Es muy común encontrar en libros supuestamente de historia o mismo en debates en foros de discusión el término “GULAG”, generalmente usado de forma errada, incluso, en frases como “la URSS tenía gulags“, “¿Ha oído hablar del gulag?“, “Yo sé que eran los gulags“. ¿Quién nunca ha escuchado hablar de este o aquel individuo que “abandonó el socialismo después de saber de la existencia de los gulags”? Generalmente, la abreviatura se utiliza como una forma de propaganda anticomunista en libros sobre la Guerra Fría por irresponsables sin ningún tipo de estudio sobre el tema o en rumores que están a años luz de cualquier estudio serio sobre el tema, algo que este texto se propone hacer.
Karl Heinrich Marx, expresión máxima del socialismo científico, enseñó que “las ideas dominantes de una época son las ideas de la clase dominante“, en este orden de ideas, la burguesía internacional gasta millones en propaganda anti-comunista. Comparar la guerra ideológica entre la burguesía y los trabajadores es como comparar a dos personas que van a boxear. Está claro que el que tiene más dinero podrá comprar al mejor entrenador, comprar los mejores alimentos, suplementos que le darán una energía de primera calidad, los mejores guantes, el mejor protector bucal, los mejores médicos, en el caso de que tenga una lesión y todavía podrá comprar al jurado del combate. El boxeador pobre, sin embargo, tendrá que rezar para encontrar un buen entrenador dispuesto a ayudarle, no podrá comprar los mejores alimentos, faltándole una dieta adecuada, no podrá comprar los costosos suplementos, tendrá que depender de los médicos de la red de salud pública y tendrá que ser lo suficientemente bueno para convencer al jurado. Esta analogía es necesaria para que el lector entienda el poder, que es la prensa, de la burguesía, que a través de sus editoriales monopolistas publican casi exclusivamente libros de la propaganda anti-comunista, cuyas librerías presentan sólo una versión de la historia. Se sabe, sin embargo, que en la historia no faltan ejemplos de ejércitos armados sólo con hoces y martillos, de campesinos protegidos sólo con trapos y como máximo una armadura de cuero, que derrotaron a caballeros protegidos con armadura de acero, como ocurrió en Portugal. Se sabe que los campesinos de la República de Novgorod, de la vieja Rusia, lograron derrotar a la orden más poderosa de los caballeros de la Edad Media en Europa, los Caballeros Teutónicos, y que en Alemania, el pueblo trabajador, bajo el liderazgo del caballero Florian Geyer, derrotaron a la nobleza germánica. Este es la dimensión y la naturaleza de la lucha contra la ideología de la burguesía, una lucha contra la élite reaccionaria que pretende llevar a cabo el sometimiento de la clase obrera y de todos aquellos que apoyan una sociedad justa.
Dada la compresión de estas luchas, se debe hacer hincapié primero en que, contrario a la creencia común, el GULAG significa “Glavnoye Upravleniye LAGerei”, es decir, “Administración General de los Campos”. Hablar de “gulags” es lo mismo que hablar de “Sistemas Penitenciarios” en Brasil, por ejemplo, es un término impreciso, incoherente, que revela claramente la ignorancia del que habla sobre el tema y su completa falta de epistemología y de preparación para los debates, al que se le recomienda sólo el silencio. La Administración General de los Campos era el órgano que administraba los diversos campos de trabajo en la URSS, que seguía el principio penal de que el prisionero debe dedicarse a la actividad productiva como medio para su recuperación. Este sistema, presente en monarquías y repúblicas, en sistemas autoritarios y libertarios, son una constante en prácticamente todos los sistemas penales de los países civilizados. Según Julius Frabbrini Miravete, eminente jurista brasileño, ex-abogado del Estado de Sao Paulo y miembro de la Academia de Derecho de São Paulo, y Rodrigo de Abreu Fudoli, autor de “Da remissão da pena privativa de liberdade“, el sistema penitenciario pasó por una considerable evolución a lo largo de la historia. Al comienzo, la privación de libertad partía del principio de venganza y castigo, era común, en la antigua Roma, que los presos recibiesen como pena el trabajo en las cocinas, en grandes barcos construyendo remos, después, en la época de la Ilustración, fue cuestionada la idea del castigo físico, habiendo ganado fuerza la idea de los “trabajos forzados”, de la “esclavitud” meramente como elemento de penalización, en una época en que en Europa el capitalismo ya estaba en vigor. Entre los siglos XVI y XIX se desarrolló la idea del trabajo pedagógico, moralizante y disciplinar del infractor de la ley. Al contrario de la creencia común de que “el trabajo reeduca” es un lema nazi, este es en realidad un lema del sistema penal, ya sea de un país de orientación socialista, nazi, liberal, conservador…
Autores como Wilhelm Reich, en “La revolución sexual“, mencionan que en la Rusia socialista y más tarde en la URSS, era común que el trabajo de los presos tuviese un carácter moralizante, disciplinador, donde los prisioneros trabajaban en la fabricación de objetos como zapatos, lo que les permitía reintegrarse en la sociedad después de cumplir su condena. Mientras que en los años 20 y 30 predominaba este principio en la Unión Soviética, países como los Estados Unidos aplicaban penas de trabajos forzados, donde el prisionero trabajaba hasta la extenuación con bolas de hierro en los pies, algo inexistente en el país de los soviets. Según el autor sueco Mario Sousa, autor de la genial obra llamada “Myten om miljontals fångna och döda i Stalins Sovjetunionen” (El mito de los millones de presos y muertos en la Unión Soviética de Stalin):
“A los campos de trabajo del Gulag eran enviados los que habían cometido delitos graves (homicidio, robo, violación, delitos económicos, etc.) así como un porcentaje importante de los condenados por actividades contrarrevolucionarias. Otros acusados condenados a penas de prisión superiores a los 3 años también podían ser enviados a campos de trabajo. Tras pasar algún tiempo en un campo de trabajo, un preso podía ser trasladado a una colonia de trabajo o a una zona especial abierta. Los campos de trabajo eran zonas muy grandes donde los prisioneros vivían y trabajaban bajo estrecha supervisión. Para ellos, trabajar y no ser una carga para la sociedad era obviamente necesario. Ninguna persona sana se quedaba sin trabajar“.(1)Sin embargo, el autor habla de las colonias de trabajo, que eran 425, donde había un menor control, más libre, para donde iban principalmente los culpables de delitos menores y delitos políticos, trabajando en fábricas o incluso en colonias agrícolas, en donde los presos eran remunerados. En Brasil, existe un sistema similar a este, se llama “Colonia penal”, siendo la mayoría agrícola y algunas de naturaleza industrial, fabricando, por ejemplo, pelotas de fútbol, realizando actividades que vengan a posibilitar la reinserción del individuo en la sociedad.
Es cierto que ningún sistema penitenciario es un sanatorio, una casa de descanso o un spa, de manera que en el sistema soviético, así como en otros, hubo irregularidades, ninguno de ellas, ordenadas por Stalin o cualquier órgano directivo del estado soviético. Estos casos de abusos a prisioneros ocurrieron principalmente durante los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando ni la población podía vivir tranquilamente bajo la amenaza de los invasores fascistas, sufriendo con el racionamiento de alimentos una serie de privaciones, como no podía ser de otra manera, estas privaciones también ocurrieron en los campos de trabajo. Muchos de los guardias que cometían estos abusos eran personas que habían perdido a su familia ante los nazis o sus colaboradores, personas que perdieron sus hogares, hijos, seres queridos o simplemente vieron miles de sus camaradas siendo quemados vivos o ahorcados por los defensores de las ideas de Hitler, con los que se encontraron cara a cara en el gulag en los años posteriores a la guerra. Dado el hecho de que esta guerra cambió la vida de todo el país, matando a más de 20 millones de soviéticos, es comprensible que muchos guardias del NKVD se resistieran a ofrecer un tratamiento gentil y cortés a los criminales nazis. A pesar de que había casos excepcionales en los que el propio Stalin llegó a pedir el indulto, como a los presos de la Wehrmacht, lo que contradice la idea del “cruel Stalin”. A continuación, sin embargo, un ejemplo de orden cruel:
“El presidente Bush pide al Congreso que permita a la CIA continuar utilizando procedimientos de interrogatorio “alternativos”, el que incluye, según los registros publicados, obligar a los prisioneros a estar de pie durante 40 horas, privándolos de sueño y a usar una “celda fría”, en la cual se desnuda al prisionero y se le mantiene a 50 grados bajo cero mojado con agua fría“.(2)El sistema penitenciario soviético alcanzó el número máximo de 2,5 millones (aproximadamente) de presos en 1953, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando mucho nazis fueron encarcelados y aumentó la incidencia de criminalidad debido a las condiciones materiales del país después de la guerra, se trataba de un país en tiempos difíciles, que tenía gran parte de su infraestructura destruída y su calidad de vida alterada por la guerra, algo que jamás sucedió, por ejemplo, en países como Estados Unidos, que desde principios del siglo XIX, es decir, hace casi 200 años, no conoce una guerra en su territorio. Este país, que gasta millones al año en guerras imperialistas y propaganda anti-comunista, tiene más de 2 millones de pobres y el mayor número de presos del mundo, habiendo alcanzando 7 millones en 2007
(3), que es casi la población de la ciudad de Río de Janeiro. Este número fue confirmado en la web The Conservative Voice (La voz conservadora), en el enlace
(4) que se encuentra actualmente fuera de servicio. Un hecho interesante sobre el sistema penitenciario soviético es que ni incluso por parte de los anticomunistas más extremistas existen denuncias de abuso sexual de presos por otros presos, o incluso por la policía, como en Brasil y Estados Unidos. Primero, por ejemplo, durante el período fascista que duró desde 1964 hasta 1985, es posible encontrar casos de presos que sufrieron técnicas de tortura deplorables, mujeres a las que les habían introducido insectos por la vagina, que eran dejadas desnudadas y sin bañarse durante semanas, hombres a los que habían humillado introduciéndole objetos fálicos en el ano e incluso violados por los mismos torturadores que utilizan términos homofóbicos contra los comunistas. Mientras que en el sistema penitenciario soviético hubo casos de presos que sufrieron malos tratos de las autoridades de la NKVD como un puñetazo en el vientre, nada comparable con el tratamiento que los presos políticos en Brasil sufrieron durante la dictadura militar, tales como la violación, descargas eléctricas, mutilaciones, sodomía y otros abusos sexuales y físicos. A diferencia de lo que ocurrió en Brasil, se desconocen casos de disidentes soviéticos que hayan salido parapléjicos del gulag.
Disparates según los cuales “la dictadura militar brasileña fue más leve que la dictadura comunista-terrorista” no son más que clichés vacíos y carentes de toda objetividad, ignorando que en muchos casos fueron los regimenes revolucionarios, debido a situaciones extraordinarias, quienes aprobaron el estado de excepción, cuando se preveía una verdadera amenaza. Rusia, por ejemplo, fue invadida por 14 países sólo entre 1918 y 1921, la Unión Soviética, en 1945, fue invadida por decenas de países vasallos de la Alemania nazi, perdiendo más de 2 millones de hombres tan sólo en el primer día de la invasión, después perdió 20 millones en contra de la histeria anti-comunista alemána; todo esto sin contar los casos de terrorismo en los años 20 y 30 promovidos con el fin de desestabilizar el sistema socialista en la URSS y en otros lugares, en contra de sus representaciones diplomáticas. La dictadura militar fascista no conoció invasores extranjeros, como mucho guerrillas entrenadas en Cuba, China y Checoslovaquia contra los tiranos formados por las escuelas de tortura en los Estados Unidos y algunos incluso en la antigua Alemania nazi. No es ningún secreto que, mientas el gobierno perseguía implacablemente a los comunistas, patrocinaba a grupos neonazis como el CCC y tenía nazis convictos en el poder como Fillinto Müller, además de fugitivos del Tribunal de Nuremberg como el Dr. Josef Mengele, que vivió tranquilamente en Brasil hasta su muerte, protegido por los fascistas, por farsantes seudo-nacionalistas.
Uno de los temas curiosos al hablar del gulag, es que este es atacado por las mismas personas que defienden que “el único delincuente bueno es el delincuente muerto”. Algunos círculos derechistas, celebrando la masacre de Carandiru, condenan la represión comunista a una revuelta carcelaria que tuvo lugar en Asia Central, cuando los nazis detenidos de la OUN-UPA
(5) tomaron un campo de trabajo y establecieron un gobierno rebelde en Kazajstán, revuelta esta descrita y aplaudida en el libro de Solzhenytsin, que en Rusia es apodado So-lzhi-nytsin (lzhi significa “mentiras” en ruso). El autor, que estuvo en un gulag y salió en perfecto estado de salud, no hizo ningún esfuerzo por ocultar en el libro su admiración por el nazismo, criticando sólo a Hitler por no utilizar adecuadamente el potencal del movimiento colaboracionaista. Este pseudo-humanista, venerado por la extrema derecha, llega al extremo de defender a violadores, haciendo apología de dos soldados que habían sido arrestados por violar a un civil alemán.
De hecho, las críticas al gulag están desprovistas de epistemología y de falta de objetividad. Incluso los números 10, 20, 70, 100 o 300 millones, no pueden ser corroborados por datos, ya que los datos oficiales muestran el número de 2.369.222 personas arrestadas y 642 980 ejecutadas, durante el período de 1921 a 1954, es decir, en un período total de 33 años, presentando un número menor que los Estados Unidos (que sólo en 2007 tenía más de 7 millones de presos, siendo el país del mundo con mayor número de presos), e incluso la República Federal del Brasil, que anualmente cuenta con más de 250.000 presos. Las ejecuciones se refieren a delitos contrarrevolucionarios, ya que, como ya se ha descrito, Rusia y la Unión Soviética se enfrentaron a una amenaza real, concreta y objetiva que justificaba la aplicación del estado de excepción, una guerra civil, la invasión de 14 países durante este curso, sabotaje, revueltas, terrorismo y la Segunda Guerra Mundial. Hubo momentos en que hubo abuso de autoridad, como durante la época en que Guénrij Yagoda encabezó la OGPU, facilitando la infiltración de agentes nazis, y Nikolay Yezhov, que más tarde sería ejecutado por sus abusos, algo que jamás sucedió a cualquier torturador de la dictadura fascista brasileña o americana.
(1) Mario Sousa, "Mentiras sobre la historia de la Unión Soviética".
(2) Tom Malinowski, What cruelty is?. Artículo del The Washington Post.
(3) Study: 7.3 millions of in U.S. prison system in '07 - CNN.
(4) [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo](5) OUN-UPA:Organización de los nacionalistas ucranianos – Ejército insurrecional ucraniano, grupo terrorista organizado y dirigido por Stepan Bandera, quien recibió refugio en la Alemania Occidental después de la Segunda Guerra Mundial. Era conocido por sus atrocidades contra el pueblo ucraniano, bielorruso, checo y polaco, países que reconocen esta organización como criminal de guerra. Empleada por los nazis para combatir a los partisanos comunistas, aterrorizaron aldeas y mataron a las familias de los antinazis o simplemente de personas que no querían unirse a su organización. El Ejército de los EE.UU. tiene registros de su colaboración con los alemanes, a pesar de que sus apologistas insisten en decir que luchó “contra Hitler y Stalin”.