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    GULAGS : Mito y realidad.

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    GULAGS : Mito y realidad. - Página 6 Empty Re: GULAGS : Mito y realidad.

    Mensaje por Granma Dom Mar 04, 2012 4:18 pm

    Si ya está repetido este artículo,avisad y se borra.

    Saludos.

    La verdad sobre el Gulag

    Según la propaganda imperialista, a partir del conocido falsificador Conquest, los bolcheviques mataron a 26 millones de personas, con el siguiente desglose: 12 millones de presos ejecutados entre 1930 y 1953 y otros 14 millones muertos de hambre en la década de los años veinte. También siguiendo sus cálculos, en 1950 había de 25 a 30 millones de presos en los campos de trabajo soviéticos, de los que 12 de ellos eran "presos políticos", o sea contrarrevolucionarios. Añade que en las depuraciones de 1936 a 1939 fueron ejecutadas un millón de personas y otros dos millones murieron de hambre. El resultado de estas depuraciones serían 9 millones de "presos políticos" y 3 millones de muertos.

    Solzhenitsin, un fascista-zarista que recibió el Premio Nobel de Literatura en pago a sus "servicios", infló todavía más las cifras de Conquest. Según él, los bolcheviques mataron a 110 millones de personas: 44 millones en la II Guerra Mundial y otros 66 millones desde la colectivización hasta la muerte de Stalin en 1953. Finalmente, calculaba que en 1953 en los campos de trabajo había 25 millones de presos.

    Estas son las cifras que luego la prensa imperialista ha reproducido millones de veces por todo el mundo, por supuesto de fuentes "fidedignas".

    Naturalmente, las conclusiones de la apertura de los archivos secretos por Gorbachov en 1993 no han recibido la misma dimensión informativa y sólo han alcanzado a las publicaciones científicas restringidas. Las conclusiones del estudio se han compendiado en 9.000 páginas redactadas por tres académicos rusos (Zemskov, Dougin y Xlevnjuk) nada sospechosos de simpatías estalinistas. Estas conclusiones han sido reproducidas también por Nicolas Werth del CNRS (Instituto Francés de Investigaciones Científicas) en la revista "L'Histoire" en septiembre de 1993, y por J. Arch Getty profesor de Historia de la Universidad de River Side en California en la revista "American Historical Review".

    Todos los informes académicos son unánimes en desmentir la campaña tergiversadora.

    Los campos en el sistema penal

    Empecemos con la cuestión de la naturaleza del sistema penal soviético. Después de 1930 el sistema penal soviético incluía prisiones, campos de trabajo, colonias penales del Gulag, zonas abiertas especiales y fianzas. Los detenidos eran, por lo general, enviados a una cárcel normal mientras se llevaban a cabo las investigaciones para establecer si eran inocentes, y en tal caso liberados de inmediato, o si debían ir a juicio. En un juicio, los acusados podían ser encontrados inocentes (y liberados) o culpables. Si eran declarados culpables, podían ser sentenciados a pagar una fianza, a una pena de cárcel o, en caso extremo, a la ejecución. Las fianzas correspondían a un porcentaje determinado de sus sueldos por cierto periodo de tiempo. Los sentenciados a prisión eran puestos en diferentes cárceles según el tipo de delito.

    La palabra rusa Gulag es el acrónimo de Glavnoie Upravlenie ispravitel'no trudovij LAGerei, es decir: "Central Administrativa de los Campos de Trabajo Correccionales". Estos campos de trabajo recibían a quienes habían cometido delitos graves (homicidio, robo, violación, delitos económicos, etc.), así como a muchos de los condenados por actividades contrarrevolucionarias. Otros delincuentes, sentenciados a penas de más de 3 años podían también ingresar a los campos de trabajo. Después de pasar algún tiempo en un campo de trabajo, un prisionero podía ser trasladado a una colonia penal o a una zona especial abierta.

    En la URSS en 1940 existían 53 campos y 425 colonias de trabajo, los famosos "gulags". Se diferenciaban porque las colonias eran más pequeñas y con un régimen penitenciario más relajado que los campos y a ellas se destinaban los presos con condenas más reducidas. En los campos y colonias los presos no estaban recluidos en espacios cerrados sino que trabajaban y cobraban el mismo sueldo que los demás trabajadores, sobre la base del principio de que los presos no podían resultar una carga para la sociedad. Trabajaban durante su jornada laboral (7 horas diarias) y luego debían recluirse en los recintos cerrados y custodiados. En la URSS no había cárceles como las que conocemos aquí, en las que impera la ociosidad: trabajar era una obligación para todos, y no un derecho. Imperaba el conocido principio general de que "quien no trabaja no come".

    Las zonas especiales abiertas eran, por lo general, áreas agrícolas para los desterrados, como los kulaks (terratenientes) expropiados durante la colectivización. Otras personas, culpables de delitos menores, comunes o políticos, también cumplían sus penas en estas áreas.

    En 1939 en los campos y colonias había un total de 2 millones de presos, de los que 454.000 eran contrarrevolucionarios. De ellos murieron 160.000 por causas diversas, especialmente epidemias, enfermedades contagiosas y falta de medicinas. Después de la guerra, en 1950, el número de contrarrevolucionarios presos subió a 578.000, pero el porcentaje de presos que en total purgaban sus condenas nunca pasó del 2,4% de la población adulta de aquella época.

    ¿Qué significan estas cifras? Hagamos comparaciones...

    En Estados Unidos hoy viven 252 millones de personas y hay 5'5 millones de presos en total, es decir, un 2,8% de la población adulta.Más que en la URSS de la época de Stalin. Y Estados Unidos ni padece un levantamiento armado de las proporciones de la guerra civil en la URSS, ni tampoco la amenaza exterior de ninguna potencia. Por el contrario, la URSS surge de una guerra mundial, padece una guerra civil, una invasión exterior de las grandes potencias, un sabotaje permanente de espías y contrarrevolucionarios y, finalmente, una nueva guerra mundial. A pesar de ello, el número total de presos era inferior al actual en Estados Unidos.

    En cuanto a las muertes en los campos y colonias de trabajo, los porcentajes van del 5,2% en 1934 al 0,3% en 1953, lo que hace un total aproximado de un millón de presos, la mitad de ellos en el periodo de 1934 a 1939, y siempre por causas involuntarias, como se demostró al difundirse tras la II Guerra Mundial el uso de antibióticos, que redujo notablemente el volumen de fallecimientos.

    También es necesario tener en cuenta que no todos los sentenciados a muerte en la Unión Soviética eran efectivamente ejecutados. Una gran proporción de condenas a muerte fueron conmutadas por penas en los campos de trabajo. También es importante distinguir entre los delincuentes comunes y los contrarrevolucionarios. Muchos de los sentenciados a muerte habían cometido crímenes violentos como asesinato o violación. Hace 60 años este tipo de delitos eran castigados con la muerte en muchos países.

    En la URSS la pena de muerte para los delincuentes políticos se ejecutaba sólo en los casos más graves de levantamientos armados contra el socialismo. Dimitri Volkogonov, nombrado por Yeltsin jefe de los antiguos archivos soviéticos, ha calculado en 30.514 el número de fusilados entre 1936 y 1938 y, según cifras actuales del KGB, desde 1930 hasta 1953 habrían sido condenados a muerte 786.000 detenidos.

    Pero esta última cifra no parece convincente y puede referirse al total de ejecuciones entre delincuentes comunes y contrarrevolucionarios. Quizá pueda deberse también a que el KGB contabilizó todas las sentencias de muerte, incluso aquellas que luego no se ejecutaban y se conmutaban por otras. En todo caso, puede decirse que los fusilamientos en una de las fases más aguda de la lucha de clases en la URSS entre 1936 y 1939, la época llamada del "gran terror" entre los imperialistas, serían de unos 100.000. Por tanto, muy lejos de los millones de la propaganda con la que nos han bombardeado durante años.

    Pero hay detalles muy poco conocidos. Por ejemplo, hasta 1937 la pena máxima establecida por las leyes soviéticas era de 10 años, y el 82% de los condenados lo eran a penas inferiores a 5 años. Las penas dictadas por los tribunales populares eran algo superiores, pero en todo caso, sólo el 51% de los contrarrevolucionarios fueron condenados en 1936 a penas superiores a los 5 años. Cuando en 1937 se elevó el tope de las penas, sólo el 1% de los contrarrevolucionarios fueron condenados a penas superiores a los 10 años. Ni existía la condena a perpetuidad como en Estados Unidos, ni nadie cumplía condenas de más de 20 años, como en España.

    Los comentarios, una vez más, sobran.

    Las cifras de los archivos soviéticos

    En el Gulag estaban comprendidos 105 campos de trabajo correccionales, 9 especiales, y 97 departamentos de campos y colonias de las repúblicas de la unión, autonomías, regiones y distritos.

    Entre 1921 y 1953 pasaron 4.060.306 personas por el sistema penal soviético, incluidas 799.455 que fueron condenadas a fusilamiento. El punto álgido se alcanza en 1937-1938. En ese periodo fueron condenadas 1,3 millones de personas, de las cuales 681.692 fueron ejecutadas.

    Diferentes sectores sociales fueron objeto de represalias políticas:

    *Kulaks: cerca de 5 millones fueron deportados a colonizaciones especiales.
    *Clero: más de 200.000 personas.
    *Militares: 40.000 entre 1937 y 1941 y 994.000 durante la guerra, de ellos 157.000 fusilados.
    *Nacionalidades deportadas: 14 pueblos por completo, 48 parcialmente.

    En los años 60 a 80, el KGB desarticuló 3.000 grupos "disidentes". 13.500 miembros de esos grupos fueron represaliados.

    La rehabilitación comenzó con Jruschov en 1956. Más de 500.000 personas fueron "rehabilitadas" en los años 50 y 60. Otras 500.703 ciudadanos fueron rehabilitados judicialmente después de que se aprobara la ley sobre "rehabilitación de las víctimas de la represión política" el 18 de octubre de 1991.

    En el mismo periodo los fiscales revisaron 631.000 apelaciones en las que se rehabilitó a 165.717 y se declaró perjudicadas a otras 309.717. En 1999 se revisaron más de 42.000 procesos (1917-1960) que afectaban a 64.362 personas. Además fueron rehabilitadas 7.271 personas y otras 12.263 fueron declaradas perjudicadas como consecuencia de interpelaciones de ciudadanos y organizaciones.

    Fuente: Agencia Tass, 30/10/2000


    Los convictos del Gulag

    Pero todas esas cifras expuestas no nos darían una imagen ni siquiera aproximada de la URSS en los años treinta y las durísimas condiciones en las que se desarrollaba la lucha de clases de los obreros y los campesinos pobres. Pese a la colectivización, los kulaks no desistieron en su empeño de doblegar a los campesinos pobres, asesinando a los militantes comunistas, a los funcionarios del Estado y a los cooperativistas, incendiando las cosechas, provocando plagas, matando a los animales de trabajo y provocando el hambre. El Partido Comunista y los campesinos pobres tuvieron que luchar en las condiciones más adversas porque los kulaks contaban con importantes apoyos exteriores y tenían experiencia de años en el control de todos los resortes del poder en el campo. Sin duda la represión debió ser dura y los kulaks más destacados por sus crímenes fueron justamente ejecutados o condenados a los campos de trabajo. No obstante, de los 10 millones de kulaks existentes antes de la colectivización sólo resultaron condenados 1'8 millones de ellos a diversas penas.

    Es seguro que cuando la lucha es tan encarnizada y de tan vastas proporciones, se produjeron errores, injusticias y venganzas particulares. Pero en su conjunto, la lucha fue acertada, permitió subsistir a la URSS y salvó aún muchas mas vidas de las que costó. Y sobre todo: esas vidas que se salvaron eran las de los obreros, los campesinos pobres, los cooperativistas y la población en general de todos los pueblos de la URSS.

    Además, la situación no se ceñía exclusivamente al campo. También en las fábricas y en el Ejército ocurría algo parecido. Numerosos cuadros y técnicos provenían de las filas de la burguesía, ya que eran cuadros cualificados de los que no se pudo prescindir inicialmente. La mayor de parte de ellos colaboraron lealmente con los obreros en los planes quinquenales, pero otros saboteaban la producción, retrasaban los suministros, destruían la maquinaria y boicoteaban las tareas, causando un extraordinario perjuicio a la producción, en unos momentos clave en que la amenaza exterior del imperialismo acechaba.

    La revolución, cabe concluir, no es un camino de rosas, desgraciadamente. Pero no será porque los revolucionarios estén sedientos de sangre. Es seguro que si los capitalistas renunciaran voluntariamente a sus privilegios, todo resultaría más fácil. La Historia demuestra que eso no ha sucedido nunca y que los que lo tienen todo no dudan en masacrar a los que no tienen nada para salvaguardar sus prebendas. Y luego encima nos vuelven la historia del revés.


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    Mensaje por kike93 Lun Mar 05, 2012 5:45 pm

    AsturcOn escribió:Aprovechando el tema abierto me gustaría compartir este amplio articulo que desmonta uno de los mitos difundidos por el sensacionalismo amarillo en torno a los Gulags. Este articulo inspirado por Mario Sousa es un pequeño resumen que destapa las oscuras intenciones de la prensa capitalista y descubre el interés y procedencia de los historiadores mercenarios que usaron el testigo y relevo generacional nazi, para continuar con la campaña sistemática anti-comunista.

    El mito del Gulag


    R. Andreu
    Antorcha, núm. 10, enero de 2001

    La imagen actual de Stalin y de su etapa al frente de la URSS ha sido objeto de una deformación sistemática, primero a iniciativa de la propaganda hitleriana y luego al amparo de la guerra fría. Indudablemente esa campaña, por más que se haya probado su inconsistencia y absoluta falta de rigor histórico, ha calado: Stalin es hoy sinónimo de terror, persecución, genocidio y campos de trabajo.


    No cabe duda: la burguesía tiene pánico a Stalin y ese temor nos lo transmite a diario por todos los medios de intoxicación. Las razones son obvias: el movimiento comunista internacional alcanzó su fase de máxima pujanza precisamente bajo Stalin; la situación llegó a ser tan crítica para el imperialismo que realmente llegaron a temer su desplome. Había que hacer algo, borrar la imagen gloriosa de la Revolución de Octubre y de los bolcheviques e imponer una nueva imagen de diseño, plagada de tergiversaciones, mentiras y falsificaciones históricas de lo más burdas.


    Los imperialistas nos insistieron durante décadas que la apertura de los archivos secretos del KGB demostraría sus afirmaciones; Gorbachov ordenó abrir esos archivos en 1989 y los primeros informes completos con las conclusiones se publicaron en 1993. Estas conclusiones no han tenido el eco mediático que merecían, sin duda porque refutan plenamente la campaña intoxicadora que hemos padecido durante tantos años.


    El proceso contra Dimitrov


    La primera campaña propagandística contra la URSS y el movimiento comunista internacional se inició con la quema del Reichstag en 1933, nada más subir los nazis al poder en Alemania. Estaba perfectamente preparada: Dimitrov, dirigente de la Internacional Comunista, fue acusado del incendio y los nazis desataron un ofensiva publicitaria de dimensiones hasta entonces desconocidas. Hoy está probado que fueron los propios nazis quienes quemaron un Parlamento que ya no les servía para nada, pero la primera campaña de intoxicación demostró que la técnica funcionaba. El legendario Partido Comunista alemán fue perseguido, su secretario general Thälmann encarcelado junto con otros miles de camaradas que inauguraron los primeros campos de concentración y, como luego escribió Bertold Brecht, tras los comunistas fueron los antifascistas y, finalmente, los judíos y muchas otras víctimas del terror imperialista.


    Era el primer ejemplo histórico de la nueva propaganda imperialista, basada en la estrecha unión de la policía política (la famosa Gestapo) y los medios de comunicación. Los nazis inventaron la figura del periodista-policía, una nueva estirpe de siniestros funcionarios al servicio de las más burdas mentiras. Göbbels resumió esta nueva técnica en una frase hoy conocida: Una mentira que se repite un millón de veces acaba convirtiéndose en una verdad. Pero nadie reconoce que los comunistas fueron los primeros en padecer la infamia sistemática de los nazis.


    Los trotskistas salen a escena

    A aquella primera campaña de propaganda anticomunista le siguió otra, con la leyenda de un supuesto genocidio cometido en Ucrania contra los campesinos por la colectivización socialista. Según aquellas informaciones difundidas por la Gestapo, la colectivización habría supuesto una terrible catástrofe en la que millones de campesinos murieron de hambre.


    La colectivización del campo, un episodio más de la lucha de clases bajo el socialismo en la URSS, como no podía ser de otra forma, corría paralela a una fuerte polémica -también otra más- en el interior del Partido bolchevique entre dos corrientes políticas opuestas. Triunfó la línea marxista-leninista de continuar la construcción del socialismo que encabezaba Stalin, y las posiciones derrotistas y claudicadoras que bullían en su seno fueron depuradas y expulsadas del Partido.


    La más conocida -pero no la más importante- de esas corrientes es la trotskista, un movimiento insignificante inflado hasta la saciedad por la propaganda imperialista. En realidad Trotski nunca formó parte del Partido bolchevique, hasta pocos días antes de la revolución, cuando en plena efervescencia del movimiento de masas, se incorporó -como tantos otros- a las filas bolcheviques a las que antes había combatido sin cesar.


    Trotski fue admitido en la dirección del Partido y asumió importantes funciones tras la Revolución como responsable del Ejército Rojo, en el que tuvo que ser destituido pocos meses después, tras sus reiterados fracasos en la dirección de la guerra con los contrarrevolucionarios. Fue sustituido en esa función por Stalin y a partir de ahí sus desvaríos no cesaron. A pesar de ello, los bolcheviques demostraron una paciencia más propia de los franciscanos que de los revolucionarios. Tuvo que ser destituido de la dirección del Partido, luego expulsado de él, luego expulsado de la URSS y, finalmente, ejecutado en México.


    La burguesía imperialista siempre ha presentado esta lucha como una pugna personal por el poder entre Stalin y Trotski y no como un aspecto más de la lucha de clases contra la burguesía en el seno del Partido. Porque mientras Trotski volvió finalmente al lugar del que había salido, a las filas de la reacción, Stalin siguió también donde siempre había estado: entre los bolcheviques. Así que la inmensa mayoría del Partido estaba por un lado, y Stalin con él, mientras por el otro estaban Trotski y un reducido número de militantes que se podían contar con los dedos de las manos.


    Por tanto, la fama de Trotski proviene de su obstinada lucha contra los bolcheviques, prolongada durante varias décadas, y del apoyo que a esa lucha le proporcionó la burguesía. Trotski proporcionó al imperialismo algo muy valioso que éste no tenía: información de primera mano, del mismo interior de las filas revolucionarias en las que se había infiltrado.


    Esto dio un tono distinto a la campaña de infamias contra Stalin y el comunismo a través de un cúmulo de grupúsculos trotskistas que no eran más que el caballo de Troya del imperialismo camuflado entre algunos sectores estudiantiles o intelectuales. El nazismo nunca desperdició esta ayuda de los trotskistas en su guerra psicológica contra el movimiento comunista internacional. A su vez, los trotskistas se beneficiaron de los altavoces que el imperialismo les proporcionó en la prensa y la radio.


    De Göbbels a Hearst


    La característica común de las dos primeras campañas de guerra psicológica es que, no obstante su amplitud, no trascendieron de las fronteras de la Alemania nazi, salvo un cierto eco en la prensa reaccionaria inglesa.


    Es aquí donde surge la figura del magnate de la prensa amarilla estadounidense Hearst, que en 1934 viajó a Alemania, donde fue recibido por Hitler como invitado y amigo leal. A partir de entonces, comenzó a abrir espacios en sus periódicos para difundir artículos firmados por Göring. El descrédito y las presiones populares le obligaron rápidamente a suspender la difusión de tales artículos, pero continuó informando acerca de la URSS con materiales más refinados que la Gestapo le remitía directamente desde Berlín, alusivos a masacres, esclavitud, presidios, etc.


    Entonces la noticia estrella era el genocidio en Ucrania a causa de las colectivizaciones, campaña iniciada el 18 de febrero de 1935 en el periódico sensacionalista de Hearst Chicago American. A través de Hearst la Gestapo avanzó las primeras cifras: 6 millones de muertos por hambre en Ucrania.


    ¿Qué hay de cierto en ello?


    Ucrania era conocido como el granero de Europa, un país agrícola muy rico, ambicionado por Alemania y otras potencias imperialistas rivales como despensa alimenticia en sus preparativos de guerra. Cuando en 1935 el PCUS promovió la colectivización, 120 millones de campesinos pobres se levantaron contra los kulaks, unos 10 millones de terratenientes que a través de los koljoses se habían enriquecido con el socialismo.


    Se abrió un periodo de fuertes luchas en el campo, en toda la URSS. Los kulaks reaccionaron armándose y creando bandas que asaltaban a los campesinos pobres, incendiaban los graneros y destruían las cosechas. Surgió la escasez de grano y el hambre, lo que finalmente desembocó en epidemias, un fenómeno muy común en aquella época, ya que la penicilina no se inventó hasta la segunda mitad de los años cuarenta. Por ejemplo, en Europa occidental una epidemia de la llamada gripe española causó 20 millones de muertos entre 1918 y 1920.


    La colectivización, por tanto, no causó ningún estrago especial entre la población ucrania, más que la propia del aplastamiento de la reacción kulak. Por el contrario, fue la colectivización la que permitió el aprovisionamiento del Ejército Rojo y de los obreros soviéticos en la guerra mundial que estallaría sólo seis años después. En la guerra mundial, los kulaks supervivientes de la colectivización volvieron a Ucrania y colaboraron en la invasión nazi, privatizando las tierras de nuevo y asesinando a los campesinos por millones. Pero de estas matanzas nada ha difundido el imperialismo.


    Robert Conquest toma el relevo de la Gestapo

    La guerra mundial no acabó con la URSS como pretendieron las grandes potencias imperialistas. Por el contrario, el socialismo salió reforzado de la misma, obligando a una nueva ofensiva de guerra psicológica para encubrir su tremendo fracaso. Incapaces de derrotar por la guerra al socialismo, desataron una forma singular de agresión permanente y larvada: la guerra fría.


    En Estados Unidos el senador McCarthy inició una violenta campaña de persecución contra los comunistas y cualquier asomo de movimiento progresista que acabó extendiendo por todo el mundo como una fiebre de histeria. Desempolvaron los viejos argumentos de la Gestapo y Hearst. En 1953, financiado por los exiliados ucranios en Estados Unidos, se publicó el libro Los sucesos negros del Kremlin (1) en el que se inventaban toda una serie de matanzas truculentas en la URSS.


    Pero el personajillo que se especializaría en esta tarea fue Robert Conquest, ex-agente de la policía británica elevado unos años más tarde a profesor de la Universidad de Stanford en California, que escribió en 1969 El gran terror y en 1986 Cosecha de amarguras (2). Aquel mismo año escribió por encargo de Reagan un libro inolvidable cuyo título lo dice todo acerca de su talla universitaria: ¿Qué hacer cuando los rusos vengan? Manual de supervivencia.


    La fuente de información de Conquest eran los kulaks ucranios que habían colaborado con el Ejército hitleriano en la ocupación de la URSS y que los Estados Unidos acogieron después como exiliados políticos. La mayor parte de esos ucranios eran criminales de guerra, como Mykola Lebed, jefe de seguridad en Lvov durante la ocupación nazi que colaboró en la persecución contra los judíos en aquella ciudad en 1942. En 1949 Estados Unidos le acogió como desinformador y comenzó a trabajar para la CIA.


    Las siniestras conexiones de Conquest no fueron conocidas hasta que el periódico británico The Guardian las desveló en un artículo publicado el 27 de enero de 1978. Los servicios secretos ingleses habían creado en 1947 para la guerra fría un departamento especial dedicado en exclusiva a la intoxicación periodística que se llamaba IRD (Information Research Department), aunque su nombre originario era también bastante ilustrativo: Communist Information Department. Su tarea era combatir la influencia comunista entre el proletariado británico con noticias e informaciones inventadas, por medio de contactos en las redacciones de los periódicos y en las emisoras de radio, comprando noticias, sobornando a los periodistas, etc. Cuando en 1977 se disolvió por sus escandalosos contactos con los fascistas británicos, se comprobó que unos 100 periodistas conocidos de la prensa, radio y la televisión cobraban de sus presupuestos y que regularmente recibían informes para su difusión.


    Conquest fue agente del IRD desde los comienzos hasta 1956 y su tarea era escribir noticias siniestras de la URSS para difundirlas en la prensa y la radio. Su libro El gran terror no es más que una recopilación de los artículos sensacionalistas que como agente del IRD escribió durante años sobre la URSS. Una tercera parte de los libros fueron comprados por la editorial Praeger que es la que habitualmente distribuye los libros de intoxicación de la CIA. Y por su libro Cosecha de amargura Conquest cobró 80.000 dólares de los exiliados fascistas ucranios.


    Las cifras del gulag



    Según Conquest (y tras él toda la propaganda imperialista) los bolcheviques mataron a 26 millones de personas, con el siguiente desglose: 12 millones de presos ejecutados entre 1930 y 1953 y otros 14 millones muertos de hambre en la década de los años veinte. También siguiendo sus cálculos, en 1950 había de 25 a 30 millones de presos en los campos de trabajo soviéticos, de los que 12 de ellos eran presos políticos, o sea contrarrevolucionarios. Añade que en las depuraciones de 1936 a 1939 fueron ejecutadas un millón de personas y otros dos millones murieron de hambre. El resultado de estas depuraciones serían 9 millones de presos políticos y 3 millones de muertos.


    Soljenitsin, un fascista-zarista que recibió el Premio Nobel de Literatura (3) en pago a sus servicios, infló todavía más las cifras de Conquest. Según él, los bolcheviques mataron a 110 millones de personas: 44 millones en la II Guerra Mundial y otros 66 millones desde la colectivización hasta la muerte de Stalin en 1953. Finalmente, calculaba que en 1953 en los campos de trabajo había 25 millones de presos.


    Estas son las cifras que luego la prensa imperialista ha reproducido millones de veces por todo el mundo, por supuesto de fuentes fidedignas.


    Los archivos del KGB



    Naturalmente, las conclusiones de la apertura de los archivos secretos por Gorbachov en 1993 no han recibido la misma dimensión informativa y sólo han alcanzado a las publicaciones científicas restringidas. Las conclusiones del estudio se han compendiado en 9.000 páginas redactadas por tres académicos rusos (Zemskov, Dougin y Xlevnjuk) nada sospechosos de simpatías stalinistas. Estas conclusiones han sido reproducidas también por Nicolas Werth del CNRS (Instituto Francés de Investigaciones Científicas) en la revista L'Histoire en setiembre de 1993, y por J. Arch Getty profesor de Historia de la Universidad de River Side en California en la revista American Historical Review.


    Todos los informes académicos son unánimes en desmentir la campaña tergiversadora.


    En la URSS en 1940 existían 53 campos y 425 colonias de trabajo, los famosos gulags. Se diferenciaban porque las colonias eran más pequeñas y con un régimen penitenciario más relajado que los campos y a ellas se destinaban los presos con condenas más reducidas. En los campos y colonias los presos no estaban recluidos en espacios cerrados sino que trabajaban y cobraban el mismo sueldo que los demás trabajadores, sobre la base del principio de que los presos no podían resultar una carga para la sociedad. Trabajaban durante su jornada laboral (7 horas diarias) y luego debían recluirse en los recintos cerrados y custodiados. En la URSS no había cárceles como las que conocemos aquí, en las que impera la ociosidad: trabajar era una obligación para todos, y no un derecho. Imperaba el conocido principio general de que quien no trabaja no come.


    En 1939 en los campos y colonias había un total de 2 millones de presos, de los que 454.000 eran contrarrevolucionarios. De ellos murieron 160.000 por causas diversas, especialmente epidemias, enfermedades contagiosas y falta de medicinas. Después de la guerra, en 1950, el número de contrarrevolucionarios presos subió a 578.000, pero el porcentaje de presos que en total purgaban sus condenas nunca pasó del 2'4 por ciento de la población adulta de aquella época.


    ¿Qué significan estas cifras? Hagamos comparaciones...


    En Estados Unidos hoy viven 252 millones de personas y hay 5'5 millones de presos en total, es decir, un 2'8 por ciento de la población adulta. Más que en la URSS de la época de Stalin. Y Estados Unidos ni padece un levantamiento armado de las proporciones de la guerra civil en la URSS, ni tampoco la amenaza exterior de ninguna potencia. Por el contrario, la URSS surge de una guerra mundial, padece una guerra civil, una invasión exterior de las grandes potencias, un sabotaje permanente de espías y contrarrevolucionarios y, finalmente, una nueva guerra mundial. A pesar de ello, el número total de presos era inferior al actual en Estados Unidos.


    En cuanto a las muertes en los campos y colonias de trabajo, los porcentajes van del 5'2 por ciento en 1934 al 0'3 por ciento en 1953, lo que hace un total aproximado de un millón de presos, la mitad de ellos en el periodo de 1934 a 1939, y siempre por causas involuntarias, como se demostró al difundirse tras la II Guerra Mundial el uso de antibióticos, que redujo notablemente el volumen de fallecimientos.


    En la URSS existió la pena de muerte, que se ejecutaba sólo en los casos más graves de levantamientos armados contra el socialismo. Dimitri Volkogonov, nombrado por Yeltsin jefe de los antiguos archivos soviéticos, ha calculado en 30.514 el número de fusilados entre 1936 y 1938 y, según cifras actuales del KGB, desde 1930 hasta 1953 habrían sido condenados a muerte 786.000 detenidos.


    Pero esta última cifra no parece convincente y puede referirse al total de ejecuciones entre delincuentes comunes y contrarrevolucionarios. Quizá pueda deberse también a que el KGB contabilizó todas las sentencias de muerte, incluso aquellas que luego no se ejecutaban y se conmutaban por otras. En todo caso, puede decirse que los fusilamientos en una de las fases más aguda de la lucha de clases en la URSS entre 1936 y 1939, la época llamada del gran terror entre los imperialistas, serían de unos 100.000. Por tanto, muy lejos de los millones de la propaganda con la que nos han bombardeado durante años.


    Pero hay detalles muy poco conocidos. Por ejemplo, hasta 1937 la pena máxima establecida por las leyes soviéticas era de 10 años, y el 82 por ciento de los condenados lo eran a penas inferiores a 5 años. Las penas dictadas por los tribunales populares eran algo superiores, pero en todo caso, sólo el 51 por ciento de los contrarrevolucionarios fueron condenados en 1936 a penas superiores a los 5 años. Cuando en 1937 se elevó el tope de las penas, sólo el 1 por ciento de los contrarrevolucionarios fueron condenados a penas superiores a los 10 años. Ni existía la condena a perpetuidad como en Estados Unidos, ni nadie cumplía condenas de más de 20 años, como en España.


    Los comentarios, una vez más, sobran.


    Los convictos del gulag

    Pero todas esas cifras expuestas no nos daría una imagen ni siquiera aproximada de la URSS en los años treinta y las durísimas condiciones en las que se desarrollaba la lucha de clases de los obreros y los campesinos pobres. Pese a la colectivización, los kulaks no desistieron en su empeño de doblegar a los campesinos pobres, asesinando a los militantes comunistas, a los funcionarios del Estado y a los cooperativistas, incendiando las cosechas, provocando plagas, matando a los animales de trabajo y provocando el hambre. El Partido Comunista y los campesinos pobres tuvieron que luchar en las condiciones más adversas porque los kulaks contaban con importantes apoyos exteriores y tenían experiencia de años en el control de todos los resortes del poder en el campo. Sin duda la represión debió ser dura y los kulaks más destacados por sus crímenes fueron justamente ejecutados o condenados a los campos de trabajo. No obstante, de los 10 millones de kulaks existentes antes de la colectivización sólo resultaron condenados 1'8 millones de ellos a diversas penas.


    Es seguro que cuando la lucha es tan encarnizada y de tan vastas proporciones, se produjeron errores, injusticias y venganzas particulares. Pero en su conjunto, la lucha fue acertada, permitió subsistir a la URSS y salvó aún muchas mas vidas de las que costó. Y sobre todo: esas vidas que se salvaron eran las de los obreros, los campesinos pobres, los cooperativistas y la población en general de todos los pueblos de la URSS.


    Además, la situación no se ceñía exclusivamente al campo. También en las fábricas y en el Ejército ocurría algo parecido. Numerosos cuadros y técnicos provenían de las filas de la burguesía, ya que eran cuadros cualificados de los que no se pudo prescindir inicialmente. La mayor de parte de ellos colaboraron lealmente con los obreros en los planes quinquenales, pero otros saboteaban la producción, retrasaban los suministros, destruían la maquinaria y boicoteaban las tareas, causando un extraordinario perjuicio a la producción, en unos momentos clave en que la amenaza exterior del imperialismo acechaba.


    La revolución, cabe concluir, no es un camino de rosas, desgraciadamente. Pero no será porque los revolucionarios estén sedientos de sangre. Es seguro que si los capitalistas renunciaran voluntariamente a sus privilegios, todo resultaría más fácil. La Historia demuestra que eso no ha sucedido nunca y que los que lo tienen todo no dudan en masacrar a los que no tienen nada para salvaguardar sus prebendas. Y luego encima nos vuelven la historia del revés.


    Notas:


    (1) Black deeds of the Kremlin.
    (2) Harvest of sorrow.
    (3) Por sus libros Archipiélago gulag y Un día en la vida de Ivan Denisovich.


    Seis meses después de aparecer este artículo, el diario La Vanguardia de 5 de junio de 2001 publicó una entrevista sobre este mismo tema con el historiador ruso Viktor Zemskov, al cual aludimos en el artículo. El historiador dice que es la primera entrevista que concede a la prensa extranjera, que no se ha interesado para nada en restablecer una falsedad millones de veces repetida: Ya es hora de que la propaganda dé paso a la historia, y la suposición al documento. Hace diez años que en Rusia se sabe que Stalin y su régimen mataron mucho menos de lo que se ha dicho, comienza a decir el periodista en el encabezamiento, mientras que Zemskov dice que en Occidente se habían engañado mucho al respecto, es decir, sobre el volumen de la represión. El Estado soviético llevaba un control absoluto y preciso de cada detenido y de cada fusilado: La estadística del Gulag es considerada por nuestros historiadores como una de las mejores [...] Un solo caso de un preso desaparecido en un naufragio o fugado, genera todo un dossier de documentos y correspondencia. Como es natural, no se dice absolutamente nada de los motivos por los cuales fueron enviadas al Gulag todas esas personas. Zemskov confirma también que el principal manipulador de las estadísticas ha sido Robert Conquest, cuyas cifras de represaliados y muertos quintuplican la evidencia documental, dice Zemskov, aunque no explica el perfil biográfico de Conquest. Según las conclusiones que extrae el propio periodista, en el momento culminante de la represión estalinista, el ‘gran terror’ de 1937-1938 en la URSS se practicaron 2'5 millones de detenciones, y entre 1921 y 1953 se fusiló por motivos políticos a 800.000 personas. Pero el historiador no dice fusilados sino algo bien distinto: condenados a fusilamiento, es decir, que no existe confirmación de que la pena se ejecutara en todos los casos, por lo que debe tomarse como una aproximación. Esta cifra coincide aproximadamente con la que nosotros adelantamos y las diferencias pueden deberse a que nosotros tomamos un periodo de tiempo más corto.


    Muchos de los millones de muertos imputados al comunismo en la Unión Soviética provienen de la hambruna en Ucrania, supuestamente a consecuencia de la colectivización. El periodista canadiense Douglas Tottle publicó un libro titulado Fraude, hambre y fascismo: el mito del genocidio ucraniano, de Hitler a Harvard (Fraud, famine and fascism. The Ukrainian Genocide Myth from Hitler to Harvard, Toronto, Progress Book, 1987). La colectivización se inició a finales de 1929 y el hambre apareció en 1934 (casualmente al año siguiente de la llegada de Hitler al gobierno de Berlín). En su libro Tottle demuestra que las fotografías publicadas, que exhiben supuestas escenas de niños muertos de hambre, se tomaron, en realidad, de publicaciones de 1922 mostrando las muertes de hambre causadas por la intervención de ocho potencias imperialistas en la guerra civil de 1918-1921.


    Estas falsificaciones también han sido denunciadas por Louis Fisher, corresponsal en Moscú del periódico americano The Nation. Fisher denunció que el periodista M. Parrot, el auténtico corresponsal de la cadena Hearst en Moscú, envió reportajes que jamás se publicaron acerca de las excelentes cosechas en Ucrania. Tottle demuestra que el periodista que envió durante mucho tiempo los reportajes y fotografías falsos sobre el hambre en Ucrania, Thomas Walker, se llamaba en realidad Robert Green, que se había escapado de una cárcel de Colorado. Cuando Green regresó a Estados Unidos fue detenido y confesó al tribunal que jamás había estado en Ucrania y que sólo estuvo cinco días en Moscú.


    Sobre los millones de muertos de hambre en Ucrania existe una curiosa carta en los archivos del Ministerio francés de Asuntos Exteriores escrita por su embajador en Moscú Charles Alphand y dirigida a Paul Boncour, el titular entonces del Ministerio en París, de fecha 13 de setiembre de 1933. La carta relata un viaje por la Unión Soviética de Alphand acompañando a Herriot. Dice así:


    Invitado oficialmente por el gobierno soviético para participar en el viaje de Herriot al sur de la URSS, seis días en Ucrania y en el norte del Cáucaso [...]


    Este viaje [...] ocasionó manifestaciones de lo más cariñosas respecto a Francia que por todas partes recibió los aplausos unánimes de la muchedumbre soviética sin que [...] hubiera una nota discordante. El sólo hecho de que se les haya permitido e incluso provocado, muestra el deseo de los gobernantes de mostrar su deseo de acercamiento con Francia.


    Además de museos y monumentos antiguos, hemos visitado el mayor número posible de fábricas y explotaciones agrícolas [...] maravillado por el Dnieprostroi donde, además, se encuentra la fábrica hidroeléctrica más importante de Europa. Sobre una estepa rusa se eleva desde hace cuatro años una ciudad de 150.000 habitantes, de los que 40.000 son obreros [...] Salvo para el aluminio (sólo se logró un sexto de lo previsto), las fábricas aún están en fase de equipamiento y la producción no alcanzará su pleno rendimiento hasta dentro de tres o cuatro años, según los técnicos que he podido consultar. Visita a las fábricas de panificación de Kiev, de turbinas y tractores de Jarkov, maquinaria agrícola, cosechadoras en Rostov, rodamientos y motores en Moscú. Concordando esas constataciones de las informaciones ya proporcionadas al Departamento sobre las formidables industrias de los Urales (Magnitogorsk y Kuznietsk), sobre los proyectos hidroeléctricos del Volga y de Siberia, sobre las fábricas de Gorki y de Leningrado, se ve el esfuerzo industrial enorme del Gobierno de los Soviets. Dada la peculiar situación de la URSS, el único país del mundo que progresa, ese desarrollo no puede perjudicar a las industrias europeas, más que cerrándoles el mercado ruso, porque las posibilidades de absorción de ese mercado son tan grandes que pasarán 50 o incluso 100 años antes de que los Soviets alcancen una sobreproducción que no sean capaces de absorber por ellos mismos. Pero hay un grave problema [...] el de los transportes: insuficiencia de la red ferroviaria y vial [...] En esta vía [...] podememos plantearnos la colaboración franco-soviética.


    Al margen de la cuestión industrial, se desprende una impresión del viaje a la URSS, el de un esfuerzo en la construcción de alojamientos para una población que en diez años aumenta la población de Francia. Lo mismo en Moscú que en Leningrado de un plumazo se alzan grandes casas obreras casi en cada calle, pero el éxito más grande desde el punto de vista del urbanismo está en Jarkov donde en cuatro años una ciudad entera de aspecto netamente americano se ha edificado al lado de la ciudad antigua.


    En fin, una de las partes mas importante de nuestra gira ha sido la visita a las organizaciones soviéticas en Ucrania y en el norte del Cáucaso, el centro mismo de los territorios donde, según recientes campañas de prensa, reinaba un hambre comparable a la de 1922.


    Usted verá, me habían dicho, que en el último momento esta parte del viaje será suprimida; no le llevarán a ese infierno de miseria. Para encontrar en Moscú a Molotov, que partía de vacaciones, se suprimió del programa la excursión a Crimea que tenía un carácter particularmente turístico; el viaje a Ucrania se desarrolló normalmente. Hemos atravesado de parte a parte, en los dos sentidos, en ferrocarril, este inmenso campo de cereales cuyos cultivos se interrumpen allá donde no alcanza la vista, de espeso humus negro que hace innecesario el abono. A 60 y 70 kilómetros de las ciudades, hemos visitado koljoses y sovjoses, y volvemos con la impresión muy clara de la falsedad de las noticias difundidas en la prensa y la convicción que yo esbocé en mi correspondencia de una campaña inspirada por Alemania y los Rusos blancos deseosos de oponerse al acercamiento franco-soviético.


    Antes de recorrer el país, yo mismo me he hecho eco de esas habladurías difundidas por los enemigos del régimen y tengo hoy la certidumbre de su exageración.


    Sin duda, se nos dirá, los eslavos, después del Potemkin, tienen un maravilloso sentido de la puesta en escena, sólo os han mostrado lo que querían que viérais, ¿cómo pretende Usted, en una excursión de una semana, no hablando ruso, apercibirse del estado de una región tan extensa? Sin embargo, hemos mirado por las ventanas durante el trayecto de más de 3.000 kilómetros, y no se ha podido trucar completamente la población, que nos ha parecido en el mejor estado físico y de vestuario que la de las ciudadades del norte, de donde venimos. Nuestro coche ha podido aplastar pollos de más de cuatro meses; nos hemos dado cuenta de la extensión de esos campos que acaban de proporcionar una cosecha que todos están de acuerdo en calificar de excepcional. Si verdaderamente millones de hombres estuvieran muertos de hambre en esas regiones, los infortunados hubieran comido sus pollos antes de pensar en alimentarse de cadáveres. Hubieran sido necesarios millones de soldados para impedirles comerse las semillas.


    ¿Qué dicen a este respecto las autoridades que hemos interrogado? El año pasado tuvo lugar efectivamente, un episodio de los más graves de la Revolución para la aplicación del régimen colectivista en la agricultura. En esas regiones particularmente ricas, hemos tenido que luchar contra los campesinos ricos que no cultivaban por sí mismos sus tierras sino que utilizaban asalariados; contra esos kulaks, más o menos abiertamente sostenidos por Alemania, que lleva en Ucrania su campaña separatista. Con la esperanza de desórdenes graves, esos elementos contrarrevolucionarios intentaron suscitar la huelga de brazos caídos. De ahí resultó una disminución de la producción de cereales que en un momento dado amenazó seriamente Moscú y supuso no solamente graves dificultades en las regiones donde se organizó el sabotaje de la cosecha, sino también la obligación de imponer restricciones importantes en la distribución de víveres. Que ha habido hambre está fuera de duda. Pero por una acción enérgica del poder central, acción combinada de la policía y de los elementos políticos comunistas, gracias a ciertas concesiones ofrecidas al interés personal (propiedad de una vaca y de productos de la huerta), la situación ha podido ser restablecida durante estos últimos meses y Stalin, según una expresión de Radek [...] ha ganado su ‘batalla del Marne’ agraria.


    Dos ejemplos típicos de esta campaña y de las dificultades [...] nos los ofreció Kalinin, a quien interrogamos sobre este grave problema del hambre. Nos dio el ejemplo de la comuna de Tver que hoy lleva su nombre, donde hay tres koljoses. El primero ha trabajado muy bien, ha realizado una buena cosecha y sus miembros han obtenido buenos beneficios; el segundo ha alcanzado los dos objetivos; pero el tercero, por impulso de nuestros adversarios, ha saboteado la cosecha y sus afiliados han corrido el peligro de morir de hambre. A petición mía [de Kalinin], el Gobierno les ha hecho llegar ayuda. A causa de ello, me he atraído la enemistad de los otros dos koljoses que pensaban que no importaba hacer las cosas mal si, no haciendo nada, se obtenía sin embargo la subsistencia [...]


    El segundo ejemplo de Kalinin es el siguiente: el año pasado faltó la leche en Moscú y se restringió la distribución incluso a los niños y a los obreros empleados en trabajos nocivos. Pero la persona encargada de la distribución era precisamente el gran negociante de preguerra que aseguraba el mismo servicio bajo el régimen zarista. El Presidente Kalinin llamó a ese fucionario para preguntarle cómo con una cantidad doble de leche no llegaba para suministrar a las categorías restringidas indicadas. El interesado apenas tuvo que mostrar que la cantidad era hoy insuficiente porque antes la leche era un privilegio de la clase noble y rica de Moscú.


    Aumento considerable de las necesidades, resistencias políticas de los elementos reaccionarios, tales son las causas del desequilibrio que revuelve nuestros espíritus occidentales pero que parecen naturales al espíritu eslavo fatalista que, poco deseoso de intereses inmediatos individualistas, está centrado en el cumplimiento del amplio prgrama que se ha propuesto.

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    GULAGS : Mito y realidad. - Página 6 Empty Re: GULAGS : Mito y realidad.

    Mensaje por Autonomo. Miér Jun 06, 2012 4:32 am

    AsturcOn escribió:Aprovechando el tema abierto me gustaría compartir este amplio articulo que desmonta uno de los mitos difundidos por el sensacionalismo amarillo en torno a los Gulags. Este articulo inspirado por Mario Sousa es un pequeño resumen que destapa las oscuras intenciones de la prensa capitalista y descubre el interés y procedencia de los historiadores mercenarios que usaron el testigo y relevo generacional nazi, para continuar con la campaña sistemática anti-comunista.

    El mito del Gulag


    R. Andreu
    Antorcha, núm. 10, enero de 2001

    La imagen actual de Stalin y de su etapa al frente de la URSS ha sido objeto de una deformación sistemática, primero a iniciativa de la propaganda hitleriana y luego al amparo de la guerra fría. Indudablemente esa campaña, por más que se haya probado su inconsistencia y absoluta falta de rigor histórico, ha calado: Stalin es hoy sinónimo de terror, persecución, genocidio y campos de trabajo.


    No cabe duda: la burguesía tiene pánico a Stalin y ese temor nos lo transmite a diario por todos los medios de intoxicación. Las razones son obvias: el movimiento comunista internacional alcanzó su fase de máxima pujanza precisamente bajo Stalin; la situación llegó a ser tan crítica para el imperialismo que realmente llegaron a temer su desplome. Había que hacer algo, borrar la imagen gloriosa de la Revolución de Octubre y de los bolcheviques e imponer una nueva imagen de diseño, plagada de tergiversaciones, mentiras y falsificaciones históricas de lo más burdas.


    Los imperialistas nos insistieron durante décadas que la apertura de los archivos secretos del KGB demostraría sus afirmaciones; Gorbachov ordenó abrir esos archivos en 1989 y los primeros informes completos con las conclusiones se publicaron en 1993. Estas conclusiones no han tenido el eco mediático que merecían, sin duda porque refutan plenamente la campaña intoxicadora que hemos padecido durante tantos años.


    El proceso contra Dimitrov


    La primera campaña propagandística contra la URSS y el movimiento comunista internacional se inició con la quema del Reichstag en 1933, nada más subir los nazis al poder en Alemania. Estaba perfectamente preparada: Dimitrov, dirigente de la Internacional Comunista, fue acusado del incendio y los nazis desataron un ofensiva publicitaria de dimensiones hasta entonces desconocidas. Hoy está probado que fueron los propios nazis quienes quemaron un Parlamento que ya no les servía para nada, pero la primera campaña de intoxicación demostró que la técnica funcionaba. El legendario Partido Comunista alemán fue perseguido, su secretario general Thälmann encarcelado junto con otros miles de camaradas que inauguraron los primeros campos de concentración y, como luego escribió Bertold Brecht, tras los comunistas fueron los antifascistas y, finalmente, los judíos y muchas otras víctimas del terror imperialista.


    Era el primer ejemplo histórico de la nueva propaganda imperialista, basada en la estrecha unión de la policía política (la famosa Gestapo) y los medios de comunicación. Los nazis inventaron la figura del periodista-policía, una nueva estirpe de siniestros funcionarios al servicio de las más burdas mentiras. Göbbels resumió esta nueva técnica en una frase hoy conocida: Una mentira que se repite un millón de veces acaba convirtiéndose en una verdad. Pero nadie reconoce que los comunistas fueron los primeros en padecer la infamia sistemática de los nazis.


    Los trotskistas salen a escena

    A aquella primera campaña de propaganda anticomunista le siguió otra, con la leyenda de un supuesto genocidio cometido en Ucrania contra los campesinos por la colectivización socialista. Según aquellas informaciones difundidas por la Gestapo, la colectivización habría supuesto una terrible catástrofe en la que millones de campesinos murieron de hambre.


    La colectivización del campo, un episodio más de la lucha de clases bajo el socialismo en la URSS, como no podía ser de otra forma, corría paralela a una fuerte polémica -también otra más- en el interior del Partido bolchevique entre dos corrientes políticas opuestas. Triunfó la línea marxista-leninista de continuar la construcción del socialismo que encabezaba Stalin, y las posiciones derrotistas y claudicadoras que bullían en su seno fueron depuradas y expulsadas del Partido.


    La más conocida -pero no la más importante- de esas corrientes es la trotskista, un movimiento insignificante inflado hasta la saciedad por la propaganda imperialista. En realidad Trotski nunca formó parte del Partido bolchevique, hasta pocos días antes de la revolución, cuando en plena efervescencia del movimiento de masas, se incorporó -como tantos otros- a las filas bolcheviques a las que antes había combatido sin cesar.


    Trotski fue admitido en la dirección del Partido y asumió importantes funciones tras la Revolución como responsable del Ejército Rojo, en el que tuvo que ser destituido pocos meses después, tras sus reiterados fracasos en la dirección de la guerra con los contrarrevolucionarios. Fue sustituido en esa función por Stalin y a partir de ahí sus desvaríos no cesaron. A pesar de ello, los bolcheviques demostraron una paciencia más propia de los franciscanos que de los revolucionarios. Tuvo que ser destituido de la dirección del Partido, luego expulsado de él, luego expulsado de la URSS y, finalmente, ejecutado en México.


    La burguesía imperialista siempre ha presentado esta lucha como una pugna personal por el poder entre Stalin y Trotski y no como un aspecto más de la lucha de clases contra la burguesía en el seno del Partido. Porque mientras Trotski volvió finalmente al lugar del que había salido, a las filas de la reacción, Stalin siguió también donde siempre había estado: entre los bolcheviques. Así que la inmensa mayoría del Partido estaba por un lado, y Stalin con él, mientras por el otro estaban Trotski y un reducido número de militantes que se podían contar con los dedos de las manos.


    Por tanto, la fama de Trotski proviene de su obstinada lucha contra los bolcheviques, prolongada durante varias décadas, y del apoyo que a esa lucha le proporcionó la burguesía. Trotski proporcionó al imperialismo algo muy valioso que éste no tenía: información de primera mano, del mismo interior de las filas revolucionarias en las que se había infiltrado.


    Esto dio un tono distinto a la campaña de infamias contra Stalin y el comunismo a través de un cúmulo de grupúsculos trotskistas que no eran más que el caballo de Troya del imperialismo camuflado entre algunos sectores estudiantiles o intelectuales. El nazismo nunca desperdició esta ayuda de los trotskistas en su guerra psicológica contra el movimiento comunista internacional. A su vez, los trotskistas se beneficiaron de los altavoces que el imperialismo les proporcionó en la prensa y la radio.


    De Göbbels a Hearst


    La característica común de las dos primeras campañas de guerra psicológica es que, no obstante su amplitud, no trascendieron de las fronteras de la Alemania nazi, salvo un cierto eco en la prensa reaccionaria inglesa.


    Es aquí donde surge la figura del magnate de la prensa amarilla estadounidense Hearst, que en 1934 viajó a Alemania, donde fue recibido por Hitler como invitado y amigo leal. A partir de entonces, comenzó a abrir espacios en sus periódicos para difundir artículos firmados por Göring. El descrédito y las presiones populares le obligaron rápidamente a suspender la difusión de tales artículos, pero continuó informando acerca de la URSS con materiales más refinados que la Gestapo le remitía directamente desde Berlín, alusivos a masacres, esclavitud, presidios, etc.


    Entonces la noticia estrella era el genocidio en Ucrania a causa de las colectivizaciones, campaña iniciada el 18 de febrero de 1935 en el periódico sensacionalista de Hearst Chicago American. A través de Hearst la Gestapo avanzó las primeras cifras: 6 millones de muertos por hambre en Ucrania.


    ¿Qué hay de cierto en ello?


    Ucrania era conocido como el granero de Europa, un país agrícola muy rico, ambicionado por Alemania y otras potencias imperialistas rivales como despensa alimenticia en sus preparativos de guerra. Cuando en 1935 el PCUS promovió la colectivización, 120 millones de campesinos pobres se levantaron contra los kulaks, unos 10 millones de terratenientes que a través de los koljoses se habían enriquecido con el socialismo.


    Se abrió un periodo de fuertes luchas en el campo, en toda la URSS. Los kulaks reaccionaron armándose y creando bandas que asaltaban a los campesinos pobres, incendiaban los graneros y destruían las cosechas. Surgió la escasez de grano y el hambre, lo que finalmente desembocó en epidemias, un fenómeno muy común en aquella época, ya que la penicilina no se inventó hasta la segunda mitad de los años cuarenta. Por ejemplo, en Europa occidental una epidemia de la llamada gripe española causó 20 millones de muertos entre 1918 y 1920.


    La colectivización, por tanto, no causó ningún estrago especial entre la población ucrania, más que la propia del aplastamiento de la reacción kulak. Por el contrario, fue la colectivización la que permitió el aprovisionamiento del Ejército Rojo y de los obreros soviéticos en la guerra mundial que estallaría sólo seis años después. En la guerra mundial, los kulaks supervivientes de la colectivización volvieron a Ucrania y colaboraron en la invasión nazi, privatizando las tierras de nuevo y asesinando a los campesinos por millones. Pero de estas matanzas nada ha difundido el imperialismo.


    Robert Conquest toma el relevo de la Gestapo

    La guerra mundial no acabó con la URSS como pretendieron las grandes potencias imperialistas. Por el contrario, el socialismo salió reforzado de la misma, obligando a una nueva ofensiva de guerra psicológica para encubrir su tremendo fracaso. Incapaces de derrotar por la guerra al socialismo, desataron una forma singular de agresión permanente y larvada: la guerra fría.


    En Estados Unidos el senador McCarthy inició una violenta campaña de persecución contra los comunistas y cualquier asomo de movimiento progresista que acabó extendiendo por todo el mundo como una fiebre de histeria. Desempolvaron los viejos argumentos de la Gestapo y Hearst. En 1953, financiado por los exiliados ucranios en Estados Unidos, se publicó el libro Los sucesos negros del Kremlin (1) en el que se inventaban toda una serie de matanzas truculentas en la URSS.


    Pero el personajillo que se especializaría en esta tarea fue Robert Conquest, ex-agente de la policía británica elevado unos años más tarde a profesor de la Universidad de Stanford en California, que escribió en 1969 El gran terror y en 1986 Cosecha de amarguras (2). Aquel mismo año escribió por encargo de Reagan un libro inolvidable cuyo título lo dice todo acerca de su talla universitaria: ¿Qué hacer cuando los rusos vengan? Manual de supervivencia.


    La fuente de información de Conquest eran los kulaks ucranios que habían colaborado con el Ejército hitleriano en la ocupación de la URSS y que los Estados Unidos acogieron después como exiliados políticos. La mayor parte de esos ucranios eran criminales de guerra, como Mykola Lebed, jefe de seguridad en Lvov durante la ocupación nazi que colaboró en la persecución contra los judíos en aquella ciudad en 1942. En 1949 Estados Unidos le acogió como desinformador y comenzó a trabajar para la CIA.


    Las siniestras conexiones de Conquest no fueron conocidas hasta que el periódico británico The Guardian las desveló en un artículo publicado el 27 de enero de 1978. Los servicios secretos ingleses habían creado en 1947 para la guerra fría un departamento especial dedicado en exclusiva a la intoxicación periodística que se llamaba IRD (Information Research Department), aunque su nombre originario era también bastante ilustrativo: Communist Information Department. Su tarea era combatir la influencia comunista entre el proletariado británico con noticias e informaciones inventadas, por medio de contactos en las redacciones de los periódicos y en las emisoras de radio, comprando noticias, sobornando a los periodistas, etc. Cuando en 1977 se disolvió por sus escandalosos contactos con los fascistas británicos, se comprobó que unos 100 periodistas conocidos de la prensa, radio y la televisión cobraban de sus presupuestos y que regularmente recibían informes para su difusión.


    Conquest fue agente del IRD desde los comienzos hasta 1956 y su tarea era escribir noticias siniestras de la URSS para difundirlas en la prensa y la radio. Su libro El gran terror no es más que una recopilación de los artículos sensacionalistas que como agente del IRD escribió durante años sobre la URSS. Una tercera parte de los libros fueron comprados por la editorial Praeger que es la que habitualmente distribuye los libros de intoxicación de la CIA. Y por su libro Cosecha de amargura Conquest cobró 80.000 dólares de los exiliados fascistas ucranios.


    Las cifras del gulag



    Según Conquest (y tras él toda la propaganda imperialista) los bolcheviques mataron a 26 millones de personas, con el siguiente desglose: 12 millones de presos ejecutados entre 1930 y 1953 y otros 14 millones muertos de hambre en la década de los años veinte. También siguiendo sus cálculos, en 1950 había de 25 a 30 millones de presos en los campos de trabajo soviéticos, de los que 12 de ellos eran presos políticos, o sea contrarrevolucionarios. Añade que en las depuraciones de 1936 a 1939 fueron ejecutadas un millón de personas y otros dos millones murieron de hambre. El resultado de estas depuraciones serían 9 millones de presos políticos y 3 millones de muertos.


    Soljenitsin, un fascista-zarista que recibió el Premio Nobel de Literatura (3) en pago a sus servicios, infló todavía más las cifras de Conquest. Según él, los bolcheviques mataron a 110 millones de personas: 44 millones en la II Guerra Mundial y otros 66 millones desde la colectivización hasta la muerte de Stalin en 1953. Finalmente, calculaba que en 1953 en los campos de trabajo había 25 millones de presos.


    Estas son las cifras que luego la prensa imperialista ha reproducido millones de veces por todo el mundo, por supuesto de fuentes fidedignas.


    Los archivos del KGB



    Naturalmente, las conclusiones de la apertura de los archivos secretos por Gorbachov en 1993 no han recibido la misma dimensión informativa y sólo han alcanzado a las publicaciones científicas restringidas. Las conclusiones del estudio se han compendiado en 9.000 páginas redactadas por tres académicos rusos (Zemskov, Dougin y Xlevnjuk) nada sospechosos de simpatías stalinistas. Estas conclusiones han sido reproducidas también por Nicolas Werth del CNRS (Instituto Francés de Investigaciones Científicas) en la revista L'Histoire en setiembre de 1993, y por J. Arch Getty profesor de Historia de la Universidad de River Side en California en la revista American Historical Review.


    Todos los informes académicos son unánimes en desmentir la campaña tergiversadora.


    En la URSS en 1940 existían 53 campos y 425 colonias de trabajo, los famosos gulags. Se diferenciaban porque las colonias eran más pequeñas y con un régimen penitenciario más relajado que los campos y a ellas se destinaban los presos con condenas más reducidas. En los campos y colonias los presos no estaban recluidos en espacios cerrados sino que trabajaban y cobraban el mismo sueldo que los demás trabajadores, sobre la base del principio de que los presos no podían resultar una carga para la sociedad. Trabajaban durante su jornada laboral (7 horas diarias) y luego debían recluirse en los recintos cerrados y custodiados. En la URSS no había cárceles como las que conocemos aquí, en las que impera la ociosidad: trabajar era una obligación para todos, y no un derecho. Imperaba el conocido principio general de que quien no trabaja no come.


    En 1939 en los campos y colonias había un total de 2 millones de presos, de los que 454.000 eran contrarrevolucionarios. De ellos murieron 160.000 por causas diversas, especialmente epidemias, enfermedades contagiosas y falta de medicinas. Después de la guerra, en 1950, el número de contrarrevolucionarios presos subió a 578.000, pero el porcentaje de presos que en total purgaban sus condenas nunca pasó del 2'4 por ciento de la población adulta de aquella época.


    ¿Qué significan estas cifras? Hagamos comparaciones...


    En Estados Unidos hoy viven 252 millones de personas y hay 5'5 millones de presos en total, es decir, un 2'8 por ciento de la población adulta. Más que en la URSS de la época de Stalin. Y Estados Unidos ni padece un levantamiento armado de las proporciones de la guerra civil en la URSS, ni tampoco la amenaza exterior de ninguna potencia. Por el contrario, la URSS surge de una guerra mundial, padece una guerra civil, una invasión exterior de las grandes potencias, un sabotaje permanente de espías y contrarrevolucionarios y, finalmente, una nueva guerra mundial. A pesar de ello, el número total de presos era inferior al actual en Estados Unidos.


    En cuanto a las muertes en los campos y colonias de trabajo, los porcentajes van del 5'2 por ciento en 1934 al 0'3 por ciento en 1953, lo que hace un total aproximado de un millón de presos, la mitad de ellos en el periodo de 1934 a 1939, y siempre por causas involuntarias, como se demostró al difundirse tras la II Guerra Mundial el uso de antibióticos, que redujo notablemente el volumen de fallecimientos.


    En la URSS existió la pena de muerte, que se ejecutaba sólo en los casos más graves de levantamientos armados contra el socialismo. Dimitri Volkogonov, nombrado por Yeltsin jefe de los antiguos archivos soviéticos, ha calculado en 30.514 el número de fusilados entre 1936 y 1938 y, según cifras actuales del KGB, desde 1930 hasta 1953 habrían sido condenados a muerte 786.000 detenidos.


    Pero esta última cifra no parece convincente y puede referirse al total de ejecuciones entre delincuentes comunes y contrarrevolucionarios. Quizá pueda deberse también a que el KGB contabilizó todas las sentencias de muerte, incluso aquellas que luego no se ejecutaban y se conmutaban por otras. En todo caso, puede decirse que los fusilamientos en una de las fases más aguda de la lucha de clases en la URSS entre 1936 y 1939, la época llamada del gran terror entre los imperialistas, serían de unos 100.000. Por tanto, muy lejos de los millones de la propaganda con la que nos han bombardeado durante años.


    Pero hay detalles muy poco conocidos. Por ejemplo, hasta 1937 la pena máxima establecida por las leyes soviéticas era de 10 años, y el 82 por ciento de los condenados lo eran a penas inferiores a 5 años. Las penas dictadas por los tribunales populares eran algo superiores, pero en todo caso, sólo el 51 por ciento de los contrarrevolucionarios fueron condenados en 1936 a penas superiores a los 5 años. Cuando en 1937 se elevó el tope de las penas, sólo el 1 por ciento de los contrarrevolucionarios fueron condenados a penas superiores a los 10 años. Ni existía la condena a perpetuidad como en Estados Unidos, ni nadie cumplía condenas de más de 20 años, como en España.


    Los comentarios, una vez más, sobran.


    Los convictos del gulag

    Pero todas esas cifras expuestas no nos daría una imagen ni siquiera aproximada de la URSS en los años treinta y las durísimas condiciones en las que se desarrollaba la lucha de clases de los obreros y los campesinos pobres. Pese a la colectivización, los kulaks no desistieron en su empeño de doblegar a los campesinos pobres, asesinando a los militantes comunistas, a los funcionarios del Estado y a los cooperativistas, incendiando las cosechas, provocando plagas, matando a los animales de trabajo y provocando el hambre. El Partido Comunista y los campesinos pobres tuvieron que luchar en las condiciones más adversas porque los kulaks contaban con importantes apoyos exteriores y tenían experiencia de años en el control de todos los resortes del poder en el campo. Sin duda la represión debió ser dura y los kulaks más destacados por sus crímenes fueron justamente ejecutados o condenados a los campos de trabajo. No obstante, de los 10 millones de kulaks existentes antes de la colectivización sólo resultaron condenados 1'8 millones de ellos a diversas penas.


    Es seguro que cuando la lucha es tan encarnizada y de tan vastas proporciones, se produjeron errores, injusticias y venganzas particulares. Pero en su conjunto, la lucha fue acertada, permitió subsistir a la URSS y salvó aún muchas mas vidas de las que costó. Y sobre todo: esas vidas que se salvaron eran las de los obreros, los campesinos pobres, los cooperativistas y la población en general de todos los pueblos de la URSS.


    Además, la situación no se ceñía exclusivamente al campo. También en las fábricas y en el Ejército ocurría algo parecido. Numerosos cuadros y técnicos provenían de las filas de la burguesía, ya que eran cuadros cualificados de los que no se pudo prescindir inicialmente. La mayor de parte de ellos colaboraron lealmente con los obreros en los planes quinquenales, pero otros saboteaban la producción, retrasaban los suministros, destruían la maquinaria y boicoteaban las tareas, causando un extraordinario perjuicio a la producción, en unos momentos clave en que la amenaza exterior del imperialismo acechaba.


    La revolución, cabe concluir, no es un camino de rosas, desgraciadamente. Pero no será porque los revolucionarios estén sedientos de sangre. Es seguro que si los capitalistas renunciaran voluntariamente a sus privilegios, todo resultaría más fácil. La Historia demuestra que eso no ha sucedido nunca y que los que lo tienen todo no dudan en masacrar a los que no tienen nada para salvaguardar sus prebendas. Y luego encima nos vuelven la historia del revés.


    Notas:


    (1) Black deeds of the Kremlin.
    (2) Harvest of sorrow.
    (3) Por sus libros Archipiélago gulag y Un día en la vida de Ivan Denisovich.


    Seis meses después de aparecer este artículo, el diario La Vanguardia de 5 de junio de 2001 publicó una entrevista sobre este mismo tema con el historiador ruso Viktor Zemskov, al cual aludimos en el artículo. El historiador dice que es la primera entrevista que concede a la prensa extranjera, que no se ha interesado para nada en restablecer una falsedad millones de veces repetida: Ya es hora de que la propaganda dé paso a la historia, y la suposición al documento. Hace diez años que en Rusia se sabe que Stalin y su régimen mataron mucho menos de lo que se ha dicho, comienza a decir el periodista en el encabezamiento, mientras que Zemskov dice que en Occidente se habían engañado mucho al respecto, es decir, sobre el volumen de la represión. El Estado soviético llevaba un control absoluto y preciso de cada detenido y de cada fusilado: La estadística del Gulag es considerada por nuestros historiadores como una de las mejores [...] Un solo caso de un preso desaparecido en un naufragio o fugado, genera todo un dossier de documentos y correspondencia. Como es natural, no se dice absolutamente nada de los motivos por los cuales fueron enviadas al Gulag todas esas personas. Zemskov confirma también que el principal manipulador de las estadísticas ha sido Robert Conquest, cuyas cifras de represaliados y muertos quintuplican la evidencia documental, dice Zemskov, aunque no explica el perfil biográfico de Conquest. Según las conclusiones que extrae el propio periodista, en el momento culminante de la represión estalinista, el ‘gran terror’ de 1937-1938 en la URSS se practicaron 2'5 millones de detenciones, y entre 1921 y 1953 se fusiló por motivos políticos a 800.000 personas. Pero el historiador no dice fusilados sino algo bien distinto: condenados a fusilamiento, es decir, que no existe confirmación de que la pena se ejecutara en todos los casos, por lo que debe tomarse como una aproximación. Esta cifra coincide aproximadamente con la que nosotros adelantamos y las diferencias pueden deberse a que nosotros tomamos un periodo de tiempo más corto.


    Muchos de los millones de muertos imputados al comunismo en la Unión Soviética provienen de la hambruna en Ucrania, supuestamente a consecuencia de la colectivización. El periodista canadiense Douglas Tottle publicó un libro titulado Fraude, hambre y fascismo: el mito del genocidio ucraniano, de Hitler a Harvard (Fraud, famine and fascism. The Ukrainian Genocide Myth from Hitler to Harvard, Toronto, Progress Book, 1987). La colectivización se inició a finales de 1929 y el hambre apareció en 1934 (casualmente al año siguiente de la llegada de Hitler al gobierno de Berlín). En su libro Tottle demuestra que las fotografías publicadas, que exhiben supuestas escenas de niños muertos de hambre, se tomaron, en realidad, de publicaciones de 1922 mostrando las muertes de hambre causadas por la intervención de ocho potencias imperialistas en la guerra civil de 1918-1921.


    Estas falsificaciones también han sido denunciadas por Louis Fisher, corresponsal en Moscú del periódico americano The Nation. Fisher denunció que el periodista M. Parrot, el auténtico corresponsal de la cadena Hearst en Moscú, envió reportajes que jamás se publicaron acerca de las excelentes cosechas en Ucrania. Tottle demuestra que el periodista que envió durante mucho tiempo los reportajes y fotografías falsos sobre el hambre en Ucrania, Thomas Walker, se llamaba en realidad Robert Green, que se había escapado de una cárcel de Colorado. Cuando Green regresó a Estados Unidos fue detenido y confesó al tribunal que jamás había estado en Ucrania y que sólo estuvo cinco días en Moscú.


    Sobre los millones de muertos de hambre en Ucrania existe una curiosa carta en los archivos del Ministerio francés de Asuntos Exteriores escrita por su embajador en Moscú Charles Alphand y dirigida a Paul Boncour, el titular entonces del Ministerio en París, de fecha 13 de setiembre de 1933. La carta relata un viaje por la Unión Soviética de Alphand acompañando a Herriot. Dice así:


    Invitado oficialmente por el gobierno soviético para participar en el viaje de Herriot al sur de la URSS, seis días en Ucrania y en el norte del Cáucaso [...]


    Este viaje [...] ocasionó manifestaciones de lo más cariñosas respecto a Francia que por todas partes recibió los aplausos unánimes de la muchedumbre soviética sin que [...] hubiera una nota discordante. El sólo hecho de que se les haya permitido e incluso provocado, muestra el deseo de los gobernantes de mostrar su deseo de acercamiento con Francia.


    Además de museos y monumentos antiguos, hemos visitado el mayor número posible de fábricas y explotaciones agrícolas [...] maravillado por el Dnieprostroi donde, además, se encuentra la fábrica hidroeléctrica más importante de Europa. Sobre una estepa rusa se eleva desde hace cuatro años una ciudad de 150.000 habitantes, de los que 40.000 son obreros [...] Salvo para el aluminio (sólo se logró un sexto de lo previsto), las fábricas aún están en fase de equipamiento y la producción no alcanzará su pleno rendimiento hasta dentro de tres o cuatro años, según los técnicos que he podido consultar. Visita a las fábricas de panificación de Kiev, de turbinas y tractores de Jarkov, maquinaria agrícola, cosechadoras en Rostov, rodamientos y motores en Moscú. Concordando esas constataciones de las informaciones ya proporcionadas al Departamento sobre las formidables industrias de los Urales (Magnitogorsk y Kuznietsk), sobre los proyectos hidroeléctricos del Volga y de Siberia, sobre las fábricas de Gorki y de Leningrado, se ve el esfuerzo industrial enorme del Gobierno de los Soviets. Dada la peculiar situación de la URSS, el único país del mundo que progresa, ese desarrollo no puede perjudicar a las industrias europeas, más que cerrándoles el mercado ruso, porque las posibilidades de absorción de ese mercado son tan grandes que pasarán 50 o incluso 100 años antes de que los Soviets alcancen una sobreproducción que no sean capaces de absorber por ellos mismos. Pero hay un grave problema [...] el de los transportes: insuficiencia de la red ferroviaria y vial [...] En esta vía [...] podememos plantearnos la colaboración franco-soviética.


    Al margen de la cuestión industrial, se desprende una impresión del viaje a la URSS, el de un esfuerzo en la construcción de alojamientos para una población que en diez años aumenta la población de Francia. Lo mismo en Moscú que en Leningrado de un plumazo se alzan grandes casas obreras casi en cada calle, pero el éxito más grande desde el punto de vista del urbanismo está en Jarkov donde en cuatro años una ciudad entera de aspecto netamente americano se ha edificado al lado de la ciudad antigua.


    En fin, una de las partes mas importante de nuestra gira ha sido la visita a las organizaciones soviéticas en Ucrania y en el norte del Cáucaso, el centro mismo de los territorios donde, según recientes campañas de prensa, reinaba un hambre comparable a la de 1922.


    Usted verá, me habían dicho, que en el último momento esta parte del viaje será suprimida; no le llevarán a ese infierno de miseria. Para encontrar en Moscú a Molotov, que partía de vacaciones, se suprimió del programa la excursión a Crimea que tenía un carácter particularmente turístico; el viaje a Ucrania se desarrolló normalmente. Hemos atravesado de parte a parte, en los dos sentidos, en ferrocarril, este inmenso campo de cereales cuyos cultivos se interrumpen allá donde no alcanza la vista, de espeso humus negro que hace innecesario el abono. A 60 y 70 kilómetros de las ciudades, hemos visitado koljoses y sovjoses, y volvemos con la impresión muy clara de la falsedad de las noticias difundidas en la prensa y la convicción que yo esbocé en mi correspondencia de una campaña inspirada por Alemania y los Rusos blancos deseosos de oponerse al acercamiento franco-soviético.


    Antes de recorrer el país, yo mismo me he hecho eco de esas habladurías difundidas por los enemigos del régimen y tengo hoy la certidumbre de su exageración.


    Sin duda, se nos dirá, los eslavos, después del Potemkin, tienen un maravilloso sentido de la puesta en escena, sólo os han mostrado lo que querían que viérais, ¿cómo pretende Usted, en una excursión de una semana, no hablando ruso, apercibirse del estado de una región tan extensa? Sin embargo, hemos mirado por las ventanas durante el trayecto de más de 3.000 kilómetros, y no se ha podido trucar completamente la población, que nos ha parecido en el mejor estado físico y de vestuario que la de las ciudadades del norte, de donde venimos. Nuestro coche ha podido aplastar pollos de más de cuatro meses; nos hemos dado cuenta de la extensión de esos campos que acaban de proporcionar una cosecha que todos están de acuerdo en calificar de excepcional. Si verdaderamente millones de hombres estuvieran muertos de hambre en esas regiones, los infortunados hubieran comido sus pollos antes de pensar en alimentarse de cadáveres. Hubieran sido necesarios millones de soldados para impedirles comerse las semillas.


    ¿Qué dicen a este respecto las autoridades que hemos interrogado? El año pasado tuvo lugar efectivamente, un episodio de los más graves de la Revolución para la aplicación del régimen colectivista en la agricultura. En esas regiones particularmente ricas, hemos tenido que luchar contra los campesinos ricos que no cultivaban por sí mismos sus tierras sino que utilizaban asalariados; contra esos kulaks, más o menos abiertamente sostenidos por Alemania, que lleva en Ucrania su campaña separatista. Con la esperanza de desórdenes graves, esos elementos contrarrevolucionarios intentaron suscitar la huelga de brazos caídos. De ahí resultó una disminución de la producción de cereales que en un momento dado amenazó seriamente Moscú y supuso no solamente graves dificultades en las regiones donde se organizó el sabotaje de la cosecha, sino también la obligación de imponer restricciones importantes en la distribución de víveres. Que ha habido hambre está fuera de duda. Pero por una acción enérgica del poder central, acción combinada de la policía y de los elementos políticos comunistas, gracias a ciertas concesiones ofrecidas al interés personal (propiedad de una vaca y de productos de la huerta), la situación ha podido ser restablecida durante estos últimos meses y Stalin, según una expresión de Radek [...] ha ganado su ‘batalla del Marne’ agraria.


    Dos ejemplos típicos de esta campaña y de las dificultades [...] nos los ofreció Kalinin, a quien interrogamos sobre este grave problema del hambre. Nos dio el ejemplo de la comuna de Tver que hoy lleva su nombre, donde hay tres koljoses. El primero ha trabajado muy bien, ha realizado una buena cosecha y sus miembros han obtenido buenos beneficios; el segundo ha alcanzado los dos objetivos; pero el tercero, por impulso de nuestros adversarios, ha saboteado la cosecha y sus afiliados han corrido el peligro de morir de hambre. A petición mía [de Kalinin], el Gobierno les ha hecho llegar ayuda. A causa de ello, me he atraído la enemistad de los otros dos koljoses que pensaban que no importaba hacer las cosas mal si, no haciendo nada, se obtenía sin embargo la subsistencia [...]


    El segundo ejemplo de Kalinin es el siguiente: el año pasado faltó la leche en Moscú y se restringió la distribución incluso a los niños y a los obreros empleados en trabajos nocivos. Pero la persona encargada de la distribución era precisamente el gran negociante de preguerra que aseguraba el mismo servicio bajo el régimen zarista. El Presidente Kalinin llamó a ese fucionario para preguntarle cómo con una cantidad doble de leche no llegaba para suministrar a las categorías restringidas indicadas. El interesado apenas tuvo que mostrar que la cantidad era hoy insuficiente porque antes la leche era un privilegio de la clase noble y rica de Moscú.


    Aumento considerable de las necesidades, resistencias políticas de los elementos reaccionarios, tales son las causas del desequilibrio que revuelve nuestros espíritus occidentales pero que parecen naturales al espíritu eslavo fatalista que, poco deseoso de intereses inmediatos individualistas, está centrado en el cumplimiento del amplio prgrama que se ha propuesto.

    :stalinaproved:

    Muchas gracias compañero por estos imprescindibles datos para comprender la historia de la Unión Soviética. Es impresionante como la gente ha caído en la campaña de desinformación financiada por los imperialistas fascistas y llevada a cabo durante la ascención al poder del nazismo y posteriormente, en la Guerra Fría. Estos datos son un golpe para los difamadores que buscan esconder una abrumadora verdad que amenaza el poder de los terratenientes y capitalistas explotadores. En fin, muchas gracias por poner estos datos, me sirvieron bastante. Saludos.

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    Mensaje por DP9M Mar Jun 12, 2012 1:48 am

    kike93 escribió:





    De donde es este artículo?

    Lee bien el encabezado , viene claro.
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    Mensaje por dmitry Dom Jun 17, 2012 7:54 am

    punto, los gulags eran campos de exterminio creados por stalin con el proposito de erradicar a los opositores a su regimen
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    Mensaje por DP9M Dom Jun 17, 2012 3:27 pm

    dmitry escribió:punto, los gulags eran campos de exterminio creados por stalin con el proposito de erradicar a los opositores a su regimen

    Vuelve a comentar en un hilo sin leertelo y te baneo.

    Rebates punto por punto toda la información que se expone.
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    Mensaje por ArgentoRojo Vie Jun 29, 2012 9:21 pm

    El problema sigue siendo no el Gulag en sí, tampoco veo mal el trabajo forzado como castigo para numerosas lacras que el capitalismo deja por doquier. Por otro lado también hay que ver en qué condiciones se apresa a los castigados. La tortura de mi punto de vista es injustificable, aún para los enemigos más acérrimos.

    La discusión fuerte está en la naturaleza de la URSS y de la época de Stalin en particular, más allá de si las víctimas son 600k o 1M o 2M, etc.


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    Mensaje por Shenin Vie Jun 29, 2012 9:34 pm

    Precisamente para conocer la naturaleza de la URSS es necesario analizar las cifras y situarlas en su contexto.
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    Mensaje por Marxtil Sáb Sep 01, 2012 10:41 am

    Victims of the Soviet Penal System in the Pre-war Years: A First Approach on the Basis of Archival Evidence:

    - J.Arch Getty, Gábor T.Rittensporn & Viktor N.Zemskov

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    Mensaje por DP9M Lun Sep 10, 2012 3:34 pm

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    Mensaje por Vissarion1917 Mar Nov 06, 2012 9:34 pm

    Me parece que el nombre que les daban los rusos a los ciudadanos traidores que colaboraban con los alemanes era el apodo de "hiwi" no el de "kulak". Los kulaks eran mas bien los campesinos ricos que se guardaban el grano para ellos en lugar de dárselo al estado.
    :cccp:2
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    Mensaje por Panycirco Vie Dic 07, 2012 1:14 pm

    Me gustaría que me ayudaseis con las estadísticas que vienen en esta página , que me parece que la saqué de algún tema del foro o de Casa Rusia(no estoy seguro). El caso es que miro y no me concuerdan con las que vienen en RKKA oficiales del NKDV. La pagina está en ruso traducida con el google si me podéis aclarar un poco os lo agradecería.

    Ésta es la página en cuestión:

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    No sé cómo copiar bien las tablas, por eso no he copiado los datos en el mensaje.



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    Mensaje por granados Vie Dic 07, 2012 2:26 pm

    ARGENTO ROJO, ha sacado el tema de la tortura. Es una cuestión muy manida y tergivesada.
    La tortura se aplicaba en casos muy especiales para casos que podían afectar gravemente a la seguridad del estado.En el "gulag" estaba terminantemente prohibida, y todos los testimonios hablan del humanitario trato que daban los guardianes a los presos.

    Durante los procesos de Moscu no hay la menor evidencia que se utilizase la tortura;un pupilo de Bujarin,Astrov que vivió hasta 1993, declaró en 1989, que ni el ni Bujarin habian sido torturados y que el trato siempre fue correcto.

    En el Libro de Gilles Perrault:"La orquesta roja",Planeta, 1982(ed. francesa 1967), se describe cómo eran las "torturas" en la Lubianka después de la II guerra mundial:la realizaba un alto mando del NKVD, después de recibir la autorización de Abumakov, se utilizaba una porra de goma de fabricación alemana, se golpeaba al preso unicamente en las partes blandas del cuerpo.Siempre estaba presente un médico que determinaba el momento en que cesaba.
    No parece que fuese una tortura especialmente horripilante ni que haya dejado graves trastornos psicológicos ó fisicos en estas personas.

    Es cierto que se torturó asi como se asesinó impunemente a millares de personas en 1937-1938, durante la "yezhovschina", pero esto no es imputable al gobierno de stalin; hoy sabemos por documentación filtrada en 2007, que Yezhov formaba parte de la conspiración trotskista-derechista en connivencia con alemania y que el gobierno lo desconocía totalmente como declaró ufanamente Yezhov en 1939.

    Aquí están las declaraciones de Yezhov en inglés:
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    Mensaje por Razion Vie Dic 07, 2012 3:03 pm

    granados escribió:ARGENTO ROJO, ha sacado el tema de la tortura. Es una cuestión muy manida y tergivesada.
    La tortura se aplicaba en casos muy especiales para casos que podían afectar gravemente a la seguridad del estado.En el "gulag" estaba terminantemente prohibida, y todos los testimonios hablan del humanitario trato que daban los guardianes a los presos.

    Durante los procesos de Moscu no hay la menor evidencia que se utilizase la tortura;un pupilo de Bujarin,Astrov que vivió hasta 1993, declaró en 1989, que ni el ni Bujarin habian sido torturados y que el trato siempre fue correcto.

    En el Libro de Gilles Perrault:"La orquesta roja",Planeta, 1982(ed. francesa 1967), se describe cómo eran las "torturas" en la Lubianka después de la II guerra mundial:la realizaba un alto mando del NKVD, después de recibir la autorización de Abumakov, se utilizaba una porra de goma de fabricación alemana, se golpeaba al preso unicamente en las partes blandas del cuerpo.Siempre estaba presente un médico que determinaba el momento en que cesaba.
    No parece que fuese una tortura especialmente horripilante ni que haya dejado graves trastornos psicológicos ó fisicos en estas personas.

    Es cierto que se torturó asi como se asesinó impunemente a millares de personas en 1937-1938, durante la "yezhovschina", pero esto no es imputable al gobierno de stalin; hoy sabemos por documentación filtrada en 2007, que Yezhov formaba parte de la conspiración trotskista-derechista en connivencia con alemania y que el gobierno lo desconocía totalmente como declaró ufanamente Yezhov en 1939.

    Aquí están las declaraciones de Yezhov en inglés:
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    Un tema que particularmente me interesa y que concuerdo con la opinión de ArgentoRojo (puede ser que lo tengamos muy presente por las secuelas que quedaron de la última dictadura militar, y lo que implicaba la tortura), la tortura es injustificable. Considero que puede ser válida en el caso de entrenamientos para fortalecerse frente a la tortura (conociendo de que es capaz el enemigo), sobre todo en fuerzas especiales (soportar golpes, electricidad, nunca en "dosis" que terminen dejando secuelas).
    Interesante la información que compartís granados. Supuse que los soviéticos eran reacios a la tortura por haberla soportado en la época Zarista, además de su moral revolucionaria, y que excepto en casos de excesos particulares, el resto era obra del aparato de propaganda imperialista, algo que parece confirmar en parte tu intervención. Con tiempo leo el enlace que compartiste.
    Saludos

    Pd: ¿Que tan seria o verídica es la opinión de Gilles Perrault?
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    Mensaje por granados Vie Dic 07, 2012 8:32 pm

    ¡ Estimado RAZIÓN y camaradas!, efectivamente a los bolcheviques les repuganaba la tortura, de hecho Derzinsky la prohibió en la Cheka y el Nkvd, de acuerdo con Lenin y el partido.Tampoco estaba permitido el trato vejatorio,esta situación la describe muy bien Philip Panaggio en su tantas veces citado "Stalin y Yezhov".

    El libro de Gilles Perrault es claramente antiestalinista, tiene bastantes errores en este sentido, pero aporta informaciones interesantes especialmente en torno a la redes de espionaje soviético de la IIGM.Hay que recordar que G.Perrault era un periodista y un escritor, no un historiador.

    A continuación entresaco otras informaciones interesantes que Perrault aporta sobre el tema que nos interesa.

    -Rectifico :las porras que se utilizaban en tandas de 10 golpes, eran de caucho, no de goma.la tortura era un "procedimiento excepcional",lo realizaba un coronel del NKVD y sólo se golpeaba en las nalgas y los muslos.
    Era una última opción, ya que se prefería la entrevista ó interrogatorio.Se describe el interrogatorio de Pannwitz(ex-orquesta roja) en 1948, el primero duró un año y medio, se le dejó tranquilo durante 4 meses, se le volvió a interrogar otro año y medio.Finalmente se le envió al campo de Vorkuta. El propio Pannwitz señala que los "interrogatorios se desarrollaron en una atmosfera sosegada".

    -Régimen alimenticio en la Lubianka:era frugal, a base de pan negro,choucroute y pescado salado.Cuando Pannwitz, se quejó, la doctora le dijó que ningún prisionero se había puesto enfermo con esta dieta.

    El propio Pannwitz reconoce que nunca enfermó en la Lubianka, que se encontraba bien fisicamente y que los detenidos que llegaban con ulceras ó enfermedades de estómago se curaban con el régimen de la prisión.Como nota irónica pero real , el propio Perrault señala en una nota que la salud de Pannwitz empeoró cuando una vez liberado, volvió a la RFA y empezó una "dieta de la abundancia".

    El regímen penitenciario era escrupulosamente observado.Lo pesaban a intervalos regulares y si perdía peso, su ración era aumentada inmediatamente.(pag.639).

    - Estancia en Vorkuta: el propio Pannwitz dice:"Era duro y se puede imaginar el frio, pero la gentileza de los guardianes arreglaba las cosas....un caracter de oro.Eso no les impedía naturalmente aplicar el reglamento.Si se les hubiera ordenado matar a un detenido,lo hubieran hecho sin vacilar pero con las lágrimas en los ojos. Y en la Lubianka ocurría lo mismo"(pag.640).

    En la nota 12, pg.640 ,Perrault añade una nota concordante con este juicio:
    "Es verdad que la vida en Vorkuta debería parecerle muy dulce a un SS cuyos colegas tenían en su activo realizaciones como las de Treblinka,Auschwitz y Buchenwald.Es igualmente cierto que los antiguos detenidos de los camapos soviéticos insisten en la humanidad de los guardianes, mientras que pintan lo demás con los colores más sombríos.El universo concentracionario(eufemismo de Perrault para hablar de un sistema penitenciario) es siempre y en todas partes infame".

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    Mensaje por PequeñoBurgués Sáb Dic 08, 2012 12:03 am

    pan negro,choucroute y pescado salado

    Es que esta es una buena dieta, muy completa.
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    Mensaje por Andrei Tupolev Sáb Dic 08, 2012 11:54 pm

    GULag fue el sistema penitenciario, lo mismo que el sistema penitenciario en España, UE o EEUU, Criminales, ladrones y asesinos iban a la carcel (GULag), o es que eso fue/es injusto?
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    Mensaje por DP9M Dom Dic 09, 2012 4:54 am

    Desde luego y siendo completamente objetivos, podemos concluir que el sistema penitenciaro GULAG fue lo mas acanzado , justo, y humano habido hasta entonces. En el zarismo se reeducaba a latigazos con presos que llevaban cadenas en estampas propias de un estado esclavista del egipto faraonico, el tratamiento y torturas propias de una prision turca mediaval. En el resto del planeta, en las colonias subyugadas al imperialismo de las potencias capitalistas lo unico que podia envidiar el sistema de campos de concentracion y explotacion esclavista a los campos de exterminio nazi era su forma organizativa alemana y su nivel de indistrializacion masificada. Por todo lo demas, poco que se pueda diferenciar salvo el color de las.victimas.

    Acordemosos que para la epoca teniamos el caso de Leopoldo de belgica, que amputaba brazos mutilado a esclavos negros en africa para motivar del terror al resto para que produjeran mas en la fiebre del caucho de aquella epoca exteeminando a UN TERCIO de la poblacion del Congo. Ya con solo este ejemplo de la civilizacion capitalista y su trabajo civilizador en pro del mercado burgues, el gulag era un patio de niños. Solzenitsin el mayor disidente de la URSS que es la fuente de la propaganda sobre Gulags anticomunista, trabajaba de BIBLIOTECARIO en el campo, con su sueldo, y asistencia MEDICA pagada por los trabajadores de la URSS gracias a la cual se le salvo la vida operandole de un cancer de estomago.


    A ver donde, en aquella epoca en el mundo "civilizado" podemos ver un sistema penitenciario semejante.
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    Mensaje por granados Dom Dic 09, 2012 2:02 pm

    Los Testimonios que he sacado del libro de G.Perrault,corroboran lo dicho por SS-18 con el que coincido plenamente, además si el gulag estuvo "inflado" numericamnte fue producto de las conspiraciones occidentales y su quinta columna cuyo resultado final fue la IIGM, recordemos que hasta 1934( asesinato de Kirov) sólo había 400.000 personas en el gulag,luego se dispara con la conspiración pronazi conocida como "yezhovschina" y con la II GM(prisioneros nazis).
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    Mensaje por Granma Dom Dic 09, 2012 4:45 pm

    ¿Alguien tiene alguna fuente fiable en que se expongan la razones concretas del envio a un gulag del destacado científico y diseñador espacial Serguei Korolev en 1938?



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    Mensaje por granados Dom Dic 09, 2012 9:10 pm

    El problema con Korolev, y tantos otros , es la falta de fuentes primarias ya que el gobierno ruso se ha negado a desclasificar los documentos de esa epoca y todo lo que hay son fuentes de tercera mano ó algunas filtraciones de los archivos rusos, como la declaración previa de Bujarin y otros documentos de los que se ha hecho eco Grover furr en su página web.Por tanto, mientras no conozcamos el material ó evidencia primarias, cabe la posibilidad que Korolev fuese inocente - o una victima más de la conspiración antisoviética conocida como "Yezhovschina"- ó que fuese culpable por estar involucrado de una u otra forma en estas redes conspirativas, como fue el caso de otros científicos , por ejemplo, del biológo Vavilov.
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    Mensaje por Manuel_0 Lun Dic 10, 2012 12:23 am

    Granma escribió:¿Alguien tiene alguna fuente fiable en que se expongan la razones concretas del envio a un gulag del destacado científico y diseñador espacial Serguei Korolev en 1938?

    Si te vale pseudofiable, tengo dos testimonios coincidentes de fuentes cuyos autores ponen podrido a Stalin y hablan de falsas denuncias. La primera, el documental "La Carrera Espacial", de la BBC; la segunda, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] cuyo autor es riguroso con las citas. Ambos coinciden en que Valentin Glushko denunció a Korolev, y la última añade que fue ambos serían víctimas de un trepas (Andrei Kostikov).
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    Mensaje por prometeoencadenado Lun Dic 10, 2012 3:38 am

    Totalmente cierto lo que apunta el camarada Tupolev, era el sistema penitenciario soviético: asesinos,ladrones y malhechores.
    Recomiendo a la gente que no se crea todo lo que oye, que investigue que lea y que obtenga sus propias conclusiones. No os dejeis alienar. Saludos camaradas
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    Mensaje por vladimirlenin_1917 Lun Dic 10, 2012 8:24 pm

    Los gulags eran necesarios
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    Mensaje por Smooth Jazz Jue Ene 03, 2013 1:21 pm

    También hay que tener en cuenta que en la Rusia Soviética, el estado permanente de excepción influye potentemente en la génesis y la configuración del universo concentracionario, que se hace más brutal cuanto más se aleja de las condiciones de normalidad.

    Otra cosa de la que casi nunca se habla, es de la situación de las cárceles en la Rusia Zarista, en la "Siberia" Inglesa (Australia), o en EEUU durante el período de la Segunda Guerra Mundial. Si la Siberia Zarista fue cruel, no menos cruel fue la "Siberia" inglesa, una sociedad totalitaria que se desarrolló mientras se perpetuó el exterminio de los aborígenes australianos. Y en la Segunda Guerra Mundial, Franklin D. Roosevelt, presidente de los EEUU, manda internar en campos de concentración a los ciudadanos americanos de origen japonés, incluidos mujeres y niños, cuyo acceso a la libertad llega a completarse solamente a mediados de 1946, asi un año después del final de la guerra. Pero todavía es más lento el retorno a casa de los ciudadanos latinoamericanos de origen japonés, deportados por los EEUU desde 13 países de América Latina: sólo en 1948 pudieron salir los últimos del campo de concentración de Crystal City, Texas.

    Por no hablar del horror de los campos de concentración en los que, con el estallido de la "Guerra Fría", los ingleses encierran a los sospechosos de comunismo. Y también es necesario recordar el Gulag en el que se encierra en Yugoslavia a los comunistas fieles a Stalin a partir de 1948 y tras la ruptura con la URSS.

    Pero concentrémonos en la Rusia Soviética:

    El universo concentracionario surge mientras continúa un creciente período de desórdenes. Todavía en los años 30 el poder soviético no ejerce el control total del territorio y siguen gobernando en precario. La criminalidad común, también causa de las fracturas radicales acaecidas en el país, que había destruido las estructuras tradicionaes de organización social, había alcanzado ya un nivel verdaderamente preocupante. Extensos espacios de inseguridad mal controlados por las autoridades soviéticas, donde se concentraban marginados y bandas armadas que atacaban a los koljoses aislados y asesinaban a los escasos representanes del poder soviético.

    Por tanto, tenemos un escenario de excepción permanente donde el poder soviético tiene que enfrentarse al terrorismo (un fenómeno con una larga historia en Rusia) y teme la infiltración en todos los niveles del aparato estatal de una oposición decidida a derrocar el poder de los soviets.

    Posteriormente al endurecimiento del poder soviético y al control total del territorio, siguen desarrollándose numerosos conflictos, tales como la intensificación de la guerra en el plano internacional, la guerra civil latente en el plano interno y la industrialización a marchas forzadas (que es considerada necesaria para la salvación del país, pero que provoca al mismo tiempo nuevos conflictos y tensiones). Todo ello prologa un estado de excepción bajo nuevas formas.

    Y es por este motivo que el mal llamado "terror" no puede ser interpretado exclusivamente como una serie de órdenes emanadas por el camarada Stalin y el Comité Central. En realidad, en este "terror" actúan también elementos populares. De hecho, no faltaron iniciativas "desde abajo": a menudo eran los obreros, animados por la "fe furiosa" los que exigían la condena a muerte de los traidores. Y todo esto ocurrió en el transcurso de un proceso de democratización de las instituciones del Estado, desarrollándose la participación popular en la gestión del poder en los puestos de trabajo.

    Lo que de verdad caracterizó al universo concentracionario soviético fue la obsesión por el desarrollo. Se intentó estimular la "emulación socialista": aquellos que se distinguían por su trabajo podían disfrutar de un suplemento alimenticio además de otros privilegios. Los presos más eficientes eran liberados anticipadamente: por cada tres días de trabajo en los que el plan era realizado al 100%, a cada detenido se le descontaba 1 día de condena.Cuando el canal del mar Blanco fue completado a tiempo, en agosto de 1933, fueron liberados 12.484 prisioneros. Muchos otros recibieron medallas y premios.

    A la obsesión productiva se le añade la pedagógica, como muestra la presencia en los campos de una "Sección educativo-cultural" (KVC). Las biografías de los detenidos rehabilitados demuestra la voluntad del poder soviético de reeduarlos con entusiasmo patriótico, al desarrollo del país. De hecho, la reclusión en los Gulags no excluía la posibilidad de promoción social.

    Y un largo ectétera...

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