No se puede hacer una evaluación de la tortura en abstracto, como no se puede tomar una posición ante la violencia política basado en principios abstractos o generales. Se llega a afirmar que la tortura como parte de la violencia política está contra los principios comunistas. ¿Cuáles son esos principios comunistas?
Para empezar, Lenin establecía una particularidad, no hablaba de comunistas sino de marxistas. Sostenía que aquello que diferenciaba a los marxistas de otros “comunistas”, particularmente los anarquistas, era la dictadura del proletariado. Tenemos el mismo objetivo, pero nuestros principios son distintos. En una sociedad de clases, no se puede hablar de democracia, dictadura, violencia, ética, bueno o malo, sin tomar en cuenta la lucha de clases en la sociedad. Eso es asumir una posición burguesa. Y peor aún es hablar de democracia, ética, violencia, sin tomar como referencia la lucha revolucionaria de la clase obrera, su lucha por conquistar el poder, por establecer la dictadura del proletariado, su lucha por fortalecerla y su lucha por acabar con la sociedad clasista.
Así por ejemplo: en una sociedad burguesa, los marxistas estamos contra la pena de muerte, y no por cuestiones morales; en una sociedad socialista, nos reservamos el derecho de ejercerla. El ejercicio de la violencia por parte de la clase obrera y su partido no es una cuestión de ética o moral es una cuestión política. Solo los fariseos burgueses que tienen el control y el derecho de la aplicación de la violencia, utilizan argumentos éticos y morales, “principios” generales y abstractos, para negar a los oprimidos cualquier intento de ejercer su propia violencia revolucionaria. Las bagatelas éticas y morales que ahora se argumentan no van a cambiar la posición cuasi-monopólica de la burguesía sobre el ejercicio de la violencia, en cualquiera de sus expresiones, pero pretenden objetivamente limitar, restringir, si no negar, la violencia revolucionaria de la clase obrera y las masas populares, bajo argumentos de “humanismo”, “superioridad moral”, “principios” y demás jeremiadas.
Solo desde una posición burguesa se puede afirmar:
Jordi escribió:“los partidos de la tercera internacional han torturado, han asesinado, han robado y han explotado y sometido a la población a semi-esclavitud.” (mensaje nº 101)
Dejando de lado la afirmación sobre los partidos de la III Internacional, es clara la confusión que el ciudadano Jordi tiene del fenómeno de la violencia, cuando equipara asesinato, tortura y robo, es decir, diversas manifestaciones de la violencia con explotación. Las utiliza todo el tiempo como similares. La violencia de la que hablamos –incluyendo el asesinato, la tortura y el robo–, en la sociedad de clases, es política; la explotación pertenece al ámbito económico.
Jordi escribió:El principio ideológico de no explotar a otro ser humano ¿parte de una moral universal, eterna, inmutable, e idealista? O ¿explotar es moralmente aceptado según quien lo plantea y el momento en que lo plantea? (mensaje nº 95)
¿Existe el principio ideológico de explotar o no explotar? ¿Dónde? ¿La explotación es una cuestión de ideología? ¿La explotación es un problema moral? Marx y Engels se la pasaron explicando la naturaleza de la explotación del hombre por el hombre en sus escritos, creando el materialismo histórico… y ahora resulta que todo fue en vano porque éste era un problema ideológico o un problema moral, según nos dice nuestro “comunista”.
Se podría decir que lo anterior fue un “desliz” de nuestro filósofo, pero no. Sólo desde una posición idealista se puede decir:
Jordi escribió:“para dar satisfacción a las sensaciones y emociones [los hombres] han creado la ideología, como forma de organizar y cohesionar los grupos sociales.” (mensaje nº 101)
Jordi escribió:“La ideología ordena las relaciones de los diferentes individuos entre sí, dentro del grupo social, las relaciones con la naturaleza y las relaciones entre los diferentes grupos sociales”. (mensaje nº 101)
El materialismo histórico nos dice que “el modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política
y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”. Jordi nos dice lo contrario. Marx puso de cabeza Hegel para fundar la dialéctica materialista, Jordi ha puesto de cabeza a Marx para que regresemos al idealismo. Errores teóricos imperdonables para un supuesto marxista. Haría bien en seguir los consejos y leer (¿por primera vez, quizá?) el “Anti-Duhring”. O podría empezar su formación con el folletín de Martha Harnecker, “Explotados y explotadores”.
Por otro lado, Lenin, por ejemplo, no tuvo ningún prejuicio para defender, contra los pequeñoburgueses, la pena de muerte durante el poder soviético; tampoco tuvo prejuicios burgueses para aplicar el terror rojo contra los enemigos de la revolución. Las condiciones históricas y políticas pueden determinar la amplitud y la particularidad del ejercicio de la violencia. Pero no se puede negar por cuestión de ética, en base de prejuicios burgueses, la aplicación de la violencia en cualquiera de sus formas por parte de la revolución. En la historia de las revoluciones, se han dado excesos, algunos censurables, no por la violencia en sí misma sino porque perjudicaron de una u otra forma la posición del proletariado y la revolución. Mao decía muy bien que la revolución no es ofrecer un banquete, ni pintar un cuadro o hacer un bordado…
Los marxistas son superiores a la burguesía y sus canallas no porque no apliquen la violencia sino porque la aplican contra la minoría explotadora y por acabar con la fuente de la violencia y los opresores. Sí, señor Jordi, para acabar con la violencia hay que usar la violencia. Esto no es nuevo y es marxista. Pero concretemos, pongamos apellido a los conceptos: para acabar con la violencia reaccionaria de la minoría de opresores hay que utilizar la violencia revolucionaria de la mayoría de los oprimidos. Ese es el punto de vista marxista. Entonces, visto así, ¿la tortura es repudiable, por principio?