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    El anarco-comunismo

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    Mensaje por William Gilmore Lun Mayo 24, 2010 11:57 pm

    Kropotkin, no estoy muy enterado de lo que sucedió en España. Mi idea, muy esquemática, es que dentro de las colectividades se practicaba el anarcocomunismo (se distribuía de acuerdo a necesidades, no de acuerdo a "obras" o méritos"; aunque nunca en una forma 100% pura, puesto que, según entiendo, había "individualistas"); pero al mismo tiempo las colectividades comerciaban entre sí, o intercambiaban productos entre sí, y supongo que para eso había precios y algún tipo de dinero, o "vales" por horas de trabajo... lo cual se parece más al anarcocolectivismo. Por eso pienso que comunistas y colectivistas lograron coexistir. Pero, repito, es una idea muy esquemática y simplona.

    Pregunta: ¿había también algo de mercado negro? ¿los productores -individuales o colectivos- escondían una parte de sus productos y luego la vendían por debajo del agua? Si la respuesta es "sí", concluiré que también hubo algo de anarcocapitalismo, mezclado con el comunismo y el colectivismo. Otra pregunta: suponiendo que hubo mercado informal, ¿era perseguido, castigado o al menos mal visto?

    Como sea, todo eso duró muy poco (una pena), y no es posible sacar grandes conclusiones.

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    Mensaje por redskin66 Mar Mayo 25, 2010 3:55 pm

    TENEMOS QUE ORGANIZARNOS TODOS LOS ANTIFASCISTAS.
    ESO INCLUYE A COMUNISTAS ANARQUISTAS MARXISTAS HAY QUE ACABAR CON ELLOS YA SEA POR LA BUENASO POR LAS MALAS SOLO PIDO QUE AGAIS ASOCIACIONES QUE CAPTEIS A JOVENES QUE OS MOVILICEIS QUE LUCHEIS POR LO QUE CREEIS Y POR FAVOR ACTUAR
    ACCION ANTIFASCISTA MURCIA
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    Mensaje por Yeremenko Mar Mayo 25, 2010 4:08 pm

    William Gilmore escribió:Kropotkin, no estoy muy enterado de lo que sucedió en España. Mi idea, muy esquemática, es que dentro de las colectividades se practicaba el anarcocomunismo (se distribuía de acuerdo a necesidades, no de acuerdo a "obras" o méritos"; aunque nunca en una forma 100% pura, puesto que, según entiendo, había "individualistas"); pero al mismo tiempo las colectividades comerciaban entre sí, o intercambiaban productos entre sí, y supongo que para eso había precios y algún tipo de dinero, o "vales" por horas de trabajo... lo cual se parece más al anarcocolectivismo. Por eso pienso que comunistas y colectivistas lograron coexistir. Pero, repito, es una idea muy esquemática y simplona.

    Pregunta: ¿había también algo de mercado negro? ¿los productores -individuales o colectivos- escondían una parte de sus productos y luego la vendían por debajo del agua? Si la respuesta es "sí", concluiré que también hubo algo de anarcocapitalismo, mezclado con el comunismo y el colectivismo. Otra pregunta: suponiendo que hubo mercado informal, ¿era perseguido, castigado o al menos mal visto?

    Como sea, todo eso duró muy poco (una pena), y no es posible sacar grandes conclusiones.

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    No acabo de entender a qué suceso histórico te refieres pero como creo que la proclamación del comunismo libertario tuvo su máximo exponente en Casas Viejas, me gustaría, a través de este ejemplo, iniciar un pequeño análisis sobre lo sucedido en esta pequeña localidad, que en la actualidad se llama Benalup - Casas viejas. El movimiento anarquista español ha sido uno de los más castigados por la historiografía moderna. Se han tergiversado hechos y exagerado sin contextualizarlos adecuadamente en una época en la que la necesidad y el hambre, promovidas por siglos de falta de gestión por parte de las diferentes monarquías, habían promovido una rígida estructura en la que la explotación de la clase campesina –que era la mayoritaria, en un contexto muy ruralizado- estaba a la orden del día, y las paupérrimas condiciones de vida se encontraban en un momento muy crítico, como fue la instauración del primer proceso democratizador de la Segunda República Española. Muchas de las reformas que se intentaron como la agraria fracasaron por la resistencia de las oligarquías que rehusaban a ceder sus enormes privilegios, así como también una falta de planificación y presupuesto y gestión adecuados –por aquello de ser objetivos- . Cuando afirmo que la historiografía moderna ha castigado en exceso a la valoración de los movimientos anarquistas en España, es porque se toma como ejemplo Casas Viejas o los sucesos ocurridos en la ciudad de Barcelona tras el estallido de la guerra civil. Más allá de los millones de kilómetros de tinta de este tipo de historiografía destructiva y generalista como la de los señores Pío Moa y César Vidal –quienes ni siqueira son historiadores y están totalmente desacreditados en el ámbito académico- existen datos objetivos que podemos analizar para crearnos una idea de cómo estaba la situación económico social en el ámbito rural español en la década de los años 30. Las pésimas condiciones de salud e higiénico sanitarias agravaban aún más la tensión existente entre una gran parte del campesinado que estaba cansada de que la explotación a la que habían sido y eran sometidos, ni siquiera fuese suficiente para tener ya no un salario mínimo, sino lo mínimo para poder subsistir en unas condiciones tan deplorables: de ahí que el sentido movilizador del movimiento anarquista y del comunismo libertario fuesen, por primera vez en la historia de España, movimientos ideológicos llenos de sentido y por medio de los que se instrumentalizaba a nivel político una clara demanda social de cambio en aras de la promoción y relevancia de la voz del protagonismo obrero y campesino que lucha por sacar adelante a la mayoría de desfavorecidos.

    A finales del siglo XIX fue Bakunin el que mostró especial interés por el problema español y sería la ciudad condal el verdadero símbolo del movimiento anarquista español. Las causas de la gran desigualdad estaban perfectamente identificadas por parte de los anarquistas como las de un sistema opresor que a través del estado se servía para que nada cambiase, y que por medio de la explotación, seguía beneficiando a las clases más privilegiadas y sus herederos. De hecho el cambiar la propiedad de la tierra como bien comunal era la premisa básica desde la que partir para poder obtener sus objetivos. La explotación de la tierra basada en la propiedad colectiva de la misma era, en cierto modo, la solución a la dramática realidad que la mayoría de familias españolas habían heredado.
    La revolución era un movimiento necesario y consustancial para poder establecer el llamado comunismo libertario, que se desligaría y anularía los poderes fácticos de opresión; sería una lucha contra el individualismo que daría lugar a posteriori a una especie de estructura social fundamentada en el intercambio de los productos y bienes fruto del trabajo colectivo llegando a desaparecer el salario del trabajador y fomentando la libre educación laica entre otros muchos aspectos. Su finalidad: la de una sociedad feliz en la que la mutua y ayuda ajena y la obtención de los mínimos servicios y bienes para salir adelante con cierta comodidad sería su mácimo excponente. Este movimiento nunca llegó a cuajar en España ya que fue reprimido en uno de los pocos lugares en los que se llegó a proclamar: Casas Viejas, con un desastroso balance de muchos muertos e incluso varios quemados vivos por parte la guardia de asalto. Una circunstancia que sirvió, por parte de la derecha de Gil Robles de acoso y ataque sistemático al gobierno de Azaña.
    Es importante señalar que España es el único país del mundo en donde el movimiento arnarquista llegó a ser verdaderamente movilizador y se cohesinó política y colectivamente como un movimiento sólido.

    Las influencias de los movimientos de carácter reivindicativo obrero y campesinos franceses incidió en el panorama español y obtuvo rápidas respuestas por parte de la CNT y de otras organizaciones sindicales afines al anarquismo, y dado que las reformas republicanas de tipo agrario ya se estaban llevando a cabo, parecieron del todo insuficientes para los intereses de tantos campesinos y sus representantes. El debate entre reformismo o revolución estaba servido y la aparición de las primeras huelgas españolas comenzó a surgir como herramienta eficaz frente a unas situaciones tan precarias que, requerían que tuviesen que trabajar los niños de una familia para poder subsistir a duras penas por un mísero salario, trabajando asimismo, unas tierras que ni siquiera eran de su propiedad.

    Por lo tanto ni mercado blanco ni mercado negro ni anarco-capitalismo, ya que a pesar de que el movimiento anarquista tuvo una importantísima relevancia en el rural español, nunca llegó a consolidarse como sistema político funcionante.

    Lo dejo aquí porque no tengo mucho tiempo.

    Saludos comunistas.
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    Mensaje por tania89 Mar Mayo 25, 2010 10:59 pm

    kropotkin escribió:Para el anarco comunista, los individuos no tienen derecho lo que obtienen de su trabajo y a ser pagados por ello, como defendía Bakunin; sin embargo sí creían que las personas deberían poder acceder a cualquier tipo de producto fruto del trabajo según sus necesidades e indistintamente con respecto a la cuantía laboral -horas, jornadas o llámale X- que hubiesen ejercido. Si te parece poca diferencia...

    Hombre, es cierto que no todas las personas pueden aportar lo mismo (disminuidos físicos, psíquicos, etc.) y yo considero que deben tener cabida en la sociedad, ¿no crees? Smile
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    Mensaje por Yeremenko Mar Mayo 25, 2010 11:49 pm

    Hombre, es cierto que no todas las personas pueden aportar lo mismo (disminuidos físicos, psíquicos, etc.) y yo considero que deben tener cabida en la sociedad, ¿no crees? Smile

    Cierto Tania, pero lo de las "necesidades" en el anarcocomunismo no sólo va por dónde tu indicas...

    Saludos revolucionarios Very Happy

    PD: Lo que quería decirle a Gillmore es que en España nunca se ha podido desarrollar en la praxis de modo íntegrola teoría anarcosindicalista o la anarcocomunista.
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    Mensaje por William Gilmore Miér Mayo 26, 2010 6:55 am

    Gracias, Kropotkin. Pero yo preguntaba más bien por la forma concreta en que se organizó la economía en 1936, en las colectividades anarquistas de Aragón, Cataluña, etc. ¿Era comunismo o colectivismo o una mezcla? ¿hubo o no mercado negro?

    Por cupuesto, nadie espera que la práctica se ajuste totalmente a la teoría.

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    Mensaje por Yeremenko Miér Mayo 26, 2010 2:43 pm

    Gracias, Kropotkin. Pero yo preguntaba más bien por la forma concreta en que se organizó la economía en 1936, en las colectividades anarquistas de Aragón, Cataluña, etc. ¿Era comunismo o colectivismo o una mezcla? ¿hubo o no mercado negro?

    Por cupuesto, nadie espera que la práctica se ajuste totalmente a la teoría.
    Creo que aquí saldrás de dudas y me ahorrarás a mi tiempo y neuronas.

    Saludos comunistas:
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    Mensaje por Yeremenko Miér Mayo 26, 2010 2:55 pm

    Un par de rectificaciones que me dejaba en el tintero, ya que no me expresé adecuadamente, a pesar de que me salga un poco del tema principal, puesto que este hilo va del anarconomunismo:

    No es que Casas Viejas fuese el máximo exponente del comunismo libertario, sino que fue un ejemplo perfecto que escenificó hasta dónde había llegado la paupérrima situación que los campesinos vivían en el rural español, lo cual es muy diferente.

    En Casas Viejas hubo algunos y no "muchos muertos", como dije anteriormente. Seis dedos -así le llamaban- se encerró en su choza junto a otras personas inocentes de los hechos, ante la negativa de entregarse voluntariamente a las fuerzas del orden tras el levantamiento que tanto él como otros protagonizaron en esta pequeña localidad. Por supuesto que se depuraron responsabilidades por parte del gobierno de entonces, puesto que las fuerzas que habían venido de Madrid a reprimir la revuelta actuaron al mando de un incompetente que fue juzgado y que a posteriori cambiaría su declaración hasta en tres ocasiones para salvarse el trasero y culpar a su superior de que le había dado órdenes expresas en el sentido o el modo en que dirigió de la pésima operación que llevaron a cabo. La prensa de derechas de la época, el ABC entre otros, se ensañaron con Azaña al que acusaron de haber encargado él mismo la reopresión en los términos que se hizo: FALSO ABSOLUTAMENTE.

    Saludos comunistas.
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    Mensaje por William Gilmore Jue Mayo 27, 2010 10:36 pm

    Ok, gracias, K. Ya también leí algo contra los anarquistas en el subforo "¿qué opináis de la revolución española de 1936?". Puros reclamos y críticas. Y la historia de Casas Viejas. Y el pleito Marx vs Bakunin. Sencillamente no se tragan, más bien se odian, marxistas y anarquistas. ¿Cómo esperan hacer juntos una revolución?

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    Mensaje por Camarada Pedro Jue Mayo 27, 2010 10:43 pm

    El anarquismo, significa individualismo hasta las trancas, pasando al hedonismo y la colectividad para luego, además el Estado es algo esencial.
    El anarquismo también compitió en la Guerra Civil contra los comunistas, retirando armas al frente de Aragón y Cataluña y ocupando la telefónica.
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    Mensaje por Yeremenko Jue Mayo 27, 2010 10:46 pm

    William Gilmore escribió:Ok, gracias, K. Ya también leí algo contra los anarquistas en el subforo "¿qué opináis de la revolución española de 1936?". Puros reclamos y críticas. Y la historia de Casas Viejas. Y el pleito Marx vs Bakunin. Sencillamente no se tragan, más bien se odian, marxistas y anarquistas. ¿Cómo esperan hacer juntos una revolución?

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    Lo que ocurrió en 1.936 fue una sublevación militar fascista contra el estado democráticamente electo. Lo que surgieron fueron movimientos revolucionarios muy descoordinados o descentralizados que lo que hicieron fue fragmentar la unidad de lucha. Ese fue el principio del fin de la pérdida de la guerra: la falta de apoyo y financiación, de mando, de coordinación y lucha organizada.
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    Mensaje por Libre y Salvaje Vie Jul 30, 2010 12:21 am



    Última edición por Libre y Salvaje el Jue Sep 29, 2011 2:55 am, editado 1 vez
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    Mensaje por RATA RABIOSA Mar Ago 10, 2010 12:50 pm

    El lema anarcocomunista es que cada cual tenga lo que necesite,y dé lo que buenamente pueda.la consecuencia lógica es que el anarcocomunismo prescide totalmente del dinero como medio de intercambio y pago de salarios.la igualdad indispensable para que la libertad sea real,para el anarco-comunismo el camino hacia la anarquía se hace día a dia.
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    Mensaje por Tony-Marx Mar Ago 10, 2010 7:11 pm

    es que es la 2ª fase del comunismo el estado desaparece según lenin, por que todo el mundo debería de ser responsable y conocer sus derechos y deberes.
    En eso se parece al anarquismo

    SALUDOS CAMARADAS¡¡¡
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    Mensaje por OMFG Itz AleXx Jue Ago 12, 2010 4:52 am

    Yo opino que aquellxs que dicen que el anarquismo pretende darse "de la noche a la mañana" no conocen muy bien lo que es el anarquismo ni lo que es la revolucion. En primer lugar, habria que aclarar que, a pesar de que la revolucion es un cambio radical relativamente inmediato, este no es algo que ocurra espontaneamente, sino que tiene sus causas en multiples procesos anteriores.

    Por ejemplo, la llamada "revolucion española" no fue algo que surgiera en las masas de un dia para otro, sino que la ideologia anarquista y sus organizaciones, y en general el sentimiento revolucionario, ya calaban en la sociedad desde hace años. Podemos remontar su origen hasta la seccion española en la primera internacional obrera.

    Ahora, si el anarquismo no trascendio no fue por un problema organico o practico, sino porque fue reprimido a base de sangre y fuego (literalmente) por lxs reaccionarixs e incluso por aquellxs que se decian revolucionarixs (ver la represion de Trotsky al movimiento maknovista y la traicion bolchevique a lxs anarquistas)

    Salud.

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    Mensaje por Kropotkin56 Sáb Ago 14, 2010 11:27 pm

    Seguro que este gran pensador explica mejor que nadie el anarcocomunismo
    EL COMUNISMO ANARQUISTA
    P. Kropotkin
    1
    Toda sociedad que rompa con la propiedad privada se verá en el caso de organizarse en comunismo anarquista.
    Hubo un tiempo en que una familia de aldeanos podía considerar el trigo que cultivaba y las vestiduras de lana tejidas en casa como productos de su propio trabajo. Aun entonces, esta creencia no era del todo correcta. Había caminos y puentes hechos en común, pantanos desecados por un trabajo colectivo y pastos comunes cercados por setos que todos costeaban, Una mejora en las artes de tejer o en el modo de tintar los tejidos, aprovechaba a todos; en aquella época, una familia campesina no podía vivir sino a condición de encontrar apoyo en la ciudad, en el municipio.
    Pero hoy, con el actual estado de la industria, en que todo se entrelaza y se sostiene, en que cada rama de la producción se vale de todas las demás, es absolutamente insostenible la pretensión de dar un origen individualista a los productos. Si las industrias textiles o la metalurgia han alcanzado pasmosa perfección en los países civilizados, lo deben al simultáneo desarrollo de otras mil industrias: lo deben a la extensión de la red de ferrocarriles, a la navegación trasatlántica, a la destreza de millones de trabajadores, a cierto grado de cultura general de toda la clase obrera; en fin, a trabajos realizados de un extremo a otro del mundo.
    Los italianos que morían de cólera cavando el canal de Suez, o de anemia en el túnel de San Gotardo, y los americanos segados por las granadas en la guerra abolicionista de la industria algodonera en Francia y en Inglaterra no menos que las jóvenes que se vuelven cloróticas en las manufacturas de Manchester o de Ruan o el ingeniero autor de alguna mejora en la maquinaria de tejer.
    Situándonos en este punto de vista general y sintético de la producción, no podemos admitir con los colectivistas que una remuneración proporcional a las horas de trabajo aportadas por cada uno en la producción de las riquezas, pueda ser un ideal, ni siquiera un paso adelante hacia ese ideal. Sin discutir aquí si realmente el valor de cambio de las mercancías se mide en la sociedad actual por la cantidad de trabajo necesario para producirlas (según lo han afirmado Smith y Ricardo, cuya tradición ha seguido Marx), bástenos decir que el ideal colectivista nos parecería irrealizable en una sociedad que considerase los instrumentos de producción como un patrimonio común. Basada en este principio, veríase obligada a abandonar en el acto cualquier forma de salario.
    Estamos convencidos de que el individualismo mitigado del sistema colectivista no podría existir junto con el comunismo parcial de la posesión por todos del suelo y de los instrumentos del trabajo. Una nueva forma de posesión requiere una nueva forma de retribución. Una forma nueva de producción no podría mantener la antigua forma de consumo, como no podría amoldarse a las formas antiguas de organización política. El salario ha nacido de la apropiación personal del suelo y de los instrumentos para la producción por parte de algunos.
    Era la condición necesaria para el desarrollo de la producción capitalista; morirá con ella, aunque se trate de disfrazarla bajo la forma de «bonos de trabajo». La posesión común de los instrumentos de trabajo traerá consigo necesariamente el goce en común de los frutos de la labor común.
    Sostenemos, no sólo que es deseable el comunismo, sino que hasta las actuales sociedades, fundadas en el individualismo, se ven obligadas de continuo a caminar hacia el comunismo.
    El desarrollo del individualismo, durante los tres últimos siglos, se explica, sobre todo, por los esfuerzos del hombre, que quiso prevenirse contra los poderes del capital y del Estado. Creyó por un momento -y así lo han predicado los que formulaban su pensamiento por él- que podía libertarse por completo del Estado y de la sociedad. «Mediante el dinero -decía- puedo comprar todo lo que necesite.» Pero el individuo ha tomado mal camino, y la historia moderna le conduce a confesar que sin el concurso de todos no puede nada, aunque tuviese atestadas de oro sus arcas.
    Junto a esa corriente individualista vemos en toda la historia moderna, por una parte, la tendencia a conservar todo lo que queda del comunismo parcial de la antigüedad, y por otra a restablecer el principio comunista en las mil y mil manifestaciones de la vida.
    En cuanto los municipios de los siglos X, XI y XII consiguieron emanciparse del señor laico o religioso, dieron inmediatamente gran, extensión al trabajo en común, al consumo en común.
    La ciudad era la que fletaba buques y despachaba caravanas para el comercio lejano, cuyos beneficios eran para todos y no para los individuos; también compraba las provisiones para sus habitantes. Las huellas de esas instituciones se han mantenido hasta el siglo XIX, y los pueblos conservan religiosamente el recuerdo de ellas en sus leyendas.
    Todo eso ha desaparecido. Pero el municipio rural aún lucha por mantener los últimos vestigios de, ese comunismo, y lo consigue mientras el Estado no vierte su abrumadora espada en la balanza.
    Al mismo tiempo surgen, bajo mil diversos aspectos, nuevas organizaciones basadas en el mismo principio de a cada uno según sus necesidades, porque sin cierta dosis de comunismo no podrían vivir las sociedades actuales.
    El puente, por cuyo paso pagaban en otro tiempo los transeúntes, se ha hecho de uso común. El camino que antiguamente se pagaba a tanto la legua, ya no existe más que en Oriente. Los museos, las bibliotecas libres, las escuelas gratuitas, las comidas comunes para los niños, los parques y los jardines abiertos para todos, las calles empedradas y alumbradas, libres para todo el mundo; el agua enviada a domicilio y con tendencia general a no tener en cuenta la

    cantidad consumida, he aquí otras tantas instituciones fundadas en el principio de «Tomad lo que necesitéis».
    Los tranvías y ferrocarriles introducen ya el billete de abono mensual o anual, sin tener en cuenta el número de viajes, y recientemente toda una nación, Hungría, ha introducido en su red de ferrocarriles el billete por zonas, que permite recorrer quinientos o mil kilómetros por el mismo precio. Tras de esto no falta mucho para el precio uniforme, como ocurre en el servicio postal. En todas estas innovaciones, y otras mil, hay la tendencia a no medir el consumo. Hay quien quiere recorrer mil leguas, y otro solamente quinientas. Esas son necesidades personales, y no hay razón alguna para hacer pagar a uno doble que a otro sólo porque sea dos veces más intensa su necesidad.
    Hay también la tendencia a poner las necesidades del individuo por encima de la evaluación de los servicios que haya prestado o que preste algún día a la sociedad. L1égase a considerar la sociedad como un todo cada una de cuyas partes está tan íntimamente ligada con las demás, que el servicio prestado a tal o cual individuo es un servicio prestado a todos.
    Cuando acudís a una biblioteca pública -por ejemplo, las de Londres o Berlin-, el bibliotecario no os pregunta qué servicio habéis dado a la sociedad para daros el libro o los cien libros que le pidáis, y si es necesario, os ayuda a buscarlos en el catálogo. Mediante un derecho de entrada único, la sociedad científica abre sus museos, jardines, bibliotecas, laboratorios, y da fiestas anuales a cada uno de sus miembros, ya sea un Darwin o un simple aficionado.
    En San Petersburgo, si perseguís un invento, vais a un taller especial, donde os ofrecen sitio, un banco de carpintero, un torno de mecánico, todas las herramientas necesarias, todos los instrumentos de precisión, con tal de que sepáis manejarlos, y se os deja trabajar todo lo que gustéis. Ahí están las herramientas; interesad a amigos por vuestra idea, asociaos a otros amigos de diversos oficios si no preferís trabajar solos; inventad la máquina o no inventéis nada, eso es cosa vuestra. Una idea os conduce, y eso basta.
    Los marinos de una falúa de salvamento no preguntan sus títulos a los marineros de un buque náufrago; lanzan su embarcación, arriesgan su vida entre las olas furibundas, y algunas veces mueren por salvar a unos hombres a quienes no conocen siquiera. ¿Y para qué necesitan conocerlos? «Les hacen falta nuestros servicios, son seres humanos: eso basta, su derecho queda asentado. ¡Salvémoslos!» Que mañana una de nuestras grandes ciudades, tan egoístas en tiempos corrientes, sea visitada por una calamidad cualquiera -por ejemplo, un sitio- y esa misma ciudad decidirá que las primeras necesidades que se han de satisfacer son las de los niños y los viejos, sin informarse de los servicios que hayan prestado o presten a la sociedad; es preciso ante todo mantenerlos, cuidar a los combatientes independientemente de la valentía o de la inteligencia

    demostradas por cada uno de ellos, y hombres y mujeres a millares rivalizarán en abnegación por cuidar a los heridos.
    Existe la tendencia. Se acentúa en cuanto quedan satisfechas las más imperiosas necesidades de cada uno, a medida que aumenta la fuerza productora de la humanidad; acentúase aún más cada vez que una gran idea ocupa el puesto de las mezquinas preocupaciones de nuestra vida cotidiana.
    El día en que devolviesen los instrumentos de producción a todos, en que las tareas fuesen comunes y el trabajo -ocupando el sitio de honor en la sociedad- produjese mucho más de lo necesario para todos, ¿cómo dudar de que esta tendencia ensanchará su esfera de acción hasta llegar a ser el principio mismo de la vida social?
    Por esos indicios somos del parecer de que, cuando la revolución haya quebrantado la fuerza que mantiene el sistema actual, nuestra primera obligación será realizar inmediatamente el comunismo. Pero nuestro comunismo no es el de los falansterianos ni el de los teóricos autoritarios alemanes, sino el comunismo anarquista, el comunismo sin gobierno, el de los hombres libres. Esta es la síntesis de los dos fines perseguidos por la humanidad a través de las edades: la libertad económica y la libertad política.
    2
    Tomando la anarquía como ideal de la organización política, no hacemos más que formular también otra pronunciada tendencia de la humanidad. Cada vez que lo permitía el curso del desarrollo de las sociedades europeas, éstas sacudían el yugo de la autoridad y esbozaban un sistema basado en los principios de la libertad individual. Y vemos en la historia que los períodos durante los cuales fueron derribados los gobiernos a consecuencia de revoluciones parciales o generales, han sido épocas de repentino progreso en el terreno económico e intelectual.
    Ya es la independencia de los municipios, cuyos monumentos -fruto del trabajo libre de asociaciones libres- no han sido superados desde entonces; ya es el levantamiento de los campesinos, que hizo la Reforma y puso en peligro el Papado; ya la sociedad -libre en los primeros tiempos- fundada al otro lado del Atlántico por los descontentos que huyeron de la vieja Europa.
    Y si observamos el desarrollo presente de las naciones civilizadas, vemos un movimiento cada vez más acentuado en pro de limitar la esfera de acción del gobierno y dejar cada vez mayor libertad al individuo. Esta es la evolución actual, aunque dificultada por el fárrago de instituciones y preocupaciones heredadas de lo pasado. Lo mismo que todas las evoluciones, no espera más que la revolución para barrer las viejas ruinas que le sirven de obstáculo, tomando libre vuelo en la sociedad regenerada.

    Después de haber intentado largo tiempo resolver el insoluble problema de inventar un gobierno que «obligue al individuo a la obediencia, sin cesar de obedecer aquél también a la sociedad», la humanidad, intenta libertarse de toda especie de gobierno y satisfacer sus necesidades de organización, mediante el libre acuerdo entre individuos y grupos que persigan los mismos fines. La independencia de cada mínima unidad territorial es ya una necesidad apremiante; el común acuerdo reemplaza a la ley, y pasando por encima de las fronteras, regula los intereses particulares con la mira puesta en un fin general.
    Todo lo que en otro tiempo se tuvo como función del gobierno se le disputa hoy, acomodándose más fácilmente y mejor sin su intervención. Estudiando los progresos hechos en este sentido, nos vemos llevados a afirmar que la humanidad tiende a reducir a cero la acción de los gobiernos, esto es, a abolir el Estado, esa personificación de la injusticia, de la opresión y del monopolio.
    Ciertamente que la idea de una sociedad sin Estado provocará por lo menos tantas objeciones como la economía política de una sociedad sin capital privado. Todos hemos sido amamantados con prejuicios acerca de las funciones providenciales del Estado. Toda nuestra educación, desde la enseñanza de las tradiciones romanas hasta el código de Bizancio, que se estudia con el nombre de derecho romano, y las diversas ciencias profesadas en las universidades, nos acostumbran a creer en el gobierno y en las virtudes del Estado providencia.
    Para mantener este prejuicio se han inventado y enseñado sistemas filosóficos. Con el mismo fin se han dictado leyes. Toda la política se funda en ese principio, y cada político, cualquiera que sea su matiz, dice siempre al pueblo: «¡Dame el poder; quiero y puedo librarte de las miserias que pesan sobre ti!»
    Abrid cualquier libro de sociología, de jurisprudencia, y encontraréis en él siempre al gobierno, con su organización y sus actos, ocupando tan gran lugar, que nos acostumbramos a creer que fuera del gobierno y de los hombres de Estado ya no hay nada.
    La prensa repite en todos los tonos la misma cantinela. Columnas enteras se consagran a las discusiones parlamentarias, a las intrigas de los políticos; apenas si se advierte la inmensa vida cotidiana de una nación en algunas lineas que tratan de un asunto económico, a propósito de una ley, o en la sección de noticias o en la de sucesos del día. Y cuando leéis esos periódicos, lo que menos pensáis es en el inmenso número de seres humanos que nacen y mueren, trabajan y consumen, conocen los dolores, piensan y crean, más allá de esos personajes de estorbo, a quienes se glorifica hasta el punto de que sus sombras, agrandadas por nuestra ignorancia, cubran y oculten a la humanidad.
    Y sin embargo, en cuanto se pasa del papel impreso a la vida misma, en cuanto se echa una ojeada a la sociedad, salta a la vista la parte infinitesimal que en ella representa el gobierno. Balzac había hecho notar ya cuántos millones de campesinos permanecen durante toda su vida sin conocer nada del Estado, excepto los impuestos que están obligados a pagarle. Diariamente se hacen millones de tratos sin que intervenga el gobierno, y los más grandes de ellos -los del comercio y la bolsa- se hacen de modo que ni siquiera se podría invocar al gobierno si una de las partes contratantes tuviese la intención de no cumplir sus compromisos. Hablad con un hombre que conozca el comercio, y os dirá que los cambios operados todos los días entre comerciantes serian de absoluta imposibilidad si no tuvieran por base la confianza mutua. La costumbre de cumplir su palabra, el deseo de no perder el crédito, bastan ampliamente para sostener esa honradez comercial. El mismo que sin el menor remordimiento envenena a sus parroquianos con infectas drogas cubiertas de etiquetas pomposas, tiene como empeño de honor el cumplir sus compromisos. Pues bien; si esa moralidad relativa ha podido desarrollarse, hasta en las condiciones actuales, cuando el enronquecimiento es el único móvil y el único objetivo, ¿podemos dudar que no progrese rápidamente, en cuanto ya no sea la base fundamental de la sociedad la apropiación de los frutos de la labor ajena?
    Hay otro rasgo característico de nuestra generación, que aún habla mejor en pro de nuestras ideas, y es el continuo crecimiento del campo de las empresas debidas a la iniciativa privada y el prodigioso desarrollo de todo género de agrupaciones libres. Estos hechos son innumerables, y tan habituales, que forman la esencia de la segunda mitad de este siglo, aun cuando los escritores de socialismo y de política los ignoran, prefiriendo hablarnos siempre de las funciones del gobierno. Estas organizaciones, libres y variadas hasta lo infinito, son un producto tan natural, crecen con tanta rapidez y se agrupan con tanta facilidad, son un resultado tan necesario del continuo crecimiento de las necesidades del hombre civilizado y reemplazan con tantas ventajas a la injerencia gubernamental, que debemos reconocer en ellas un factor cada vez más importante en la vida de las comunidades.
    Si no se extienden aún al conjunto de las manifestaciones de la vida, es porque hallan un obstáculo insuperable en la miseria del trabajador, en las castas de la sociedad actual, en la apropiación privada del capital colectivo, en el Estado. Abolid esos obstáculos, Y las veréis cubrir el inmenso dominio de la actividad de los hombres civilizados.
    La historia de los cincuenta años últimos es una prueba de la impotencia del gobierno representativo para desempeñar las funciones con que se le ha querido revestir.
    Algún día se citará el siglo XIX como la fecha del aborto del parlamentarismo.
    Esta impotencia es tan evidente para todos, son tan palpables las faltas del parlamentarismo y los vicios fundamentales del principio representativo, que los pocos pensadores que han
    hecho su crítica (J. Stuart Mill, Laverdais) no han tenido más que traducir el descontento popular. Es absurdo nombrar algunos hombres y decirles: «Hacednos leyes acerca de todas las manifestaciones de nuestra vida, aunque cada uno de vosotros las ignore». Se empieza a comprender que el gobierno de las mayorías parlamentarias significa el abandono de todos los asuntos del país a los que forman las mayorías en la Cámara y en los comicios a los que no tienen opinión.
    La unión postal internacional, las uniones de ferrocarriles, las sociedades sabias, dan el ejemplo de soluciones halladas por el libre acuerdo, en vez de por la ley. Cuando grupos diseminados por el mundo quieren llegar hoy a organizarse para un fin cualquiera, no nombran un parlamento internacional de diputados para todo y a quienes se les diga: «Votadnos leyes; las obedeceremos». Cuando no se pueden entender directamente o por correspondencia, envían delegados que conozcan la cuestión especial que va a tratarse, y les dicen: «Procurad poneros de acuerdo acerca de tal asunto, y volved luego no con una ley en el bolsillo, sino con una proposición de acuerdo, que aceptaremos o no aceptaremos». Así es como obran las grandes sociedades industriales y científicas, las asociaciones de todas clases, que hay en gran número en Europa y en los Estados Unidos. Y así deberá obrar la sociedad libertada. Para realizar la expropiación, le será absolutamente imposible organizarse bajo el principio de la representación parlamentaria. Una sociedad fundada en la servidumbre podrá conformarse con la monarquía absoluta; una sociedad basada en el salario y en la explotación de las masas por los detentadores del capital, se acomoda con el parlamentarismo. Pero una sociedad libre que vuelva a entrar en posesión de la herencia común, tendrá que buscar en el libre agrupamiento y en la libre federación de los grupos una organización nueva que convenga a la nueva fase económica de la historia.

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    Mensaje por Andres.alcala Lun Mayo 09, 2011 10:25 pm

    Si de verdad nosotros los comunistas entendemos el marxismo y el comunismo en un sentido común y natural no merece la pena darle vueltas a la mezcla de anarco-comunismo, entendemos que el ser humano en la prehistoria ha vivido el comunismo primitivo.

    :urss:
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    Mensaje por Boqueron Lun Mayo 09, 2011 10:27 pm

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    Mensaje por DeGaulle Vie Jun 17, 2011 9:05 pm

    A día de hoy, sin Estado, no hay nada.

    ¿anarquismo? es la utopía.

    Del capitalismo se ha de pasar al SOCIALISMO (pero al de verdad), de ahí al COMUNISMO, y, de éste, al ANARQUISMO con el tiempo.


    ACELERAR el proceso social es un ERROR.
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    Mensaje por DP9M Vie Jun 17, 2011 9:54 pm

    Anarquismo ???? Shocked

    Los anarquistas no creen en la necesidad del socialismo como paso intermedio, son una ideologia pequñoburguesa de marcado idealismo y individualismo , que en poco difiere con la mentalidad Burguesa.

    El socialismo reinvindica el comunismo como paso siguiente, después de este, después de la disolución paulatina del estado en el socialismo mediante la continua y progresiva horizontalización de los poderes del estado.

    Que yo sepa, no se puede usar "anarquismo" en el mismo sitio donde se usa "comunismo", pese a que el fin sea el mismo, los medios no lo son , y tampoco el entendimiento de la realidad, asi que no se puede usar el termino que reinvindica el fracaso social ante la lucha contra el Imperialismo con la lucha cientifica para dar el empujón evolutivo a la sociedad humana en la historia y sacarla de la prehistoria. Asi es como se obtendrán sociedades evolutivamente aptas, respetuosas entre ellas y con el medio en el que viven , solo así se podrá sacar a la especie de la extinción a la que lleva el desastre del capitalismo.

    Desde luego, el anarquismo no es algo que pueda usarse terminologicamente en alguno de estos procesos por que ya de por si , es irrealizable.
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    Mensaje por Camarrrrada Vie Jun 17, 2011 10:21 pm

    Anarquismo

    (del griego a1narcía, sin autoridad, sin poder). Corriente político-social pequeño burguesa, hostil a todo poder, incluido el de la dictadura del proletariado; contrapone los intereses de la pequeña propiedad privada y la pequeña economía campesina al progreso de la sociedad apoyado en la gran producción. La base filosófica del anarquismo es el individualismo, el subjetivismo, el voluntarismo. La aparición del anarquismo está unida a los nombres de Schmidt (Stirner), Proudhon y Bakunin, cuyas teorías utópicas fueron sometidas a crítica en los trabajos de Marx y Engels. En el siglo XIX, el anarquismo se extendió por Francia, Italia y España. El anarquismo no va más allá de las frases generales contra [14] la explotación, no comprende cuáles son las causas de esta última, ni la lucha de clases como fuerza creadora para la realización del socialismo. La negación anarquista de la lucha política contribuye objetivamente a que la dase obrera se subordine a la política burguesa. Lo más esencial en la lucha contra el anarquismo radica en el problema de cómo debe proceder la revolución frente al Estado y en el problema del Estado en general. Los anarquistas propugnan el aniquilamiento inmediato del Estado, no reconocen que sea posible aprovechar el Estado burgués para preparar al proletariado con vistas a la revolución. Después de 1917, el anarquismo en Rusia se convirtió en una tendencia contrarrevolucionaria. Actualmente, goza de cierta influencia en España, Italia y América Latina.

    Estado socialista

    Estado de la sociedad socialista, parte política de la superestructura sobre la base económica del socialismo. El Estado socialista es un nuevo tipo de Estado que adviene en sustitución del Estado burgués y como resultado de la revolución socialista. El proceso de formación de la superestructura socialista ocurre en el transcurso de todo el período de transición del capitalismo al socialismo. El Estado del período de transición es la dictadura del proletariado. Es socialista por sus fines y objetivos, pues sirve de medio para la construcción del socialismo. A medida que la sociedad socialista se desarrolla, cambian las funciones del Estado socialista; liquidadas las clases explotadoras, desaparece la función de aplastar su resistencia y se desarrollan en todos los aspectos las funciones principales del Estado socialista: las concernientes a la organización económica y a la educación y cultura. Al constituirse el sistema socialista mundial, el Estado socialista, junto a las funciones de luchar por la paz y defender el país, asume una nueva función exterior, la de desarrollar la colaboración fraternal con los países socialistas. Con la victoria completa y definitiva del socialismo, al entrar la sociedad en el período de la construcción del comunismo, en todo el frente, el Estado de la [154] dictadura del proletariado, se transforma en Estado de todo el pueblo, órgano de expresión de la voluntad del pueblo entero. El Estado socialista es un instrumento para consolidar el socialismo y transformar gradualmente la sociedad socialista en comunista. La extinción del Estado significa que todas las instituciones del Estado socialista y toda la organización política de la sociedad socialista se van convirtiendo gradualmente en autogestión social comunista. Para que el Estado se extinga por completo, es necesario establecer una sociedad comunista desarrollada en el interior del país y llegar, también, a la victoria y a la consolidación del socialismo en el plano internacional.

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    Mensaje por BtaComunistaZ7 Miér Ago 03, 2011 2:18 am

    Ummm juepucha mucha informacion, pero en conclusión no hay un comunismo "bien puesto" sin revolucion y no hay revolución sin anarquismo. Yo opino que esta sería en parte una mezcla perfecta.
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    Mensaje por contrafalacia Jue Ago 11, 2011 7:05 pm

    saludos a todos los camaradas, este es un debate muy interesante y ingrese a este foro para aprender y leer distintas opiniones acerca de este y otros temas que considero necesario. En lo particular creo que en la situacion actual del mundo dominado por el imperialismo fase superior del capitalismo, es necesaria la union entre estas 2 posturas ideologicas y quizas otras mas, para acabar con el imperialismo y pienso que ambas coinciden en varios puntos, partiendo de alli es posible coincidir en muchos mas, y hacer una gran revolucion por la humanidad, por que al fin y al cabo ambas corrientes son humanistas, buscan el bienestar social y la igualdad entre todos los seres humanos.

    Pero si partimos desde las contradicciones historicas, y las represion que ha tenido una hacia otra jamas sera posible.

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    Mensaje por Camarrrrada Jue Ago 11, 2011 7:17 pm

    contrafalacia escribió:saludos a todos los camaradas, este es un debate muy interesante y ingrese a este foro para aprender y leer distintas opiniones acerca de este y otros temas que considero necesario. En lo particular creo que en la situacion actual del mundo dominado por el imperialismo fase superior del capitalismo, es necesaria la union entre estas 2 posturas ideologicas y quizas otras mas, para acabar con el imperialismo y pienso que ambas coinciden en varios puntos, partiendo de alli es posible coincidir en muchos mas, y hacer una gran revolucion por la humanidad, por que al fin y al cabo ambas corrientes son humanistas, buscan el bienestar social y la igualdad entre todos los seres humanos.

    Pero si partimos desde las contradicciones historicas, y las represion que ha tenido una hacia otra jamas sera posible.

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    Una alianza táctica con el anarquismo, que no es más que una degeneración pequeñoburguesa del movimiento obrero que jamás podrá llevar a término una revolución social, dudo mucho que llegue a ser necesaria. El anarquismo es tan pernicioso para el movimiento obrero como el fascismo.
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    Mensaje por contrafalacia Jue Ago 11, 2011 8:30 pm

    y porque seria una desviacion pequeño burguesa. ¿no te entiendo?

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