas para erradicarlas.
La ONU ha discriminado a los hombres en sus políticas microfinancieras, excluyéndolos en la mayoría de los casos por razón de sexo.
La OMS promueve la circuncisión masculina en África para prevenir el SIDA, pese a que existen métodos más baratos y efectivos con los que combatir su propagación.
Al igual que muchas otras instituciones, sus sondeos ignoran a los hombres en temas como la violencia en la pareja o la agresión sexual.
Pueden entender, pues, que este argumento de autoridad no funcione para muchos de nosotros. La ONU no es un organismo neutral que esté por encima del bien y del mal, sino una institución política que como muchas otras a lo largo de la Historia también comete errores. Y uno de ellos es precisamente adoptar los aspectos más perniciosos de la ideología de género sin atender a argumentos que puedan arrojar dudas sobre sus premisas.
Conclusión
No hay razones ni estadísticas, ni ideológicas, ni de autoridad para concluir que el tuit de la Guardia Civil constituye un acto frívolo o perverso. Lo único criticable es que haya empleado un cartel falso, ya que los hombres mereceríamos también uno oficial. Al margen de esto, la Guardia Civil no ha hecho nada reprochable, más allá de violar dogmas ideológicos que no tiene por qué adoptar como propios. Mientras se sostenga la igualdad de los sexos ante la ley, debería existir una pluralidad de opiniones sobre cómo abordar este tipo de problemas, y no una tiranía incapaz de aceptar cualquier desviación de sus planteamientos teóricos. Un rasgo que no es propio de las democracias, sino de los regímenes que frecuentemente critican.
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