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    Artículo del PCOE: La falsa polémica Stalin-Trotski y los intereses del imperialismo

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    Mensaje por AsturcOn Miér Abr 13, 2011 5:42 pm

    Erazmo escribió:Señorita Ereshkigal, en post Nº17 de este hilo dí la opinión del título y motivo conductor de este hilo, por tanto no eludí nada.


    Reitero no soy trotskista, soy socialista científico, y precisamente así me considero para no ser parte de un "alineamiento" trás un humano o humanos en especial, sino trás una idea sostenida por humanos de hoy y de hace tres mil años. porque la idea de justicia (el valor más importante) ha sido sostenido por humanos en todo tiempo y lugar.

    Nunca he escrito algo peyorativo de Stalin ni lo he denigrado con bajezas, creeís que AsturcOn no habría detectado una infamia que hubiese escrito al respecto.

    Por lástima, bueno quizá el término está mal empleado, lo reconozco y me disculpo por ello, el término correcto es contrariedad y ello porque desde mi fácil posición ver los errores parece fácil, así como un espectador que mira una partida de ajedrez y detecta los errores pero quién pierde no los ve.

    Es desolador ver como ocurrió el desastre de la pérdida de la URSS, Yugoeslavia, Albania y las otras naciones.

    Y creo firmemente que todo fue una conspiración, la falta de educación para formar conciencias no creo haya sido fruto de un descuido, porque era proseguir con el proselitismo que hizo grande al partido bolchevique y no haber continuado la labor fue un hecho inadmisible, inaudito; si fue un error el líder mayor debe asumirlo lo opuesto es una conspiración.


    JMenéndez, sé que aventureros, oportunistas y seres de débiles convicciones siempre habrá, el tema es como lidiar cuando a esos individuos se les cae la careta.

    Por eso hago la comparación de Stalin y Fidel, no para contraponerlos maliciosamente como se pueda pensar, sino para mostrar que el aplomo y la paciencia y la argumentación permanente, majadera si se quiere, es mejor que el pelotón de fusileros.

    Sin pretender jugar al adivino, creo que a la URSS y al camarada Stalin le habría ido mejor habiendo aplicado más aplomo, ahí donde fallaron los nervios.

    Y lo que hago es debatir, creo que con altura de miras, sí estoy equivocado lo reconozco y no pasa nada, al foro también ingrese para aprender.


    Saludos Revolucionarios

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    Mensaje por Ereshkigal Miér Abr 13, 2011 6:23 pm

    AsturcOn escribió:
    Erazmo escribió:Señorita Ereshkigal, en post Nº17 de este hilo dí la opinión del título y motivo conductor de este hilo, por tanto no eludí nada.


    Reitero no soy trotskista, soy socialista científico, y precisamente así me considero para no ser parte de un "alineamiento" trás un humano o humanos en especial, sino trás una idea sostenida por humanos de hoy y de hace tres mil años. porque la idea de justicia (el valor más importante) ha sido sostenido por humanos en todo tiempo y lugar.

    Nunca he escrito algo peyorativo de Stalin ni lo he denigrado con bajezas, creeís que AsturcOn no habría detectado una infamia que hubiese escrito al respecto.

    Por lástima, bueno quizá el término está mal empleado, lo reconozco y me disculpo por ello, el término correcto es contrariedad y ello porque desde mi fácil posición ver los errores parece fácil, así como un espectador que mira una partida de ajedrez y detecta los errores pero quién pierde no los ve.

    Es desolador ver como ocurrió el desastre de la pérdida de la URSS, Yugoeslavia, Albania y las otras naciones.

    Y creo firmemente que todo fue una conspiración, la falta de educación para formar conciencias no creo haya sido fruto de un descuido, porque era proseguir con el proselitismo que hizo grande al partido bolchevique y no haber continuado la labor fue un hecho inadmisible, inaudito; si fue un error el líder mayor debe asumirlo lo opuesto es una conspiración.


    JMenéndez, sé que aventureros, oportunistas y seres de débiles convicciones siempre habrá, el tema es como lidiar cuando a esos individuos se les cae la careta.

    Por eso hago la comparación de Stalin y Fidel, no para contraponerlos maliciosamente como se pueda pensar, sino para mostrar que el aplomo y la paciencia y la argumentación permanente, majadera si se quiere, es mejor que el pelotón de fusileros.

    Sin pretender jugar al adivino, creo que a la URSS y al camarada Stalin le habría ido mejor habiendo aplicado más aplomo, ahí donde fallaron los nervios.

    Y lo que hago es debatir, creo que con altura de miras, sí estoy equivocado lo reconozco y no pasa nada, al foro también ingrese para aprender.


    Saludos Revolucionarios

    Erazmo, se te ha rallao el disco. Laughing

    Desde luego, Erazmo, usted sigue sin comprender nada, yo poco sé de conspiraciones así que ahí no le puedo afirmar ni negar nada. Pero sí sé que en muy poco tiempo Rusia pasó de ser una sociedad atrasada y feudal a ser la segunda potencia mundial y vencer a los alemanes en la segunda guerra mundial. Si no recuerdo mal hay un tema con los éxitos de la Unión Soviética: nunca, en tan poco tiempo, se hizo tanto por la humanidad. Le recuerdo que la servidumbre, una práctica medieval, no fue abolida en Rusia hasta 1861. ¿Pretende que hicieran un milagro? Los seres humanos somos animales de costumbres, hay un sustrato cultural que no es tan fácil eliminar o, mejor dicho, cambiar. Así que no venga hablando ahora de la falta de creación de conciencias revolucionarias porque si no me equivoco lo que usted quiere explicar con eso es que los soviéticos permanecieran pasivos contra el revisionismo.

    Y a mí, sólo es una opinión personal, aunque no niego que haya que formar cuadros ni crear conciencias sigo diciendo que hay que analizar los hechos en su contexto. Nadie dice que no haya que señalar los errores que cometieron pero es muy fácil juzgar la historia desde la lejanía que da el tiempo. En fin, deduzco que se refiere a Stalin cuando hacer referencia al líder y que debe asumir los supuestos errores que usted le imputa: ¿cuál era el más importante para usted, señorito Erazmo? ¿El que no se "opusiera" al culto de la personalidad ideado por Jruschov y compañía? ¿El no haber creado conciencias? ¿Qué?

    Espero que el camarada AsturcOn (que por cierto, le sienta mucho mejor su nuevo avatar Wink )tenga cosas mejores que hacer en este foro que detectar sus mensajes antiestalinistas.
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    Mensaje por proleinternacionalista Miér Abr 13, 2011 9:00 pm





    El debate económico y la lucha por los principios en el Partido bolchevique desde 1923 hasta 1928


    Las contradicciones explosivas de la economía y de la sociedad rusa sometidas al criminal bloqueo de la burguesía mundial no podían dejar de reflejarse en la vida interna del partido. A cada crisis económica (1923 primero, después 1925 y 1927 y 1928) corresponde una crisis en el partido. La lucha es muy viva en cada fase y no resulta siempre fácil distinguir las divergencias que atañen a los mismos principios de las que sólo poseen una significación secundaria. Hasta 1928 la lucha parece circunscrita entre una derecha liberal, cuyo teórico es Bujarin y una izquierda dirigista cuyos teóricos son Trotsky y Preobrazensky, entre las cuales anda un centro representado por Stalin. Desde 1925, esta izquierda y esta derecha no solamente se oponen en las cuestiones de la política económica práctica, sino en una cuestión de principio, la cuestión de la posibilidad o no del socialismo en un solo país, de la cual depende de hecho toda la orientación del partido, y por lo tanto del Estado ruso, en la lucha de clase internacional y (en la medida en que la sección rusa ejerce una influencia preponderante en la Internacional) del mismo modo en la orientación completa de ésta última.

    Hasta 1928, la derecha liberal se encuentra en el terreno de los partidarios del «socialismo en un solo país» mientras que los dirigistas se encuentran en el terreno internacionalista, puede parecer que la misma frontera de clase que separa el nacional-socialismo y el internacionalismo separa igualmente el dirigismo de Preobrazensky-Trotsky del liberalismo bujarinista. Los militantes rusos están de tal forma penetrados por esta falsa convicción que mientras Stalin lleva a cabo su «giro a la izquierda» de 1928 en política económica práctica, sin renunciar, muy por el contrario, a su nacional-comunismo a nivel de principios, el desconcierto será tal entre aquellos que habían creído reconocer en el liberalismo bujarinista el principal peligro y el oportunismo antiproletario por excelencia, que la mayoría de los militantes de la oposición unificada se unieron a los estalinistas llegado el momento, Preobrazensky el primero, y será Stalin quien aplique a fondo su programa. Pero también es necesario decir en honor a Trotsky que él no capitulará.

    La crisis de 1923 es, a diferencia de la de 1928, una «crisis de crecimiento». Se asiste a un renacimiento de las ciudades y de la producción industrial, que todavía no representa más que un cuarto de lo que era en 1913, pero que no obstante ha aumentado un 46% en relación al pasado año. En este aumento, la parte de la industria estatal es muy inferior a la del artesanado y a la de las empresas privadas que dominan en la industria ligera y que son empresas arrendadas por el Estado obrero a particulares, pues aquel es incapaz de gestionar todo lo que ha sido nacionalizado. La consecuencia de esto es el atraso de la industria pesada que ha permanecido en manos del Estado y ha sido organizada por empresas que funcionan en relación al mercado de materias primas, del trabajo y de los productos como empresas aisladas con su balance propio y obteniendo un beneficio, es decir, como empresas organizadas de manera capitalista, con la diferencia respecto al sector privado de que sus beneficios van a parar al Estado obrero, el cual dispone de esta manera de unos ingresos económicos que puede, teóricamente al menos, utilizar en objetivos de clase, lo cual explica que los bolcheviques las designen como «empresas socialistas» a pesar de sus características económicas.

    El reforzamiento de la industria privada en régimen de arrendamiento con relación a la industria estatal no debe considerar como un reforzamiento del capitalismo en relación a un socialismo inexistente, a pesar de la ambigua terminología de los comunistas rusos; pero esto no era menos peligroso, en la medida en que marcaba la extensión de un sector económico incontrolable en relación al único susceptible de algún control.

    Dicho esto, tanto el sector privado como el estatal se encuentran situados, debido al aumento de los precios industriales, ante la necesidad de una reducción de sus gastos generales, lo cual se traduce en el cierre de las empresas poco rentables con objeto de reorganizarlas y por una congelación salarial. De 500.000 parados a finales de 1922 se pasa a 1.250.000 en verano de 1923, mientras que «industriales rojos» y directivos de la industria estatal ejercen sobre los obreros una presión tal para aumentar su esfuerzo productivo que los sindicatos se inquietan.

    Comparada con la curva de los precios agrícolas que se quedan en un 50% de su nivel de antes de la guerra, la subida de los precios industriales que alcanzan un 180% y un 190% del nivel prebélico, define lo que Trotsky denuncia en el XII Congreso del partido como la «crisis de las tijeras», amenaza directa al desarrollo de la agricultura, en la medida en que arrebata a los campesinos una parte del fruto de su trabajo, y por lo tanto amenaza la alianza política entre la clase obrera y campesinado. Para conseguir que las «tijeras» se cierren, Trotsky propone una corrección de la NEP mediante una ayuda a la industria y una planificación destinada a favorecer el desarrollo de la industria pesada. La mayoría de la dirección política cree por el contrario que hay que mantener la NEP integralmente, es decir, la política de conciliación con los campesinos, recurriendo a una bajada autoritaria de los precios industriales por una parte y a una disminución de las cargas fiscales de los campesinos por otra. No prevé más que un crecimiento de las exportaciones para mejorar el equipamiento de la industria, posponiendo el desarrollo de la industria pesada.

    De hecho, en el XII Congreso no se da todavía un conflicto en el partido bolchevique sobre la cuestión económica. No es la adopción del status quo en esta materia la que va a empujar a Trotsky a la oposición. Es la cuestión igualmente crucial de la amenaza de degeneración del partido que tanto Bujarin, futuro «derechista» en materia económica, como Preobrazensky y tantos otros, considerados a este respecto como elementos de izquierda, denuncian desde febrero 1923, tal como hacía Lenin antes de su enfermedad. Este alineamiento de 1923 no es ocasional: todo lo que de sano y vivo queda en el partido se vuelve contra el cuerpo extraño representado por Stalin y sus métodos, al cual se han aliado para su desgracia viejos compañeros de Lenin como Kamenev y Zinoviev. No hay que olvidar que, pese a las luchas intestinas entre «derecha» e «izquierda» y las apariencias provocadas por las debilidades individuales después del gran giro de 1928, se trata del mismo alineamiento del partido marxista contra el nacional-comunismo estalinista que se vuelve a encontrar en la tentativa, desgraciadamente sin futuro, de alianza entre Bujarin y Trotsky después de la «liquidación de la NEP».

    Trotsky entrará en la oposición en octubre 1923 redactando en diciembre el famoso Nuevo Curso que, sin estar dedicado a la política económica, contiene las posiciones que en ausencia de Trotsky, sostendrá la oposición en la XIII Conferencia de enero 1924 por boca de Preobrazansky, chocando con la oposición de los estalinistas (se trata de Molotov y de Mikoyan, que ironizan torpemente acerca de los proyectos de planificación de la industria durante varios años y reprochan a la oposición el querer hacer prevalecer unas concepciones burocráticas en economía y sacrificar al campesinado para desarrollar la industria) y de Kamenev, cuyo origen evidentemente está fuera de la cuestión económica. En Nuevo Curso, como si predijera en ese momento el desencadenamiento de la demagogia que se produciría más tarde, Trotsky comienza recordando que él ha sido el primero en preconizar la NEP para el campo y que unida a esta proposición había

    «otra que concernía a la nueva organización de la industria, proposición mucho menos detallada y mucho mas circunspecta, pero dirigida en general contra el régimen de los glavs que suprimían cualquier coordinación entre la industria y la agricultura». Estos «glavs» eran las direcciones económicas centrales creadas durante el comunismo de guerra y que dirigían autoritariamente la industria estatal en ausencia de todo intercambio y de todo mercado. Fueron disueltos en 1921 al tiempo que se restablecía la libertad de comercio. No se trata por tanto de «subestimar al proletariado», ni de imponer a la industria un retorno al régimen del comunismo de guerra: «la tarea económica capital del presente consiste en establecer entre la industria y la agricultura, y por consiguiente en el interior de la industria, una correlación que permita a la industria desarrollarse con un mínimo de crisis, de choques y de quiebras y que asegure a la industria y al comercio estatales una preponderancia creciente sobre el comercio privado (...) ¿Cuáles son los métodos a seguir para establecer una armonía racional entre la ciudad y el campo? ¿Entre la industria y el comercio? ¿Cuáles son las instituciones llamadas a aplicar éstos métodos? ¿Cuáles son los datos estadísticos concretos que permiten en cada momento establecer los planes y los cálculos económicos? La respuesta a estas cuestiones no estaría predeterminada por una fórmula política general. ¿Estas cuestiones tienen un carácter de principio, de programa? No, pues ni el programa, ni la tradición teórica del partido nos ha unido y no puede unirnos a este respecto, ya que carecemos de la experiencia a partir de la cual, podríamos generalizar ¿Es grande la importancia política de estas cuestiones? Inconmensurable. De su solución depende la suerte de la revolución (...) Es necesario dejar de cuchichear acerca de la subestimación del campesinado. Lo que hay que hacer es rebajar los precios de las mercancías destinadas a los campesinos».

    Lo importante, desde el punto de vista de los principios es que, contrariamente a cuanto tendrá lugar más tarde, cuando se deje llevar por su lucha contra la derecha bujarinista, Trotsky, que ha combatido enérgicamente en Nuevo Curso para defender al partido, reconoce que en política económica no hay principios sobre los cuales apoyarse por una parte, y por la otra, que todas las cuestiones planteadas conciernen a las condiciones de la supervivencia del poder soviético, y no a la transformación socialista de la economía y de la sociedad rusas.

    En lo que respecta a la industrialización, Trotsky insiste sobre el hecho de que «es absurdo afirmar que la cuestión se reduce al comportamiento del desarrollo y que está casi enteramente determinada por el factor de la rapidez», y que en realidad se trata ante todo de la dirección del desarrollo. A este respecto, sus reivindicaciones son de lo mas moderadas: acabar con las improvisaciones, esforzarse por precisar un plan de producción de la industria estatal conforme a las condiciones y recursos materiales, teniendo en cuenta que «es imposible seguir exactamente el avance del mercado campesino y del mercado mundial» y que «los errores de apreciación son inevitables, como consecuencia de la variabilidad de la cosecha». No pretender extraer beneficios de las diferentes ramas de la industria estatal y de los transportes al principio del tercer año de la NEP (en el periodo de preparación del XII Congreso Rykov, futuro representante de la derecha, constatando que el capital de fundación y de rodaje de la industria estatal seguía disminuyendo en 1922-23, creía que en 1923 la industria estatal debía producir beneficios, «esperanza optimista» que Trotsky dijo no compartir), sino limitar las pérdidas sufridas, aunque esto no sucedió durante el segundo año debido a una racionalización de las actividades de la industria del Estado.

    En resumen, actuar de tal forma que se conjure el peligro de una «soldadura» entre la economía campesina anárquica por una parte, y el capital privado que «reinicia el proceso de acumulación primitiva, primero en el terreno comercial, después en el industrial» y tiende así a interponerse entre el Estado obrero y el campesinado, y a conquistar una influencia económica y por lo tanto política sobre este último, síntoma grave de la posibilidad de triunfo de la contrarrevolución.

    Dando una gran importancia a «la buena organización del trabajo de nuestro Gosplan» (plan estatal) para resolver todas las cuestiones de la soldadura no suprimiendo el mercado, sino sobre la base del mercado, Trotsky admite que «la cuestión no depende únicamente del Gosplan y que los factores y condiciones de los cuales depende la marcha de la industria se cuentan por docenas», pero «solamente con un sólido Gosplan (...) será posible apreciar convenientemente esos factores y condiciones y ajustar toda nuestra acción».

    En conclusión, Trotsky desea que el partido se preocupe en primer lugar de la industria y menos de la ayuda estatal para restablecer la agricultura:

    «El Estado obrero debe ayudar a los campesinos mediante el crédito agrícola y la ayuda agronómica de manera que le permita exportar sus productos sobre el mercado mundial. Sin embargo, es principalmente gracias a la industria como se puede influir sobre la agricultura: es necesario proveer al campo de los instrumentos y de las máquinas agrícolas con precios asequibles, abonos artificiales y objetos de uso doméstico en buenas condiciones. Por otra parte, para organizar y desarrollar el crédito agrícola, el Estado necesita elevados fondos destinados a gastos corrientes y, para esto, es preciso que su industria le proporcione beneficios, lo cual es imposible si las partes que la constituyen no están coordinadas racionalmente». Trotsky liga, al igual que Lenin, estas prudentes consideraciones económicas a la cuestión internacional: «Si el peligro contrarrevolucionario surge de ciertas relaciones sociales, esto no quiere decir en lo más mínimo que mediante una política racional no se pueda detener este peligro, aminorarlo, alejarlo, posponerlo. Este alejamiento es capaz a su vez de salvar la revolución asegurando tanto una reanimación económica favorable en el interior, como el contacto con la revolución victoriosa en Europa».

    La única debilidad de la posición de Trotsky reside en el hecho de que, al juzgar que «los kulaks, los intermediarios, los revendedores, los concesionarios» son « mucho más capaces de controlar el aparato del Estado que el mismo partido», parece pensar que, sobre la base de una industria estatal reanimada, pero funcionando en un último análisis a la manera capitalista, el partido podría disputar victoriosamente el aparato del Estado a todas estas capas burguesas y, reclutando nuevas fuerzas en el proletariado sobre la base de los éxitos de la industria estatal, conservar gracias a esto su amenazado carácter proletario. Cuando se pregunta sobre las vías de la contrarrevolución, lo hace sobre las vías políticas que podría tomar si se verificase la hipótesis económica de una victoria del capitalismo privado sobre el capitalismo de Estado. Entonces, «podría haber varias vías: el derrocamiento del partido obrero, su degeneración progresiva, una degeneración parcial acompañada de escisiones y de desórdenes contrarrevolucionarios».

    Cuando cita el peligro que resulta de la fusión del partido y del aparato del Estado y de la penetración de los métodos administrativos en la vida del partido cuyo funcionamiento altera gravemente, señala que en época en la que escribe «este peligro es el mas evidente, el mas directo y la lucha contra los demás peligros debe, en las condiciones actuales, comenzar por la lucha contra el burocratismo», no parece advertir que en caso de desarrollo de la industria estatal, este peligro no disminuiría, sino que aumentaría; por el contrario, concluye diciendo que «la lucha contra el burocratismo del aparato del Estado es una tarea excepcionalmente importante, pero exige mucho tiempo, más ó menos paralelo a nuestras tareas fundamentales: reconstrucción económica y elevación del nivel cultural de las masas». Pero si el coraje del militante que define las dificultades y advierte de los peligros para combatirlos mejor es grande, el carácter insoluble de las contradicciones entre las cuales la defección del proletariado europeo ahoga la revolución rusa no aparece de forma menos cruel en el texto.

    Síntoma alarmante que dice mucho acerca del estado de agotamiento de las fuerzas sanas del partido, sobre todo después de la derrota precedente de Octubre de 1923 en Alemania. Esta derrota provoca el suicidio de viejos militantes, como Lutovimov y Eugenia Bosch, de uno de los secretarios de Trotsky Glatzmann, y de otros muchos militantes de la oposición. Numerosos opositores sufren destierro por defender sus posiciones, lo cual intimida a los menos templados, que deciden ser de ahora en adelante mucho más prudentes.

    En la XII Conferencia de enero 1924, la izquierda, que por boca de Preobrazensky defiende estas tesis económicas, reclamando sobre todo un saneamiento del régimen interno del partido, sufre una total derrota. De hecho, el verdadero objetivo del debate no es en absoluto la cuestión de la política económica, sobre la cual los estalinistas no intervienen mas que para ironizar toscamente y sin gracia, denunciando el peligro de «burocratización» que la planificación haría correr a la URSS (¡!) si se seguía a Trotsky, sino la cuestión del partido, a la cual estaba dedicado el principal informe, el de Stalin. La oposición es acusado de haber lanzado la consigna de «la destrucción del aparato del partido buscando la forma de volver a llevar el centro de gravedad de la lucha contra la burocracia del Estado al mismo partido», siendo condenada como culpable de «un abandono del leninismo que refleja objetivamente la presión ejercida por la pequeña burguesía». No hay por lo tanto una lucha de dos corrientes del partido que defienden una política económica distinta: no se da más que la movilización de fuerzas oscuras (que no van a tardar mucho en descubrir su verdadera naturaleza) no para defender principios, sino contra ciertas personas (Trotsky en primer lugar). La fracción dirigente se impone no por la fuerza de la argumentación, sino por las amenazas de represión y la invocación vacía del nombre de Lenin, cuya enfermedad les anima a asestar esos golpes a las tradiciones del partido que ellos pisotean.

    La victoria de los adversarios de la izquierda en 1923, completada en 1925 con la eliminación de Trotsky del comisariado de guerra y por lo tanto del gobierno, y que aceptó con una perfecta disciplina y sin caer nunca en una polémica personal, evidentemente no podía impedir el estallido de las contradicciones objetivas de la NEP, que, lejos de atenuarse, se agravaban por el desarrollo económico. Así, en 1925 una nueva crisis vuelve a plantear todos los problemas de 1923 y provoca en el partido una nueva polémica, más violenta ya que no sólo afectará a las cuestiones de la política económica práctica, sino a una cuestión de principio y de programa mucho mayor, de la cual depende el destino del poder soviético en tanto que poder proletario, sus relaciones con la lucha proletaria internacional y el sentido en el cual se ejercerá su influencia sobre la Internacional Comunista. Se trata de hecho de dos polémicas con naturalezas bien distintas, pero que se imbrican fatalmente la una en la otra, la primera enfrentando a la derecha y a la izquierda en la cuestión de la industrialización y de las relaciones con el campesinado ruso, la segunda (la famosa cuestión del socialismo en un solo país) dirige contra la izquierda una coalición engañosa de la derecha y de un centro cuya verdadera naturaleza e importancia no se presentarían hasta más tarde a todos los actores de este drama. Cuarenta años después, es necesario que hagamos una distinción cuidadosa de la una y de la otra, y sobre todo limpiar el debate de los prejuicios ofrecidos por los militantes de entonces y que la historia ha anulado.

    De 1923 a 1925, la producción agrícola e industrial ha aumentado, los transportes han sido reorganizados, los intercambios y el comercio se han intensificado. Sin embargo, una revuelta campesina en Georgia, desde el verano de 1924, y, en 1925, una nueva disminución de las entregas de trigo (tan grave que provoca una crisis de abastecimiento en las ciudades y la supresión de peticiones para la industria que el Estado pensaba financiar con las exportaciones de productos agrícolas) indican el problema central de la NEP, el de las relaciones entre el poder proletario y el campesinado. Este no está muy satisfecho con las concesiones que se le han hecho mediante la renuncia al comunismo de guerra y al restablecimiento de la libertad de comercio. El campesinado presiona al Estado para disminuir los impuestos y el aumento de los precios agrícolas, cosas ambas que el poder comunista no había querido consentir hasta ese momento, por una parte para proteger a la industria, y por otra para proteger el nivel de vida (inferior al de 1913) de los obreros industriales. Peor aún, el campesinado acomodado reclama la abolición de las prohibiciones constitucionales de emplear mano de obra asalariada en la agricultura y de arrendar las tierras y, en general, de todas las medidas que golpean a los campesinos más ricos con un impuesto más fuerte y les privan del derecho de voto, desanimando a los campesinos medios para mejorar sus explotaciones agrarias por temor a verse incluidos dentro de esta categoría.

    Según la izquierda, en 1925 los verdaderos beneficiarios de la NEP habían sido alrededor de un 3-4% de los campesinos; estos, los kulaks, habrían obtenido de forma ilícita en esta época la mitad de las tierras sembradas (cedidas por los campesinos pobres ó medios que no tenían medios para trabajarlas, ó de sacar de ellas un sustento) y el 60% de las máquinas; un 2% de los kulaks más ricos habrían proporcionado el 60% de los productos arrojados al mercado; dispondrían de ¾ de las tierras adquiridas ilegalmente, en las cuales emplearían, siempre ilegalmente, 3 millones y medio de asalariados agrícolas y más de un millón y medio de jornaleros percibirían un salario inferior en un 40% al de la pre-guerra. Estas cifras citadas por Victor Serge en Hacia la industrialización y retomadas por P. Broue en su Partido bolchevique son imposibles de verificar.

    La primera reacción del partido ante esta situación viene dada por las decisiones de la XIV Conferencia de abril de 1925, en la cual todo el mundo estaba de acuerdo acerca de la necesidad de una nueva retirada en el marco de la NEP: disminución de las tasas agrícolas, relajamiento de las restricciones referentes al empleo de mano de obra asalariada y el arrendamiento y por lo tanto el desarrollo de un capital privado en el campo. Incluso Trotsky admitirá que eran concesiones inevitables, al afirmar que se había llegado a ellas por culpa de la «dirección» que había desatendido los esfuerzos indispensables para una industrialización más rápida.

    Después de esto – y de cara a los desarrollos de las implicaciones de esta retirada – se producirá la ruptura entre los adversarios ayer unidos todavía de la izquierda de 1923, que se dividirán en una derecha (Bujarin, Rykov,Tomsky), una nueva izquierda (Zinoviev, Kamenev y el conjunto de la sección petrogradense del partido) y un centro (Stalin-Molotov-Kalinin). Por lo tanto es imposible comprender el sentido de estas oposiciones sin referirse a las posiciones anteriores del partido de cara al campesinado. En la fase de la guerra civil, el problema militar y político estaba por encima del problema económico, el partido se había apoyado en los campesinos pobres, aliados naturales de los proletarios de las ciudades, cuyos comités habían jugado un papel importante en la puesta en pié del ejército rojo. El paso a la NEP había llevado a Lenin a poner el acento sobre el campesino medio, cuya economía era un poco menos deficitaria que la del campesino pobre por una parte y que, por otra, no siendo ni un explotador de mano de obra ni un especulador como el campesino rico, no era a priori un adversario del poder proletario. En un período de reconstrucción económica era natural que, sin disimular su naturaleza y sus defectos de pequeño-burgués, Lenin haya sido obligado a una «defensa impresionante» del campesino medio, mostrando al partido que el abastecimiento de las ciudades dependía completamente de esta categoría social.

    Todavía no se planteaba en absoluto la cuestión de renunciar a la lucha contra el kulak como usurero y especulador, y otro partidario potencial de la restauración del régimen de la Constituyente. Pese a todo su calidad de productor de géneros indispensables para la ciudad le servía, según Lenin, para ser tratado menos rigurosamente que la burguesía urbana.

    En 1925, después de cuatro años de tolerancia ante el campesino medio y de limitación de la economía kulak, es este esquema el que es puesto en duda, no por una tendencia, sino por los mismos hechos, la «cooperación burguesa» sobre la cual Lenin había fundado grandes esperanzas, no de socialismo sino de modernización de la agricultura, no había avanzado un solo paso, debido al débil desarrollo de la industria. Por «cooperación» los bolcheviques entienden todas las formas de trabajo asociado desde el «tovarichtchestvo» (ó sociedad de cultivo en común) al artel ó a la comuna. Esta cooperación no alcanzaba el estadio del capitalismo de Estado más que en el sovjov. En el «tovarischtchestvo» la tierra es cultivada en común, pero el ganado y otras cosas son propiedad privada. En el artel no sólo la tierra es cultivada en común, sino que todos los animales de explotación y el ganado destinado al consumo son propiedad de la asociación, y no de sus miembros (en este sentido, el futuro koljós está por debajo del nivel del artel). En la comuna, las casas, los huertos y los animales de corral son propiedad de la asociación. El reparto del producto es igualitario y no se deriva de la prestación individual real de trabajo: es por tanto una verdadera asociación comunista desde el punto de vista interno, pero sus relaciones con el exterior son mercantiles y burguesas. En el sovjós la propiedad del capital de explotación pasa en tu totalidad al Estado y los cooperativistas son puros asalariados.

    La derecha es la corriente que, extrayendo las conclusiones de los hechos, pasa resueltamente de la política de apoyo al campesino medio a una política que favorezca el desarrollo capitalista privado en el campo; la izquierda resiste violentamente este giro, considerando como intangible la anterior política de limitación de la economía kulak, la defensa por el poder proletario de las capas más pobres del campo contra la explotación y la usura de los kulaks y su asistencia económica a aquellas.

    Por lo que respecta al centro, no es sobre esta cuestión por lo que está destinado a distinguirse: aceptando la política de la derecha como intento de salvar el Estado, desaprueba los estímulos demasiado estridentes a la burguesía rural por anti-capitalismo pequeño-burgués y reclamo a una ortodoxia formal de partido; centrando todo el debate en fórmulas eclécticas, apoyando la política de la derecha en nombre de los principios de la fase anterior (la alianza con el campesino medio), figura como «conciliador» ante los ojos de todos, mientras que en realidad prepara la «depuración» del partido de sus dos alas marxistas, y por tanto su destrucción. Es necesario señalar no obstante que en su oportunismo agrario Stalin había llegado, ante los disturbios en Georgia, a proponer la desnacionalización del suelo, lo que habría significado la renuncia del poder proletario a todo tipo de control o tentativa de control de la economía agraria y de sus desarrollos. Ante la unánime oposición de la derecha y de la izquierda ante tal posición, Stalin se bate prudentemente en retirada, afirmando que sólo los enemigos del poder soviético habían podido proponer tales medidas.

    Dejando por un momento a un lado al centro, es preciso que veamos si la oposición entre derecha e izquierda es realmente la oposición entre la corriente «pro-kulak» y la corriente puramente proletaria que la izquierda ha creído y dicho, al igual que entre «anti industrialistas» e «industrialistas». En realidad, nadie en el partido bolchevique era contrario a la industrialización, todo el mundo sabía perfectamente que esta era indispensable para el relanzamiento y la concentración de la agricultura y, en diversos grados, peligrosa para la dictadura del proletariado en la medida en que no podía hacerse mas que sobre la base del trabajo asalariado y de la acumulación de capital. La divergencia no gira en torno a la industrialización, sino como llevarla a acabo. Para la izquierda trotskista de 1923, la industrialización depende esencialmente de la voluntad del Estado y de la elección deliberada de una política de industrialización. No es casualidad si, en 1925, Zinoviev y Kamenev asumen esta posición, en perfecta lógica con su resistencia a un giro que ellos juzgan «a favor del kulak».

    Para la derecha, por el contrario, la industrialización es ante todo el resultado más que la condición del restablecimiento de la economía rural. Al constatar que el primer desarrollo industrial sirve para aumentar la propia producción industrial , y por otra sirve para enriquecer a las capas sociales ligadas al comercio en vez de servir para desarrollar la agricultura (es sabido que en 1925 los 900 millones de rublos colocados en el comercio privado generaban anualmente 400 millones de intereses, evidentemente perdidos para el desarrollo de las fuerzas productivas, de lo cual los nepmen no se preocupaban en absoluto.), Bujarin deduce de ello que el poder obrero debe dejar a la pequeña burguesía rural que acumule el capital de ejercicio indispensable para aumentar el rendimiento, cosa imposible si el empleo de mano de obra asalariada es ilegal en el campo y si el partido persiste en una política de asistencia a las capas pobres que, sin liberarlas de la miseria, hace de ellas capas económicamente parasitarias. El compromiso de Bujarin es de hecho un «compromiso a la Lenin»: el paso directo de la pequeña economía parcelaria al capitalismo de Estado es imposible en el campo, es necesario, según él, aceptar un paso indirecto a través del capitalismo privado. Todo el desarrollo – incluido el de la industria estatal – está condenado a realizarse bajo formas mercantiles y trabajo asalariado, no siendo una renuncia al socialismo como no lo era la NEP de 1921.

    Indignada la izquierda por la provocadora consigna de Bujarin «campesinos, enriqueceos» (que no significa «comed sobre las espaldas del proletariado», sino acumulad el capital agrícola que necesita la economía para salir del marasmo, ya que nosotros no lo podemos hacer), acusa a la derecha bujarinista de «defender al kulak». En realidad, la derecha no ha propuesto nunca la abolición de la nacionalización del suelo, no favorece la formación de una clase de capitalistas agrarios ricos en tierras, sino solamente de una clase de grandes propietarios del Estado, empleando bajo su control a trabajadores asalariados, esperando el momento de expropiarles una vez que se haya alcanzado el grado necesario de concentración del capital rural.

    La acusación de la izquierda es pues insostenible científicamente, incluso si permaneciendo en la tradición marxista se apoya en Engels, objetando a Bujarin que, aún siendo adversario de la pequeña propiedad, el proletariado debe practicar en la cuestión campesina una política distinta de la política capitalista que conduce a la pura y simple ruina a los pequeños agricultores, abandonándoles en la miseria y en la desesperación. Se refiere a Engels en efecto, el cual atacando vivamente a los socialistas franceses que querían «defender la pequeña propiedad», había señalado que el partido proletario no tenía que favorecer la ruina del pequeño campesino. También lo cita Lenin en Informe sobre la actitud del proletariado ante le democracia pequeño-burguesa, con fecha 27 noviembre 1918. No le habría sido difícil responder teóricamente a la derecha esta objeción válida, señalando que el poder proletario defiende al campesino pobre convertido en asalariado agrícola, al igual que a los asalariados industriales, pero no podía responder a esto prácticamente protegiéndole realmente contra las exacciones del kulak, y esta es la razón por la cual la izquierda nunca aceptó estos puntos de vista ni reconoció su validez desde el punto de vista marxista.

    Si hoy nos es imposible identificar la política de la derecha con una política de «restauración del capitalismo» y de «degeneración socialdemócrata» del Estado como hacía la izquierda en los años 1925-1927, y al mismo tiempo identificar la política de la izquierda con una política que, sin la derrota política, habría marchado sin desviarse en dirección hacia el socialismo, esto no es solamente porque históricamente no es la derecha quien ha presidido la transformación de la revolución en revolución puramente capitalista, sino porque en cierta medida había previsto e intentado con anterioridad conjurar el tipo particular de «restauración capitalista» que se ha llevado a cabo bajo la forma de un giro a la izquierda y que ha demostrado ser peor para el movimiento comunista mundial de lo que habría sido la de los mencheviques y socialistas-revolucionarios. Nada de esto aparece tan claramente como en el debate que en 1925, opone al líder de la derecha, Bujarin, y a un miembro de la oposición de 1923, el «trotskista» Preobrazensky, mientras que Trotsky se calla.

    La tesis «de izquierda» del «industrialista» Preobrazensky es la siguiente (ha sido expuesta en una obra en dos volúmenes, La Nueva Economía, de las cuales sólo apareció el primero antes de que la izquierda fuera puesta al margen de la ley, y que sólo tardíamente ha sido traducida del ruso y conocida en Occidente.): la economía de un país atrasado y aislado (ó incluso de un grupo de países que no hayan alcanzado el desarrollo capitalista máximo) en el cual un poder proletario dirige una industria nacionalizada esforzándose en crear las bases materiales del socialismo, obedece a leyes objetivas que, mejor ó peor, acabarán por imponerse a ese poder y que son las de la «acumulación socialista primitiva». Lejos de intentar resistir a estas leyes, el partido proletario debe favorecer su manifestación mediante su acción política. Debe servirse de su «monopolio socialista» (es decir de la autoridad estatal ejercida sobre la industria y el comercio exterior) para llevar a cabo una política de precios que asegure el saneamiento de los fondos destinados normalmente a las rentas del campesinado hacia el fondo de la industrialización estatal, único medio de poner fin al «chantaje que los kulaks ejercen sobre él» por una pare, y a la sobrepoblación rural por otra.

    Por otra parte, este saneamiento no permite pasar rápidamente el punto crítico en el cual el país de la revolución ha perdido las ventajas del régimen capitalista sin tener todavía las del régimen socialista, el «monopolio socialista» no debe dudar en llevar a cabo con esos fines una intervención análoga sobre los fondos salariales y las rentas del sector industrial privado. Preobrazensky admitía que en caso de victoria revolucionaria en Europa, esta fase de «acumulación socialista primitiva» no podría durar menos de veinte años (y por lo tanto mucho más sin victoria revolucionaria) y que no podría tener lugar sin efectos claramente antisocialistas: la explotación (en el sentido económico y no moralizante del término) del campesinado cuyas rentas según él debían crecer más lentamente que las del proletariado en un régimen de dictadura obrera; el desarrollo de un enorme aparato monopolista con tendencias parasitarias, foco de privilegios sociales. Convencido de que «la acción obrera ejercida desde el punto de vista del consumidor» bastaría para corregir las tendencias parasitarias del monopolio «ejercida desde el punto de vista del productor». Preobrazensky invitaba no obstante al Partido a abandonar todas las tergiversaciones de la derecha para lanzarse resueltamente por esta vía. Lo que no habría previsto era que un «monopolismo socialista» así concebido era inconciliable con todo tipo de «acción obrera», si bien para tomar una vía como esa, el partido habría debido dejar ante todo de ser el partido proletario.

    Bujarin califica antes que nada como «monstruosa» la pretendida «ley de la acumulación socialista primitiva», que justifica no solamente la explotación del campesinado, sino la del proletariado, y el renacimiento de una nueva clase explotadora disimulada tras los pliegues de un aparato d Estado con etiqueta socialista. Si no se tratase más que de repartir de una vez por todas una producción dada entre el obrero y el campesino, la «política verdaderamente obrera», según él, consistiría en obtener para la clase obrera la máxima parte. «Pero entonces no sería cuestión de relanzar la producción, ni de progresar hacia el comunismo, ni de defender la alianza de los obreros y de los campesinos. Es a la clase obrera a quien incumbe el velar por la economía nacional, y debe asegurar la dirección correcta este proceso, es decir, no caer en un corporativismo estrecho velando únicamente por sus propios intereses inmediatos y traicionando los intereses generales; esto por una parte, y por otra comprender la interdependencia de las partes que constituyen la economía nacional». «No es arrancando cada año el máximo de recursos al campesinado para colocarlos en la industria como se asegura el ritmo máximo de desarrollo industrial. El ritmo permanente mayor se obtendrá mediante una combinación en la cual la industria aumentará sobre la base de una economía con un crecimiento rápido».

    Es la industria la palanca de la transformación radical de la agricultura, pero el mantenimiento autoritario de bajos precios agrícolas, las medidas que impiden a la capa acomodada del campesinado acumular y a los campesinos pobres convertirse en asalariados alquilándose, no solamente provocan el descontento de todas las capas campesinas, no solamente crean al Estado unas cargas asistenciales enormes, sino que frenan la propia industrialización . El proletariado debe mantener su hegemonía en el Estado soviético, pero la lección del comunismo de guerra y el sentido de la NEP son que debe ejercer esta hegemonía con otros métodos que los de la guerra civil. El proletariado no puede dirigir toda la economía: «Si se encarga de esta tarea, está obligado a construir un aparato administrativo colosal (...) La tentativa de reemplazar a todos los pequeños productores, los pequeños campesinos por burócratas crea un aparato tan colosal que la despensa para mantenerlo es incomparablemente más importante que las despensas improductivas que resultan de las condiciones anárquicas de la pequeña producción; en definitiva, el conjunto del aparato económico del Estado proletario no sólo no facilita sino que no hace más que frenar el desarrollo de las fuerzas productivas. Conduce directamente a lo contrario de lo que había establecido hacer». La conclusión de Bujarin era que las tesis de Preobrazensky no eran más que una idealización de los métodos del comunismo de guerra, una «necesidad imperiosa empujaba al proletariado a destruir el conjunto del aparato económico heredado de esta época, y que si no lo hacía, otras fuerzas derrocarían su denominación».

    Fueron precisos veinticinco años antes de que esas «otras fuerzas» – mas ajenas y hostiles al proletariado y al socialismo de lo que Bujarin temía – se manifestasen denunciando a su vez, con Kruchtchev y el resto de la banda de «desestalinizadores», el «freno» opuesto al «desarrollo de las fuerzas productivas» por «el aparato económico del Estado» nacido de la irresistible revolución anti-burguesa de Octubre, pero que, en tanto que aparato de Estado no tuvo nunca nada ni podía tener nada «proletario», la fuerza de la clase obrera se encarna en su partido y no en cualquier «aparato» y la marcha hacia el socialismo no viene acompañada del reforzamiento de un dudoso «aparato», sino de su desaparición. El sólo hecho de que estas «otras fuerzas» se hayan manifestado prueba, no obstante lo justo del pensamiento marxista de Bujarin, que no tuvo mas que el infortunio de «prever» exactamente lo que debía producirse un cuarto de siglo más tarde, pero no comprendió más que en el último minuto lo que se producía ante sus ojos.

    Pero no fueron necesarios más que dos años para que la izquierda fuera liquidada políticamente; no mas de cuatro para que la derecha sufriera igual suerte, es decir, para que se terminara la destrucción del partido bolchevique, realizándose al mismo tiempo la caída del dominio político del proletariado que Bujarin temía tanto como la izquierda, pero que no había visto prepararse en el debate de principio sobre el «socialismo en un solo país», que causó estragos desde el XIV Congreso de diciembre 1925 hasta el XV Congreso de diciembre 1927, pasando por el Ejecutivo ampliado de 1926, y en el cual Bujarin se llenó de oprobio haciendo bloque con el centro contra la izquierda, y lo que es peor, prestando al vulgar empirismo de Stalin sus recursos como teórico.

    Fue algo fatal el hecho de que la justa condena marxista del socialismo en un solo país resbalara sobre la política económica defendida por la derecha, que no hizo la distinción que debía entre la doctrina renegada y la política «derechista». Esto era falso, sin embargo, y es uno de los grandes méritos de la izquierda italiana haberlo demostrado. Fue la única en hacerlo. Los discípulos degenerados de Trotsky, tan extraviados en esto como en todas las cosas, sólo han rehabilitado a Bujarin en tanto que supuesto partidario de la «democracia proletaria». Sabiendo por una parte el papel que Bujarin jugó frente a la izquierda, para quien «democracia proletaria» significaba «defensa del partido», el rechazo ofrecido a Trotsky en 1927 de formar un bloque derecha-izquierda para asegurar esta defensa contra el centro, y sabiendo por otra parte que Bujarin fue, muy probablemente, el autor de la Constitución de 1936, justamente denunciada por Trotsky, no se puede menos que admirar la potencia deslumbradora del prejuicio democrático.

    La izquierda esperaba de la derecha la contrarrevolución, aunque no la tenía muy prevista. La derecha identificaba con la izquierda los peligros que amenazaban a la revolución. Pero es el centro al cual nadie había considerado como una corriente distinta, el centro desdeñado por todos quien, tomando de repente autonomía, golpeando a la izquierda en 1927 y a la derecha en 1929 antes de masacrarlos diez años después, el verdadero agente de la contrarrevolución. Llevada a cabo, por lo menos en su fase inicial, con menos alboroto que las contrarrevoluciones que en el pasado habían puesto término a otras grandes revoluciones históricas, viene disimulada además tras la fachada del mismo partido. En realidad, la autonomización del centro en relación tanto a la derecha como a la izquierda marxistas significaba la aparición de un nuevo partido, y la destrucción del partido de Octubre.

    En el terrero internacional, esto viene avalado por el desmantelamiento de la Internacional Comunista bien enferma ya de oportunismo y por su reducción al papel de «guardia fronteriza» de la URSS.

    En las cuestiones interiores, todo cambia de igual manera. No se puede hablar de una regresión económica del socialismo al capitalismo en la medida en que, como viene confirmado por toda la obra de Lenin, no había en la URSS ni un solo átomo de socialismo económico en 1927-1929. Pero el régimen estalinista se distingue no menos claramente del régimen bolchevique en que, de conquista política siempre amenazada y apasionadamente defendida, si bien ya destruida y confundida con la democracia soviética, se convierte en un credo constitucional intangible: en la URSS el Estado es «obrero» como en otras partes es monárquico o republicano. De la misma forma el socialismo, deja de ser un fin aún lejano, pero al mismo tiempo una realidad definida y por lo tanto demostrable desde el momento en que aparece en la historia, para convertirse en una especie de principio constitucional: la URSS se convierte en la «patria del socialismo» lo que significa que su economía es socialista como la de Francia es francesa o la de Alemania es alemana. Toda duda a este respecto lleva a la policía; cuando las apariencias demuestran lo contrario, es obra del sabotaje y de la conspiración.

    Esta burda palinodia es servilmente difundida bajo el nombre de «marxismo-leninismo» por los partidos comunistas oficiales del mundo entero, pero es mediante procesos concebidos de esta manera como los viejos bolcheviques más célebres aparecen «sin lugar a dudas» como saboteadores, conspiradores y espías del imperialismo extranjero, y menos de diez años después el Estado soviético lleva a cabo la tarea de demostrar de una vez por todas la «verdad» a las masas obreras de Rusia y del mundo. La destrucción del bolchevismo ha abierto la fase de reacción más negra que jamás haya afectado al movimiento proletario internacional.


    Notas

    1.
    En el XII Congreso del Partido ruso Trotsky prestaba tal importancia a la cuestión económica que centra todo su esfuerzo sobre ella, renunciando a intervenir en la cuestión georgiana en la cual estaban comprometidos Stalin, Odjonikidze y Dzerzinsky, mientras que, en vísperas del segundo ataque de su enfermedad, Lenin, el 5 marzo, le había encargado expresamente que «defendiera la causa georgiana». Asimismo, mientras que Lenin había anunciado su intención de «lanzar una bomba» contra Stalin en el congreso, si pudiera participar en él, Trotsky callaba ante las denuncias del aparato y la troika Stalin-Kamenev-Zinoviev, denuncias en las cuales participa también Bujarin (que califica como chauvinista la política de Stalin con respecto a las nacionalidades) como Preobrazensky (refiriéndose al régimen interior del partido) o a Rakovski, denunciando la «rusificación» en nombre de la delegación ucraniana. Contra el deseo de Lenin que, en la noche del 5 al 16 marzo, había enviado una carta de ruptura a Stalin, que dice mucho acerca del juicio político que tenía sobre él, Trotsky no se opondrá en absoluto a la reeleción de Stalin como secretario político, proclamando la solidaridad del buró político y del comité central y llamando al pueblo a la disciplina. Queda pues claro que, para Trotsky, la cuestión de la política económica es la cuestión capital en 1923; pero no prevé en lo más mínimo todavía la campaña que se desencadenará en otoño por su presunta «infravaloración del campesinado», y que es una campaña puramente política con pretextos sociales.
    La entrada de Trotsky en la oposición en el mes de octubre, mientras que en marzo hace desesperados esfuerzos para disminuir la tensión provocada en el partido por la lucha parlamentaria de la troika por el poder, se explica por los graves acontecimientos del verano. La situación económica se había agravado. Los salarios no se habían pagado; estallan huelgas salvajes, en las cuales los miembros del Partido que no han aceptado la NEP intervienen para ponerse a la cabeza. Se trata de Miasnikov y de una treintena de miembros de su grupo, El Grupo Obrero, y del viejo Bogdanov y de su grupo, Verdad Obrera. Estos militantes serán expulsados pero – y esto es mucho mas grave – primero serán detenidos por la GPU y encarcelados, lo que ofrecerá la ocasión al jefe de la GPU Dzerzinsky de pedir al buro político que «todo miembro del partido debe denunciar a la GPU cualquier actividad de la oposición». A Trotsky, que había mantenido una actitud muy reservada ante los llamamientos de la oposición (y sobre todo de Preobrazensky y Bujarin) «por la restauración de la democracia en el partido», este requerimiento le revelará un «deterioro tal de la situación en el interior del partido desde el XII Congreso» que romperá la alianza que había mantenido con Zinoviev-Kamenev-Stalin.

    2.
    La distribución del campesinado es algo muy difícil de establecer, ya que las dos corrientes en lucha dentro del partido dicen a este respecto las cosas mas contradictorias. Los observadores extranjeros por su parte están tan confundidos por el terrible atraso del conjunto de la agricultura rusa que la distinción entre campesinos pobres, medios y ricos (biedniaks, seredniaks y kulaks) no les parece que tenga una gran significación económica, llegando a afirmar que los «kulaks» son una invención de los administradores locales dispuestos a aplicar las directivas del partido (que, por razones políticas, otorga la mayor importancia a la diferenciación social dentro del campesinado), falsificando los datos acerca de los efectivos de las diversas categorías en este sector.
    Esta suposición no habría sorprendido a Lenin, el cual lo indicaba al final de su vida: «Nuestro aparato estatal no vale absolutamente nada» y que, desde marzo 1919, en el VIII Congreso del Partido señalaba: «Los elementos honestos entre los funcionarios no han venido a trabajar con nosotros a causa de sus ideas retardatarias, mientras que los arribistas desprovistos de ideas, de honestidad, vienen hacia nosotros porque los comunistas están ahora en el poder».


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    Mensaje por Shenin Sáb Abr 30, 2011 1:28 am

    Humildemente extraigo como conclusión, el camarada shenin solo parcialmente está de acuerdo con mi modesto razonamiento, pero martens está completamente de acuerdo a juzgar por el escrito.

    Pues esto no lo has rebatido:

    En otros capítulos de su libro sí que se habla de campañas ideológicas en el seno del PCUS y de campañas de movilización de masas como la movilización de más de 20.000 cuadros hacia el campo durante la colectivización para enseñar a los campesinos a trabajar colectivamente o el entusiasmo en el trabajo voluntario estajanovista durante la industrialización socialista. Cita el ejemplo de la fábrica de tractores de Járkov, que fue edificada por encima del plan quinquenal y recurriendo en gran medida al trabajo voluntario.

    A juzgar, no solo por el fragmento citado por Erazmo, sino por el texto entero, Martens sigue estando de acuerdo solo parcialmente.

    ¿y la colosal educación de supuestas conciencias de la que grafiaís camarada shenin donde estaba o donde había quedado?, no creo afirmeís que en un cursillo de verano se "crearon y educaron conciencias revolucionarias, cohesionada ideológicamente".

    Pues está en que los revisionistas necesitan más de 30 años para restaurar el capitalismo. Está en que no pueden renegar del socialismo públicamente en 1956, sino que tienen que desmontarlo ladrillo a ladrillo para poder renegar de él casi 40 años después. Evidentemente, la educación comunista fue insuficiente y hubo grandísimas deficiencias. Pero no fue nula, si los revisionistas no fueron capaces ni siquiera de cerrar el debate sobre Stalin. Porque no se cerró y el propio Jruschov tuvo que combinar sus calumnias con hipócritas alabanzas, porque Stalin es parcialmente rehabilitado después de la caída de Jruschov y porque durante la Perestroika se da la mayor campaña antiestalinista conocida en la historia soviética y, aun así, la popularidad de Stalin en Rusia no deja de crecer. ¡Incluso la Perestroika para poder abrirse paso necesitó de afirmarse en nombre del socialismo! ¡El propio Gorbachov llegó a realizar declaraciones en favor de Stalin para poder abrirse paso en el PCUS! Estos hechos son inexplicables si se parte de la premisa de que en los 50 ya no quedaba nada de conciencia comunista.

    Las ironías y los artificios retóricos no cambian estos hechos.
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    Mensaje por Erazmo Sáb Abr 30, 2011 1:50 am

    Shenin escribió:Pues esto no lo has rebatido:
    En otros capítulos de su libro sí que se habla de campañas ideológicas en el seno del PCUS y de campañas de movilización de masas como la movilización de más de 20.000 cuadros hacia el campo durante la colectivización para enseñar a los campesinos a trabajar colectivamente o el entusiasmo en el trabajo voluntario estajanovista durante la industrialización socialista. Cita el ejemplo de la fábrica de tractores de Járkov, que fue edificada por encima del plan quinquenal y recurriendo en gran medida al trabajo voluntario

    Vamos estimado shenin, no escribaís travesuras, ¿Llamaís campaña ideológica formativa a un trabajo de verano? favor indicarme una campaña formativa que haya tenido años de educación popular, porque "campaña formativa es educar" y formar la conciencia en base a la educación es labor de años, una trabajo de verano es una proclama de buenas intenciones y nada más, labor formativa existió en China ahí sí que hubo educación, lo mismo en Cuba.

    Y por eso con errores y desaciertos esas revoluciones están ahí, y la bolchevique no, y olvidaos de porque no tenían experiencia, Makarenko es la prueba viviente del éxito de su enseñanza y del fracaso absoluto de stalin y su gobierno en esa área, no aplicaron a makarenko, no formaron conciencias solo formaron técnicos.

    Shenin escribió:A juzgar, no solo por el fragmento citado por Erazmo, sino por el texto entero, Martens sigue estando de acuerdo solo parcialmente.

    Por tanto lo siento shenin, dado que martens no da referencias de esas "campañas formativas", y sí escribe del profundo temor de stalin a que la prensa burguesa se venda en la URSS y así contamine a la población soviética, eso dictamina que en la URSS no habían conciencias y sí técnicos ignorantes de temas políticos e ideológicos.

    Y stalin ya al final de su vida con esas palabras de terror sin duda comprende que se equivocó groseramente y que es tarde para que el pueda remediarlo, y dado que no tiene ninguna confianza en sus colaboradores se estremede de miedo por lo que en el horizonte ya se dibuja pero es tarde para pedir perdón.

    Acá dejo el texto de martens, que vos insertasteís en el hilo "La URSS en 1952" post N°31

    "El compañero Molotov, nuestro ministro del exterior, en una recepción diplomática, “traicionado por alguna copa de más” le ha dado al embajador inglés el permiso de la publicación en nuestro país de periódicos y revistas burguesas. ¿Por qué? ¿Sobre qué bases ha considerado permitir esto? Si diéramos este paso ellos ejercitarían una influencia dañina, negativa en las mentes y en la visión del mundo de los ciudadanos soviéticos, llevaría al debilitamiento de nuestra ideología comunista y al fortalecimiento de la ideología burguesa. Este es el primer error político del compañero Molotov."

    La confianza de stalin en la "conciencia de la población soviética" es patética, ¿lo negareís?


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    Mensaje por Shenin Sáb Abr 30, 2011 2:17 am

    Vamos estimado shenin, no escribaís travesuras, ¿Llamaís campaña ideológica formativa a un trabajo de verano? favor indicarme una campaña formativa que haya tenido años de educación popular, porque "campaña formativa es educar" y formar la conciencia en base a la educación es labor de años, una trabajo de verano es una proclama de buenas intenciones y nada más, labor formativa existió en China ahí sí que hubo educación, lo mismo en Cuba.

    Y por eso con errores y desaciertos esas revoluciones están ahí, y la bolchevique no, y olvidaos de porque no tenían experiencia, Makarenko es la prueba viviente del éxito de su enseñanza y del fracaso absoluto de stalin y su gobierno en esa área, no aplicaron a makarenko, no formaron conciencias solo formaron técnicos.

    Pues, hombre, si un curso de verano consigue que en una ciudad como Járkov se construya una fábrica de tractores gracias al trabajo voluntario, algo de conciencia sí que crea, ¿no? ¿O es que no solo fueron cursos de verano? Nuevamente la realidad supera tus artificios retóricos.

    Además, las teorías pedagógicas de Makarenko se basan en su experiencia en colonias de trabajo (parte, por cierto, del sistema del Gulag) para chicos problemáticos. Y aplicar esa experiencia a un país de casi 200 millones de habitantes no es un juego de niños (tal vez para ti lo sea, ya que juzgas con suma facilidad los procesos revolucionarios desde la comodidad de tu silla, pero en la práctica política de un gobierno revolucionario no lo es).

    Por tanto lo siento shenin, dado que martens no da referencias de esas "campañas formativas", y sí escribe del profundo temor de stalin a que la prensa burguesa se venda en la URSS y así contamine a la población soviética, eso dictamina que en la URSS no habían conciencias y sí técnicos ignorantes de temas políticos e ideológicos.

    Claro, Martens no da esas referencias en las citas que tú pones, pero sí las da en los capítulos sobre la colectivización y la industrialización. Si no lo has leído, el problema ya es tuyo porque no tengo tiempo para hacer un copy paste de capítulos enteros.

    Por otra parte, parece que en tu afán por sembrar confusión has terminado por confundirte tú solito. El texto donde Stalin critica a Molótov por el tema de la prensa burguesa no es de ningún texto de Martens, sino de una transcripción del CC del PCUS. ¿Así es como pretendes aleccionarnos sobre lo que pone en el texto de Martens y lo que no?

    Y stalin ya al final de su vida con esas palabras de terror sin duda comprende que se equivocó groseramente y que es tarde para que el pueda remediarlo, y dado que no tiene ninguna confianza en sus colaboradores se estremede de miedo por lo que en el horizonte ya se dibuja pero es tarde para pedir perdón.

    Acá dejo el texto de martens, que vos insertasteís en el hilo "La URSS en 1952" post N°31

    "El compañero Molotov, nuestro ministro del exterior, en una recepción diplomática, “traicionado por alguna copa de más” le ha dado al embajador inglés el permiso de la publicación en nuestro país de periódicos y revistas burguesas. ¿Por qué? ¿Sobre qué bases ha considerado permitir esto? Si diéramos este paso ellos ejercitarían una influencia dañina, negativa en las mentes y en la visión del mundo de los ciudadanos soviéticos, llevaría al debilitamiento de nuestra ideología comunista y al fortalecimiento de la ideología burguesa. Este es el primer error político del compañero Molotov."

    La confianza de stalin en la "conciencia de la población soviética" es patética, ¿lo negareís?

    Pues esa confianza no es menor que la que Fidel tiene en la conciencia de la población cubana, que tiene el mismo acceso que la soviética de los 50 a medios imperialistas burgueses. En La Habana no se vende El País (solo se presta a turistas en los hoteles) ni tampoco puedes conectarte a su web desde ningún ordenador con línea cubana (los gusanos sí pueden, ya que su línea es extranjera). Y, oye, he estado en Cuba y hablo con comunistas cubanos regularmente. ¡Lo sé de primera mano! Y, si esto no te vale, tienes al propio Fidel en el reportaje de Oliver Stone "Looking for Fidel" quejándose de que, a través de la Oficina de intereses yanqui en La Habana se trae "literatura de contrabando, libros subversivos" (sí, eso es literalmente lo que Fidel dice).

    De modo que la confianza de Stalin en la conciencia del pueblo soviético es tan patética como la de Fidel en la del pueblo cubano, si tu gran baremo es el de la prensa burguesa extranjera. Pero claro, Fidel te cae bien y Stalin no, ése es tu "socialismo científico".


    Última edición por Shenin el Sáb Abr 30, 2011 2:32 pm, editado 3 veces
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    Mensaje por AsturcOn Sáb Abr 30, 2011 2:43 am

    Shenin escribió:
    Vamos estimado shenin, no escribaís travesuras, ¿Llamaís campaña ideológica formativa a un trabajo de verano? favor indicarme una campaña formativa que haya tenido años de educación popular, porque "campaña formativa es educar" y formar la conciencia en base a la educación es labor de años, una trabajo de verano es una proclama de buenas intenciones y nada más, labor formativa existió en China ahí sí que hubo educación, lo mismo en Cuba.

    Y por eso con errores y desaciertos esas revoluciones están ahí, y la bolchevique no, y olvidaos de porque no tenían experiencia, Makarenko es la prueba viviente del éxito de su enseñanza y del fracaso absoluto de stalin y su gobierno en esa área, no aplicaron a makarenko, no formaron conciencias solo formaron técnicos.

    Pues, hombre, si un curso de verano consigue que en una ciudad como Járkov se construya una fábrica de tractores gracias al trabajo voluntario, algo de conciencia sí que crea, ¿no? ¿O es que no solo fueron cursos de verano? Nuevamente la realidad supera tus artificios retóricos.

    Además, las teorías pedagógicas de Makarenko se basan en su experiencia en colonias de trabajo (parte, por cierto, del sistema del Gulag) para chicos problemáticos. Y aplicar esa experiencia a un país de casi 200 millones de habitantes no es un juego de niños (tal vez para ti lo sea, ya que juzgas con suma facilidad los procesos revolucionarios desde la comodidad de tu silla, pero en la práctica política de un gobierno revolucionario no lo es).

    Por tanto lo siento shenin, dado que martens no da referencias de esas "campañas formativas", y sí escribe del profundo temor de stalin a que la prensa burguesa se venda en la URSS y así contamine a la población soviética, eso dictamina que en la URSS no habían conciencias y sí técnicos ignorantes de temas políticos e ideológicos.

    Claro, Martens no da esas referencias en las citas que tú pones, pero sí las da en los capítulos sobre la colectivización y la industrialización. Si no lo has leído, el problema ya es tuyo porque no tengo tiempo para hacer un copy paste de capítulos enteros.

    Y stalin ya al final de su vida con esas palabras de terror sin duda comprende que se equivocó groseramente y que es tarde para que el pueda remediarlo, y dado que no tiene ninguna confianza en sus colaboradores se estremede de miedo por lo que en el horizonte ya se dibuja pero es tarde para pedir perdón.

    Acá dejo el texto de martens, que vos insertasteís en el hilo "La URSS en 1952" post N°31

    "El compañero Molotov, nuestro ministro del exterior, en una recepción diplomática, “traicionado por alguna copa de más” le ha dado al embajador inglés el permiso de la publicación en nuestro país de periódicos y revistas burguesas. ¿Por qué? ¿Sobre qué bases ha considerado permitir esto? Si diéramos este paso ellos ejercitarían una influencia dañina, negativa en las mentes y en la visión del mundo de los ciudadanos soviéticos, llevaría al debilitamiento de nuestra ideología comunista y al fortalecimiento de la ideología burguesa. Este es el primer error político del compañero Molotov."

    La confianza de stalin en la "conciencia de la población soviética" es patética, ¿lo negareís?

    Pues esa confianza no es menor que la que Fidel tiene en la conciencia de la población cubana, que tiene el mismo acceso que la soviética de los 50 a medios imperialistas burgueses. En La Habana no se vende El País (solo a turistas en los hoteles) ni tampoco puedes conectarte a su web desde ningún ordenador con línea cubana (los gusanos sí pueden, ya que su línea es extranjera). Y, oye, he estado en Cuba y hablo con comunistas cubanos regularmente. ¡Lo sé de primera mano! Pero claro, Fidel te cae bien y Stalin no, ése es tu "socialismo científico".

    Estoy de acuerdo contigo camarada Shenin, salvo en una cosa:

    A Erazmo no le cae bien ningun comunista, solo usa a Fidel y a quien haga falta para reforzar su odio a Stalin. Es un cinico trotskista al que tampoco le importa sacrificar a su maestro para poder criticar a Stalin.

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    Mensaje por Shenin Sáb Abr 30, 2011 2:58 am

    AsturcOn escribió:
    Shenin escribió:
    Vamos estimado shenin, no escribaís travesuras, ¿Llamaís campaña ideológica formativa a un trabajo de verano? favor indicarme una campaña formativa que haya tenido años de educación popular, porque "campaña formativa es educar" y formar la conciencia en base a la educación es labor de años, una trabajo de verano es una proclama de buenas intenciones y nada más, labor formativa existió en China ahí sí que hubo educación, lo mismo en Cuba.

    Y por eso con errores y desaciertos esas revoluciones están ahí, y la bolchevique no, y olvidaos de porque no tenían experiencia, Makarenko es la prueba viviente del éxito de su enseñanza y del fracaso absoluto de stalin y su gobierno en esa área, no aplicaron a makarenko, no formaron conciencias solo formaron técnicos.

    Pues, hombre, si un curso de verano consigue que en una ciudad como Járkov se construya una fábrica de tractores gracias al trabajo voluntario, algo de conciencia sí que crea, ¿no? ¿O es que no solo fueron cursos de verano? Nuevamente la realidad supera tus artificios retóricos.

    Además, las teorías pedagógicas de Makarenko se basan en su experiencia en colonias de trabajo (parte, por cierto, del sistema del Gulag) para chicos problemáticos. Y aplicar esa experiencia a un país de casi 200 millones de habitantes no es un juego de niños (tal vez para ti lo sea, ya que juzgas con suma facilidad los procesos revolucionarios desde la comodidad de tu silla, pero en la práctica política de un gobierno revolucionario no lo es).

    Por tanto lo siento shenin, dado que martens no da referencias de esas "campañas formativas", y sí escribe del profundo temor de stalin a que la prensa burguesa se venda en la URSS y así contamine a la población soviética, eso dictamina que en la URSS no habían conciencias y sí técnicos ignorantes de temas políticos e ideológicos.

    Claro, Martens no da esas referencias en las citas que tú pones, pero sí las da en los capítulos sobre la colectivización y la industrialización. Si no lo has leído, el problema ya es tuyo porque no tengo tiempo para hacer un copy paste de capítulos enteros.

    Y stalin ya al final de su vida con esas palabras de terror sin duda comprende que se equivocó groseramente y que es tarde para que el pueda remediarlo, y dado que no tiene ninguna confianza en sus colaboradores se estremede de miedo por lo que en el horizonte ya se dibuja pero es tarde para pedir perdón.

    Acá dejo el texto de martens, que vos insertasteís en el hilo "La URSS en 1952" post N°31

    "El compañero Molotov, nuestro ministro del exterior, en una recepción diplomática, “traicionado por alguna copa de más” le ha dado al embajador inglés el permiso de la publicación en nuestro país de periódicos y revistas burguesas. ¿Por qué? ¿Sobre qué bases ha considerado permitir esto? Si diéramos este paso ellos ejercitarían una influencia dañina, negativa en las mentes y en la visión del mundo de los ciudadanos soviéticos, llevaría al debilitamiento de nuestra ideología comunista y al fortalecimiento de la ideología burguesa. Este es el primer error político del compañero Molotov."

    La confianza de stalin en la "conciencia de la población soviética" es patética, ¿lo negareís?

    Pues esa confianza no es menor que la que Fidel tiene en la conciencia de la población cubana, que tiene el mismo acceso que la soviética de los 50 a medios imperialistas burgueses. En La Habana no se vende El País (solo a turistas en los hoteles) ni tampoco puedes conectarte a su web desde ningún ordenador con línea cubana (los gusanos sí pueden, ya que su línea es extranjera). Y, oye, he estado en Cuba y hablo con comunistas cubanos regularmente. ¡Lo sé de primera mano! Pero claro, Fidel te cae bien y Stalin no, ése es tu "socialismo científico".

    Estoy de acuerdo contigo camarada Shenin, salvo en una cosa:

    A Erazmo no le cae bien ningun comunista, solo usa a Fidel y a quien haga falta para reforzar su odio a Stalin. Es un cinico trotskista al que tampoco le importa sacrificar a su maestro para poder criticar a Stalin.


    No confundamos trotskismo con onanismo mental.
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    Mensaje por AsturcOn Sáb Abr 30, 2011 4:23 am

    Puede ser que tengas razon y que solo sea una paja mental de Erazmo. Laughing
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    Mensaje por Erazmo Sáb Abr 30, 2011 7:38 pm

    Shenin escribió:Pues, hombre, si un curso de verano consigue que en una ciudad como Járkov se construya una fábrica de tractores gracias al trabajo voluntario, algo de conciencia sí que crea, ¿no? ¿O es que no solo fueron cursos de verano? Nuevamente la realidad supera tus artificios retóricos.
    Además, las teorías pedagógicas de Makarenko se basan en su experiencia en colonias de trabajo (parte, por cierto, del sistema del Gulag) para chicos problemáticos. Y aplicar esa experiencia a un país de casi 200 millones de habitantes no es un juego de niños (tal vez para ti lo sea, ya que juzgas con suma facilidad los procesos revolucionarios desde la comodidad de tu silla, pero en la práctica política de un gobierno revolucionario no lo es).

    Vos lo expresaís muy bien shenin, que logró el trabajo voluntario en karkhov ¡una fabrica de tractores! y eso es lo medular del gobierno de stalin ¡la técnica!, y stalin solo hasta ahí llegaba el siguiente paso no lo supo dar porque creo que no sabía como darlo.

    Y el siguiente paso es educar respecto de porque es importante el socialismo, porque es malo el consumismo, porqué es importante la solidaridad, porque es importante el respeto, etcétera esa es la concientización de clases, la toma de conciencia por medio de la educación, el trabajo de campo casi escolástico que el socialismo requería, y que en Cuba se ha sabido aplicar y en la URSS no se aplicó.


    Shenin escribió:Claro, Martens no da esas referencias en las citas que tú pones, pero sí las da en los capítulos sobre la colectivización y la industrialización. Si no lo has leído, el problema ya es tuyo porque no tengo tiempo para hacer un copy paste de capítulos enteros.
    Por otra parte, parece que en tu afán por sembrar confusión has terminado por confundirte tú solito. El texto donde Stalin critica a Molótov por el tema de la prensa burguesa no es de ningún texto de Martens, sino de una transcripción del CC del PCUS. ¿Así es como pretendes aleccionarnos sobre lo que pone en el texto de Martens y lo que no?

    Sí, no es martens pero el sentido de lo escrito por erazmo es lo mismo, terror al futuro plantea stalin, dudas enormes respecto de como evolucionara el comportamiento de la población soviética, el mensaje subliminal de stalin es casi decir ¡necesitamos más tiempo, lo más importante no lo hicimos! pero ya era tarde, muy tarde.

    Shenin escribió:Pues esa confianza no es menor que la que Fidel tiene en la conciencia de la población cubana, que tiene el mismo acceso que la soviética de los 50 a medios imperialistas burgueses. En La Habana no se vende El País (solo se presta a turistas en los hoteles) ni tampoco puedes conectarte a su web desde ningún ordenador con línea cubana (los gusanos sí pueden, ya que su línea es extranjera). Y, oye, he estado en Cuba y hablo con comunistas cubanos regularmente. ¡Lo sé de primera mano! Y, si esto no te vale, tienes al propio Fidel en el reportaje de Oliver Stone "Looking for Fidel" quejándose de que, a través de la Oficina de intereses yanqui en La Habana se trae "literatura de contrabando, libros subversivos" (sí, eso es literalmente lo que Fidel dice).
    De modo que la confianza de Stalin en la conciencia del pueblo soviético es tan patética como la de Fidel en la del pueblo cubano, si tu gran baremo es el de la prensa burguesa extranjera. Pero claro, Fidel te cae bien y Stalin no, ése es tu "socialismo científico"

    Vamos shenin, no ofusqueís, las radios miameras, financiadas y dirigidas por la cia, han bombardeado desde 1961 con su mediatismo burgués-fascista-filoyanqui a la población cubana ¿algo así ocurrió con stalin?, meretrices como la yoaní o las de blanco viven en Cuba y la difaman mostrando su impudicia a la población cubana ¿algo así ocurrió bajo stalin?

    Ahora Fidel se equivocó al señalar eso, quizá pretendió referirse a otra cosa pero no supo expresarse, ¿puede errar? puede porque no es infalible.

    Pero la diferencia es que Fidel ya no está y Cuba revolucionaria ahí está, falta que muera y pasen 36 meses y veremos como la previsión está, pero creo que todos sabemos como seguirá.


    Por onanismo mental o pajas mentales, términos mal aplicados, prefiero otra manera de razonar los acontecimientos.

    Y caer mal o bien no viene al caso, lo importante es analizar y someter a crítica el sujeto a analizar, eso es imprescindible para un socialista científico ¿o no?



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    Artículo del PCOE: La falsa polémica Stalin-Trotski y los intereses del imperialismo - Página 8 Empty Re: Artículo del PCOE: La falsa polémica Stalin-Trotski y los intereses del imperialismo

    Mensaje por stalingrado en la memoria Jue Ene 24, 2013 7:17 pm

    Luego de la muerte de Lenin, entre Stalin y Trostky comenzó una disputa para quedarse con el poder que finalizó con la asunción de Stalin al gobierno y con la expulción de Trotsky del PCUS y luego de la Unión Soviética. Pero no se supo hasta después de la muerte de Stalin, que en el testamento de Vladimir Lenin decía que ni Stalin ni Trotsky debían acceder al cargo de Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), el máximo cargo dentro del partido.
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    Artículo del PCOE: La falsa polémica Stalin-Trotski y los intereses del imperialismo - Página 8 Empty Re: Artículo del PCOE: La falsa polémica Stalin-Trotski y los intereses del imperialismo

    Mensaje por IonaYakir Miér Ene 30, 2013 10:47 pm

    stalingrado en la memoria escribió:Luego de la muerte de Lenin, entre Stalin y Trostky comenzó una disputa para quedarse con el poder que finalizó con la asunción de Stalin al gobierno y con la expulción de Trotsky del PCUS y luego de la Unión Soviética. Pero no se supo hasta después de la muerte de Stalin, que en el testamento de Vladimir Lenin decía que ni Stalin ni Trotsky debían acceder al cargo de Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), el máximo cargo dentro del partido.
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    Camarada, la dictadura del proletariado no es una monarquía hereditaria, ni los sucesores se eligen a dedo por el secretario general, por eso no tiene mucha validez las opiniones que pudiera haber hecho o no Lenin en el supuesto testamento. Además hay que tener en cuenta que si Lenin realmente escribió ese testamento, lo hizo en las peores condiciones, con una sifilis avanzada, con delirios constantes, parálisis, en fin, en la agonía total, por eso no es muy correcto tomar esta fuente como un argumento y servirse de ello.

    Saludos.
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    Artículo del PCOE: La falsa polémica Stalin-Trotski y los intereses del imperialismo - Página 8 Empty Re: Artículo del PCOE: La falsa polémica Stalin-Trotski y los intereses del imperialismo

    Mensaje por stalingrado en la memoria Jue Ene 31, 2013 1:46 am

    Ok, digamos que el procer Lenin no estaba en las mejores condiciones a la hora de escribir el testamento, luego de su muerte asumió como todos sabemos Josef Stalin pero... ¿Cómo se organizó el PCUS para elejir al nuevo dirigente del país? ¿Fúe mediante una elección interna? ¿El gobierno de Stalin realmente fué 100% legitimo? scratch

    Saludos
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    Mensaje por IonaYakir Jue Ene 31, 2013 3:49 am

    stalingrado en la memoria escribió:Ok, digamos que el procer Lenin no estaba en las mejores condiciones a la hora de escribir el testamento, luego de su muerte asumió como todos sabemos Josef Stalin pero... ¿Cómo se organizó el PCUS para elejir al nuevo dirigente del país? ¿Fúe mediante una elección interna? ¿El gobierno de Stalin realmente fué 100% legitimo? scratch

    Por supuesto, y la derrota de la oposición política en las elecciones del partido fue exorbitante. Vos creíste la fabula típica de “rebelión en la granja” donde Stalin asalta el poder por la fuerza? Lo cierto es que Bujarin, Zinoviev, Kamenev, y ya no hablemos de Trotzky, fueron perdiendo terreno a medida que la mayoría del Comité Central y Stalin se iban imponiendo en los debates. Te paso unas líneas de Stalin, anunciando la victoria dentro del partido sobre la oposición:


    Tenemos los siguientes datos: hasta el día de hoy se han pronunciado a favor del Partido, de su C.C. más de 572.000 camaradas; a favor de la oposición, 3.000 y pico.

    Por regla general, a la oposición le gusta alardear con las cifras, con los porcentajes, tratando de hacer ver que le sigue el 99%, etc. Ahora todo el mundo ve que más del 99% se ha pronunciado contra la oposición, a favor del Comité Central del Partido.

    ¿Y quién es el "culpable" de ello? ¡La propia oposición! La oposición venía empujándonos a la discusión. Hace ya dos años que venía exigiéndola cada día. Nosotros conteníamos esa presión; nosotros, los miembros del C.C., conteníamos esa presión porque sabemos que nuestro Partido no es un club de debates, como Lenin decía con toda razón, porque sabemos que nuestro Partido es el partido de combate del proletariado, está rodeado de enemigos, edifica el socialismo, tiene muchísimas tareas prácticas que resolver en su labor creadora y, por eso, no puede a cada momento dedicar toda su atención a las discrepancias en el seno del Partido.

    Pero llegó la hora de la discusión y, cuando faltaba un mes, más de un mes para el XV Congreso, según los Estatutos del Partido, el Partido dijo: bien, queréis discusión, pedís lucha, ¡que haya lucha! Y ahí tenéis el resultado: más del 99% a favor del Partido, a favor de su C.C., y menos del 1% a favor de la oposición.

    Discurso pronunciado por Stalin en la XVI Conferencia del Partido de la provincia de Moscú 64, 23 de noviembre de 1927

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