Ludobique escribió:Nos quejamos de la imposición imperialista, del totalitarismo mercantilista impositivo actual, ¿y después nos declaramos a favor de una revolución basada en la imposición? La lucha contra el sistema capitalista, bajo mi opinión, debe realizarse mediante la protesta colectiva y la palabra.
La revolución armada no está basada en la imposición. Sino en el deseo y la voluntad de cambiar la sociedad capitalista por una socialista, en el deseo de transformar un mundo donde reina la desigualdad y la explotación en otro en que no exista ni una cosa ni la otra. Hay que recurrir a las armas, no porque queramos ametrallar al que piense diferente, o porque tengamos ganas de provocar una sangría colectiva, sino porque la Burguesía no nos deja otra opción más que utilizar las armas en última instancia. Si dejaran que la sociedad que ellos han esclavizado tomara el poder pacíficamente, si ellos mismos se rindieran pacíficamente ante la voluntad y el deseo de la gente de construir un mundo distinto, entonces no haría falta utilizar la violencia revolucionaria.
Pero el caso es que no vivimos en un mundo de Yupi donde los burgueses son buenas personas que muestren empatía o compasión por los demás. Vivimos en un sistema donde la burguesía explota a la gente y le importa un pimiento lo que le ocurra a la gente. Tanto es así, que es capaz de recurrir a formas fascistas de dominación sin siquiera despeinarse, con todo el cinismo del mundo. La burguesía es violenta y peligrosa. Su sed de avaricia insaciable está destruyendo el planeta y matando de hambre a más de 50 millones de seres humanos cada año, sólo por dinero. Por un trozo de papel.
Y aun viendo la brutalidad con la que convive sin problemas la burguesía, tu conclusión es que bastará con llorar un poco y tirarles unas flores. Cuando las cosas se pongan más feas de lo que están, a la que te vean salir de casa para manifestarte lo más probable es que ya te estén dando una paliza, y en el peor de los casos te meterán una bala entre ceja y ceja. El mundo capitalista funciona así. Y no se puede combatir con flores ni discursos. Se tiene que combatir con la fuerza. Es una desgracia que no tengamos opción, pero nadie ha dicho que sea fácil. Lo menos que puedes hacer es entender las cosas.
Ludobique escribió:Es evidente que un gobierno no desea perder su poder, ni las empresas sus beneficios; pero eso no nos autoriza a usar sus mismos métodos.
Vaya, que gracioso, ahora la cuestión se reduce a que no tenemos autorización. Tu postura es realmente surrealista.
En primer lugar, no es usar sus mismos métodos. Porque si usáramos sus mismos métodos mataríamos y robaríamos a los pobres, es decir, nos mataríamos a nosotros mismos, lo cual, a no ser que optemos por el suicidio colectivo, es una bobada. Se trata de utilizar la violencia para el bien común compañero. La violencia merece respeto, nadie lo discute, aquí no se pretende tomar la violencia a la ligera. Pero mucho peor que tomársela a la ligera es negar su utilidad. Si la violencia no fuera un instrumento útil, la burguesía no la utilizaría, ni nosotros nos plantearíamos si quiera utilizarla. Porque no nos guste la violencia, puesto que todos pretendemos construir y vivir en un mundo pacífico, no significa que debamos enterrarla con nuestros miedos. Este acto de inmadurez no nos servirá más que para huir irracionalmente del uso de las herramientas que necesitamos.
En segundo lugar, no se trata de autorización. Nadie nos la va a dar más que nuestra propia conciencia. Lo que tenemos es la legitimidad de hacerlo. Mira, hay dos formas de hacer las cosas, o por las buenas, o por las malas. Si la burguesía no quiere hacerlo por las buenas, entonces tendremos que hacerlo por las malas aunque no nos guste. Y no por ello nos estaremos convirtiendo en cabrones capitalistas.
La guerra de los pobres contra los ricos es el único camino para la paz del futuro.
Ludobique escribió:Pero aún sigo sin comprender, y sigue sin caberme en la cabeza, qué potestad tenemos para criticar las medidas impositivas de las "democracias" occidentales -tanto en política exterior como interior-, si somos los primeros en apoyar la toma de armas para realizar lo que nosotros consideramos correcto.
Así funcionamos los primates. No te esfuerces en intentar llegar a una consideración divina o universal sobre lo correcto o lo incorrecto. No hay motivación sin intereses. Eso es lo que nos mueve. Los intereses de una revolución proletaria es liberar a los proletarios de su condición servil. Y con su lucha liberar al resto de clases oprimidas, marginadas y explotadas por la burgesía. ¿Que problema tienes?. ¿Te parece mal que la gente quiera vivir en un mundo mejor?. ¿Te parece mal que la gente luche por ello?
Es como si me dices, ¿y que potestad tiene un obrero de hacer una huelga? ¡eso es una imposición!, ¿que autoridad tienen los obreros para parar la producción capitalista?
¿Lo vas entendiendo?
Ludobique escribió:Vivimos en una sociedad manipulada, la revolución -a mi parecer- debe comenzar en el proceso de dar la posibilidad de elegir a la ciudadanía. La posibilidad de seguir un sistema u otro, pero no imponer el que nosotros consideramos correcto. Las armas son imposición, y la imposición va -o debería ir- en contra de cualquier ideal revolucionario.
En la hipétesis de poder realizar una revolución pacífica, según tus postulados y tu planteamiento, dicha revolución también sería una imposición. En primer lugar, porque es materialmente imposible convencer a todo el mundo para que sea de una ideología en concreto. Y menos aun, en una sociedad tan clasista y socialmente dividida. Por tanto, ¿que hacemos?, ¿hacemos el cambio hacia la ideología que tiene la mayoría?, pero, ¿y si no hay una mayoría de gente que tenga una misma ideología?, o peor aun ¿y si la mayoría de gente sigue alienada en la ideología del sistema que la revolución pacífica pretende superar?
Sea como sea, la imposición no viene de la mano de las armas. Las armas no son una imposición. Somos las personas las que imponemos las cosas, las armas solo son un medio. Pero la finalidad de una revolución no es imponer, ni nos basamos en imponer. Pero, evidentemente, haciendo una revolución estamos subvirtiendo el poder establecido. Y estamos imponiendo, si. Pero es más, imponemos nuestro criterio desde el momento en que abrimos la boca y criticamos el sistema capitalista. Todos lo hacemos, así que no te centres tanto ni dramatices tanto sobre la imposición. Se impone porque es la única forma de hacer las cosas. Cuando se hace una huelga general, se impone y punto, no empezamos un debate planetario sobre a ver si hay que imponer o no, o a ver si es que no tenemos autoridad. Es ridículo.
Aunque, ciertamente, todo ha de tener límites. Se trata de imponer, pero con cabeza.
Se impone en la medida en que se desarrolla la revolución y es necesaria la toma del poder político. Y aquí las armas son fundamentales para tomar el poder. No obstante, una vez tomado el poder se pueden y se deben hacer cuantos más referéndums mejor. Al final también hay que convencer a la gente. No se puede montar un nuevo sistema sin convencer a la gente. Así lo hizo el Partido Bolchevique una vez que tomó el poder en Rusia. Se convocaron elecciones y cuando presentaron su programa y mostraron sus intenciones la gente los votó.