por m-l Power Vie Abr 23, 2010 6:09 pm
El nacionalismo no es un tótem, no es un fenómeno o elemento a examinar en bloque.
Tanto los grandes clásicos como los grandes comunistas en general han sabido discernir y separar el nacionalismo burgués del nacionalismo proletario, que son las dos variantes mayoritarias de esta tendencia.
Si Marx decía que el proletariado no tenía otro remedio que ser nacional, ¿Cómo no va a tener, por lo menos, un matiz nacionalista?
Pero, lo dicho, de lo que Marx hablaba era del nacionalismo proletario, un nacionalismo revolucionario, y esto no presupone contradicción alguna. ¿Acaso fue pequeñoburguesa la revolución cubana, o la vietnamita?
Completamente de acuerdo con Punx-47 en este aspecto.
Lenin y Stalin, por poner un ejemplo visible y grandilocuente también distinguían entre ambas "especies" y así trataron el asunto en sus obras. En una misma nación conviven dos "naciones" la proletaria y la burguesa, cada una de ellas posee asimismo un nacionalismo intestino apoyando cada modelo de "nacion respectiva".
Así pues, un burgues contemplará a la nación como un mercado en el que poder agrandar su capital (gracias a ciertos factores previamente existentes y que facilitan el desarrollo capitalista como lo son un idioma en común...etc) y dar rienda suelta a la estimulación de su razón de ser: el beneficio desmesurado.
Si el mercado desaparece, para nuestro querido burgués, su falso y egoísta nacionalismo también lo hace.
Ese es el nacionalismo pequeñoburgués que los comunistas hemos de denunciar y contra el cual siempre estaremos obligados a arremeter. Ese sucio nacionalismo que instiga al proletariado en pos de reivindicaciones nacionales en aras de su único beneficio y nada más.
En cambio, el proletariado contempla a la nación desde un ángulo cualitativamente diferente al del burgués, la nación es el entorno en el que el obrero es explotado, pero así mismo, donde este se desarrolla y produce en sociedad, en un contexto de lengua, cultura, costumbres que del mismo modo le pertenecen y lo conforman como ser humano, más allá de toda esa capa librecambista, de las clases sociales...
Así pues el obrero se reserva su cultura, sus costumbres, plantando cara al proceso de globalización impuesto por un imperialismo cada vez mas agudizado. Pero no por ello guarda complejos chovinistas, pues al ser hermano de clase de los proletarios de otras naciones, abandona la idea de un peligroso y dañino ultranacionalismo para adoptar una postura internacionalista de respeto a sus compañeros de clase y a las culturas y particularidades nacionales de estos.
Yo soy nacionalista proletario. Punto.