Grecia y el Eurogrupo han llegado a un acuerdo para comenzar a negociar el tercer rescate al primero. Dicho rescate podría superar los 84.000 millones de euros. Para que se lleve a cabo, el BCE debe facilitar ayuda de emergencia a los bancos griegos para que estos no se hundan, provocando la salida de Grecia del euro.
A cambio, el gobierno de Syriza, que ya ha traspasado todas las líneas rojas de su programa habidas y por haber, se compromete a aprobar antes de este miércoles 15 de Julio la reforma del IVA, que castigará de manera especial a las clases trabajadoras en su ya exigua capacidad adquisitiva, aumentar la edad de jubilación, acabar con las ayudas a las pensiones más bajas y a realizar la transposición de la directiva de rescates bancarios. Esto para ir abriendo boca.
Junto a ello, otros dos paquetes de medidas cada cuál más draconiano.
En el primero de ellos, Grecia debe comprometerse con un calendario de medidas que compensen el "fuerte deterioro económico y fiscal del país durante el último año". Dentro de dichas medidas se incluyen la reforma completa de las pensiones, la de los mercados de productos, la privatización de las eléctricas, la reforma laboral y la del sector financiero.
En el segundo paquete se exige ampliar el programa de privatizaciones (puerto de El Pireo, los aeropuertos del país, autopistas, empresas de aguas, correos, empresas gasistas, red ferroviaria,...) ; una reforma de la administración pública, una "normalización” de la supervisión que la troika realiza en Atenas y el compromiso de consultar con las instituciones cualquier borrador legislativo relevante para el programa antes de someterlo a consulta pública o enviarlo al parlamento. Ello significa la más absoluta pérdida de la soberanía económica y política griegas.
Para más recochineo el FMI, auténtico sepulturero de economías y soberanías nacionales, estará presente como controlador de dicho rescate.
Pero si esto no fuera bastante, Grecia deberá poner sobre la mesa como aval un fondo de activos para su privatización por valor de 50.000 millones de euros. A cambio de este monto de privatizaciones, Alemania, que es la que manda, ha aceptado que se preste a los helenos 35.000 millones de euros.
Por supuesto, todo ello sin quita alguna.
Ojalá, puestos a entregar al sacrificio a la clase trabajadora y a los sectores populares griegos el referéndum del gobierno de Syriza hubiera quedado en una libra de carne pero ni una gota de su sangre, ¿verdad? Pero, como tantas veces, en las que el poder del capital echa un pulso a los campeones de la “antiausteridad”, los desheredados de fortuna de sus países acaban perdiendo algo más que “una libra de carne”.
Quizá la respuesta a lo anterior tenga que ver con el grado de madurez de los pueblos y los explotados dentro de ellos, que en situaciones de graves crisis económicas y sociales tienden a elegir las opciones -quien piense que hablo en términos meramente electorales es porque tiene una urna, vacía, por cabeza- que admiten brutalidad pero esperan que ella se produzca sin exceso de saña.
Cuando la elección se sitúa en lo que el viejo chiste español resume como susto o muerte, casi siempre es la segunda opción la que se impone, sobre todo si se aceptó el susto como mal menor.
¿Alguien recuerda cuando Syriza decía NO a la OTAN? ¿Cuándo decía aquello de NO al pago de la deuda? Venga, cuéntanoslo, Eric Toussaint, tú, que decías, como algunos seguimos diciendo, para escarnio de vuestras permanentes y crecientes rebajas reformistas, NO AL PAGO DE LA DEUDA.
¿Alguien recuerda cuando, antes de las elecciones municipales griegas, Alexis Tsipras se reunió con los principales embajadores de países de la UE para decirles que Grecia sería un fiel cumplidor de sus compromisos con sus aliados?
¿Alguien tiene el gusto de recordar cuando Syriza y Tsipras pasaron de aquellas promesas a la aceptación, no de quitas sobre la deuda, sino a la petición de reestructuración de la misma, que ya no es quita, sino ruego de ampliación de plazos.
Desde el principio, las negociaciones del Gobierno griego con sus “socios” europeos, el FMI y el BCE no ha sido otra cosa que una impostura desde los dos lados, un juego de representaciones, llamado por el cesado por Tsipras, que no dimitido Varoufakis, “postureo”. Habría que preguntarse porqué Tsipras, justo antes de referéndum en el que ocultaron lo que le iban a hacer a la clase trabajadora de ese país, relegó al calvo en su negociación con la UE. La claudicación de los “radicales” de Syriza estaba cantada desde hace muchos meses, cosa que la degenerada “izquierda reformista” española y europea se negaba a admitir porque se hubiera quedado sin nave capitana. ¡Menuda nave!
Posteriormente el “Minister no more” en el twitter de Varoufakis lo dice todo. Ha sido el propio Tsipras quién invitó ha al marxista “errático” a darse el piro porque no era del gusto de sus socios.
En cualquier caso, a Varofakis lo hará bueno Euclides Tsakalotos. Éste es un economista ya “centrado” que invirtió en el pasado una parte de su capital en cosillas como JP Morgan y Black Rock.
No les voy a explicar a los canallas ni a los imbéciles que se puede ser de "izquierda" y traicionar a tu clase. Hasta los mentalmente menos habilitados irán viendo hasta qué punto venden a la clase trabajadora los “empoderadores” y “salvaciudadanos” al capital al que sirven con cada vez menos disimulo.
Y ahora de lo que se trata es de retratarse, de dar la cara y de que todos sepamos hasta que punto es coherente el discurso del no pero sí, del don “dieguismo”, del un paso adelante y dos atrás, de la claudicación envuelta en falsa dignidad para, finalmente, quedar al descubierto las contradicciones más indecentes del oportunismo reformista en su viaje a ninguna parte.
En tiempos de caos, tener conciencia de ser clase trabajadora, de izquierdas, partidarios de decir no al abuso de la Unión Europea del capital y de los demonios que nos acechan, supone aceptar la posibilidad de que Europa esté muriendo, rechazar no sólo su moneda sino a la propia UE y atreverse a pensar y a trabajar por escenarios realmente distintos al devastador paisaje que hoy se impone a nuestros ojos.
En diversas ocasiones he afirmado que Tsipras y Syriza traicionarían a la clase trabajadora griega
Algunas reflexiones de urgencia tras el éxito electoral de Syriza
Syriza y Podemos por la misma senda de la renuncia permanente
No les gustaron esas previsiones ni a los podemitas ni a la izquierda socialdemócrata llamada IU-PCE ¿Cómo iba a gustarles, si estos tratantes en venta de burras viejas, basan su programa en intentar hacernos creer que en política querer es poder, intentando que no veamos más allá de la cortedad de sus mentiras que ocultan la real naturaleza sistémica en la que esconden sus discursos “antiausteridad”? Para ellos, “otro capitalismo es posible” porque, en realidad, no aspiran a otra cosa que a ser suecos o daneses. Lo de la revolución islandesa 15Mema ya no les sirve porque hicieron el ridículo más espantoso defendiendo aquel fiasco que devolvió, tras un breve paréntesis, a la derecha al gobierno. Hoy con volver a la época precrisis, sus ciudadanos se dan por más que satisfechos, como los partidos “progres” españoles y sus votantes.
La realidad ha sobrepasado, una vez más, mis análisis más pesimistas sobre lo que habría de traernos la llamada “Coalición de la “Izquierda Radical” Griega”.
No voy a detallar punto por punto el conjunto de medidas de la Troika (sigue existiendo, señores, porque aunque le cambien el nombre, sus tres componentes operan con la misma fiereza que ayer) aceptadas por Alexis Tsipras y su gobierno. Para eso tienen ustedes los periódicos.
Pero quédense con esto: Grecia, tras el acuerdo con el Eurogrupo, sólo ha logrado un balón de oxígeno por dos meses y con la eventualidad de que puede ser expulsado del euro, algo que no decidirán los griegos ni Syriza sino sus enemigos de la UE, lo que debilita aún más la claudicante y genuflexa posición de Tsipras y del gobierno heleno.
Sería de agradecer que algún "syrizo" nos explique para qué sirve que los que algunos llaman "los nuestros" -los míos no- sodomicen con entusiasmo digno de la derecha oficial más darwiniana a la clase trabajadora y entreguen el país al capital internacional y cuál es la diferencia de que lo haya hecho Nueva Democracia, el PASOK o Syriza, salvo en que los dos primeros nunca se atrevieron a tanto.
Yo sí que veo una "utilidad" en que estas curas de caballo, que matan al equino, las aplique la socialdemocracia y no la derecha o los social-liberales; una utilidad, por supuesto, para el capital: desmoraliza, derrota y desmoviliza a la clase trabajadora como ningún otro partido, a cambio de nada.
Dice IU que lo que le ha ocurrido al gobierno de Syriza ha sido un "chantaje" insoportable y añade Podemos -estos son ya de traca- que las presiones contra Syriza son para impedir que en las próximas elecciones lleguen ellos al gobierno. ¿Son los dirigentes de ambos partidos españoles idiotas o son idiotas? ¿Acaso ignoraban los de IU que la naturaleza del capitalismo y de sus instituciones es la de que nadie se salga de su campo de juego? ¿No tendrían que revisar qué tipo de política hay que hacer para no plegarse a esos chantajes? En cuanto a los de Podemos, ¿son incapacitados mentales para entender que la cuestión no tiene que ver con los partidos concretos que aceptan el juego institucional sino con el hecho de que quienes controlan las instituciones europeas, así como el FMI, intentan impedir una dinámica de derrumbe de la UE y que se abra paso el NO al pago de la deuda, dos cosas que las veletas, convertidas en ventilador veraniego, de Syriza y de Podemos no se plantean ya?
La gran paradoja de nuestra “socialdemocracia europea realmente existente” -la ex comunista, aunque pueda conservar el nombre, y esa mutación reaccionaria “empoderadora de la gente”- es que son incapaces de asumir varias de sus contradicciones políticas:
La aceptación de las reglas de juego capitalistas y de sus instituciones burguesas impiden cualquier intento de resistencia a las políticas capitalistas -lo de “neoliberales” es sólo el término vergonzante que utilizan dichas “izquierdas” para no cuestionar su amado sistema económico- Sólo es posible luchar contra una política de recortes, privatizaciones y fin de los derechos de la clase trabajadora abandonando el sueño de regreso al Estado del Bienestar y violando las reglas de la legalidad burguesa.
La dinámica que han abierto quienes dirigen con mano de hierro la UE plantea como destino final e inevitable el fin de esta misma y de su moneda única para los países del Eurogrupo. Rechazar la permanencia en el euro y en la Unión Europea es una exigencia política para cualquier opción que realmente pretenda ser hoy de izquierdas y defender a la clase trabajadora. Ello exige pensar y poner en pie una alternativa de solidaridad europea entre las clases trabajadoras europeas que se articule sobre una nueva Internacional y sus organizaciones. De no hacerse desde la izquierda, que deberá romper con toda la morralla reformista excomunista, en unos casos, e involucionista y prefascista en otros, la respuesta vendrá desde los euroescépticos de la extrema derecha europea y tendrá una orientación y una evolución política bien distintas.
Pretender recuperar los derechos arrebatados a la clase trabajadora y, al menos, restañar en parte los daños sociales causados por las políticas anticrisis sin abrir una vía de destrucción del capitalismo es inútil y cínico o ingenuo. El capitalismo hace mucho tiempo que cerró el campo a las opciones reformistas, al menos en sus países centrales. Que en España sea aún difícil de aceptar este hecho tiene que ver con que su raquítico Estado del Bienestar estaba aún creándose cuando ya se iniciaba su desmonte en Europa a partir de los años 80 del pasado siglo. Si los PPSS europeos abandonaron con Blair y Mitterrand la socialdemocracia y pasaron a ser social-liberales no es sólo por su traición sino porque ya no había terreno para el avance de las ideas reformistas dentro de sociedades que caminaban hacia estructuras económicas cada vez más “liberadas” de la capacidad de intervención y control públicos. Lo comprendió bien Margaret Thatcher cuando, tras perder las elecciones en 1997, dijo aquello de “No importa, ya hemos ganado. La oposición es como nosotros”. En esencia, la misma basura capitalista. El capitalismo reabsorbe y anula todo lo que sabe que puede integrar, mediante el pacto social, cuando lo necesita, tolerándolo cuando lo percibe inofensivo. Lo único que no puede asimilar es lo que ha nacido para destruirlo, cuya estrategia está destinada a tal fin y cuyas bases sociales se constituyen en sus futuros sepultureros. Podrá prohibirlo, reprimirlo o tratar de descalificarlo pero siempre lo temerá porque sabe que con ese enemigo no hay transacción posible.
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