No sé cómo creciste, pero tomaste espuma,
nata de mar, almendra de mañana guajira,
te fue saliendo un gesto de montaña, de puma
arisco a la maldad, de yunque de ira.
Palmas al sol, campiñas y montes orientales,
te hicieron puro y claro como el agua encendida.
Tienes no sé qué cosa de ceiba y maniguales
donde la catarata suena a limpio y a vida.
Tienes hasta las uñas de varón y hasta el trueno
sobre la árida tierra se parece a tu hombría.
Ya nos cambias los gustos hasta en el pan moreno
porque todas las cosas saben a tu hidalguía.
Eres un hombre como los demás,
joven, buen mozo, saludable y fuerte.
La tierra hará tranquila un poco más
de abonos y rosales con tu muerte.
El cielo te conoce enamorado
te ha visto padre como tantos otros,
y sabe el salto al fuego que tú has dado
para sacrificarte por nosotros.
Porque fuiste cruzando como un tren
por paisajes de lacras y pobreza,
bajaste a pelear en un andén
y se volvió heroísmo tu tristeza.
Canto a ti, a tus muchachos aradores del aire
con la profunda reja del fusil y la llama,
ejército sin bozo que alza el grito de Baire
hasta desde sus verdes ataúdes de grama.
Mañana lloraremos los muertos juveniles
y cantando los himnos construiremos el día.
La paz, el pan, la dicha, saldrán de los fusiles
que en las montañas cantan fuegos de rebeldía.
I
Viste un pueblo desolado
una caña de amargura,
como de mujer impura
el patrio vientre manchado,
te indignó de lado a lado
su mejilla de dolor,
de frente a su abusador
tú encendiste nuestra guerra
con campesinos sin tierra
de la región del honor.
II
Veo en ti como crecer
lo que se quedaba enano,
con un gesto de tu mano
nos das el amanecer.
Por quererte hay que querer
todos los muertos de luz
que subieron a la cruz
del sacrificio por Cuba
y subir adonde suba
tu romántico arcabuz.
III
Va la justicia por ti
abierta de par en par,
y nos vino por el mar
en tu yate de mambí
un recado de Martí,
terreno para el montuno,
opresión para ninguno
y libertad para todos,
decencia hasta por los codos
y castigo para uno.
IV
En la fila de ladrones
tú no has formado jamás,
ni Atila ni Barrabás
usaron tus pantalones.
Ni te compran los doblones
ni tienes un mal pasado,
un pueblo desalentado
se esperanza en que eres puro.
De ti depende el futuro
de nuestra fe, ten cuidado.
V
No son males de apariencia,
sino gangrenas de fondo
las que duelen en lo hondo
como un pus de la decencia.
No se trata de impaciencia
por derribar un bribón,
te quiero como un ciclón
que nos limpie totalmente
de bandoleros la frente,
de abusos al corazón.
VI
Creo en ti, en tu valentía,
que es la del pueblo cubano,
creo en la casa de guano
que te abre su portería,
creo en la alta serranía
que te esconde protectora,
creo en el día y la hora
en que alzarás un Turquino
por siempre en nuestro destino
con tu idea triunfadora.
VII
Me gusta verte soñando,
rodeado de aguas salobres,
en el triunfo de los pobres
y el fin del hasta cuándo.
Me gusta saber que andando
el tiempo tú subirás
y no te corromperás
porque crecerán tus hombros
no para llevar escombros
sino el amor de los más.
VIII
Eres bueno, y como tal
te duele matar soldados
y los quieres conquistados
para tu limpio ideal.
Como un puñado de sal
le das sabor al decoro,
tengo muertos que no lloro
pues cayeron por tu sueño
de elevar este pequeño
rebaño inclinado al oro.
Te amo en el pueblo, Fidel,
pensar en ti me ilumina,
eres un sol en la esquina
con tu foto en el papel.
Y se me vuelve de miel
el periódico contigo
porque eres un haz de trigo
que brilla entre tanta sombra.
Se enriquece si te nombra
el corazón de un mendigo.
Has pasado por dolores
como mordiendo metal
Picaron auras del mar
en tu costado de amores.
Pero cuantos sinsabores
quisieron doblar tu frente
se encontraron de repente
sor tu firmeza mellados
y te vieron, asombrados,
derecho como una fuente.