EEUU está promoviendo una agresiva ingeniería social feminista a nivel global
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Una búsqueda simple por Google, buceando por los grandes y menos grandes medios hegemónicos norteamericanos y europeos (que son los que conforman la opinión pública del sistema capitalista de dominación global), nos muestra abundantes ejemplos, muy ilustrativos, de cómo EEUU y sus vasallos europeos, están construyendo una nueva y agresiva retórica “feminista” que se está expandiendo como un incendio forestal a campus universitarios, a la clase política, a medios de comunicación, a redes sociales e incluso se han sumado al negocio feminista muchas empresas que ya están utilizando criterios de “género” acorde con las directrices de los gobiernos y las presiones de los lobbys feministas.
Da igual el color político o afinidad ideológica, lo feminista está de moda y mola la hostia, tanto que Ana Botín puede llegar a ser tan antiheteropatriarcal como Barbijaputa. Todos han sumado fuerzas para entrar en una espiral de fanatismo militante panfeminista que al mundo unipolar manufacturado por Washington y Bruselas le está viniendo de perlas para afianzar su espectro geopolítico. Ya no digamos al calor de los últimos acontecimientos de todos conocidos en este país o los que habitualmente ocurren en EEUU, y que sirven para reforzar las posiciones de un rebaño dividido y enfrentado mientras el Estado totalitario de seguridad sigue engrasando su maquinaria represiva, por si ya no tenía suficientes excusas con los atentados islamistas de falsa bandera organizados por Occidente.
Términos como deconstrucción masculina, masculinidad tóxica, espacios seguros no mixtos, heteropatriarcado, empoderamiento (que ya se utiliza como comodín universal), sororidad, heteronormatividad, privilegios masculinos, cisgénero, lenguaje inclusivo, techo de cristal, brecha salarial, “mansplaning” (cuando un hombre, supuestamente, no deja hablar a una mujer), perspectiva de género, masculinidad hegemónica, cultura de la violación, “hermana yo si te creo”, etc han sido diseñados enteramente en las factorías de género de EEUU y exportados sin derechos arancelarios a Europa occidental. Añádanle la correspondiente coreografía cartelera con sus consignas-leyendas y logotipos copiados al pie de la letra de las “hermanas feministas americanas”, marionetas en la agenda de George Soros y la CIA.
Todo el anterior glosario de majaderías postmodernas reverbera una y otra vez en los medios controlados espaňoles y en los que llaman “alternativos” (progres) que hacen causa común con los anteriores (qué sorpresa). Y, cómo no, en los inevitables círculos políticos de la progresía-neoliberal. Breves ejemplos de lo anterior, tomando el referente uno de los caballos de batalla de las feministas y sus confederados varones: la masculinidad “tóxica”. 1, 2, 3 y hasta un simposium en la universidad inglesa de la islamizada Birmingham.
España no iba a ser una excepción a toda esta deprimente, metódica, neurótica y estudiada terminología, que la ha hecho suya, como no podía ser de otra manera, el “Afrika korps” feminista español más dogmático e intolerante junto a sus aliados, los nuevos hombres en fase de reprogramación mental antimasculinista, todas ellas/ellos muy activas/os en redes sociales o bien publicando panfletos profeministas, impartiendo cursos, talleres y simposiums desde un enfoque exclusivista de género. No podían faltar, lógicamente, sus altavoces, medios progres y no tan progres como Público, Telecirco, Antena 3, La Sexta o El Diario, conocidos, sobre todo, por orquestar una campaña de mentiras masivas sin precedentes contra Rusia y el conflicto de Siria.
A los anteriores medios, referentes “ético-morales” del feminismo, se han unido otros más conservadores o moderadamente socialprogres (ELPAIS, ElMundo, ElPeriódico, El Español, El Plural, Hufftington Post, etc) para ganarse nuevas fans del pujante y combativo anti-patriarcado. No hace falta ser muy espabilado para entender que aquí nada es casual, que tiene que haber algo más que un creciente movimiento feminista surgido de la nada. Sólo comprobar la selva de organismos estatales parasitarios de género, el caudal de subvenciones públicas y privadas al feminismo, el concertado apoyo mediático….no, aquí hay de todo menos espontaneidad feminista. Resulta chocante, por otra parte, que Papá Norteamérica, el emblema del capitalismo imperialista mundial, sea el país de donde las femi-progres españolas hayan importado su praxis ideológica y obtenido todo su arsenal teórico de postmodernidad feminista. Muy curioso, sí, sobre todo cuando en su ideario incluyen cuentagotas marxistas como mercancía de contrabando.
La espoleta de todo este marasmo de beligerante, fascista y disgregador feminismo viene de muy atrás pero el 8-m fue, por así decir, una especie de hipnosis colectiva, desde donde medios hegemónicos y sus periodistas millonarias, hasta la Zarzuela, pasando por el conglomerado político neoliberal-progre y llegando al vicario de Cristo en la tierra (madrileña), se sumaron al festival lila, en unas calles pobladas fundamentalmente por niñatas analfabetas repitiendo como loros amaestrados cuatro eslóganes barbijaputenses y cuya mayor opresión en sus vidas es no haber podido comprar un Samsung Galaxy. Luego llegó el vergonzante estallido social populachero-feminista con la “polémica” sentencia de la “manada”. Fue el no va más, ya que también se sumaron a las “condenas” contra los jueces navarros altos cargos públicos como el Legionario de la Muerte, Rafael Catalá, dicen que Ministro de Justicia, los “veredictos sociales” del PSOE y las Carmelitas descalzas de Fuenterrabía.
La siguiente puesta en escena fue el #Cuéntalo en una red social (Twitter) que se utilizó como barómetro probatorio de la “verdad popular”, en el que se reunieron miles de testimonios pasados por el filtro canónico del “yo si te creo” porque a algunas les salió de su coño meritocrático. Y el que dijese que un relato sólo se sostiene y tiene validez si está contrastado mediante la confrontación de dos o más actores y a través del análisis de los hechos probatorios ya te caía el correspondiente Auto de Fe de la Hermandad feminista. Creer es lo más fácil decía hace lustros Gustavo Bueno (que no es santo de mi devoción) ya que, según el filósofo, no exige esfuerzo intelectual alguno. Y así, en función de lo que digan las, los, les y lus sumas sacerdotisas de la recua tuitera, hay que creer y legislar en caliente, en frío y en templado.
Todo muy zafio, groseramente narcisista, sibilinamente fascista y callejero en una España que uno creía había evolucionado algo desde aquel putrefacto show nievesherrerista de Alcásser. El tardofeminismo es así. Lástima que no hubiera sogas, antorchas y capirotes del kukluxklan y que las sentencias no se dictaran por la manada de Twitter para ajusticiar reos en serie. La histeria colectiva y el “yo si te creo” deben sustituir al in dubio pro reo y a la prueba pericial judicial. Ya están tardando en reclamar un sistema penal como el norteamericano donde más de un inocente ha terminado en el corredor de la muerte.
Un país, España, que ya era una mierda político-judicial-mediática resulta que está aún más lleno de mugre de lo que uno pensaba. Más que en aquellos años ochenta del lumpen-navajerismo, la dialéctica de plomo de ETA-GAL-Gladio, las falsas banderas de la Colza y el Restaurante El Descanso o las mafias policiales organizadas por el Estado. ¿Se acuerdan del caso El Nani? Policías se dedicaban a robar joyerías y luego asesinaban a traición a los delincuentes que utilizaban como cebo. Policías que solicitaron a José Barrionuevo, Ministro del Interior del PSOE, la aplicación de la Ley Antiterrorista a un delincuente común, El Nani, para torturarle, asesinarle y hacerle desaparecer (a día de hoy sigue sin aparecer su cuerpo). Del dinero robado por el hampa policial nadie sabe donde fue a parar…si a las cloacas de Interior para sufragar la guerra sucia contra su tentáculo ETA o a la misma Operación Gladio española.
Esta sospechosa y repentina fascinación global por lo “feminista” encubre algo más obvio que ya señalaba el ex Subsecretario del Tesoro de Ronald Reagan, el antiglobalista y antisionista Paul Craig Roberts, en un acertado y oportuno artículo: “los negros gritan a los blancos, las feministas gritan a los hombres y los homosexuales gritan a los heterosexuales. Con este panorama no queda nadie para gritar a los gobernantes”. Bueno sí, quedan los grupos-lobbys identitaristas de género para exigir más y más “perras” al Estado heteropatriarcal opresor, más inclusividad, incluida la lingüística, más normalizar patrones y conductas al socaire feminista, más impulsar cuotas y privilegios de género. Pero nada de cuestionar el actual statu-quo. Dividir la sociedad por géneros y olvidarse de que existen clases o, simplemente, problemas sociales que se encargan de mantener insolubles las élites gobernantes mediante sus ONGs de caridad social.
Hoy el buque insignia semántico del feminismo neocon-progre es el patriarcado, el no va más en el casino de la postverdad feminista. Un cajón de sastre donde cabe de todo para el exacerbado feminismo terceraolista y que es fuertemente promocionado en los medios, de los que tanto se quejan las feministas, a pesar de que son sus principales altavoces. Dice el youtuber de apodo irónico “un tío blanco hetero” que el término “patriarcado” es el resultado de “la proyección de los miedos y frustraciones del feminismo actual”. Yo diría que, suscribiendo esa aserción, esa proyección psicológica es el resultado de una matriz previamente diseñada en la factoría del complejo globalista-capitalista para encapsular y anular otras luchas que puedan poner en peligro al sistema. Una de ellas, la añeja lucha de clases marxista, y lo saben, es una “asustaviejas” que hay que tener en cuenta y controlada ya que podría hacer tambalear, aunque epidérmicamente (tal y como está el patio), el sistema hegemónico capitalista. Si hombres y mujeres luchan juntos con fuerza por una causa común, el sistema empieza a cagarse patas abajo, aunque no se desmoronen sus cimientos.
Hoy, astutamente, los estrategas neoliberales, y sus mamarrachos progres, utilizan el sobado patriarcado para usarlo como pretexto fragmentario, como “divide et impera”, donde el objetivo es provocar un cisma de géneros en el que hay que demonizar al hombre como un ser abyecto en posesión de privilegios históricos. Decálogos como el propuesto por dos feministas de CCOO sobre un nuevo modelo de “escuela feminista” resume el carácter parafascista de los axiomas del feminismo actual. El victimismo feminista encaja como un guante de seda en el sistema que mejor se acomoda a sus intereses: el capitalismo. No buscan la igualdad de clase sino la que sirva a la cuotacracia y al adoctrinamiento de género según su propia perspectiva de feminismo clasista y endocéntrico (la economía, la educación, el sistema político se han de construir sobre parámetros feministas).
Primero nosotras y después nosotras..…los racializados y la diversidad sexual…mientras que el resto (hombres blancos-heteros) sólo pueden ser “aliados” (obsérvese, nuevamente este constructo discriminatorio), es decir, los hombres han de ser una suerte de alfeñiques listos para ser usados a conveniencia y en función de los caprichos feministas. Así funcionaba el segregacionismo en EEUU (¡cielos, el creador de la verdad feminista!) contra otras razas. Eso sí, vamos a tirar de subvenciones a golpe de talonario público estatal, autonómico y local para mantener viva la industria de la victimización feminista y seguir hablando de que el Estado es patriarcal y machista.
Y no, no se crean esa monserga o cuento por entregas del “anticapitalismo feminista”. El feminismo neoliberal-progre y el que se hace llamar feminismo “anticapitalista” (básicamente de tonos morados pero también rojos) entrecruzan sus discursos ideológicos. Su modus operandi es el mismo, su praxis es la misma con pequeñas variables en lo político (más bien difusas en la mayoría de los casos), se alimentan mutuamente del mismo guión y dogmática. Pero en el caso de las “anticapitalistas” de despacho, calle y batucadas ocultan que el dinero que les proporciona el Estado burgués y fundaciones privadas es la base para mantener su industria de género. No buscan cambiar las estructuras del poder bajo la perspectiva de clase sino agrietar las de género y cargar las tintas y las armas de la violencia verbal contra los hombres cis-blancos-heteromachunos.
De este modo, también, y es importante reseñarlo, no sólo esas feministas se enfrentan agresivamente al “privilegiado” género masculino, en global, sino que avivan el discurso de sus supuestos contrincantes ideológicos, hombres y mujeres, situados tradicionalmente en el polo político “opuesto” (iglesia, ultraderecha, neocons, tradicionalistas con tonalidades franquistas, etc) quienes aprovechan esta excelente coyuntura para azuzar el conservadurismo social y las ideas reaccionarias frente a un feminismo postmoderno que, mal que les pese, es de indubitado origen capitalista, eso sí, asumido por todo el espectro ideológico progre.
La “revolución será feminista o no será” es la otra tara semántica de moda, una engañifa que lleva colocada una carga de profundidad dispuesta a ser lanzada por todos esos paletos progres de la diversidad sexual y la multiculturalidad. La única revolución feminista factible, y más vale que se quede ahí, es la que montan a diario en Twitter, Youtube o Facebook fóbicas misándricas como las podemitas Barbijaputa, las cuatro Anas (Pardo de Vera, Requena, Botwin y Triviño), Leticia Dolera, Irantzu Varela, las Magdaleno, Protestonas, Zuriñes y sus aliados en proceso penitencial de deconstrucción de su inveterado machirulismo. Las revoluciones socialistas emancipadoras, exitosas, fallidas o menos fallidas, se hicieron por todos y para todos (hombres y mujeres) y los mayores damnificados en términos de víctimas mortales y colaterales, y esto no es objeto de controversia histórica, fueron los hombres, por cierto. Un privilegio que muchos cederían gustosamente a las vociferantes hembristas.
Entrando ya en el terreno del debate de calle te puedes encontrar con unas arengas feministas que se han vuelto muy previsibles (además de perversas) y que modulan la industria de la victimización feminista como epicentro ideológico: una de ellas es que si no suscribes los postulados de las “jenáricas”, su catecismo feminista, si no expías tus previsibles pecados “machistas”, te deconstruyes bajo juramento coñocrático o entras en catársis transformadora según ritual femi-masónico, en definitiva, si les rebates su indigencia argumental….te sacan toda una artillería de ineptitud intelectual, reduccionista, talibanesca y miserable de “estás conmigo o estás contra mí”, o bien aquello de que “no eres capaz de entender el pensamiento feminista” o a las mismas “mujeres”, considerando esas próceres que en tus argumentos, faltaría más, subyace una “agresión machista invisible” (hey que ya llegó el machismo, el comodín que nunca falla).
Es decir, que a la yihad feminista le refutes su tóxica narrativa o le interpongas leves objeciones ya te convierte en enemigo del feminismo, en un sujeto sin aptitudes discursivas que sólo ofrece “mansplaning” a las mujeres (¿a todas?). Y, además, aunque estés en el panel de semi-aliado o aliado a tiempo completo, pero opongas otros criterios y perfiles dialécticos, discrepantes pero más conciliadores, ello no dejará de ser, según ellas, una forma subterránea de acoso verbal de un “not all men”, ridiculizándote adicionalmente como “señoro”, “machirulo” o un “male tears” (otra acepción americana, vaya..ya es casualidad), o bien la malencarada de turno te dirá: “tú como hombre no me tienes que decir…”. Cualquier crítica a este infecto feminismo de brocha gorda, tocador y peineta es un asunto personal machista-misógino-falocéntrico (o micromachista) contra las mujeres, donde el nivel de paroxismo llega a que el Departamento de Propaganda de las FemiGoebbels, ya en posesión de una autoridad moral fuera de toda duda y ajena a toda crítica, pueda calificar tu propuesta argumental incluso como de “incitación al odio”. Tócate los cojones.
Bajo el inocuo y asumible por todos eslogan universal “igualdad de hombres y mujeres” se esconde el que es verdadero alegato de esos inobjetables seres de luz que son las feministas postmodernas. Para ello no hay más que pasarse por cualquier feminista panfletaria, como una tal Laura Freixas, y verás un sinfín de generalizaciones que demuestran que aquí hay misandria por entregas y supremacismo frentista. Para la señora Freixas la opinión de los hombres sobre aspectos relativos a mujeres no sólo es irrelevante sino que están invadiendo un espacio no reservado para ellos. Obsérvese que este sesgo fascista haría las delicias de los que impusieron el gueto de Varsovia. No es de extrañar este identitarismo cuando este personajillo dijo a propósito del atentado de París, Charlie Hebdo, que aquello era, más o menos, “otro ejemplo del horror masculinista”. Y tan fresca se quedó la majara esta. Y es que en el balneario feminancy todo es posible. Y si no fíjense en el comentario de un tuit a la susodicha que habla de que, bien, “dejaremos a los hombres que opinen”, viene a decir. Cuánta deferencia, oye. Sólo le faltó decir que para opinar sobre asuntos de mujeres o feminismo hace falta un Certificado de Buena Conducta Feminista, como aquel que expedían los curas en el franquismo.
El malvado ser masculino, según las ultraortodoxas feministas, lo que debe hacer es automarginarse en un oscuro y sórdido rincón y dedicarse a visualizar y escuchar por una mirilla el fantasioso discurso feminista que promete transformar la sociedad heteropatriarcal, donde el hombre nuevo sea sazonado al gusto hembrista. En cambio, si las tordas feministas te sermonean con su pútrido dogma pseudointelectual aliñado con catequésis darwinista, tú debes aceptar en silencio su belicoso discurso y no sentirte irritado porque estás ante “santa maría llena eres de Gracia”, una “womansplaning” espiritual inmarcesible que te enseñará a caminar por el largo, sinuoso y proceloso mundo de la desprogramación masculinista.
Y así en este plan…Qué tropa….. “Ofendidas profesionales”, les llama el youtuber “un hombre blanco hetero”. Y no le falta razón. De ello hacen su negocio.
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