I. [
Este comentario está dedicado a aquellos que, como consecuencia de su formación religiosa, consideran a Cuba como el paraíso terrenal y a sus médicos como seres infalibles, o sea, a la altura del Papa]
Daré por sabido y aceptado que desde las primeras descripciones del SIDA en los años ochenta en Estados Unidos, uno de los indicadores más importantes en el diagnóstico de la enfermedad fue un tipo de neumonía o neumocistosis NCP ("Pneumocystis pneumonia"). Se trata de una infección pulmonar que aparecía recurrentemente en los homosexuales diagnosticados como seropositivos y decían que la causa de la misma era un protozoo (un ser vivo unicelular) al que antes llamaban "Pneumocystis carinii".
Pues bien, a principios del año pasado la biblioteca cubana de salud publicaba un artículo de dos médicos cubanos y un español sobre este asunto. La referencia es la siguiente:
Enrique Calderón Sandubete, Yaxsier de Armas Rodríguez y Virginia Capó de Paz
Pneumocystis jirovecii: cien años de historia
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]El artículo es curioso por infrecuente, porque revisa un siglo entero de investigaciones acerca de este tipo especial de neumonía y del protozoo que -según se creía entonces- la provoca. La ausencia de este tipo de re-evaluaciones a largo plazo del conocimiento presenta a las ciencias naturales como ajenas a la historia, que es la impresión que de ellas tienen quienes las conocen desde fuera, incluso algunos que se consideran defensores del materialismo histórico. La conclusión es que no hay materialismo histórico si no hay historia al mismo tiempo, lo cual significa que, como todo, la ciencia evoluciona a partir de conocimientos limitados, subjetivos y superficiales hacia otros completos, objetivos y profundos, un proceso que es infinito porque no acabará nunca.
El artículo es curioso también porque nos lleva de chasco en chasco. Ahora se han dado cuenta de que el protozoo "Pneumocystis carinii" no es un protozoo sino un hongo. También resulta que dicho hongo es
específico de las ratas y de algunas otras especies de mamíferos,
pero no de los seres humanos. ¿No es alucinante? Uno de los síntomas característicos con los que se definió al SIDA no corresponde a los seres humanos sino... a otras especies.
¿Qué es lo que esto demuestra? Lo que estamos hartos de leer una y otra vez: es imposible que el hongo fuera capaz de saltar de una especie (rata) a otra distinta (humanos): no hay "infecciones cruzadas", concluyen los autores. Como tantas otras enfermedades "contagiosas", la neumocistosis tampoco puede mantenerse fuera del pulmón de una rata y pasar a otra especie. Las infecciones no son tan infecciosas como han tratado de hacernos creer.
Quizá algunos deban corregir también todo el cúmulo de estupideces que han venido largando sobre el salto del
SIV (supuesto virus de los monos, también de origen africano) a los seres humanos (supuesto
VIH), pero me temo que podemos esperar sentados... ¿Rectificarán su error algún día o se acogerán al "mantenella y no enmendalla"? Más bien esto último. En lugar de hacer autocrítica es mejor lo siguiente: cambiamos el nombre al micro-organismo y donde antes decíamos "Pneumocystis carinii" ahora vamos a decir "Pneumocystis jirovecii" y casi nadie va a notar el cambiazo porque como los ignorantes no saben latín...
II. [
La siguiente parte va dedicada a los que les repugna que se mezclen las cosas que corresponden a las ciencias "naturales" con las que corresponden a las ciencias "sociales" porque éstas están corrompidas por la política, la ideología, la lucha de clases y demás engañabobos]
Del artículo que comento resulta que la "Pneumocystis" la descubrió en 1909 por primera vez el científico brasileño Carlos Chagas
entre los trabajadores que estaban tendiendo las vías del ferrocarril en el estado brasileño de Minas Gerais. Pero los médicos no son capaces de deducir las conclusiones obvias que de ahí se desprenden: que esas supuestas "infecciones" cuyo origen achacan a los microbios están causadas por las condiciones de vida y trabajo de los sectores más explotados de la sociedad, sumidos en el hambre y a las jornadas laborales agotadoras.Por enésima vez lo que se comprueba es que poner el énfasis en los microbios sirve para camuflar la explotación capitalista.
III. Otra joya de este artículo es la siguiente: el referido hongo "Pneumocystis carinii" está presente en numerosas especies de mamíferos, como las ratas, pero
resulta inofensivo. Hasta el origen de la farsa del SIDA, en los anales de la historia de la medicina no se habían registrado patologías relacionadas con este hongo. El SIDA contradecía un siglo entero de evidencia histórica disponible hasta entonces, no sólo en los seres humanos sino también en los animales, es decir, tanto en la medicina como en la veterinaria.
Con el tiempo apareció una única excepción en los seres humanos: en 1951 el científico checo Otto Jirovec vinculó la neumonía y la tuberculosis con los niños nacidos prematuramente, así como con los malnutridos, o sea, lo de siempre: los hijos de los pobres, los hambrientos, los anémicos, los explotados, los que viven en chabolas miserables, los que carecen de agua corriente, duermen en ambientes húmedos... ¿Nos van sonando estas cosas?
A partir de entonces los científicos creyeron que la neumocistosis era una enfermedad infantil característica de la pobreza. Pero empezó a aparecer también en las infecciones hospitalarias y en los tratamiento médicos agresivos, como la radioterapia o la quimioterapia contra el cáncer, así como en los transplantes. ¿Nos van sonando estas cosas? La causa de la enfermedad, pues, no es otra que el propio tratamiento médico. Los casos de neumonía en adultos empezaron a dispararse. El SIDA remató este proceso poniendo de manifiesto que los consumidores compulsivos de fármacos y drogas padecen una inmunosupresión que les convierte en propensos a toda clase de bacterias, protozoos, virus, hongos y demás.
Lo que la práctica ha demostrado repetidas veces es que hasta que aparece el SIDA en 1980 este tipo de neumonía era prácticamente desconocida, salvo en niños desnutridos y enfermos sometidos a terapias agresivas.
IV. Otro dato que los autores analizan y que coincide -no por casualidad- con otro tipo de "infecciones": en los países desarrollados el 85 por ciento de los niños presentan anticuerpos contra el hongo "Pneumocystis jirovecii" desde los 20 meses de edad, porcentaje que en los adultos es del 75 por ciento. La "infección" por el hongo ocurre en los primeros momentos de la vida y
es, pues, un fenómeno completamente natural y no patológico.
Pero en los hombres ocurre como en las ratas: la infección es asintomática, aparece el hongo pero no aparece ninguna enfermedad. Por lo tanto, como en los demás casos, no basta que el microbio esté presente para que aparezca la enfermedad, o lo que es lo mismo:
el microbio no es la causa de la enfermedad sino su consecuencia. La "ciencia" que algunos defienden confunde la causa con el efecto.
Marx: "La tuberculosis y otras enfermedades pulmonares del trabajo son la condición de vida del capitalismo" (El Capital, tomo I, página 403)