Los motores del módulo lunar no expelían llamas y deberían hacerlo debido al combustible que servía para impulsarlo.
Cierto. De la gran tobera inferior del módulo lunar no salía ninguna flagrante y vistosa llama. Ni azul ni amarilla ni naranja ni de otro color familiar. Estamos acostumbrados a que, cuando una nave espacial sale despedida hacia el espacio, se vea envuelta en una gigantesca nube de fuego y gases. Cuando hay algún combustible en acción debe haber alguna llama, ¿verdad? Pues no es así. Vayamos por partes.
En toda combustión son necesarios un combustible y un comburente, además de la energía de activación (chispa, aumento de temperatura o presión, etc.). El combustible es la sustancia que se consume para facilitar energía y el comburente es la sustancia que hace que el combustible sea consumido. Lo que vemos habitualmente son combustiones de hidrocarburos (combinaciones de carbono e hidrógeno) en presencia de oxígeno: metano o butano que arde en el aire a partir de una chispa. Los productos de estas combustiones son agua en estado gaseoso, dióxido de carbono y grandes cantidades de energía calorífica. Sin embargo, hay combustiones lentas que no producen llamas, como es el caso de la oxidación del hierro en presencia de aire húmedo. El resultado lo ha visto alguna vez todo el mundo: se trata de la corrosión del hierro (nuestra propia respiración es también una lenta combustión). Las primeras combustiones (hidrocarburos) y las segundas (oxidación lenta) tienen un factor en común: necesitan aire. Pero, ¿en el espacio hay aire? No, por tanto no hay oxígeno, y ya no son válidos los mismos combustibles que en la Tierra. De esta forma, la empresa aeroespacial debe ingeniárselas para buscar otros combustibles que necesiten comburentes distintos del oxígeno presente en el aire. La respuesta está en las hidracinas, que son los derivados de la hidracina (N2H4), un reactivo químico con cierto olor a amoniaco. En concreto, los motores del módulo lunar trabajan con monometilhidrazina (CH3N2H3), que necesita como comburente tetróxido de dinitrógeno (N2O4), un poderoso oxidante muy tóxico y corrosivo. La reacción de monometilhidrazina con tetróxido de dinitrógeno no produce llama: el resultado es un gas incoloro que le da la propulsión necesaria.
Aun así nos seguirá extrañando usar una combustión sin llama para lanzar un cohete. La confusión está en pensar que la clave del lanzamiento de cohetes reside en el fuego. El fundamento del uso de combustible no está realmente en la llama que se pueda obtener, pues la llama es un producto secundario (incluso no deseado en el caso del lanzamiento de grandes cohetes). La base científica se encuentra en el empuje que ejerce la combustión sobre el objeto que se quiere lanzar. La explicación puede darse mediante la tercera ley de Newton, que también recibe el nombre de principio de acción-reacción. Dicho de manera rápida y sencilla: si un cuerpo ejerce una fuerza (acción) sobre otro cuerpo, el segundo ejercerá la misma fuerza (reacción) sobre el primero, en la misma dirección pero en sentido contrario. Si tenemos dos patinadoras sobre hielo unidas por las manos y una empuja a la otra, ¿qué pasará? Pues que no sólo la segunda se moverá, sino que la patinadora que empuja también se va hacia atrás. Algo parecido ocurre con el capitán de un barco que, para alejarse del muelle, ejerce una fuerza contra el propio muelle sobre el que está atracado su barco: el muelle está fijo en el suelo, así que será el barco el que se desplace por el agua.
Y a todos nos ha pasado alguna vez que hemos empujado una mesa o un mueble por un suelo resbaladizo, y en vez de moverse el bulto somos nosotros los que nos deslizamos en sentido contrario. Es decir, necesitamos ejercer una fuerza en un sentido para que se nos responda con una fuerza en sentido contrario. Así funcionan los cohetes: se expelen grandes cantidades de gas a enormes velocidades en sentido contrario al movimiento deseado para que el cohete se mueva hacia donde queremos. ¿Para qué necesitamos entonces el fuego?
El error viene de una imagen muy concreta: los vídeos de los lanzamientos de los cohetes Saturno y Ariane o de cualquier otro vehículo. Han sido tantas veces emitidos por televisión que no podemos quitarnos de la retina el dantesco cohete lanzado hacia el espacio dentro de una inmensa mole de fuego y humo. Luego ves los vídeos de las misiones Apolo (cuando sube el módulo de ascenso) y no parece que se ejerza la misma fuerza. Y no se ejerce. La gravedad en la Luna es seis veces inferior a la de la Tierra (un dato que repetiremos en este libro hasta la saciedad). En segundo lugar, el peso del módulo lunar es de unas ocho toneladas cuando llega a la superficie (la masa del cohete Saturno V que lo lanzó al espacio en la Tierra es unas 375 veces superior). Y por último, el módulo lunar no tenía que escapar de la Luna, debía acoplarse al CSM para regresar luego a la Tierra. Pero este tema será tratado con mayor profundidad y rigor cuando respondamos a la tercera de las hipótesis.
Desmentida: Efectivamente, en los motores del módulo lunar no se ve llama alguna puesto que el combustible usado es hidracina.
Hipótesis 2
Los gases de combustión que expelía la tobera del módulo lunar eran inmensos; sin embargo, no se ve ni un solo remolino de polvo bajo él. Por tanto, las fotos fueron trucadas.
La respuesta a este inconveniente es muy sencilla: la falta de atmósfera de la Luna. Los amantes de la conspiración lunar se caracterizan por su bajo conocimiento de física básica. Cuando no entienden algo, en vez de investigar un poco en función de la física más elemental, proponen el fraude como única explicación. No confundamos "no es posible que las fotos sean ciertas" con "no tengo ni idea de por qué ocurren así las cosas en la Luna". Es curioso que los mismos que dicen que el módulo lunar ni subía ni bajaba porque no se veían llamas (no había combustiones), alegan ahora que dicho módulo expelía grandes cantidades de gases. ¿Por qué no nos ponemos de acuerdo? Esta incongruencia prueba algo: la falta de rigor en las investigaciones de quienes insisten en la teoría de la conspiración, que buscan argumentos de forma desesperada, y cuyos propios argumentos se contradicen entre sí.
Gracias a la refutación de la primera hipótesis conspiranoica ha quedado claro que sí existía combustión y que se arrojaban gases de combustión como producto de ella. Hasta ahí el autor de la segunda hipótesis tiene razón. También acierta en que no hubo remolino debajo de la gran tobera del módulo lunar. Pero se equivoca tras el punto y seguido, ya que las fotos no fueron un engaño.
Hagamos un experimento mental: pongamos una montañita de harina en un plato hondo y soplemos con fuerza. Seguramente te habrás imaginado a ti mismo haciéndolo con los ojos cerrados pues los cierras sin poder evitarlo: es un acto reflejo. En la Luna no haría falta cerrar los ojos —al menos si soplas de una distancia algo alejada, aunque el problema sería otro: morirías por falta de oxígeno—. La razón se debe a que en la Tierra tenemos atmósfera o, en otras palabras, aire. Al soplar a la harina lo que hacemos es, básicamente, mover el aire que está entre la harina y nuestra boca. Con ello creamos una corriente de convección en el entorno circundante de la harina. Como las partículas que componen la harina son muy pequeñas, sufrirán los efectos de esta corriente, superando incluso por unos momentos la atracción gravitatoria. Mientras el aire se calma, las partículas permanecerán flotando girando, en suspensión o dentro de nuestros ojos, si hemos tenido poca fortuna en el proceso de soplado.
Pero en la Luna las cosas funcionan de una manera distinta, lo que hace el asunto algo más interesante. Al no haber atmósfera, las únicas partículas de polvo que se moverán serán las que están inmediatamente colindantes con el chorro de los gases, y no permanecerán flotando porque no hay aire que pueda transportarlas de un lugar a otro o que pueda sustentarlas. Sí se levantó algo de polvo en el descenso del módulo lunar, por supuesto, pero no se quedó ahí formando una nube durante mucho más tiempo del que duró el propio descenso. Los pies del módulo, por tanto, no registran polvo debido a la inexistencia de estas corrientes. Las escasas rotos que muestran algo de polvo en los pies se deben a las actividades extra- vehiculares realizadas por los astronautas.
Uno de los defensores de esta hipótesis conspiranoica es David Percy, que descontextualiza continuamente textos de ingenieros para apoyar sus argumentos. En la página web Moon Base Clavius puede leerse la hipótesis de Percy:
Un ingeniero de Grumman que trabajó en el módulo lunar dice que era absolutamente necesario poder ver la superficie para alunizar el módulo lunar. Con remolinos de polvo volando por causa del descenso del motor no habría forma de ver el suelo durante la última fase del procedimiento crítico de alunizaje.
Muy bonita la cita, Sr. Percy, pero, mi querido lector, ¿no echas en falta algo? La fuente. Eso es lo que se demanda en Moon Base Clavius, y con toda lógica, ¿no? El caso es que los astronautas vieron polvo y pudieron alunizar, y para ello en Moon Base Clavius nos dan referencias concretas, entre ellas una cita extraída del libro Moon Lander: How We Developed the Lunar Module, escrito por el ingeniero jefe T. Kelly. En él se recoge que Pete Conrad, comandante de la misión Apolo 12, apreció durante el descenso un oscurecimiento en el ambiente por el polvo. Había, por tanto, polvo, pero no se quedaba flotando en el aire, lo cual ha sido confirmado por el resto de astronautas.
Desmentida: No se veía polvo ni flotando ni sobre las patas porque la ausencia de atmósfera hacía imposible la creación de corrientes de aire.
Hipótesis 3
¿Cómo pudo volver el cohete lunar con tan poco combustible, si a la ida necesitó una cantidad tan grande?
Ya hemos apuntado algo acerca de este asunto en el análisis de la primera hipótesis. Básicamente, el error está en tener en mente el lanzamiento del cohete Saturno desde la Tierra y no caer en la cuenta de las características que tendría el lanzamiento del módulo de ascenso desde la Luna.
Tal vez lo mejor sea explicar brevemente algunos detalles sobre las fases que siguen al lanzamiento de un vehículo de las misiones Apolo.
Lo primero que hay que entender es que para elevar una carga en un campo gravitatorio es necesario ejercer una fuerza. Atendiendo a la segunda ley de Newton (F=m•a), la fuerza aplicada debe ser proporcional al campo gravitatorio del planeta sobre el que hacemos el esfuerzo y a la masa que queremos levantar. Por tanto, es lógico que en la Tierra tengamos que ejercer una fuerza muy superior a la que habría que ejercer en la Luna para elevar cualquier masa, en concreto seis veces más, pues la aceleración gravitatoria es seis veces superior en la Tierra.
Situémonos en la Tierra y veamos el lanzamiento desde el comienzo. A partir de lo dicho en el párrafo anterior es fácil entender que la masa es nuestro enemigo: cuanta más masa, más fuerza tendremos que ejercer. Por eso, el cohete Saturno testaba diseñado por fases (las partes físicas que lo constituyen y que van ensambladas) que se desechaban una vez utilizadas. En total, el lanzamiento tiene lugar mediante tres fases que estudiaremos en seguida. La altura del cohete Saturno V (con la nave espacial incluida) era de casi 111 m. La masa en el momento del lanzamiento es de 2.900 toneladas. Los astronautas volverán en una cápsula que rondará las cinco toneladas. El secreto de un despegue económico, desde el punto de vista físico, está en minimizar la masa cada vez más. Esta es la razón de la existencia de las fases: cada una tenía un cometido concreto y, cuando lo cumplían, eran desprendidas y abandonadas. Si además tenemos en cuenta que, a medida que se van agotando los combustibles, la masa disminuye, la fuerza aplicada debe ser cada vez menor. Veamos el comportamiento y la utilidad de cada una de estas fases.
La primera fase (S-IC) tenía una masa de 2.200 toneladas (casi el 76% de la masa total) y situaba el vehículo a una altura de 61 km. Este impulso se conseguía con cinco motores F-1 y un combustible denominado RP-1 (parecido al queroseno) que se consumía en presencia de oxígeno líquido. El motor F-1 fue diseñado por Rocketdyne y llegaba a alcanzar siete MN (siete millones de newton), aunque entre los cinco motores daban 33,4 MN de empuje. La primera etapa no sólo elevaba el Saturno V sino que le proporcionaba una velocidad que llegaría a los 9.000 km/h (¡dos kilómetros y medio cada segundo!). El tiempo de uso de esta fase era de 150 segundos. Una vez situado el vehículo en su lugar, el cohete dejaba caer la fase S-IC y ya sólo quedaban 700 toneladas de vehículo que había que seguir elevando.
La segunda etapa (S-II) tenía una masa aproximada de 500 toneladas y sus cinco motores J-2 (diseñados también por Rocketdyne, y que consumían hidrógeno líquido y oxígeno líquido) dotaban al vehículo de una velocidad de 2.200 km/h y lo elevaban a una altura de 190 km. Puesto que la masa es muy inferior a la que despegó, ahora el empuje desciende a cinco MN. Su actuación duraba 359 segundos, tras los cuales era desprendido. Sólo seguían adelante 200 toneladas.
La tercera fase (S-IVB), con una masa de 120 toneladas, funcionaba gracias a un motor J-2. Este motor se ponía en marcha en dos ocasiones, con un tiempo total de funcionamiento de 480 s. La primera puesta en marcha, justo después del desprendimiento de la fase S-II, situaba al vehículo en una órbita baja, a unos 165 km de altitud. Allí el vehículo entraba en órbita justo antes de ser impulsado —segundo encendido— en una órbita hacia la Luna. En realidad, lo único necesario es cambiar la órbita alrededor de la Tierra, lo cual no es difícil de entender si piensas que la propia Luna se encuentra en órbita alrededor de la Tierra. Y mucho antes que cualquier satélite de comunicaciones que hayamos colocado ahí arriba. La única diferencia es que la órbita de la Luna es muy alta. Por eso, el empuje que proporcionaría el motor J-2 en la tercera etapa sería tan solo de 1 MN. Tras el uso de esta fase, se abandona nuevamente.
Hagamos un recuento de la masa consumida y abandonada por el camino. Habría que tener en cuenta que las fases estaban unidas por unos conectores interfases que también tenían su masa, aunque despreciable frente a la masa de las propias fases (estamos rondando todo el tiempo las centenas y decenas de toneladas, mientras que las interfases se sitúan en las unidades). 2.200 toneladas de la primera fase, 500 toneladas de la segunda fase y 120 toneladas de la tercera fase. Nos hemos dejado por el camino más de 2.800 toneladas, casi el 97% de la masa que lanzó el Saturno V, es decir, hacia la Luna viaja una masa que no llega al 4% de la que partió inicialmente. ¿Aún piensas que será necesario seguir aplicando las mismas fuerzas? La parte del vehículo que vuela hacia la Luna suele denominarse astronave o nave espacial (spacecraft); veamos de qué otras partes consta y cómo llegó hasta nuestro satélite natural.
En la zona inferior está el adaptador lunar (LA), encargado de proteger al módulo lunar (LM) durante el lanzamiento. El LM es el módulo que alunizó sobre la superficie de la Luna, ese pequeño vehículo con cuatro patas que parece un arácnido metálico. Durante el viaje, el LM debía salir de su coraza protectora y acoplarse a la parte delantera del módulo de mando y servicio (CMS), que estaba justo delante del LM pero por la parte trasera, y ambos separados. Una vez se realizaba esta operación de acoplamiento, sólo era cuestión de ir reajustando la trayectoria. La masa del conjunto era de unas 45 toneladas, pero sólo 15 correspondían al LM.
El CSM consta del módulo de servicio (SM) y del módulo de mando (CM). Puesto que a una distancia determinada en que la gravedad lunar será más fuerte que la terrestre, esta atracción ayudará a la astronave aumentando la velocidad del conjunto. Pero, lógicamente, llegará un momento en que habrá que frenar la nave: de ello se encarga el motor del SM. Una vez en órbita lunar, y tras alguna que otra vuelta, el LM se desacopla y desciende (con dos astronautas, Armstrong y Aldrin, en el caso del Apolo 11), dejando el CMS en órbita con uno de los astronautas a su mando (Michael Collins en el caso del Apolo 11).
Para regresar a la Tierra habría que recordar que el módulo lunar se divide en dos: el módulo de descenso y el módulo de ascenso. Si bien las dos partes bajan y alunizan como unidad, sólo el módulo de ascenso subirá a la órbita lunar para acoplarse con el CSM. El módulo de descenso se queda abajo y sirve de plataforma de lanzamiento, es la parte baja con las cuatro patas del LM. Pero el módulo de ascenso tiene una masa de sólo ocho toneladas, algo que se vio en la primera hipótesis, así que no insistiremos. Lógicamente, necesitaba menos empuje y, por consiguiente, mucho menos combustible. Este resultado se refuerza con el hecho de que el módulo de ascenso no sufre rozamiento con la atmósfera; por tanto, las pérdidas energéticas son considerablemente menores.
Para la vuelta a casa, el CSM abandonaba el LM y, una vez en la atmósfera terrestre, sólo entra el módulo de mando, la pequeña cápsula cónica que se ve en las fotos flotando en las aguas oceánicas y que era transportada hacia un portaaviones.
Desmentida: La razón es la masa: a la ida la masa del Saturno V es de 3.000 toneladas; a la vuelta, la masa del módulo de mando no llega al 3% de ella.
Hipótesis 4
Si la gravedad en la Luna es menor que en la Tierra, ¿cómo es que el polvo lunar no permanecía más tiempo en el aire?
Efectivamente, el polvo lunar caía rápidamente una vez era elevado, algo que ya se adelantó en el análisis de la segunda hipótesis. La razón es la misma que en las hipótesis anteriores: la ausencia de atmósfera. El polvo en el vacío no puede quedar suspendido, no hay ninguna fuerza que lo haga flotar. La aceleración gravitatoria es la única aceleración que sufre, así que caerá sin inconvenientes, a pesar de que la aceleración gravitatoria en la Luna sea un sexto de la existente en la Tierra.
En ausencia de atmósfera todos los cuerpos caen con la misma aceleración, algo que descubrió Galileo en el siglo XVII. Si dejas caer en la Tierra un martillo y una pluma, llegará antes el martillo, pero no por la masa sino por la forma de la pluma, que presenta una aerodinámica más proclive a ser afectada por el rozamiento con el aire. David Scott, comandante de la misión Apolo 15, se encargó de demostrar que en la Luna esto no pasaría. En la página web ALSJ puede verse el vídeo que aquí traducimos parcialmente:
167:22:06 Scott: Bien, en mi mano izquierda tengo una pluma y en la derecha un martillo. Supongo que una de las razones por la que estamos hoy aquí es por un caballero llamado Galileo, el cual, hace mucho tiempo, hizo un importante descubrimiento acerca de los cuerpos que caen en un campo gravitatorio. Y pensamos que la Luna sería el mejor lugar para confirmar sus ideas.
167:22:28 Scott: Ahora lo intentaremos para que lo veas. La pluma es, concretamente, una pluma de halcón para nuestro Halcón [Falcon es el nombre del módulo lunar del Apolo 15; falcon es halcón en inglés, lo hemos puesto en español para dar sentido a la frase]. Ahora soltaremos los dos a la vez, y esperamos que lleguen al suelo a la vez. [Pausa].
[Dave sostiene la pluma y el martillo con el pulgar y el índice de sus manos izquierda y derecha, respectivamente; sus codos están elevados hacia el exterior. Suelta el martillo y la pluma simultáneamente y retira sus manos de la trayectoria. El martillo y la pluma llegan juntos al suelo y chocan contra él prácticamente a la vez.] [...]
167:22:46 Scott: Lo que demuestra que las ideas del Sr. Galileo eran correctas.
Cuando Galileo expuso sus ideas era consciente de que en la Tierra los cuerpos caen dentro de un fluido, la atmósfera. Su fuente de inspiración estaba en Arquímedes, que había tratado ya el problema de la hidrostática. Galileo realizó experimentos de caída dentro de algunos líquidos y, extrapolando a un fluido ideal que no ofreciese ninguna resistencia, todos los cuerpos deberían caer con la misma aceleración. Este fluido ideal es, precisamente, la ausencia de fluido, el vacío. La Luna fue, pues, un escenario maravilloso para demostrar esta concepción galileana. En realidad ya se había probado con tubos a baja presión y otros artificios, pero hacerlo en un lugar que carecía de aire de manera natural no tiene precio.
Otro de los resultados de Galileo que podían probarse en la Luna era la trayectoria que produce un objeto lanzado de manera oblicua en un campo gravitatorio. Si se lanza un cuerpo de esta forma, su movimiento puede dividirse en dos ejes: el solidario con la vertical donde afecta el campo gravitatorio y el perpendicular a éste. En el primer eje se dice que el cuerpo se somete a un movimiento rectilíneo uniformemente acelerado (MRUA), puesto que su velocidad se ve afectada por la atracción gravitatoria (es similar a un lanzamiento vertical). En el segundo eje el cuerpo no se somete en realidad a ninguna aceleración, pues en la línea horizontal no hay nada ni nadie que ejerza fuerza. Esto significa que su velocidad es constante en este eje. Recapitulando, la velocidad se puede considerar como la composición de dos velocidades independientes: la vertical (que varía por efecto de la gravedad) y la horizontal (que no debe variar). Un movimiento que sigue estas características describe en el espacio un arco de parábola, como demostró Galileo mediante otro planteamiento. Pero en la Tierra hay un problema: la atmósfera. Esto significa que en el eje horizontal sí hay algo que hace que la velocidad no sea constante y, por tanto, la vaya frenando. De esta forma no es difícil entender que las parábolas en la Tierra no sean perfectas, y estén amortiguadas por el rozamiento con el aire. En la Luna sí son perfectas: sólo tienes que ver algún vídeo del polvo salpicado por las ruedas del Rover. No se hizo el experimento, aunque en la misión Apolo 14 Alan Shepard golpeó unas pelotas de golf. Si no lo hubiera hecho por sorpresa, se podría haber grabado mejor o haber medido el alcance, pero así son las bromas.
Desmentida: El polvo lunar caía rápidamente debido a la falta de atmósfera.
Hipótesis 5.
Cuando el módulo lunar se posó, no produjo un cráter ni se hundió, lo cual es absurdo pues pesaba más de 15 toneladas.
Se suele pensar que los vapores de combustión deberían haber provocado un gran cráter bajo la tobera principal, y que el peso del módulo debía haber hecho que éste se hundiese en la superficie lunar. Este es un error conceptual debido al desconocimiento de varios factores. Por si no lo sabías, los cráteres se forman debido a los impactos de meteoritos. Por tanto, no es nada absurdo que el módulo lunar no formara un cráter.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que la superficie de la Luna no está hecha únicamente de una gran capa de polvo. La superficie lunar es muy irregular, consta de una capa de polvo heterogénea de unos pocos centímetros (hablaremos de ella en la hipótesis 7), que descansa sobre una superficie rocosa de varios metros. Pensar que el motor debía de haber creado un cráter es más descabellado que afirmar que un avión Harrier ocasiona un cráter al aterrizar en vertical sobre el portaaviones Príncipe de Asturias.
Por otra parte, no es cierto que el módulo lunar tuviese una masa de 15 toneladas en el momento del contacto con la superficie. Por un lado, perdió unas ocho toneladas de combustible durante el proceso de descenso; por otro, la gravedad en la Luna es un sexto de la gravedad en la Tierra. El módulo lunar ejercía una fuerza sobre la superficie equivalente a unos 1.200 kg en la Tierra (300 kg por pata), la masa de un turismo. ¿A alguien se le ha hundido el suelo del garaje al aparcar el coche? ¿Alguien en su sano juicio aparca el coche a 120 km/h? El módulo lunar no impactó contra el suelo: se posó lentamente, al igual que un coche en su plaza de aparcamiento. Tal vez la fuente principal de este argumento sea Kaysing:
Cuando trabajé en Rocketdyne vi pruebas de motores que eran tan potentes como los motores del módulo lunar. Podían mover cantos rodados de los cañones. El motor podría haber cavado claramente un lecho en la roca de la Luna (Base Moon Clavius).
Como ya apunté en el capítulo 2, Kaysing no era ingeniero ni nada que se le pareciese. No era una autoridad en el tema, pero sus palabras se difundieron como la pólvora y se tomaron por ciertas. Lógicamente, no sabía de qué estaba hablando y exageraba quijotescamente.
La imagen que nos puede llevar a confusión son las de los lanzamientos de las lanzaderas espaciales o la del propio Saturno V. En esos casos hay que levantar un peso muy superior al del módulo lunar. Mientras que una lanzadera espacial tiene un empuje de 2.300 kN, el módulo lunar tiene sólo 11 kN (funcionando al 25%) cuando está a punto de tocar la superficie). ¿Cómo se pueden comparar? La tobera del Eagle tenía 1,37 m de diámetro, como cuenta Phil Plait en Bad Astronomy, lo cual equivale a una superficie de 1,5 m2. El empuje del módulo se reparte en esa superficie (la presión es la fuerza por unidad de superficie): menos de 0,7 kg/cm2, muy poco. Realmente este empuje no es tan enorme como afirmaba Kaysing; equivale a levantar 700 g con un pulgar. No es demasiado cómodo pero acabo de intentarlo con un paquete de arroz y puedo hacerlo, sin ser Rambo.
Por último, es importante señalar que los gases de ignición no salían directamente hacia abajo: al no haber atmósfera se difundían rápidamente hacia los lados. Aun así, tres de las cuatro patas del módulo (la cuarta sostenía la escalerilla) iban equipadas con unos sensores de casi dos metros de largo que avisarían a los astronautas sobre el momento del contacto; así podrían apagar los motores para proteger el módulo de los gases ocasionados. Es cierto que, aunque ocurriese una difusión rápida de los gases, parte iba dirigida hacia abajo sin remedio. En este sentido se ha llegado a afirmar que el calor de los gases de combustión debería haber derretido la superficie lunar, y no se observa que esto haya ocurrido. En realidad, las fotos que muestran la parte inferior de la tobera del módulo lunar muestran un ligero cambio en la coloración del suelo, evidenciando la actividad de los gases. En la imagen AS11-40-5941 se puede ver un dibujo producido por erosión con líneas radiales.
Desmentida: El módulo lunar no pesaba más de 15 toneladas, y los gases de combustión y su peso no son razón suficiente para pensar que debiera producirse un cráter, al igual que un elefante no lo produce al andar sobre la arena.
Hipótesis 6.
La bandera ondea y no debería hacerlo, puesto que en la Luna no hay atmósfera y, por tanto, tampoco viento.
Quizá sea éste el argumento más extendido, más aceptado por los conspiranoicos y más fácil de echar abajo. Efectivamente, en la Luna no hay viento y la bandera no debería ondear. Aquí intentan demostrar que saben algo de física pero no lo parece pues no siguen indagando.
La bandera no debería ondear, ésa es la verdad. ¡Pero es que no ondea!: así de sencillo. Los conspiranoicos suelen enseñar una foto donde dicen que ondea la bandera, pero ¿cómo se puede ver en una foto si la bandera ondea? La NASA, consciente de que la bandera no iba a ondear en un ambiente de vacío, colocó un travesaño en la parte alta de modo que la tela no cayese. Además, usaron un tejido que pudiera moldearse para dar la impresión de que estaba ondeando: parafernalia y muestra de orgullo nacional, nada más. Ahí es nada.
Imagen 1. NASA, AS11-40-5874
Imagen 2. NASA, AS11-40-5875
En estas dos fotografías se ve a Buzz Aldrin (del Apolo 11) frente a la bandera, saludándola a la manera militar. Entre ambas tomas hay un lapso de tiempo muy breve; si hubiera viento, la bandera debería mostrar una imagen ligeramente diferente pero, como puede apreciarse, las ondulaciones son similares. Se ve con claridad la barra perpendicular al mástil que sujeta la bandera.
Por otra parte, se ha mostrado en muchas ocasiones un vídeo en el que Neil Armstrong y Buzz Aldrin colocan la bandera. Lógicamente, al introducir el mástil en el suelo, la bandera se moverá un poco, pero no por el viento sino por el propio giro que se le da al mástil (los astronautas comunicaron la dificultad inesperada con la que se encontraron al intentar introducir la pértiga en el suelo, pues estaba más duro de lo que se pensó en un principio). En ocasiones hay quien dice que la bandera debería seguir moviéndose porque no hay aire que lo frene. Es otra idea errónea propia de quien no quiere recuperar los conocimientos básicos de la física: el movimiento pierde fuerza debido al propio mástil. Además, si hubiera viento debería verse el polvo que se levanta bajo su efecto, hecho que no ocurre.
Imagen 3
Imagen 4
Por Internet corren vídeos de banderas ondeando al viento: lógicamente, son vídeos fraudulentos que no son de la NASA. De nuevo hay un argumento de peso: ¿serían tan despistados los técnicos de la NASA como para no reparar en el detalle de la bandera? Además, los partícipes de la conspiración lunar se contradicen: si se rodó en un plato de rodaje, ¿cómo podría haber una corriente de aire en un lugar cerrado? Y de haber ocurrido, ¿por qué la NASA no grabó más tomas hasta lograr la adecuada? ¿Tal vez en diez años que duraron las misiones Apolo no tuvieron tiempo de repetir esa toma? ¡Qué torpes!
La imagen 3 muestra un detalle de la imagen 1, y en ella puede apreciarse que las arrugas coinciden con las de la foto anterior, vistas desde otro ángulo. En la imagen 4 puede verse un conjunto de banderas ondeando por efecto del viento en la Alhambra de Granada. Es evidente que las banderas no ondean como en la imagen 3, además de no necesitar el travesaño superior.
Desmentida: La bandera no ondea: estaba diseñada para que lo pareciera. En los vídeos se mueve porque son los astronautas quienes le proporcionan movimiento.
Hipótesis 7.
La impresión de las huellas de los astronautas es perfecta, a pesar de tratarse de una superficie seca.
Para solventar esta dificultad, no tenemos más remedio que hablar sobre las características del polvo lunar. Este polvo recibe el nombre de regolito lunar y es una mezcla de varios minerales.
Imagen 5. NASA, ASI 1-40-5877.
La famosa huella de la fotografía no es de Neil Armstrong, ni se hizo justo al descender por la escalerilla, sino de Buzz Aldrin. Fotografiar esta huella estaba dentro de las tareas asignadas a Aldrin en la "lista de chequeo" que tenía cosida a su traje espacial. La secuencia está recogida en vídeo. La fotografía anterior a ésta muestra el suelo sin huella.
Cuatro minerales (plagioclasa feldespato, piroxeno, olivino e ilmenita) representan el 98% o 99% de la superficie lunar. El resto son, en su mayoría, feldespato de potasio y óxidos. Uno de los minerales que componen el regolito lunar, y que nombraremos a título de curiosidad, es la armalcolita. Recibe el nombre en homenaje a los tres primeros hombres que llegaron a la Luna (no que la pisaron, porque el pobre de Michael Collins se quedó castigado orbitando la Luna en el CSM Columbia), a saber: Neil ARMstrong, Edwin ALdrin y Michael COLlins.
La idea común es que la superficie lunar está cubierta por un finísimo polvo gris. En realidad sería más correcto hablar, como he apuntado más arriba, de regolito en lugar de polvo.
El regolito es una capa continua de materiales fragmentados producida por el impacto de micrometeoritos durante millones de años y que se halla presente en asteroides, satélites y planetas con una atmósfera muy tenue o con ausencia total de ella. En la Luna, que es nuestro caso, los fragmentos pueden variar desde rocas hasta finísimas partículas que serían arrastradas por el viento si estuviesen en la Tierra. En la Luna, al no haber agentes atmosféricos, el regolito ha permanecido tal cual durante miles de millones de años sin sufrir ninguna alteración debida a la erosión y el transporte. Este hecho ha sido constatado por cientos de geólogos que han estudiado los materiales traídos desde la Luna.
Los granos que componen ese polvo son de distintos tamaños y esto —unido a la débil atracción gravitatoria— explica la cohesión entre sus componentes ante una huella. Jamie y Adam reconstruyen el regolito lunar en un capítulo de Cazadores de mitos ("NASA Moon Landing", agosto de 2008) y demuestran que puede formarse una huella a pesar de que el regolito esté seco.
Algunos astronautas han manifestado que el polvo lunar huele a pólvora quemada. Hay que tener en cuenta que los astronautas estaban muy familiarizados con el uso de la pólvora, así que sabían de lo que hablaban; no hacían afirmaciones gratuitas. Lógicamente, no sacaron la cabeza del traje para acercarse al suelo (pues les habría costado la vida); el regolito es muy pegajoso y se lo llevaban adherido a los trajes. Una de las explicaciones que se ha dado a este olor es que el contacto del polvo con la humedad del ambiente del LM podría haber dado lugar a una oxidación, que no es más que una lenta combustión, como dije anteriormente.
Desmentida: Las huellas quedaron impresas en el suelo debido a las características físico-químicas del regolito lunar.
Imagen 6. NASA, AS17-134-20522. Eugene Cernan posa tras el tercer paseo lunar de la misión Apolo 17. Puede apreciarse claramente el polvo lunar adherido a su cara y su ropa.
Hipótesis 8.
¿Cómo es que no explotaron los neumáticos del Rover en el vacío de la Luna?
La NASA reparó, por supuesto, en este posible inconveniente, que podía traer graves problemas. Entender por qué es un problema no demasiado difícil. Supón que tienes en la mano un paquete de patatas o una botella que ha sido cerrada a baja altitud, a nivel del mar, por ejemplo. Si alguna vez has subido a lo alto de un puerto de montaña, a alguna zona de esquí o un lugar parecido, habrás notado dos efectos relacionados: la bolsa de patatas se hincha y la botella de agua parece estar más dura, es decir, cuesta más apretarla. Al abrir ambos artículos se escucha un psssii... La razón es que la presión disminuye con la altitud, puesto que en las zonas elevadas la columna de aire que tenemos sobre nuestras cabezas es menor y ejerce, por tanto, menos presión sobre nosotros y nuestro entorno. Como la botella de agua y el paquete de patatas fueron cerrados a una altitud menor, la presión que sufren sus paredes por dentro es la que soportaba el paquete o botella cuando se cerró. Esto significa que la presión hacia fuera será mayor que hacia dentro cuando estemos arriba, dando como resultado la hinchazón de la que hablamos. No es difícil imaginar que si lo hacemos al revés (cerramos la botella arriba y bajamos a nivel del mar con la botella cerrada), la botella de agua se constreñirá (igual que pasa cuando la metes en el frigorífico medio llena y baja la presión dentro, pero en este caso por la temperatura).
Obviamente, en el caso del Rover la situación es crítica: fuera no es que haya disminuido la presión, es que hay vacío. Esto significa que los neumáticos podrían reventar ocasionando serios problemas al módulo lunar. Para solucionar éste y otros problemas, las ruedas fueron construidas mediante un diseño especial; no se trataba de un turismo de fin de semana, ni tenía ruedas de bicicleta o la goma de un flotador de juguete. Cada rueda tenía un eje de aluminio enrollado de 81,8 cm de diámetro. El neumático, de 23 cm de ancho, estaba hecho de zinc y recubierto de capas de acero. Como diría Rafa Nadal, era "un pedazo pepino". En la hipótesis 34 volveremos a tratar de un asunto relacionado con el Rover.
Desmentida: Las ruedas del Rover no eran neumáticos convencionales con aire dentro, y estaban construidos de una forma especial para evitar una explosión no deseada.
Sombras misteriosas
El mundo de las sombras es algo que siempre ha engatusado a la enorme banda de magufos y buscadores de rarezas a lo largo de la historia. Nuestra inclinación por ver formas conocidas en cualquier tipo de siluetas es algo extensible a todas las culturas. ¿Quién no ha fantaseado formas en las nubes del cielo? Las fotografías lunares están llenas de sombras que nos parecen extrañas, aunque tienen una explicación lógica. Pero cuando esta explicación se escapa por algún recoveco de la mente, aparecen las teorías conspiranoicas a granel.
Veremos aquí los principales argumentos usados en torno al asunto de las sombras. Al final de esta sección espero que quede dibujada en tu rostro una mueca de conmiseración, una sonrisa entre burlona y tierna por la inocencia que revelan quienes ensalzan el misterio y la conspiración. ¿No sientes ternura por los niños pequeños? Así se comportan los conspiranoicos cuando, tras refutar estas fotografías, siguen insistiendo en que son parte de un fraude astronómico.
Hipótesis 9.
Según la NASA, la extraña silueta que aparece en una foto tomada desde el módulo lunar (imagen 7), a 95 km de la superficie de la Luna, era la sombra del módulo. Pero cuando un avión de gran tamaño vuela a baja altura sobre la Tierra no proyecta sombras tan enormes y definidas.
Imagen 7
Es una gran verdad que los aviones no proyectan sombras gigantescas cuando vuelan a esa altitud. Bueno, en realidad no vuelan a esa altitud, aunque sí entre 2 y 11 km aproximadamente, y no proyectan sombra alguna a esas alturas.
Por otra parte, la NASA no ha comunicado nunca que se trate de una sombra: esto es un bulo que se transmite de boca en boca sin confirmar las fuentes (no entiendo de dónde se han sacado esa idea). De hecho, ¡no se trata de una sombra! Los defensores del fraude manipulan las fotografías para que pierdan calidad y poder justificar así sus extravagantes afirmaciones. En la página siguiente ofrezco la fotografía real, que pertenece al descenso de la misión Apolo 11, extraída de la página web ALSJ.
Lo que parece una sombra es en realidad una de las pequeñas toberas de los motores RCS [Reaction Control System). Como puede leerse en la página de la NASA, en ningún momento se menciona que sea una sombra. De hecho, la imagen 7 aparece en el capítulo 11 del libro Apollo Expeditions to the Moon, editado por Edgar Cortright y disponible en la página web NASA History División. En el pie de foto puede leerse: "La gran silueta irregular a la izquierda no es una sombra, sino un propulsor del LM desenfocado". Es falso, por tanto, que la NASA admita que se trate de una sombra. Bastan unos conocimientos básicos de fotografía para saber que, al enfocar puntos muy alejados, lo que está más cerca sale desenfocado. Por contra, si se pretende enfocar elementos cercanos, es el fondo el que quedará emborronado. Yo mismo tengo imágenes de este tipo en mi disco duro, y no las he falseado. La imagen 9 es una fotografía en la que puede verse bien enfocada una de las boquillas de los motores RCS. Lo que se ve al fondo es la Tierra.
Los motores RCS se encargaban de dar estabilidad al módulo lunar en el momento del descenso y ascenso. El módulo lunar tenía cuatro motores, cada uno con cuatro boquillas. Estos pequeños motores funcionaban también con hidracina (véase la hipótesis 1); el fundamento físico es el mismo, la tercera ley de Newton. Para dar estabilidad al descenso y ascenso se accionaban en uno u otro sentido, haciendo continuamente pequeños reajustes y correcciones. Estaban situados en los cuatro vértices de un cuadrado imaginario, en la parte superior del módulo lunar.
Volvamos a esta fotografía. En ella puede observarse un cráter grande, abajo a la derecha, cuyo nombre es Maskelyne. Tiene un diámetro de 24 km y era un punto de referencia clave para lograr
Imagen 8. NASA, AS11-37-5437HR
Imagen 9. NASA, AS11-37-5442
el alunizaje adecuado. Si queremos encontrar aproximadamente el lugar donde se posó el Apolo 11, basta unir el centro de este cráter con el del siguiente (Maskelyne B, de 9 km de diámetro) y continuar la línea hasta justo antes de encontrar la sombra. Ahí dejó sus garras el Eagle. Entre este punto y el cráter Maskelyne hay 210 km, lo cual significa que, si la silueta fuera realmente una sombra, tendría un tamaño realmente desproporcionado. ¿De verdad piensan los partidarios de la conspiración lunar que los técnicos de la NASA iban a ser tan tontos como para no caer en este detalle? Como comprenderás, en estas fotografías era interesante enfocar el suelo lunar, no el RCS.
Desmentida: No se trata de ninguna sombra: es el perfil desenfocado de una de las boquillas de un motor RCS.
Hipótesis 10.
Algunas sombras que deberían ser paralelas forman cierto ángulo, lo cual indica que había más de un foco de luz. Consecuencia: todo fue rodado en un estudio.
Este hecho al que aluden los defensores de la conspiración es real. El único foco de luz es el Sol y, por tanto, las sombras deben ser paralelas. Pero en algunas fotos es evidente que no lo son y forman cierto ángulo.
Imagen 10. NASA, AS14-68-9486
En la fotografía de arriba se observa con dificultad (casi en el centro, a la derecha de la cruz central) a Alan Bartlett Shepard, comandante de la misión Apolo 14, y a la derecha el módulo lunar Antares. Puede apreciarse que la sombra del módulo y de las rocas que están en el primer plano divergen formando determinado ángulo. Esto se debe a dos aspectos de naturaleza distinta.
En primer lugar, existe el hecho de que, al pasar una imagen tridimensional a una fotografía (dos dimensiones), las paralelas se convierten en líneas divergentes que se dirigen al punto de fuga: una cuestión de perspectiva. Un ejemplo lo tenemos en la foto de un camino recto: los lados del camino parecen unirse en el infinito. Sólo tienes que salir a la calle con la cámara y comprobarlo.
Y en segundo lugar, el suelo lunar era bastante irregular. Esto hace que los objetos no arrojen sombras paralelas, dependerán de dónde proyecten la sombra y del tipo de objeto que la proyecte. Hay cientos de fotos que sufren este efecto, aunque suelen tomarse las de peor calidad para dar más credibilidad al engaño.
Desmentida: Las sombras no aparecen como paralelas por el efecto de perspectiva y por la irregularidad del terreno.
Hipótesis 11.
Hay una imagen de la misión Apolo 16 que muestra a dos astronautas cuyas sombras forman 90 grados.
Imagen 11. NASA, A16-1240222 (detalle de panorámica)
La foto parece bastante misteriosa, realmente la divergencia de las sombras es demasiado exagerada para ser explicada mediante los efectos de perspectiva o la irregularidad del terreno, como en el caso anterior. ¿Abandonamos? ¿Es todo un fraude? No, todo tiene su explicación, no nos vamos a achantar por una foto aparentemente sospechosa.
Como bien puede leerse en el pie de foto, se trata sólo de un "detalle" de una imagen mucho más grande. Los astronautas debían hacer fotografías panorámicas de 360° en determinados lugares: se situaban en un punto fijo e iban tomando fotografías a su alrededor. Esta imagen es parte de una de esas magníficas composiciones de varias fotografías, en concreto las que van de AS 16-114-18415 a 18432. Mientras John Young tomaba las fotografías, Charles (Charli) Duke se movía y por ello sale dos veces en la composición: es decir, no son dos astronautas ¡sino el mismo astronauta en dos posiciones distintas! Para entender por qué las sombras son perpendiculares hay que fijarse en que las composiciones se hacen en línea recta: es decir, los extremos izquierdo y derecho coinciden. La separación entre las dos apariciones de Duke es de unos 90°, como puede observarse en la imagen siguiente.
La composición fue realizada por Mike Constantine y existe otra versión, de Dave Byrne, en la que Duke aparece sólo una vez. Puede parecer extraño pero hay que tener en cuenta que Young realizó más de una docena de fotografías. Empezó por el Flag Cráter (izquierda), continuó por el Plum Cráter y luego se encontró con Duke una vez (AS16-114-18423 y 18424). Cuando realizó la AS16-114-18426, Duke no estaba en el encuadre, pero apareció justo cuando Young hacía la AS16-114-18427 (se aprecia perfectamente que aparece de pronto, puesto que la posición de los pies y el polvo levantado indican que ha llegado con un pequeño salto). Estas dos últimas fotografías delimitan la diferencia entre las dos composiciones: en la de Constantine aparece Duke dos veces porque usa la AS16-114-18427; en la de Byrne aparece una sola vez porque usa la AS16-114-18426.
Imagen 12. La graduación es cortesía de Alberto Matallanos (véase "Para leer más").
También se ha llegado a afirmar que hay fotografías en las que se demuestra claramente que todo se grabó en un estudio porque hay dos focos de luz. Pues bien, se debe al mismo motivo: son fotografías panorámicas en las que el Sol aparece en la parte que no está unida, es decir, a izquierda y derecha. Si observas detenidamente la imagen 12 puedes ver el efecto, puesto que en las marcas de 0o y 360° la claridad es marcadamente mayor que en el resto de la composición.
Desmentida: Las sombras parecen perpendiculares porque se trata de una composición de fotografías. Los dos astronautas son en realidad el mismo, fotografiado en lugares y momentos distintos.
Última edición por Ursssukoy el Lun Dic 20, 2010 8:26 pm, editado 1 vez