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    Purgas en la URSS

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    Mensaje por NSV Liit Miér Abr 20, 2011 3:14 am

    Erazmo escribió:Camarada Azar, teneís las actas de acusación de las personas individualizadas en negrita, y como murieron efectivamente los que están subrayados.

    - Bubnov:
    - Muranov:
    - Kollontai:
    - Sokólnikov:
    - Noguin:


    Agradecido de la información, o de quién la pudiese proporcionar.



    Saludos Revolucionarios

    A ver, compañero Erazmo, ... de los que has escrito solo Bubnov y Sokólnikov murieron durante las purgas. El resto no.

    - Víktor Pávlovich Noguin (1878-1924): No he encontrado información de cómo murió, pero lo hizo antes de que las purgas empezaran, y no he visto ninguna referencia a muerte "violenta".

    - Kollontai: Murió en 1952, estaba enferma ya desde hacía tiempo (los dolores la llevaron a la silla de ruedas). No murió en las purgas.

    - Muránov: Murió en 1959 de muerte natural. Desde 1939 estaba jubilado. Era uno de los viejos bolcheviques del partido (perteneciente al partido desde 1904 y desde siempre partidario de los bolcheviques).

    Respecto a los otros:

    - Sokólnikov: miembro del partido desde 1905. Fue miembro del Comité Central en varias ocasiones (1917-19, 1922-30), pero ojo, no lo era en los años 30 (entonces era solo candidato al Comité Central). También fue miembro del Politburó en 1917, y candidato a ese mismo puesto en 1924-25. En 1926-28 fue vicepresidente del Gosplan. En 1935-36, primer suplente del narkom de Silvicultura. Miembro del Comité Ejecutivo Central de Toda Rusia y del Comité Ejecutivo Central de la URSS. En 1936 es apartado de su puesto de candidato al CC, y expulsado del partido. Poco después es arrestado. En 1937 el Colegio Militar de la Corte Suprema de la URSS lo condena a 10 años de cárcel. Fue asesinado en la cárcel por su compañero de celda. Fue rehabilitado solo en 1988.

    Parece ser que era aliado de Trotski. Aunque en un principio no fue así (por ejemplo en el asunto de Brest-Litovsk, sustituyó a Trotski en las negociaciones), en 1921, durante la discusión sobre los sindicatos, toma la postura de Trotski y Bujarin. En 1925-26 fue uno de los líderes de la "Nueva Oposición" en torno a Zinoviev y Kámenev. En 1927 participó en la "Oposición Unida de Izquierdas". En 1927 rompió con Trotski. En 1928 apoyó las tendencias de derechas opuestas a acabar con la NEP y forzar la industrialización y la colectivización. En 1936-37 fue acusado de pertenecer a una organización contraria a la política de industrialización y colectivización y por lo tanto de ser partidaria de la introducción del capitalismo en la aldea rusa. Fue también acusado en el proceso abierto contra el "Centro Paralelo Antisoviético Trotskista".

    En 1926 había sido el único orador del congreso del PCUS que había pedido la salida de Stalin del puesto de Secretario General. Y fue la razón de que perdiera el puesto que tenía de narkom de finanzas, así como su puesto en el Politburó. En el XV Congreso, cuando Stalin defendió la política de colectivización, Sokólnikov criticó la medida y exigió un desarrollo normal de la economía, y que se favoreciera la industria ligera.


    - Bubnov: Miembro del partido desde 1903. Participante en la revolución y la guerra civil. Desde 1924 jefe del Departamento Político del RKKA. 1929: Narkom de Cultura de la RSFSR (1929-37). Fue miembro del CC en 1917-18 y en 1924-37, en 1925 fue también secretario del CC. Miembro del Comité Ejecutivo Central de Toda Rusia y del Comité Ejecutivo Central de la URSS. En 1918 fue miembro del Gobierno Soviético de Ucrania (narkom de agricultura) y miembro del CC del PC(bolchevique) de Ucrania. En 1924-29 fue readactor responsable de la revista militar "Estrella Roja" (Krásnaya Zviezdá).

    En 1937 perdió sus cargos por no cumplir las tareas de su trabajo. En diciembre de 1937 fue expulsado del CC. El 1 de agosto de 1938 fue condenado a muerte por el Colegio Militar de la Corte Suprema de la URSS, y ese mismo día fue ejecutado. Rehabilitado en 1956.

    En 1918 se había unido a los comunistas de izquierda, y en el VII Congreso del partido, de 1918, se posicionó en contra de la paz de Brest-Litovsk. Participó en el ataque contra el Kronshtadt. En 1921-22 estuvo en el grupo interno del partido "por el centralismo-democrático".En 1923 fue aliado de Trotski, aunque no duró mucho, cambió de postura rapidamente y apoyó a Stalin en el conflicto contra Trotski. Después de eso se convirtió en el redactor de Estrella Roja y en Jefe del departamento político de RKKA. Fue el responsable de la depuración en las filas del RKKA, y fue uno de los responsables de que los comisarios del RKKA partidarios de Trotski fueran expulsados. En 1928 se puso al frente de la lucha contra los "tolmachevtsi" (partidarios de la oposición dentro del RKKA - Berman, Landa, etc). Como narkom de cultura, promovió una reforma de la escuela, que estableció la sumisión de esta a los principios ideológicos comunistas. Fue uno de los primeros autores de libros sobre la historia del partido y se le considera uno de los primeros en iniciar la campaña de falsificación de la historia.

    Perdón por el desorden, la información son varios articulos sobre los dos políticos, publicados en la página web de historia de Rusia y la URSS, Hronos. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

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    Mensaje por NSV Liit Miér Abr 20, 2011 3:16 am

    Por cierto, me parece curioso que Búbnov fuera rehabilitado en 1956, mientras que Sokólnikov lo fuera solo en 1988.
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    Mensaje por Chepicoro Miér Abr 20, 2011 3:48 am

    Erazmo escribió:

    Es lo mismo que con rokossovsky, jamás en sus memorias señala que le sacaron dientes y uñas o fue torturado.






    No se, en mi edición de sus memorias dice lo contrario y en exordio, también te contradicen... vamos hasta la wikipedia (que mucho la criticas pero es lo único que citas) coincide. 3 fuentes contra cero... bueno 3 fuentes contra tu palabra. Very Happy
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    Mensaje por Erazmo Miér Abr 20, 2011 4:00 am

    Camarada NSV Liit, antes que nada agradecido por vuestra deferencia, gracias por la información.

    Solicité antecedentes alternativos a los que tengo respecto de esas personas.

    Son de varias fuentes, están en papel y desconozco sí en la red está esa información.

    Una vez los ordene los insertaré en este hilo.


    Saludos Revolucionarios

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    Mensaje por Erazmo Miér Abr 20, 2011 4:03 am

    Es tan fácil responderos, el papel "aguanta todo", pero la psicología no.

    Ningún torturado sirve a sus torturadores, y sobretodo dirigiendo un ejército.

    Como soís ignaro, os animo a que leaís "Coroliano" de shakespeare, relato teatralizado de un hecho histórico real, que se ajusta a maltratados a los que despues se les trata de readmitir.

    Además, en la 1° edición de las memorias de rokossovsky, lo de las torturas-dientes-uñas no se mencionan.

    Que fácil es responderos log=chepicoro.



    Saludos Revolucionarios
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    Mensaje por log Miér Abr 20, 2011 4:11 am

    Deja de decir estupideces yo no soy Chepicoro.
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    Mensaje por gazte Miér Abr 20, 2011 12:07 pm

    sobre skolnikov:
    En 1928 apoyó las tendencias de derechas opuestas a acabar con la NEP y forzar la industrialización y la colectivización. En 1936-37 fue acusado de pertenecer a una organización contraria a la política de industrialización y colectivización y por lo tanto de ser partidaria de la introducción del capitalismo en la aldea rusa. Fue también acusado en el proceso abierto contra el "Centro Paralelo Antisoviético Trotskista".

    esto es un poco contradictorio para cualquiera que sepa un poco del tema, solo queria resaltarlo. los "trotskystas" estaban por profundizar la economia planificada, asi que acusar a raskolnikov de esto es... una mentira y una estupidez como una casa, en linea con las grandes purgas. algunos de la oposicion de izqueirdas, como peobrazhenski cuando se acaba con la NEP volvio a la URSS, aunque luego lo fusilaron en el 36, teneis informacion sobre las acusaciones contra el?
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    Mensaje por RDC Miér Abr 20, 2011 12:36 pm

    Bueno, sí hay algo común a muchos de los fusilados en las Purgas del 36-38 son sus bandazos de derecha a izquierda y de izquierda a derecha a lo largo de su militancia en el Partido Bolchevique.
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    Mensaje por Chepicoro Miér Abr 20, 2011 5:31 pm

    Juraría que ya lo había escrito pero bueno puede ser que la desvelada me haya afectado...


    Erazmo, lo de las uñas y las pérdidas de 9 dientes (para ser exactos) durante torturas sufridas por Rokossovsky, aaparte de que están en mi edición de "El deber de un soldado", también aparecen en la wikipedia, que tanto citas (de hecho es lo único que citas) y en la página de exordio [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    Así que van 3 fuentes que te contradicen, contra tu sagrada palabra.


    Y bueno ya conseguiste la primera edición de "El deber de un soldado" es increíble de hecho honestamente creo que mientes pues aparte de que esta agotada hace décadas, tengo entendido que traducida al español no esta... así que supongo entenderás bien inglés o ruso.

    Pero si la conseguiste excelente, ¿es cierto que la primera edición empieza a relatar la historia en 1940??
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    Mensaje por Erazmo Miér Abr 20, 2011 7:10 pm

    A ver Chepicoro=log, reitero es muy fácil replicaros, y también señalar "más fácil pillar un mentiroso que un ladrón".

    ¿porqué?, sí tanto sabeís del caso rokossovsky sabiaís que es una mentira lo escrito por "chepicoro" en post Nº172 eso de "los sobrinos tenían el manuscrito original", y en post Nº206 log (el alter ego) escribe "lo tenía la bisnieta".

    El libro con las memorias originales de rokossovsky, versión 1970, está en inglés en este link

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    Y efectivamente en el copyright pone "1969, Konstantin Rokossovoski" y comienza directamente a contar cosas a partir de la primavera de 1940.

    Para alterar las memorias de rokossovsky, tal como hicieron con las memorias de zhukov, usaron a ¡los nietos de rokossovsky en la mentira! estos se llaman Konstantin Vilyevich y Pavel Vilyevich. Rokossovskiy.

    En la red hay basura de todo tipo pero los tarados que la insertan por ignorantes no se percatan que cada texto es diferente al otro, y a partir de ese error se puede, en parte, atisbar la verdad.

    Por ejemplo en este link se puede leer esto, "cuando se habla de las memorias de Rokosovsky no hay que olvidar cuándo fueron escritas y publicadas esas memorias. Fue en los años 60 y 70, cuando él todavía no podía escribir sobre ciertas cosas, como su arresto y estancia en prisión en 1939"

    Y efectivamente, en Amazon aparecen ambas ediciones, una de 1970 y otra de 1992, ambas descatalogadas. No hay comentarios a ninguno de los dos libros, por lo que no se pueden comparar diferencias, sí es que las hay, obligadamente se deben leer ambos libros.

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] ... i&start=30

    Hay más pero dejémoslo ahí.

    Sin embargo la prueba mejor, vos no la podeís contrarestar y es el efecto psicológico, ningún torturado (de la manera bestial que lo habría sido según chepicoro=log) se prestaría a servir a sus torturadores.

    Y sobretodo siendo jefe de uno de los 8 ejércitos que abatieron a los nazis, miembro del estado mayor y ministro de defensa de polonia.

    Pero para entenderlo y poder replicar tendrían que estudiar, y ahí un problema quizá sí podrían encontrar.

    Evidentemente no tienen 12 años, y están bastante creciditos, y actuan como troles porque hasta ahí pueden llegar.

    Fácil es replicaros, así como desmentir el caso korolev, ¿algún otro torturado que quieran mostrar?


    Saludos Revolucionarios





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    Mensaje por proleinternacionalista Miér Abr 20, 2011 9:37 pm

    Pues recordemoslo, la clase obrera sólo puede triunfar en un futuro aprendiendo de las lecciones de las contrarevoluciones del pasado, de sus luchas históricas y blandiendo su arma metódica, no sobre frases altisonantes sino sobre hechos concretos.

    Recuperemos pues el hilo del tiempo una vez más:

    "Esta medida draconiana fue resultado del presentimiento de un peligro mortal para el régimen socialista. En los primeros momentos, el Partido buscó los culpables entre los medios de sus enemigos tradicionales, los blancos. Algunos de ellos fueron ejecutados. Después, la policía encontró el diario de Nikolaievski. En él no se hacía ninguna referencia a una organización opositora que hubiese preparado el asesinato. El informe llegó a la conclusión de que el grupo Zinoviev había "influido" a Nikolaïev y a sus amigos, pero no encontró indicios de una implicación directa de Zinoviev. Este último fue simplemente enviado otra vez al exilio interior. La reacción del Partido evidenció un gran desconcierto. Todos estos hechos demuestran la inconsistencia de la tesis según la cual Stalin habría "preparado" el atentado para lanzar su "plan diabólico" de exterminio de la oposición."


    El caso de Zinoviev, Kamenev y otros[1]


    16 a 18 de enero de 1935


    16 de enero, 8 p.m.



    Recién escuché por radio que Zinoviev y Kamenev han sido llevados ante un tribunal militar “en conexión con el asesinato de Kirov”. Con esto la amalgama entra en una nueva fase.

    Recordemos las etapas más importantes: Zinoviev, Kamenev y sus amigos de Moscú fueron arrestados “en conexión” con el asesinato de Kirov. Sin embargo, durante la investigación preliminar se presenta un obstáculo inesperado.

    El Comité Ejecutivo Central se ve obligado a exten­der el plazo acordado a la investigación preliminar dejando de lado la ley recientemente promulgada. No obstante, resulta que faltan pruebas para llevar a juicio a Zinoviev y a los demás. ¿Por qué los arrestaron? La conclusión es clara: los arrestaron, no porque hubiera motivo, sino con un objetivo determinado.

    Los arrestaron con la perspectiva de preparar una amalgama, es decir establecer una relación entre el asesinato terrorista y la Oposición, toda oposición, toda crítica en general, pasada, presente o futura. Se decidió arrestarlos cuando ya todo parecía preparado. La GPU estaba enterada de los preliminares del acto terrorista. El “cónsul” había cumplido con la tarea que se le asig­nara; él era el eslabón de la amalgama. Pero parece que Nikolaev, el verdadero terrorista, a último momento, por razones conspirativas, se apartó de su grupo, incluidos los agentes de la GPU que formaban parte de él. Se disparó el tiro fatal. Esto no figuraba en el programa de Stalin. Pero era un riesgo que corría la empresa. Kirov fue su víctima. Los agentes de la GPU pagaron por ello: los funcionarios superiores fueron dejados ce­santes, los inferiores fusilados junto con los terroristas. El inesperado disparo provocó confusión en la amalgama. El “cónsul” y sus patrones no tuvieron tiempo de preparar nada. Fue necesario dejar fuera del juicio el caso de Kamenev, Zinoviev y sus amigos. En la acusa­ción del caso Nikolaev no se dijo una palabra sobre ellos; el gobierno comunicó que serían deportados administrativamente. ¿Por qué razón? ¡ No se sabe! A los catorce acusados de Leningrado se los sometió a juicio; se los fusiló a todos. Parecía que el caso estaba cerrado. Pero sólo podrían engañarse los que hubieran olvidado el objetivo fundamental de todo el asunto: la amalgama.

    “Profecía a posteriori”, podría decirme un adver­sario.

    Afortunadamente, puedo citar toda una serie de documentos, algunos de los cuales fueron publicados.

    El 4 de marzo de 1929, poco después de mi arribo a Turquía, expliqué de manera muy concreta en el Biulletin Opozitsi ruso los objetivos que perseguía Stalin al expulsarme. Refiriéndome a la permanente vitalidad de las ideas de la Oposición en el partido, escribí: “A Stalin le queda una sola cosa por hacer, trazar una línea de sangre entre el partido oficial y la Oposición. De cualquier manera tiene que ligar a la Oposición con crímenes terroristas, preparación de la insurrección armada, etcétera [...]" (Los subrayados son del Biulletin.)

    “Pero la dirección de la Oposición -continuaba- es un obstáculo en el camino. Como lo demostró el vergonzoso incidente del ‘oficial de Wrangel’ al que Stalin, en el otoño de 1927, trató de meter adentro de la Oposición, fue suficiente con que un opositor hiciera una declaración para que la trampa se volviera en con­tra del mismo Stalin.

    “Por lo tanto el plan de Stalin [era] [...] exiliar con este pretexto a la Oposición [aunque en esa época se consideraban otras expulsiones -L.T.] y quedarse así con las manos libres para atacar a los jóvenes oposi­cionistas de base cuyos nombres todavía son descono­cidos para las masas, especialmente en el extran­jero [...]

    “Por eso después del exilio de los líderes de la Opo­sición la camarilla de Stalin seguramente intentará pro­vocar de un modo u otro a cualquier supuesto grupo opositor a que se lance a una aventura, y en el caso de que le fracase fabricar o atribuirle a la Oposición algún ‘acto terrorista’ o algún ‘complot militar’, [...]”

    Estas líneas escritas, como ya dije, el 4 de marzo de 1929, se publicaron en el Biulletin Opozitsi ruso, Nº 1-2, julio de 1929 (página 2). Y escasos meses después Stalin hizo fusilar a Blumkin por haberse entrevistado conmigo en Constantinopla y llevar una carta mía para los camaradas de Moscú. Esta carta, de carácter estric­tamente principista, era tan inútil para una amalgama que ni siquiera se la utilizó en la prensa soviética, que tampoco dijo una palabra sobre la ejecución de Blumkin.

    El 4 de enero de 1930 escribí al respecto:

    “Blumkin fue fusilado por decisión de la GPU. Esto sólo puede haber ocurrido porque la GPU se transformó en el instrumento personal de Stalin. Durante la Guerra Civil la Cheka[2] llevó a cabo una tarea inflexible. Pero la hacía bajo el control del partido [...] Ahora el partido está estrangulado [...] En la GPU el rol princi­pal lo juega Iagoda, un despreciable arribista que enla­zó su fortuna con la de Stalin y está dispuesto a hacer todo lo que se le diga, sin pensar ni cuestionar na­da [...] Bujarin[3] afirmó que Stalin tiene en un puño a los miembros del llamado Buró Político debido a los documentos que reunió la GPU. En estas condiciones, el fusilamiento de Blumkin fue obra personal de Stalin­” (Biulletin, Nº 9, febrero-marzo de 1930, página Cool.

    El artículo citado demuestra por primera vez el nuevo factor, sumamente importante, que arrastra a Stalin por la senda de las amalgamas sangrientas. “Al fusilar a Blumkin., Stalin le está diciendo a la Oposi­ción Internacional bolchevique leninista que él tiene dentro del país a cientos y miles de partidarios de aquélla que pagaran con su cabeza los éxitos del genui­no bolchevismo en el terreno mundial." (ibid.)

    El corresponsal del Biulletin en Moscú informó (en la página 10) que a Blumkin, cuando estaba preso, se le propuso salvar la cabeza participando como provoca­dor en una amalgama en contra de la Oposición; su negativa fue su sentencia de muerte.

    Así fue como ya hace seis años advertimos a nues­tros amigos que era inevitable que “la camarilla de Stalin intentara de un modo u otro provocar a cualquier supuesto grupo opositor a lazarse a una aventura, y en el caso de que le fracase inventar o atribuirle a la

    Oposición algún ‘acto terrorista’ [...]” Pese a todos los esfuerzos de la GPU, durante seis años estos intentos fallaron. En el ínterin fue empeorando gradualmente el régimen del partido y de los soviets. Se ahogaron hasta tal punto los sentimientos de desesperación de la joven generación que explotaron en una aventura terrorista. En estas condiciones, ¿no pudo Stalin tomarse del asesinato de Kirov para concretar a través de la amal­gama la idea que venía acariciando desde hacía tanto tiempo?



    17 de enero



    Las noticias de los periódicos de la mañana traen algunas explicaciones: según el comunicado oficial, las declaraciones del acusado Bakaev en relación con otros problemas posibilitaron “establecer la participa­ción de Zinoviev, Ievdokimov, Kamenev y Feodorov,[4] miembro del Centro de Moscú en actividades contrarre­volucionarias”. Diecinueve personas, entre ellas los cuatro nombrados, fueron sometidas a juicio ante un tribunal militar. Tal como lo transmite la prensa fran­cesa, en el comunicado ni siquiera se menciona el caso Kirov. Habla de “actividad contrarrevolucionaria” en general. Sabemos muy bien lo que eso significa: todo lo que no está de acuerdo con los intereses, ideas, virajes y prejuicios del jefe de la burocracia se considera contrarrevolucionario. Del comunicado se deduce que cuando Kamenev, Zinoviev y sus amigos fueron arres­tados no había ninguna prueba de su participación en el asesinato de Kirov -ni tampoco existen ahora- ni en algún tipo de grupo opositor. Parece que recién ahora, en base a declaraciones de Bakaev sobre las que no se informa nada (lo deben de haber amenazado con hacerle juicio por el asunto Nikolaev, es decir con fusilarlo), se las arreglaron para probar la participación de Zino­viev y los, otros en “actividades contrarrevoluciona­rias". Nunca sabremos en qué se manifestaron esas actividades. Lo más probable es que en un circulo cerrado se hayan quejado de Stalin, hayan recordado el “Testamento” de Lenín, prestado atención a los ru­mores que circulan por la burocracia y soñado con un “genuino” congreso partidario que removiera a Stalin. Seguramente no pasó de allí. Pero ellos corrían peligro de transformarse en un eje alrededor del cual girara la burocracia inferior y media, descontenta con Stalin. Y en este terreno el jefe no bromea.

    Pero a pesar de todo a simple vista no se comprende por qué esta vez hizo falta un tribunal militar. Hasta a los más corruptos lacayos internacionales de Stalin les resultará difícil explicar a los obreros por qué, es decir, debido precisamente a qué “actividad contrarrevolu­cionaria", se lleva ante un tribunal militar a diecinueve viejos bolcheviques, la mayor parte de los cuales están en el partido desde su fundación. Stalin no puede ignorar que está tensando demasiado la cuerda. ¿Es posible que no haya ningún objetivo disimulado, que sea sola­mente una venganza ciega? No, no lo creemos.

    El corresponsal de Le Temps en Moscú señala que, pese a la campaña de acusaciones y provocaciones, “Zinoviev y Kamenev todavía no están excluidos del partido”. Los periódicos todavía hablan de su deporta­ción. Pero ayer súbitamente anunciaron que se los someterá a un tribunal militar. Parece que a Zinoviev y a Kamenev se los somete a la tortura de la incerti­dumbre: “Podemos dejarlos en el partido pero también podemos fusilarlos.” Parece que Stalin quiere conse­guir algo de Zinoviev y Kamenev y por eso juega con sus nervios, que no son muy fuertes. ¿Qué puede desear? Probablemente algunas declaraciones “conve­nientes", “necesarias” o “útiles”. Zinoviev, Kamenev y sus amigos, amenazados de muerte, tienen que ayudar a Stalin a reparar y perfeccionar la amalgama torpemente comprometida por un cónsul demasiado vacilante. No le encuentro otra explicación al tribunal militar.

    En 1928, cuando yo estaba en Asia central, la GPU arrestó a G.V. Butov, mi colaborador más cercano, director del comisariado de abastecimiento del ejérci­to y la marina, y lo instó a proporcionar pruebas de mis preparativos “contrarrevolucionarios”. Butov respon­dió con una huelga de hambre en la prisión de la GPU; la huelga duró cincuenta días y terminó con su vida. Amenazándolo con una pistola, exigieron a Blumkin que se prestara a la provocación; se negó; apretaron el gatillo. A Bakaev y a otros les exigieron testimonios contra Zinoviev y Kamenev. Si vamos a creer el comu­nicado oficial, consiguieron tales testimonios.[5] ¿Por qué entonces no admitir que del mismo modo les exi­gieron testimonios a Kamenev, Zinoviev y los demás amenazándolos con un juicio militar y, al no conse­guirlo, pasaron el caso a un tribunal militar?



    l8 de enero



    L'Humanité del 17 de enero publica extractos de la acusación a Zinoviev y los demás. Una “acusación” como ésa sólo la puede hacer el régimen de Stalin.

    Permítanme presentar las conclusiones principales que se extraen de los comunicados de Stalin:

    1. El grupo moscovita de los acusados no tuvo nada que ver con el acto terrorista de Leningrado. Stalin acu­sa a Zinoviev, ex dirigente de la ex Oposición de Leningrado, de responsabilidad política por las tendencias terroristas. Pero estas tendencias se originaron dentro del Partido Bolchevique. La responsable es la direc­ción del partido. En ese sentido es absolutamente correcto decir que Stalin y su régimen son políticamente responsables por el asesinato de Kirov.

    2. El principal testigo de la acusación, Safarov,[6] cuyo caso -no sabemos por qué- se examinó en forma separada (el rol de este individuo en todo el asunto resulta de lo más enigmático), demuestra que la acti­vidad “contrarrevolucionaria” de Zínoviev, Kamenev y los demás fue particularmente intensa ¡en 1932! Pero fue precisamente por esta actividad que en 1932 fueron expulsados del partido y deportados. Fue la época en que la excesiva colectivización que siguió a la prolon­gada amistad con los kulaks [campesinos ricos] exigió inmensos sacrificios y puso literalmente en juego el destino del régimen soviético. El país estaba en ebulli­ción y toda la burocracia, perpleja y aterrorizada, mur­muraba. ¿De qué acusó la Comisión Central de Control a Zinoviev y Kamenev en 1932? De haber tenido relaciones con la Oposición de Derecha (Riutin[7] y otros). He aquí el texto literal de la acusación: “Sabien­do que se difundían documentos contrarrevolucionarios, prefirieron discutir (!) estos (?) documentos en lugar de desenmascarar inmediatamente (!) a esta agencia kulak; demostrando así ser cómplices directos del grupo contrarrevolucionario, antipartido.” En consecuencia, de lo que se acusó a Zinoviev y Kamenev fue de haber “discutido” la plataforma de la Oposición de Derecha antes de denunciarla. Por esta razón fueron expulsados.

    Pero luego se retractaron (¡y cómo!) y se los read­mitió en el partido. ¿En qué consiste su actividad contrarrevolucionaria más reciente? Sobre esto no se dice una palabra. La acusación habla de la hostilidad del grupo de Zinoviev hacia los dirigentes, de las direc­tivas políticas que impartieron (¿cuáles, cuándo y a quién?), etcétera, pero evita cuidadosamente clarificar, dar hechos y datos. Resulta claro que nos referimos al mismo año, 1932. Y el acusado Safarov, que prefirió transformarse en testigo de la acusación, confiesa que después de la debacle del grupo de Riutin la “contra­rrevolución” de Zinoviev pasó a ser “clandestina”, es decir desapareció de la escena.

    3. La “acusación” dice que es cierto que Kuklin, Guertik, Ievdokimov y Sharov, que estaban relaciona­dos con el grupo contrarrevolucionario de Leningrado, “no despreciaron medios para luchar contra el poder soviético”. ¡Desgraciadamente, no se menciona uno solo de estos medios! Tampoco se demuestra cuándo se mantuvo esa relación. ¡Evidentemente, fue en 1932! La acusación no hace ninguna mención a la relación de los acusados con Nikolaev. La única conclusión política que se puede sacar de esa fraudulenta acusación es la siguiente: la segunda capitulación de Zinoviev y Kamenev dejó a la juventud zinovievista sin dirección y sin perspectivas; la vida en el partido se hacia cada vez más sofocante. La Internacional Comunista acumu­laba crímenes y derrotas. Analizarlos o pedir explica­ciones abiertamente implicaba ser inmediatamente arrestado. En este clima los más extremistas, los más excitados (incitados por los agentes de la GPU) conci­bieron la insensata idea de asesinar a Kirov.

    4. Recordemos que la acusación del caso Nikolaev trataba de relacionar a los terroristas con la “platafor­ma" de la Oposición de 1926. En contra de eso, la acu­sación admite abiertamente que el grupo de Zinoviev “no tenía programa definido”. El grupo de Zinoviev había abandonado la plataforma de 1926; más aun -y esto es lo más importante- esa plataforma no respon­de a los problemas de nuestra época. Así se rompe el último lazo “ideológico” que liga al grupo de Leningra­do con la antigua Oposición de Izquierda.

    5. Pero, dirán algunos, ¿acaso Zinoviev y Kamenev no “confesaron” su error? Precisamente aquí está la parte más deshonrosa del juicio. Tomando como base las acusaciones, Zinoviev y Kamenev no confesaron nada, no podían confesar absolutamente nada ya que no existían elementos materiales para un crimen. Pe­ro, bajo la espada de Damocles del tribunal militar aceptaron asumir la responsabilidad “política” para escapar a la ejecución por terrorismo. Zinoviev no ates­tigua nada, no dice nada; sólo se explaya plácidamente sobre la argumentación de que “la antigua actividad” de la “ex Oposición” - por la fuerza misma del "curso objetivo de los acontecimientos"- "no podía menos que [...J degenerar en el crimen". Zinoviev no accede a reconocer la amalgama jurídica de la prensa stalinista sino su amalgama “filosófica”: si la oposición y la crítica no existieran, no habría perniciosas desviaciones; los jóvenes serian obedientes y los actos terroristas imposibles. Ese es el significado de las declaraciones de Zinoviev en respuesta a la acusación.

    La que resulta particularmente notable es la retrac­tación de Kamenev: “Confirmó que antes de 1932 participó en la actividad contrarrevolucionaria ilegal y fue miembro del ‘Centro de Moscú’ y que hasta ultimo momento siguió relacionado con Zinoviev.” ¡¡ Nada más!! Sin embargo no se trata de la critica opositora de 1932 por la que ya se había expulsado a Zinoviev sino del asesinato de 1934. Por supuesto, por supuesto; pero Kamenev “siguió relacionado con Zinoviev” (¡después de su retractación conjunta!) y aunque Zi­noviev había abandonado la “actividad contrarrevolu­cionaria”, fue del círculo de sus adherentes que surgió, “por el curso objetivo de los acontecimientos” (es decir, totalmente al margen de la voluntad de Zinoviev), el terrorista Nikolaev.

    El significado de esta repugnante confusión, deli­beradamente concebida, es absolutamente claro. Stalin les dio un ultimátum a Zinoviev y Kamenev: tenían que proporcionarle una fórmula que justificara la represión contra ellos mismos; él entonces los mantendría aparte de la organización del asesinato de Kirov. La fórmula de Zinoviev debe haber pasado una docena de veces de la prisión al escritorio de Stalin hasta que, después de las necesarias correcciones, se la encontró acepta­ble. Después de eso apareció en escena el tribunal militar. Así es cómo Stalin, bajo la amenaza de una gran represión, extrae confesiones que justifican una represión menor.

    6. ¿Intentó Stalin completar el trabajo del cónsul a través del tribunal militar para conseguir declaraciones contra Trotsky? No me cabe la menor duda. De cualquier modo, no lo logró. La fracción bolchevique leninista sigue permanentemente el principio de romper de manera irreconciliable con los capituladores. No permitimos el doble juego, no por lealtad a la desleal burocracia sino por lealtad a las masas. Dado que la usurpadora y totalmente conservadora burocra­cia ahogó todo pensamiento libre en el partido, los marxistas revolucionarios no pueden hacer otra cosa que actuar secretamente. Es su derecho y su deber. Pero nunca renunciarán a sus ideas ni escupirán sobre ellas como hacen los capituladores. Hace tiempo rompimos con los zinovievistas tan decididamente como el año pasado rompimos con Rakovski. Esta ruptura total de las relaciones personales y políticas imposibilitó, pese a la colaboración del cónsul y del tribunal militar, que se lograra involucrar en amalga­mas a los bolcheviques leninistas.

    7. Sin embargo, sería de una ligereza criminal creer que Stalin abandonó el intento de involucramos en algún nuevo “caso” cocinado por la GPU y sus agentes extranjeros. Stalin no tiene otro método de lucha contra nosotros. Además de su propia significa­ción, el caso Zinoviev reviste la importancia de una advertencia. La lucha por limpiar la atmósfera del movimiento obrero mundial exige una clara com­prensión de la mecánica de las amalgamas de Stalin.



    --------------------------------------------------------------------------------

    [1] El caso de Zinoviev, Kamenev y otros. Biulletin Opozitsi; Nº 42, febrero de 1935. Traducido [al inglés] para este volumen [de la edición norteame­ricana] por Fred Buchman.

    [2] Cheka era el nombre abreviado del primer departamento soviético de la policía secreta establecido después de la Revolución de 1917.

    [3] Nikolai Bujarin (1888-1938): viejo bolchevique y segundo presidente de la Comintern (después de Zinoviev) entre 1926 y 1929. Se unió con Stalin contra la oposición de Izquierda pero rompieron en 1928 y Bujarin formó la oposición de derecha antes de que se lo expulsara en 1929. Capituló, pero fue acusado y ejecutado en el juicio de Moscú de 1938.

    [4] Ver el primer parágrafo Una grandiosa amalgama, en La burocracia stalinista y el asesinato de Kirov.

    [5] Probablemente, al negar los cargos que se le hacían Bakaev haya decla­rado. “Sí, nos reunimos, criticarnos al comité central, pero no se trataba de terrorismo.” Las palabras “nos reunimos, criticamos al Comité Central” se transformarían entonces en la base de la acusación. Por supuesto, es sólo una hipótesis nuestra. [Nota de León Trotsky].

    [6] Ver nota anterior.

    [7] M.N. Riutin fue uno de los principales propagandistas soviéticos a principios de la década del 30. Estaba cerca de varios intelectuales de la tendencia de Bujarin y junto con ellos trazó un programa de reformas al país y al partido que implicaba una acusación a la política de Stalin. Fue arrestado a fines de 1932, expulsado del partido y sentenciado a muerte.
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    Mensaje por log Miér Abr 20, 2011 10:29 pm

    Erazmo escribió:A ver Chepicoro=log, reitero es muy fácil replicaros, y también señalar "más fácil pillar un mentiroso que un ladrón".

    A vaina camarada porque hace las cosas tan difícil y se empeña en pelear ! No quiero ser grosero y trato siempre de evitar la hostilidad con los demás usuarios sean de la tendencia política que sean pero tu has rebasado todos los limites del respeto y evidencias ya en publico ser un hipócrita, difamador y mentiroso (O sujeto bien ingenuo) que te empeñas en pelear (Lo vuelvo a repetir) yo no soy Chepicoro y aun así si lo fuera ese no es tu problema ocúpate de tus asuntos.

    Los mods y admin del sitio pueden ver nuestras IP (puedes mandarles un PM para que aclaren tu duda) yo soy de Venezuela Chepicoro por su manera de hablar supongo que se encuentra en España no puedes venir a acusar a la gente a la ligera sin tener ninguna prueba de tener dobles cuentas con la intención de generar conflictos que se alejan del punto tratado el tema trata sobre su titulo no sobre si yo tengo un clon o no te agradecería que te centraras en lo que se debate y dejes los ataques netamente personales y ofensivos hacia los demás.

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    Mensaje por Erazmo Jue Abr 21, 2011 2:50 am

    Bien log, no soís chepicoro.

    Pero espero deshecheís lo escrito por rokossovsky y korolev, nadie los torturó, y su estancia en prisión se debió a un malentendido, caso rokossovsky, y a un hecho de apropiación de fondos indebido, caso korolev.


    Saludos Revolucionarios
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    Mensaje por proleinternacionalista Jue Abr 21, 2011 6:28 am

    Recuperemos el hilo del tiempo, a pesar de todas las falsificaciones:

    "En el interior de los partidos de la Segunda Internacional se está realizando un proceso de radicalización de las masas. El régimen cuartelario del Komitern, el cinismo de sus procedimientos y de sus métodos, constituye hoy en día el principal obstáculo de la vía de la educación revolucionaria y de la formación de la vanguardia proletaria (...) Los obreros socialistas deben ser el campo principal de nuestras actividades. Sólo siendo eficaces en esto podemos sacar a los obreros comunistas del tornillo de banco de la burocracia y asegurar la creación de un verdadero partido revolucionario de masas, sección de la IV Internacional, que llevará al proletariado a la conquista del poder".


    La URSS y el PCUS



    La existencia de la Unión Soviética sigue siendo, a pesar del estado avanzado de degeneración del estado obrero, un hecho de enorme importancia revoluciona­ria. Su caída provocaría una etapa de reacción terrible, que tal vez duraría décadas. La lucha por la defensa, rehabilitación y fortalecimiento del primer estado obre­ro está indisolublemente ligada a la lucha del proleta­riado mundial por la revolución socialista.

    La dictadura de la burocracia stalinista fue produc­to del atraso de la URSS (predominio del campesinado) y el retraso de la revolución proletaria en Occidente (la falta de partidos proletarios revolucionarios indepen­dientes). El dominio de la burocracia stalinista provocó a su vez, no sólo la degeneración de la dictadura del proletariado en la Unión Soviética sino también un te­rrible debilitamiento de la vanguardia proletaria en todo el mundo. La contradicción entre el papel progre­sista del estado soviético y el papel reaccionario de la burocracia stalinista es una manifestación de la “ley del desarrollo desigual". Nuestra política revolucionaria debe tomar como punto de partida esta contradicción histórica.

    Los que a sí mismos se llaman amigos de la Unión Soviética (demócratas de izquierda, pacifistas, brandleristas y demás) repiten el argumento de los funcionarios de la Comintern de que la lucha contra la burocra­cia stalinista, es decir, la crítica de su política errónea, "ayuda a la contrarrevolución". Esa posición corres­ponde a los lacayos políticos de la burocracia pero jamás a los revolucionarios. Sólo una política correcta puede defender, en lo interno y en lo externo, a la Unión Soviética. Las consideraciones de cualquier otro tipo son secundarias o pura charlatanería.

    El PCUS actual no es un partido sino un aparato de dominación en manos de una burocracia desenfrenada. Dentro y fuera de los marcos del PCUS se agrupan los elementos dispersos de dos partidos, el proletario y el termidoriano bonapartista. Por encima de ambos, la burocracia centrista libra una guerra de aniquilación contra los bolcheviques leninistas. Aunque de tanto en tanto choca seriamente con sus semialiados termido­rianos, los stalinistas les allanan el camino al aplastar, estrangular y corromper al Partido Bolchevique.

    Como la URSS no puede llegar al socialismo sin que se produzca la revolución proletaria en Occidente, los bolcheviques leninistas rusos, contando únicamen­te con sus propias fuerzas y sin construir una autén­tica internacional proletaria, no podrán regenerar al Partido Bolchevique ni salvar la dictadura del pro­letariado.



    La URSS y la Comintern



    La defensa de la URSS frente a la amenaza de inter­vención militar se convirtió en una labor más apremiante que nunca. Las secciones oficiales de la Comintern son tan impotentes en este terreno como en todos los demás. La defensa de la URSS es para ellas una frase ritual, carente de todo contenido. Se pretende compensar la insuficiencia de la Comintern con come­dias indignas, como el congreso antibélico de Amster­dam y el congreso antifascista de París. La resistencia de la Comintern a la intervención militar de los imperia­listas será más insignificante aún que su resistencia ante Hitler. Fomentar ilusiones al respecto es dirigirse a una nueva catástrofe con los ojos vendados. Para de­fender a la URSS se necesitan organizaciones auténti­camente revolucionarias, independientes de la burocra­cia stalinista, bien plantadas, que gocen del apoyo de las masas.

    La creación y crecimiento de estas organizaciones revolucionarias, su defensa de la Unión Soviética, su constante disposición a formar un frente único con los stalinistas contra la intervención y la contrarrevolución: todo esto tendrá una importancia enorme para el pro­ceso interno de la república de los soviets. Los stalinis­tas, mientras permanezcan en el poder, tendrán menos posibilidades de evadir el frente único a medida que los peligros, tanto internos como externos, se vuelvan más apremiantes y a medida que la organización in­dependiente de la vanguardia proletaria mundial adquiera nuevas fuerzas. La nueva relación de fuerzas servirá para debilitar la dictadura de la burocracia, for­talecer a los bolcheviques leninistas en la URSS y abrir­le a la república obrera perspectivas mucho más favo­rables.

    Sólo la creación de la internacional marxista, to­talmente independiente de la burocracia stalinista y opuesta políticamente a la misma, podrá salvar a la URSS de la catástrofe, ligando su destino al de la revo­lución proletaria mundial.



    "Liquidacionismo”



    Los charlatanes burocráticos (y sus lacayos brandle­ristas) hablan de nuestro "liquidacionismo". Repiten insensata e irresponsablemente palabras tomadas del viejo léxico bolchevique. Se llamaba liquidacionismo a una tendencia que bajo el zarismo "constitucional" negaba la necesidad de un partido ilegal, porque tra­taba de remplazar la lucha revolucionaria por la adap­tación a la “legalidad" contrarrevolucionaria. ¿Qué tenemos nosotros en común con los liquidadores? En este sentido es mucho más apropiado recordar a los ultimatistas (Bogdanov y Cía.), que reconocían la nece­sidad de un partido ilegal pero la transformaban en un instrumento para elaborar políticas totalmente erró­neas; aplastada la revolución, plantearon que la tarea inmediata era prepararse para una insurrección armada. Lenin no vaciló en romper con ellos, aunque había en sus filas más de un revolucionario cabal. (Los mejores elementos volvieron después al bolchevismo.)

    Son igualmente falsas las aseveraciones de los stali­nistas y sus lacayos brandleristas de que la Oposición de Izquierda está preparando una “conferencia de agosto" contra los “bolcheviques". Esta es una refe­rencia al año 1912, cuando se produjo uno de los innu­merables intentos de unificar a bolcheviques y menche­viques. (El autor de uno de tales intentos fue Stalin; ¡no en agosto de 1912, sino en marzo de 1917!) Para que esta analogía tenga algún sentido habría que reconocer, en primer término, que la burocracia stalinis­ta es la representante del bolchevismo; en segundo lugar, deberíamos plantear la unificación de la Segunda con la Tercera Internacional. ¡Nadie puede hablar siquiera de eso! El objetivo de esta analogía absurda es ocultar el hecho de que los oportunistas brandleris­tas tratan de obtener los favores de los centristas stalinistas en base a una amnistía mutua, mientras que los bolcheviques leninistas plantean la tarea de cons­truir el partido proletario sobre bases principistas, pro­badas en las más grandes batallas, en las victorias y derrotas de la época imperialista.



    La nueva senda



    El objetivo de estas tesis es llamar a los camaradas a dar vuelta la hoja de la etapa histórica que ya culmi­nó y esbozar nuevas perspectivas de trabajo. Pero lo antedicho de ninguna manera determina a priori los primeros pasos a dar, los cambios tácticos concretos, los ritmos y métodos del viraje hacia el nuevo rumbo. Sólo cuando hayamos logrado unanimidad de princi­pios respecto de la nueva orientación -y nuestra experiencia previa me induce a pensar que alcanzare­mos esa unanimidad- pondremos en el orden del día los interrogantes tácticos concretos aplicables a las cir­cunstancias imperantes en cada país.

    En todo caso, lo que estamos discutiendo no es si proclamamos la creación de partidos nuevos y una internacional independiente sino que nos preparemos para ello. La nueva perspectiva significa en primer tér­mino que todo lo que sea “reforma" de los partidos oficiales y reingreso de los militantes de la Oposición a los mismos debe desecharse por utópico y reacciona­rio. El trabajo cotidiano ha de volverse independien­te, estará determinado por nuestras propias posibilidades y fuerzas y no por criterios "fraccionales" for­males. La Oposición de Izquierda deja de pensar y ac­tuar como “oposición". Se convierte en una organización independiente, que se traza su propio camino. No sólo construye sus propias fracciones en los partidos socialdemócratas y stalinistas sino que realiza su traba­jo independiente entre los obreros sin partido y desor­ganizados. Crea sus propias bases de apoyo en los sindicatos, independientemente de la política sindical de la burocracia stalinista. Participa en las elecciones bajo su propia bandera allí donde las circunstancias lo per­mitan. En relación a las organizaciones obreras refor­mistas y centristas (incluidas las stalinistas) se guía por los principios generales de la política de frente único, y la aplicará sobre todo para defender a la URSS de la intervención foránea y la contrarrevolución intestina.












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    Mensaje por proleinternacionalista Jue Abr 21, 2011 6:34 am


    "El Komitern ha creado una de las condiciones más importantes para la victoria del fascismo. Por ello, para acabar con Hitler es necesario acabar con el Komitern" (Trotski, idem. p.35)

    Stalin tranquiliza a Hitler[1]

    19 de julio de 1933

    Hace dos o tres semanas, la agencia noticiosa oficial TASS desmintió el rumor del retorno de Trotsky a la URSS. El tono solemne y categórico de la rectificación demuestra que el Kremlin perseguía algún fin político, pero no en el terreno de la política interior, puesto que ni la rectificación ni el rumor periodístico que la originó fueron difundidos en la URSS. La rectificación estaba destinada pura y exclusivamente al consumo extranjero.

    El sentido de esta rectificación resultará claro cuan­do se recuerde que hace un par de años Trotsky escri­bió un artículo sobre la necesidad de preparar el Ejérci­to Rojo para combatir al nacionalsocialismo. Este artículo, que jamás fue publicado en la URSS, provocó una fuerte protesta en la prensa nacionalsocialista. Sa­bemos que la burocracia stalinista recibió el ascenso de Hitler al poder con una demostración de amistad: Izvestia[2] dijo: "La opinión pública soviética jamás apoyó ningún plan dirigido contra la política imperante en Alemania". Con estas palabras no buscaba otro fin que disociarse públicamente de Trotsky. ¿Acaso puede dudarse que el artículo de Izvestia fue escrito a raíz de la correspondiente nota diplomática de Berlín, con el fin de convencer a Hitler de que Moscú no se desvía de la doctrina del socialismo en un solo país?

    Por la misma época en que TASS difundía en el ex­tranjero la afirmación categórica de que Trotsky "no volverá" a la URSS, el diario berlinés Die Vossische Zeitung, por intermedio de su corresponsal en Estam­bul, dirigió una nota oficial a Trotsky preguntándole si era verdad que volvía a Rusia. El hecho mismo parece inesperado y a la vez significativo, sobre todo sí se tiene en cuenta que Die Vossische Zeitung está ahora en ma­nos de los nazis. Hitler se limitó a ordenarle al ex diario liberal que verificara, por intermedio del ex correspon­sal liberal, el rumor periodístico del próximo retorno de Trotsky a Moscú y el consiguiente viraje en la política exterior de los soviets.

    Así vemos que Hitler y Stalin hicieron un juego a dos puntas. En principio parecería que el rumor del retorno de Trotsky fue, como sucede tantas veces con los rumores periodísticos, un hecho accidental. Pero relacionando retrospectivamente todas las etapas de la cuestión, no cuesta mucho suponer que el rumor se originó en el departamento de "propaganda" berlinés, con el fin de obligar a Stalin a desmentir rumores y ofrecer garantías degradantes. Sea como fuere, ese objetivo se ha cumplido.

    L 'Humanité, como toda la prensa stalinista occiden­tal, no pierde oportunidad de degradarse: usó la recti­ficación de TASS para atacar groseramente a Trotsky, acusándolo de haber difundido el rumor de su retorno a la URSS. ¿Con qué fin? Así, estos miserables burócra­tas ciegos sirven en todo momento de instrumentos de objetivos ajenos y, pretendiendo servir a la revolución, la comprometen y debilitan.


    La URSS y la Comintern[1]

    24 de septiembre de 1933


    Los cables periodísticos señalan que Washington se dispone a reconocer al gobierno soviético. Se puede aventurar con certeza que en las próximas discusiones entre el presidente Roosevelt y M. Litvinov[2] jugarán un rol importante las actividades que pueda cumplir la Comintern. Norteamérica está entrando en una etapa de profundas conmociones sociales. En tales circunstancias la intervención de la Comintern debe aparecer especialmente peligrosa. Además, en los círculos bien informados ya se considera un hecho firme que el reconocimiento de la URSS implica en realidad el reconocimiento de la Comintern. En nuestra opinión, nos asisten justificadas razones para afirmar que esta posición constituye un anacronismo de los más vulga­res sostenido especialmente por profesionales de la política remisos a tomar en consideración los hechos nuevos, sobre todo cuando éstos van en contra de sus prejuicios.

    Desde los primeros días de su existencia el gobierno soviético protestó contra las pretensiones de identificarlo con la Comintern. Jurídicamente tales protestas eran irreprochables, porque ambas organizaciones se apoyaban, pese a su comunidad de ideales, sobre dis­tintos fundamentos nacionales e internacionales, y en su actividad permanecían formalmente independientes una de la otra. Pero esta distinción legalista no les bas­taba a los estadistas de Europa y Norteamérica. Alegaban la conexión de hecho entre el gobierno soviético y la Tercera Internacional. Las mismas personas estaban a la cabeza de ambas organizaciones. Ni Lenin ni sus co­laboradores más estrechos ocultaban o deseaban ocul­tar su participación destacada en la vida de la Interna­cional Comunista. Mientras que el gobierno soviético de ese entonces consideraba posible hacer grandes sacrificios materiales para preservar las relaciones pa­cificas con los gobiernos capitalistas, a la diplomacia soviética se le daban instrucciones estrictas de no entrar en ninguna discusión referente a la Internacional Comunista, al hecho de que su centro estuviera en Moscú, a la participación en ella de figuras dirigentes del gobierno, etcétera. Se consideraba más inadmisible hacer concesiones en este terreno que en el de los prin­cipios fundamentales del régimen soviético, su sistema de gobierno, la nacionalización de los medios de pro­ducción, el monopolio del comercio exterior, etcétera. Cuando Chicherin[3] en una carta a Lenin, insinuó la conveniencia de hacer concesiones a Wilson respecto a las leyes electorales de la república soviética, Lenin le replicó en otra carta con la contrapropuesta de que se interne por un tiempo en un sanatorio, dada la obvia ruptura de su equilibrio político. No es difícil suponer cómo hubiera replicado Lenin a cualquier diplomático soviético que osara sugerir hacer tal o cual concesión a los capitalistas a expensas de la Comintern. Por lo que puedo recordar, nunca nadie propuso nada por el estilo, ni siquiera de manera disimulada.

    Durante las negociaciones de Brest-Litovsk, cuando apoyaba la necesidad de aceptar el ultimátum alemán, Lenin repetía una y otra vez: "Es una locura arriesgar las conquistas de la Revolución de Octubre en una gue­rra evidentemente sin esperanzas; otra cosa sería si lo que estuviera en juego fuera la salvación de la revolu­ción alemana. En ese caso tendríamos que arriesgar la suerte de la república soviética, porque la revolución alemana es inmensamente más importante que la nuestra." Los demás dirigentes de la república soviética veían las cosas fundamentalmente del mismo modo. En esa época se citaban ampliamente sus escritos y discursos como prueba de la ligazón orgánica en­tre el gobierno soviético y la Comintern. En consecuencia, los políticos conservadores de Europa y Norteamé­rica no prestaban atención a los argumentos de jure; se tomaban de la situación de facto.

    Sin embargo, mucha agua corrió bajo los puentes desde la época en que las ideas de Lenin y sus colabo­radores más estrechos regían a la república soviética y a la Comintern. Cambiaron las circunstancias, cambió la gente, se renovó totalmente el sector dominante en la URSS, nuevas ideas y consignas sustituyeron a las an­teriores. Lo que antes constituía la esencia ahora se transformó en un ritual inofensivo. Pero en cambio se mantienen intactas las convicciones de algunos hom­bres de estado de Occidente, basadas en el recuerdo de lo que fue, sobre la ligazón indisoluble entre el gobier­no soviético y la Comintern. ¡Es hora de revisar esta posición! El mundo actual, tan desgarrado por contradicciones, presenta demasiadas bases reales para la enemistad como para buscar razones artificiales que la impulsen. Es hora de comprender que, pese a las frases rituales que se pronuncian en los días de fiesta, el gobierno soviético y la Comintern se mueven en planos diferentes. Los lideres actuales de la URSS no sólo no están dispuestos a hacer ningún sacrificio nacional en pro de la revolución alemana y en general de la revolu­ción mundial, sino que tampoco dudan un momento en adoptar actitudes y pronunciamientos que asestan los más duros golpes a la Comintern y al conjunto del movimiento obrero. Cuanto más fortalece la URSS su posición internacional, más se profundiza la contradic­ción entre el gobierno soviético y la lucha revolucionaria internacional.

    Los momentos más brillantes de la vida de la Co­mintern fueron sus congresos, que indefectiblemente se reunían en Moscú. A través del intercambio interna­cional de experiencias y del choque entre las distintas tendencias se formulaban las posiciones programá­ticas fundamentales y los métodos tácticos, precisamente en estos congresos se demostraba de la manera más convincente la resuelta participación de los diri­gentes soviéticos en la política de la Comintern. Lenin inició y clausuró el Primer Congreso de la Comintern. Dio los informes más importantes en el Segundo Con­greso. En el Tercer Congreso encabezó la lucha contra la errónea política de Zinoviev, Bela Kun[4] y otros. En el Cuarto Congreso, apenas repuesto del primer ata­que de su enfermedad, leyó el informe sobre la Nueva Política Económica[5] de la URSS. Su mente estaba tan lúcida como siempre, pero a veces le fallaban las arte­rias y se detenía angustiado... Para completar este panorama se puede agregar que los manifiestos progra­máticos de los dos primeros congresos fueron escritos por el autor de estas líneas y que en el Tercero y el Cuarto informó sobre los problemas tácticos fundamen­tales el comisario del pueblo de ejército y marina.

    Además hay que tener en cuenta que en esos días los congresos de la Comintern se reunían todos los años. Hubo cuatro congresos en los primeros cuatro años de existencia de la Tercera Internacional (1919-1922). Pero ésa era la época de Lenin. Ya transcurrieron once años desde el Cuarto Congreso. En todo este lapso se hicieron sólo dos congresos, uno en 1924 y otro en 1928. Ya hace cinco años y medio que no se convoca el congreso de la Comintern. Este simple resumen cronológico aclara el actual estado de cosas mejor que cualquier discusión. Durante la Guerra Civil, cuando la Unión Soviética estaba sitiada por el bloqueo cuando viajar allí implicaba no sólo grandes dificultades sino también peligros mortales, los congresos se reunían anualmente. En los últimos años, cuando un viaje a la URSS pasó a ser un asunto totalmente prosaico, la Comintern se vio obligada a abstenerse totalmente de los congresos. En su lugar se reúnen las conferencias íntimas de los dirigentes burocráticos, desprovistas hasta de la sombra del significado implícito en los multitudinarios congresos democráticamente elegidos. Pero ni siquiera en estas sesiones a puertas cerradas entre funcionarios participa alguno de los dirigentes responsables de la Unión Soviética. Al Kremlin sólo le interesa el trabajo de la Comintern en la medida en que es necesario para proteger los intereses de la URSS de cualquier tipo de actividad o pronunciamiento compro­metedores. Ya no se trata de una limitación jurídica de funciones sino de una ruptura política.

    En la evolución de la política exterior de la Comin­tern se puede seguir de manera convincente el mismo proceso ideológico. Nos limitaremos a contraponer la política original de la diplomacia soviética y la actual. Lenin consideró la paz de Brest-Litovsk como un "respiro", es decir, una breve pausa en la lucha entre el estado soviético y el imperialismo mundial. En esta lucha, se proclamó oficial y abiertamente al Ejército Rojo como un arma similar a la Internacional Comunis­ta. La actual política exterior de la Unión Soviética no tiene nada en común con estos principios. La conquista suprema de la diplomacia soviética es la fórmula de Ginebra, que define la agresión y a la nación agresora, fórmula que se aplica no sólo a las relaciones entre la Unión Soviética y sus vecinos sino también a las rela­ciones entre los mismos estados capitalistas. De esta manera el gobierno soviético asumió oficialmente el deber de proteger el mapa político de Europa tal como emergió del laboratorio de Versalles.[6] Lenin conside­raba que el peligro histórico de una guerra estaba determinado por las fuerzas sociales que se enfrentan en el campo de batalla y por los objetivos políticos que persiguen. La actual diplomacia soviética se apoya to­talmente en el principio conservador de mantener el status quo. Su actitud hacia la guerra y los bandos contendientes está determinada por un criterio legalis­ta, no revolucionario: quién es el primero en violar las fronteras extranjeras. Así, la fórmula soviética sanciona también para las naciones capitalistas el derecho a la defensa del territorio nacional contra la agresión. No discutiremos las bondades o defectos de esta posición. El propósito general de este artículo no es criticar la política del actual Kremlin sino demostrar qué profundamente se alteraron los principios de la orientación internacional del estado soviético para eliminar así las barreras ficticias que se oponen al reconocimiento de la URSS.

    El plan de construir el socialismo en un solo país no es de ninguna manera una frase vacía; es un programa práctico, que afecta en igual medida a la economía, a la política interna y a la diplomacia. En tanto la burocracia soviética se afianzó más decididamente en su posición del socialismo nacional, los problemas de la revolución internacional, y con ellos la Comintern, quedaron relegados al olvido. Toda nueva revolución es una ecuación con muchas incógnitas, y por lo tanto entraña un ele­mento de gran riesgo político. El actual gobierno soviético pretende, en la medida de lo posible, garan­tizar su seguridad interna contra los riesgos provenientes tanto de las guerras como de las revoluciones. Su política internacional dejó de ser revolucionaria para pasar a ser conservadora.

    Es cierto que la dirección soviética no puede plan­tear abiertamente los hechos como son, ni a sus propios obreros ni a los de otros países. Está atada por la heren­cia ideológica de la Revolución de Octubre, que consti­tuye la base de la autoridad de que goza ante las masas trabajadoras. Pero aunque quede la cáscara de la tradición, su contenido ya se ha evaporado. El gobierno soviético permite a los rudimentarios organismos de la Comintern continuar residiendo en Moscú, pero no convocar congresos internacionales. Como ya no cuenta con la ayuda de los partidos comunistas extranjeros, en su política exterior no tiene en cuenta en lo más mínimo los intereses de éstos. ¡Con sólo considerar la recepción brindada en Moscú a los políticos franceses,[7] salta a la vista la contradicción entre la época de Stalin y la de Lenin!

    Un número reciente del periódico oficial francés Le Temps (24 de septiembre) publica un despacho de Moscú muy significativo. "Las esperanzas platónicas en la revolución mundial se expresan [en los círculos dominantes de la URSS] tanto más fervientemente cuando más se renuncia a ellos en la práctica." Le Temps continúa aclarando: "Desde la remoción de Trotsky, que con su teoría de la revolución permanente representaba un genuino peligro internacional, los gobernantes soviéticos, encabezados por Stalin, adhirieron a la política de la construcción del socialismo en un solo país, sin esperar la problemática revolución en el resto del mundo." El periódico previene insistentemen­te a las politices franceses que todavía tienden a confundir los fantasmas del pasado con las realidades del presente. No olvidemos que no se trata de una publica­ción cualquiera sino de la más influyente y conservadora de la clase dominante francesa. Jaurés dijo una vez acertadamente que Le Temps "es la burguesía hecha periódico".

    Entre todos los gobiernos mundiales, el norteame­ricano fue el que más irreconciliablemente adhirió respecto a los soviets al principio de la "legitimidad" capitalista. En ello jugó un rol decisivo el problema de la Comintern; ¡recordemos si no el comité Hamilton Fish![8] Sin embargo, si los honorables miembros del Congreso están en contacto con los hechos, que no exi­gen el testimonio de la sabiduría porque hablan por si mismos, tienen que llegar a la conclusión de que la política exterior del gobierno soviético ya no constituye el menor obstáculo para su reconocimiento, no sólo de facto sino también de jure.

    [1] La URSS y la Comintern. The New Republic [La Nueva República], 1° de noviembre de 1933, donde llevaba el título Rusia y la revolución mundial. Fue escrito quince días antes de que el presidente Roosevelt acordara a la Soviética el reconocimiento diplomático.

    [2] Maxim Litvinov (1876-1951): viejo bolchevique, fue comisario del pueblo de relaciones exteriores entre 1930 y 1939, embajador en Estados Unidos entre 1941 y 1943 y diputado comisario de relaciones exteriores entre 1943 y 1946. Stalin lo utilizó como personificación de la "seguridad colectiva" cuan­do buscaba aliarse con los imperialistas democráticos y lo relegó durante el período del pacto Stalin-Hitler y en la época de la guerra fría.

    [3] Georgi V. Chicherin (1872-1936): que había sido diplomático en el ministe­rio zarista, apoyó a los socialrevolucionarios en la Revolución de 1905 y se vio obligados emigrar. Volvió a Rusia en enero de 1918, se hizo bolchevique, ese año sucedió a Trotsky como comisario de relaciones exteriores y ocupó ese cargo hasta 1930.

    [4] Bela Kun (1886-1939): dirigente de la derrotada revolución húngara de 1919, se trasladó a Moscú y se convirtió en funcionario de la Comintern, notorio por su tendencia hacia el ultraizquierdismo. Se informó que se lo había fusilado durante las purgas de exiliados comunistas de fines de la década del 30.

    [5] La NEP, o Nueva Política Económica, fue implantada en 1921 en remplazo de la política del "comunismo de guerra", que predominó durante la Guerra Civil y produjo conflictos entre los obreros y los campesinos, ya que la produc­ción industrial decayó drásticamente y a los campesinos se los requisó y con­fiscó la producción cerealera. Se adoptó la NEP como media circunstancial para revivir la economía después de la Guerra Civil, permitiendo un resurgimiento limitado del comercio libre y otorgándose concesiones al capital extranjero a la vez que se mantenía la nacionalización y el control estatal de determinados sectores de la economía. Los nepman, como se llamaba a los que se beneficiaron con esta política, estaban considerados como una potencial base de apoyo para la restauración del capitalismo.

    [6] El Tratado de Versalles, firmado el 28 de junio de 1919, devolvió Alsacia-Lorena a Francia, privó a Alemania de otros territorios en Europa y de sus colonias de ultramar, limitó su poderío militar y estableció que Alemania pagara reparaciones de guerra a las potencias aliadas. Su objetivo era desmantelar económica y militarmente a Alemania en beneficio de las otras potencias imperialistas, pero también aventar de ese país la marea revolucionaria. Fue el factor que más influyó en al conquista del poder por Hitler.

    [7] En agosto de 1933 el dirigente radical Edouard Herriot visitó la Unión Soviética, donde se reunió con Molotov y alabó a Stalin; aunque fue como "ciudadano privado", todo el mundo sabía que era un paso hacia la colabora­ción franco-soviética, provocado por el triunfo de Hitler a comienzos de ese año. En septiembre, Pierre Cot, ministro francés de aviación, con una comitiva de once personas, siguió a Herriot a Moscú, donde fueron recibidos cordialmente por el gobierno. Al partir prometieron enviar una misión de expertos militares, navales y de obras públicas.

    [8] Hamilton Fish (n. 1888): miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos entre 1919 y 1945, muy conocido por sus vigorosos ataques contra el comunismo y su marcada política aislacionista. En 1933 se opuso a que Estados Unidos reconociera a la URSS.
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    Purgas en la URSS - Página 11 Empty Re: Purgas en la URSS

    Mensaje por proleinternacionalista Jue Abr 21, 2011 6:46 am

    El Kremlin en la política mundial[1]


    1° de julio de 1939


    Moscú es invitado, Moscú es halagado, a Moscú se le implora que se una al "frente de paz" y se dis­ponga a la defensa del statu quo. Moscú, en principio, hace mucho que aceptó, pero ahora duda de que las democracias capitalistas estén dispuestas a luchar con la energía necesaria por el orden existente. Esta paradójica redistribución de roles demuestra que algo ha cambiado bajo el sol, no tanto sobre el Támesis y el Sena como sobre el río Moscova. Como ocurre siempre en los procesos de carácter orgánico, los cambios fueron madurando gradualmente. Sin em­bargo, bajo la influencia de un gran impacto histórico, aparecen de golpe, y ésa es, precisamente, la razón por la cual impactan al pensamiento.

    En los últimos quince años, la política exterior soviética sufrió tantos cambios como el propio régimen interno. El bolchevismo declaró, en agosto de 1914, que las fronteras de los estados capitalistas, con sus aduanas, ejércitos y guerras, obstaculizaban el desarrollo de la economía mundial, de la misma manera que las aduanas provinciales de la Edad Media eran una traba para la formación de las naciones. El bolchevismo comprendió su misión histórica de abolir las fronteras nacionales en nombre de los estados unidos soviéticos de Europa y del mundo. En noviem­bre de 1917, el gobierno bolchevique comenzó una lucha implacable contra todos los estados burgueses, independientemente de su sistema político. No porque Lenin no le asignara, en general, importancia a la diferencia entre la dictadura militar y la democracia parlamentaria, sino porque en su opinión la política exterior de un estado no está determinada por su organización política sino por los intereses materiales de la clase dominante. Al mismo tiempo, el Kremlin de esa época formuló una radical distinción entre naciones imperialistas, coloniales y semicoloniales y apoyó enteramente a las colonias contra las metrópolis, al margen, aquí también, de la forma política de cada una.

    Es cierto que desde el comienzo el gobierno sovié­tico, en su lucha por defenderse, no se abstuvo de utilizar las contradicciones entre los estados burgueses y concertar acuerdos temporarios con unos contra otros. Pero entonces se trataba de acuerdos de carácter limitado y especifico, como por ejemplo con la derro­tada y aislada Alemania, con países semicoloniales como Turquía y China, y finalmente con la Italia perjudicada en Versalles. La regla fundamental de la política del Kremlin era que ese acuerdo del gobierno soviético con un estado burgués no comprometía a la correspondiente sección nacional de la Internacional Comunista. Así, en los años posteriores al tratado de Rapallo[2] (abril de 1922), cuando se estableció una colaboración económica y parcialmente militar entre Moscú y Berlín, el Partido Comunista Alemán movilizó abiertamente a las masas en una insurrección revo­lucionaria; y si no tuvo éxito en lograrla de ninguna manera se debió a que la diplomacia del Kremlin la obstruyera. El carácter revolucionario común a la política del gobierno soviético y de la Comintern excluía, por supuesto, en ese período la posibilidad de que la URSS participase en un sistema de estados interesados en la preservación del orden existente.

    El temor por el papel revolucionario jugado por el Kremlin siguió vigente en las cancillerías de Europa y América mucho más tiempo que los principios revo­lucionarios en el propio Kremlin. En 1932, cuando la política exterior de Moscú estaba completamente impregnada de un espíritu de conservatismo nacional, el periódico semioficial francés, Le Temps, escribió con indignación acerca de "los gobiernos que imaginan que pueden, sin riesgo para ellos mismos, introducir a los soviets en su juego contra otras potencias". Una estrecha vecindad de Moscú amenaza con "la desintegración de las fuerzas nacionales". En Asia, como en Europa, los soviets "crean desorden, explotan la miseria, provocan el odio y el sentimiento de ven­ganza, especulan desvergonzadamente con todas las rivalidades internacionales". Francia, el país más interesado en mantener la paz de Versalles, aun seguía siendo el enemigo número uno del Kremlin. El segundo lugar lo ocupaba Gran Bretaña. Estados Unidos, por su lejanía, estaba en tercera fila. La llegada al poder de Hitler no cambió inmediatamente ese cuadro. A cualquier costo, el Kremlin quiso mantener con el Tercer Reich las relaciones que había establecido con los gobiernos de Ebert y Hindenburg,[3] y siguió su ruidosa campaña contra el Tratado de Versalles. Pero Hitler se negó obstinadamente a responder a estas actitudes. En 1935 se firmó la alianza franco-soviética, que no incluía sin embargo un convenio militar, algo así como un cuchillo sin hoja. Eden visitó Moscú pero fue obligado a renunciar.[4] Mientras tanto, Europa asimiló la experiencia del acuerdo de Munich. Muchas cancillerías y publicaciones semiofi­ciales se vieron obligadas a cambiar de posición. El 12 de jumo de ese año, cuando el señor Strang voló de Londres a Moscú, el mismo Le Temps escribió sobre la necesidad de "inducir a la Rusia Soviética a acelerar la conclusión de un pacto anglo-franco-soviético". La proximidad de Moscú había dejado, aparentemente, de amenazar con la "desintegración de las fuerzas nacionales".

    La transformación del Kremlin de factor revolu­cionario de la política mundial en uno conservador no fue motivada, por supuesto, por un cambio de la situación internacional, sino por los procesos internos del propio país de los soviets, donde había surgido, por sobre la revolución y el pueblo, una nueva capa social, muy privilegiada, muy poderosa, muy codiciosa, una capa que tenía algo que perder. Como hace muy poco que ha subyugado a las masas, la burocracia soviética no confía en ellas más de lo que les temen las otras clases dominantes del mundo. Las catástrofes internacionales nada le pueden brindar; más bien le pueden quitar mucho. Un levantamiento revolucionario en Alemania o Japón podría, cierto es, mejorar la situación internacional de la Unión Soviética; pero, en compensación, amenazaría con despertar las tradicio­nes revolucionarias dentro del país, con poner en movi­miento a las masas y crear un peligro mortal para la oligarquía moscovita. La apasionada lucha que inesperadamente y, según parecía, sin móviles del exterior, se desarrollaba en Moscú acerca de la teoría de la "revo­lución permanente" apareció durante mucho tiempo ante los ojos del observador externo como una querella escolástica; pero, en realidad, se sustenta en una profunda base material: la nueva capa dominante intentaba asegurarse teóricamente sus conquistas contra el riesgo de una revolución internacional. Precisamente en esa época la burocracia soviética comenzó a pensar que la cuestión social estaba resuel­ta, ya que la burocracia había resuelto su propia cuestión. Ese es el sentido de la teoría del "socialismo en un solo país".

    Los gobiernos extranjeros sospecharon durante mucho tiempo que el Kremlin se escudaba tras fórmu­las conservadoras para ocultar así sus planes destruc­tivos. Tal "astucia militar" es posible, quizás, durante un corto lapso por parte de una persona aislada o de un grupo estrechamente cohesionado; pero resulta absolutamente inconcebible para una poderosa maqui­naria estatal durante muchos años. La preparación de la revolución no constituye una alquimia que pueda desarrollarse en un sótano; está asegurada por el contenido de la agitación y de la propaganda, y por la dirección política general. Es imposible preparar al proletariado para derribar al sistema existente defendiendo el statu quo.



    * * *



    La evolución de la política exterior del Kremlin determinó directamente la suerte de la Tercera Inter­nacional, a la cual de partido de la revolución interna­cional se transformó gradualmente en un arma auxiliar de la diplomacia soviética. Al mismo tiempo, declinó el peso especifico de la Comintern, como claramente se aprecia en los sucesivos cambios del elenco gober­nante. En el primer período (1919-1923) la delegación rusa a la conducción de la Comintern estaba formada por Lenin, Trotsky, Zinoviev, Bujarin y Radek. Después de la muerte de Lenin y de la eliminación de Trotsky y luego de Zinoviev de la dirección, ésta se concentró en manos de Bujarin bajo el control de Stalin, que hasta entonces había permanecido al margen del movimiento obrero internacional. Después de la caída de Bujarin, Molotov, que nunca se había preocupado por la teoría marxista, que no conocía ningún país ni idioma extran­jero, se convirtió, inesperadamente para todos y para él mismo, en jefe de la Comintern. Pero al poco tiempo fue necesario que Molotov se desempeñara como presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, reemplazando a Rikov que había caído en desgracia. Manuilski fue nombrado para dirigir al "proletariado mundial", evidentemente sólo porque no servía para ninguna otra tarea. Manuilski agotó rápida­mente sus recursos y en 1934 lo reemplazó Dimitrov, un trabajador búlgaro no carente de audacia personal pero limitado e ignorante. La designación de Dimitrov fue utilizada para demostrar un cambio de política. El Kremlin decidió desechar el ritual de la revolución e intentar abiertamente conseguir la unidad con la Segunda Internacional, con la burocracia conservadora de los sindicatos y por su intermedio con la burguesía liberal. Se inauguró la era de la "seguridad colectiva" en nombre del statu quo y la del "frente popular" en nombre de la democracia.

    Para la nueva política se necesitaban nuevas personas. A través de una serie de crisis internas, remociones, purgas o directamente el soborno, los distintos partidos nacionales se fueron adaptando gradualmente a las nuevas exigencias de la burocracia soviética. Todos los elementos inteligentes, indepen­dientes y críticos fueron expulsados. El propio Moscú dio el ejemplo con sus arrestos, juicios prefabricados e interminables ejecuciones. Después del asesinato de Kirov (1° de diciembre de 1934), varios cientos de comunistas extranjeros exiliados, que se habían convertido en una carga para el Kremlin, fueron exterminados en la URSS. A través de una ramificada organización de espionaje, se realizó una sistemática selección de funcionarios de carrera dispuestos a llevar a cabo cualquier tarea. Sea como fuere se consiguió el objetivo: el actual aparato de la Comintern está integrado por individuos que por su carácter y educa­ción representan exactamente lo opuesto de lo que debe ser un revolucionario.

    Para no perder influencia en determinados círculos obreros, la Comintern está obligada, seguramente, a recurrir de tiempo en tiempo a la demagogia. Pero no va más allá de ciertas frases radicales. Estos individuos no son capaces de ninguna lucha real, que requiere criterio independiente, integridad moral y confianza mutua. Ya en 1933 el Partido Comunista de Alemania, la sección más numerosa de la Comintern después de la de la URSS, fue impotente para resistir el golpe de estado de Hitler. Esta vergonzosa capitulación marcó para siempre el fin de la Comintern como factor revolu­cionario. Desde entonces, considera su principal tarea convencer de su respetabilidad a la opinión pública burguesa. En el Kremlin, mejor que en ninguna otra parte, se conoce el precio de la Comintern. Se conducen hacia los partidos comunistas extranjeros como si fueran parientes pobres, que no son preci­samente bienvenidos y que, además, son codiciosos. Stalin bautizó a la Comintern como la "falsa unión". No obstante, si sigue manteniendo estas "falsas uniones" es por la misma razón que lleva a otros estados a mantener ministerios de propaganda. Esto no tiene nada que ver con las tareas de la revolución internacional.

    Unos pocos ejemplos demostrarán mejor cómo el Kremlin utiliza a la Comintern, por un lado, para mantener su prestigio ante las masas; por el otro, para demostrar su moderación a las clases dominantes. Además, la primera de esas tareas queda cada vez más atrás de la última.

    Durante la Revolución China de 1927, todos los periódicos conservadores del mundo, particularmente los ingleses, describieron al Kremlin como un incen­diario. En realidad el Kremlin temía más que nadie que las masas revolucionarias chinas traspasaran los límites de la revolución nacional burguesa. La sección china de la Comintern se subordinó, siguiendo el categórico mandato de Moscú, a la disciplina del Kuomintang, con el fin de impedir así cualquier sospecha sobre las intenciones del Kremlin de sacudir las bases de la propiedad privada en China. Stalin, Molotov, Voroshilov, y Kalinin cablegrafiaron instruc­ciones a los dirigentes del Partido Comunista Chino para que contuvieran la ocupación de las grandes propiedades por parte de los campesinos a fin de no asustar a Chiang Kai-shek y sus oficiales. La misma política se ejecuta actualmente en China, durante la guerra con Japón, de una manera mucho más decisiva: el Partido Comunista Chino está completamente subor­dinado al gobierno de Chiang Kai-shek y por orden del Kremlin reemplazó oficialmente las enseñanzas de Marx por las de Sun Yat-sen, fundador de la República China.

    La tarea fue mucho más difícil en Polonia, con sus viejas tradiciones revolucionarias y su fuerte Partido Comunista, que había pasado por la escuela de la ilegalidad zarista. Como buscaba la amistad del gobierno de Varsovia, Moscú prohibió primero que se lanzara la consigna de autodeterminación de los ucranianos polacos; luego, ordenó al Partido Comunista Polaco que sostuviera patrióticamente a su gobierno. Como encontró resistencia, Moscú disolvió al Partido Comunista, declarando que sus dirigentes, viejos y conocidos revolucionarios, eran agentes del fascismo. Durante su reciente visita a Varsovia, Potemkin, vicecomisario del pueblo para las relaciones exteriores, aseguró al coronel Beck[5] que la Comintern nunca reanudará su tarea en Polonia. Lo mismo prometió Potemkin en Bucarest. La sección turca de la Comintern fue liquidada incluso antes para no enfriar la amistad con Kemal Pasha.

    La política de los "frentes populares" llevada a cabo por Moscú significó en Francia la subordinación del Partido Comunista al control de los radical-socialis­tas, quienes, no obstante su nombre, son un partido burgués conservador. Durante el tempestuoso movi­miento huelguístico de junio de 1936, con la ocupación de talleres y fábricas, la sección francesa de la Comin­tern actuó como un partido del orden democrático; es a ella a quien la Tercera República le debe en gran medida el haber impedido que el movimiento adqui­riese formas abiertamente revolucionarias. En Ingla­terra, donde, si la guerra no interfiere, se puede esperar que los tories sean suplantados en el poder por el Partido Laborista, la Comintern lleva a cabo una constante propaganda a favor de un bloque con los liberales,[6] pese a la obstinada oposición de los labo­ristas. El Kremlin teme que un gobierno puramente obrero, a pesar de su moderación, estimule exigencias extraordinarias de las masas, provoque una crisis social, debilite a Inglaterra y desate las manos a Hitler. De allí la aspiración de colocar al Partido Laborista bajo el control de la burguesía liberal. ¡Por paradójico que parezca, la preocupación actual del gobierno de Moscú es la protección de la propiedad privada en Inglaterra!

    Es difícil imaginar una fábula más necia que las referencias que hacen Hitler y Mussolini a los aconte­cimientos españoles como prueba de la intervención revolucionaria de la Unión Soviética. La revolución española, que estalló al margen de Moscú e inespe­radamente para éste, exhibió pronto la tendencia a adquirir un carácter socialista. Moscú temía por sobre todo que las molestias a la propiedad privada en la Península Ibérica acercasen a Londres y París a Berlín contra la URSS. Después de algunas vacilaciones, el Kremlin intervino en los acontecimientos con el fin de contener la revolución dentro de los límites del régimen burgués.

    Todas las acciones de los agentes de Moscú en España estuvieron orientadas a paralizar cualquier movimiento independiente de los obreros y campe­sinos, y a reconciliar a la burguesía con una república moderada. El Partido Comunista Español se ubicó en el ala derecha del frente popular. El 21 de diciembre de 1936, Stalin, Molotov y Voroshilov, en carta confi­dencial a Largo Caballero, recomendaban insistente­mente al premier español de esa época que no fuera afectada la propiedad privada, que se dieran garantías al capital extranjero contra las violaciones de la libertad de comercio y que se mantuviera el sistema parlamen­tario sin tolerar el desarrollo de soviets. Esta carta, recientemente comunicada a la prensa por Largo Caballero a través del ex embajador español en París, L. Araquistain (New York Times, 4 de junio de 1939),[7] resume de la mejor manera la posición conservadora del gobierno soviético ante la perspectiva de la revo­lución socialista.

    Debemos, por lo demás, hacer justicia al Kremlin: la política no permanece en el reino de las palabras. La GPU llevó a cabo en España una despiadada repre­sión contra el ala revolucionaria ("trotskistas", poumistas, socialistas de izquierda, anarquistas de izquierda). Ahora, después de la derrota, las cruelda­des y fraudes de la GPU en España son voluntariamente revelados por los políticos moderados, que en gran medida utilizaron el aparato policial moscovita para aplastar a sus adversarios revolucionarios.

    Especialmente llamativo resulta el cambio de actitud del Kremlin hacia los pueblos coloniales, que para él han perdido todo interés especial, ya que no son los sujetos sino los objetos de la política mundial. En la última convención partidaria de Moscú (marzo de 1939), se proclamó oficialmente la negativa de la Comintern a exigir la libertad de las colonias de los países democráticos. Por el contrario, la Comintern les exigió sostener a sus amos contra las pretensiones fascistas. Con el fin de demostrar a Londres y a París el gran valor que tendría una alianza con el Kremlin, la Comintern agita en la India británica y en la Indo­china francesa contra el peligro japonés, pero no contra la dominación de Francia e Inglaterra. "Los dirigentes stalinistas han dado un nuevo paso en el camino de la traición", escribía el periódico obrero saigonés La Lutte el 7 de abril de este año. "Sacándose sus máscaras revolucionarias, se convirtieron en campeones del imperialismo y se expresan abiertamente contra la emancipación de los pueblos coloniales oprimidos." Es importante recordar que en las elecciones para la constitución del consejo colonial, los candidatos del partido representado por el diario citado obtuvieron más votos en Saigón que el bloque de los comunistas

    y el partido gubernamental. En las colonias, la autori­dad de Moscú está declinando rápidamente.

    Como factor revolucionario, la Comintern está muerta. Ninguna fuerza en el mundo podrá revivirla jamás. Si alguna vez el Kremlin dirige otra vez su política hacia la revolución, no encontrará los instru­mentos necesarios. Pero el Kremlin no quiere eso y no puede quererlo.



    * * *



    La triple alianza militar, que debe incluir un pacto de los estados mayores, no sólo supone una comunidad de intereses sino también un grado importante de confianza mutua. Se trata de la elaboración común de planes militares y del intercambio de la información más secreta. La purga en el comando soviético perma­nece aún en el recuerdo de todos. ¿Cómo pueden París y Londres convenir en confiar sus secretos al Estado Mayor de la URSS, a cuya cabeza ayer mismo se encon­traban "agentes extranjeros"? Si Stalin necesitó más de veinte años para descubrir que héroes nacionales como Tujachevski, Iegorov, Gamarnik, Bluecher, Iakir, Uborevitch, Muralov, Mrajkovski, Dibenko y otros eran espías, ¿en qué puede uno basarse para esperar que los nuevos jefes militares, que son personas absolutamente oscuras y desconocidas, sean más seguros que sus predecesores? No obstante, a Londres y París estas cosas no les han afectado. No es sorpren­dente: los gobiernos interesados y sus estados mayores leyeron muy bien entre líneas los procesos de Moscú. En el juicio de marzo de 1938, el ex embajador soviético en Inglaterra, Rakovski, se declaró agente exclusivo del Intelligence Service. Sectores atrasados de obreros rusos o ingleses pueden creerlo. Pero no el Intelligence Service; éste conoce muy bien a sus agentes. Sobre la base de este solo hecho -y hay cientos como éste- no le fue difícil a Chamberlain decidirse en cuanto al valor relativo de las acusaciones formuladas contra el maris­cal Tujachevski y otros jefes militares. En Downing Street y en el Quai d'Orsay no hay románticos ni ingenuos soñadores. Allí saben con qué materiales se hace la historia. Mucha gente, por supuesto, frunce el ceño ante la mención de los monstruosos fraudes. Pero a la larga los juicios de Moscú, con sus fantás­ticas acusaciones y sus ejecuciones enteramente reales, reforzaron la confianza de estos círculos en el Kremlin como garantía de la ley y el derecho. La liquidación total de los héroes de la Guerra Civil y de todos los representantes de la joven generación ligados a ellos fue la prueba más convincente de que el Kremlin no pretendía utilizar artimañas, sino liquidar seria y definitivamente su pasado revolucionario.

    Desde el momento en que se prepararon para acordar una alianza militar con el estado surgido en la Revolución de Octubre, Inglaterra y Francia pidieron en realidad la fidelidad del Kremlin ante Rumania, Polonia, Lituania, Estonia y Finlandia, ante todo el mundo capitalista. Y tienen razón. No existe el más mínimo peligro de que Moscú, como se había previsto hace muchos años, intente utilizar su participación en la política mundial para provocar la guerra: Moscú la teme más que a nada y que a nadie. Tampoco hay razón para que Moscú se aproveche del acercamiento a sus vecinos occidentales para derribar sus regímenes sociales. La revolución en Polonia y Rumania converti­ría en realidad a Hitler en un cruzado de la Europa capitalista del este. Este peligro, para la conciencia del Kremlin, es una pesadilla. Si el mismo hecho del ingreso de las tropas rojas en Polonia, independien­temente de cualquier plan, impulsara, a pesar de todo, al movimiento revolucionario -y las condiciones internas de Polonia y Rumania son bastante favorables para que ello ocurra- el Ejército Rojo, podemos predecirlo con certeza, jugará el papel de conquistador. El Kremlin se cuidaría de antemano de destinar las tropas de mayor confianza a Polonia y Rumania. Si no obstante fueran sorprendidas por el movimiento revolucionario, ello amenazaría al Kremlin con los mismos peligros que el Belvedere. Hay que carecer de toda imaginación histórica para admitir, aunque sea por un instante, que en el caso de una victoria revolu­cionaria en Polonia o Alemania las masas soviéticas soportarían pacientemente la terrible opresión de la burocracia soviética. El Kremlin no quiere guerra ni revolución; quiere orden, tranquilidad, el statu quo a cualquier costo. ¡Es hora de ir acostumbrándose a la idea de que el Kremlin se convirtió en un factor conservador en la política mundial!

    [1] El Kremlin en la política mundial. New International, octubre de 1942.

    [2] Por el Tratado de Rapallo (abril de 1922) el gobierno alemán fue el primero del mundo que reconoció diplomáticamente a la URSS. Además canceló todas las deudas de preguerra y todos los reclamos de guerra existentes entre ambos gobiernos. Se le acordó a Alemania, entonces sometida al Tratado de Versalles, el status de nación favorecida e importantes concesiones comerciales a cambio de ayuda tecnológica al joven gobierno soviético.

    [3] Friedrich Ebert (1871-1925): dirigente del ala derecha de la socialdemocracia alemana. Como canciller, dirigió con Scheidemann el aplastamiento de la revolución alemana de 1918, ejecutando a Rosa Luxemburgo, Karl Liebk­necht y otros revolucionarios alemanes. Presidió la República de Weimar desde 1919 hasta 1925.

    [4] Anthony Eden (n. 1897): como secretario de estado de asuntos exteriores del gobierno de Chamberlain, siguió una política de acercamiento a la Unión Soviética. Se vio forzado a renunciar por diferencias con la política de apaci­guamiento de Chamberlain que siguió a la Conferencia de Munich. Cuando estalló la segunda Guerra Mundial volvió al gabinete como secretario de asuntos exteriores.

    [5] Coronel Jozef Beck (1894-1944): ministro polaco de relaciones exteriores desde 1932 a 1939.

    [6] Los liberales ingleses eran una coalición de reformistas que rompieron con los whigs a mediados del siglo XIX.

    [7] El New York Times publicó el texto completo de la carta traducido del francés y fotocopias de la primera y la última página. Lo acompañaba una en­trevista con Luis Araquistain que atestiguaba la autenticidad de la carta. Araquistain (1866-1959): director del periódico Claridad del Partido Socialis­ta Español antes de ser embajador en Francia en septiembre de 1936.
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    Mensaje por proleinternacionalista Jue Abr 21, 2011 6:56 am

    Un recordatorio de la contrarevolucion por un "trotskista"!:

    ASCENSO Y CAIDA DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA

    Ted Grant Junio 1943
    (Escrito con ocasión de la disolución de la III Internacional dictada por Stalin)


    La Tercera Internacional oficialmente está enterrada. Ha desaparecido del escenario de la historia de la forma más indigna y despreciable posible de concebir. A toda prisa, sin consultar a los partidos adheridos a ella, por no hablar de las bases en todo el mundo, sin ningún tipo de discusión ni decisión democrática, Stalin ha abandonado pérfidamente a la Comintern debido a la presión del imperialismo estadounidense.

    Para comprender cómo esta organización, que despertó el terror y el odio de todo el mundo capitalista, a petición del capitalismo ha tenido un final tan poco glorioso, es necesario volver brevemente al tormentoso ascenso y al aún más tortuoso declive de la Internacional. El decreto de su disolución sólo fue un reconocimiento de lo que desde hacía tiempo ya era conocido por muchos; que la Internacional Comunista como un factor activo hacia el socialismo mundial estaba muerta y que se había apartado definitivamente de sus objetivos y propósitos iniciales. Su fallecimiento ya fue pronosticado y previsto por adelantado.

    La Tercera Internacional surgió a partir del colapso del capitalismo en la pasada guerra (Primera Guerra Mundial). La Revolución Rusa desató una oleada de entusiasmo revolucionario en las filas de la clase obrera de todo el mundo. Para las masas, cansadas de la guerra, desilusionadas y amargadas, llegó como un mensaje de esperanza, de inspiración y de valor. Mostraba la salida del caos en que el capitalismo había sumido a la sociedad. Nació como una consecuencia directa de la traición y derrumbamiento de la Segunda Internacional, que apoyó a las clases dominantes en la Primera Guerra Mundial y que, de forma aún más traidora, saboteó y destruyó las revoluciones que estallaron al final de la anterior guerra mundial. Las revoluciones en Alemania, Austria, Hungría y los acontecimientos revolucionarios en Italia, Francia e incluso Inglaterra, demostraron la crisis del capitalismo. El fantasma de la revolución socialista se cernía sobre toda Europa. Las memorias y escritos de casi todos los políticos burgueses de esa época testimonian la desesperación, la falta de confianza de la burguesía frente a la revolución, el reconocimiento del hecho de que habían perdido el control de la situación.

    La socialdemocracia salvó al capitalismo. Las poderosas burocracias de los sindicatos y los partidos socialistas se colocaron a la cabeza de los levantamientos de las masas y las desviaron por cauces seguros. En Alemania, Noske y Schideman, conspiraron con los Junkers (oficiales prusianos, el ala más reaccionaria del ejército alemán) y los capitalistas para destruir la revolución. Los soviets de obreros, soldados y campesinos, marineros e incluso estudiantes, que surgieron de la revolución de noviembre de 1918 tenían el poder en sus manos. Los socialdemócratas devolvieron el poder a los capitalistas. Gradual, lenta y pacíficamente, tal y como lo decían sus concepciones teóricas, llegarían a transformar el capitalismo en socialismo. En Italia, en 1920, los trabajadores habían tomado las fábricas. En vez de dirigir a los trabajadores hacia la toma del poder, el partido socialista les pidió no siguieran adelante con procedimientos "inconstitucionales". Y así fue en toda Europa. Los resultados de este programa son ahora evidentes. La peor tiranía y la guerra más sangrienta de la historia del capitalismo.

    Pero precisamente debido al colapso del socialismo internacional en la Internacional Socialista, que había traicionado al marxismo, se formó la Tercera Internacional. Desde el comienzo de la pasada guerra (I GM), Lenin, valientemente, hizo un llamamiento para la formación de la Tercera Internacional. La Tercera Internacional se constituyó formalmente en marzo de 1919. Los fines y proyectos que declaraba tener eran la destrucción del capitalismo mundial y la construcción de una serie de repúblicas socialistas soviéticas unidas y federadas con la URSS, a la que no se concebía como una entidad independiente, sino simplemente como la base de la revolución mundial. Su destino estaría determinado por el desarrollo de la revolución mundial.

    La formación de la Tercera Internacional llevó rápidamente a la creación de fuertes partidos comunistas en los países más importantes del mundo. En Alemania, Francia, Checoslovaquia y otros países se formaron partidos comunistas que agrupaban a las masas. En Gran Bretaña se formó un pequeño partido comunista con una considerable influencia. El éxito de la revolución mundial en el siguiente período parecía asegurado por el desarrollo de los acontecimientos. Los partidos comunistas en Europa crecían constantemente en número e influencia, a costa de la socialdemocracia.

    La pasada guerra (I GM) no había conseguido resolver ninguno de los problemas del capitalismo mundial. De hecho, los había agravado. El capitalismo se había roto por su "eslabón más débil", como lo expresó Lenin. Los intentos de destruir a la joven república soviética con las guerras de intervención fracasaron por completo. El capitalismo alemán, el más poderoso de Europa, se encontró privado de sus recursos, de parte de su territorio, endeudado por el pago de las compensaciones de guerra y en general, estaba en una situación insostenible. Los imperialismos francés y británico, "vencedores" en la última guerra mundial no se encontraban, en lo fundamental, en una posición mucho mejor.

    Alentadas por la revolución rusa, las masas de los países coloniales y semicoloniales se estaban levantando y preparándose para la rebelión. En los países imperialistas las masas estaban inquietas y descontentas, además la posición económica del imperialismo anglo-francés había empeorado considerablemente frente al capitalismo japonés y estadounidense.

    En este contexto internacional, se desató la crisis en Alemania de 1923. Alemania, con su enorme capacidad productiva, se encontraba paralizada por las restricciones que le imponía el tratado de Versalles y se había transformado en el eslabón más débil en la cadena del capitalismo mundial. El impago de Alemania de los plazos de pago de las compensaciones por la guerra, tuvo como resultado la invasión del Rhur por parte de los capitalistas franceses. Esto contribuyó a completar el colapso de la economía alemana y la burguesía alemana se dispuso a descargar todo el peso de la crisis sobre los hombros de la clase trabajadora y las capas medias. El marco se devaluó frente a la libra, en enero su valor pasó de 20 a 40, en julio a 5 millones y a 47 millones a finales de agosto. Las masas alemanas indignadas giraron hacia el comunismo. Como declaró Brandler, entonces dirigente de la Internacional Comunista, en la reunión del Comité Ejecutivo de la Comintern:

    "Había síntomas de un movimiento revolucionario en ascenso. Temporalmente, tuvimos a la mayoría de los trabajadores detrás nuestra y en esta situación creímos que, en circunstancias favorables, podríamos pasar inmediatamente al ataque…"

    Pero desgraciadamente la dirección de la Internacional no estuvo a la altura de las circunstancias y no aprovechó la oportunidad que se le presentó. La victoria de la revolución habría conducido inevitablemente al triunfo de la revolución en toda Europa. Pero, como había sucedido en Rusia en 1917, y volvió a suceder en Alemania en 1923, sectores de la dirección se mostraron vacilantes. Stalin, con su oportunismo orgánico, ordenó que se "evitase" que el partido alemán emprendiera cualquier acción. El resultado fue la pérdida de una oportunidad favorable para la toma del poder en Alemania y la derrota que sufrieron los comunistas en este país. Por razones similares también fracasó la revolución en Bulgaria.

    Pero las derrotas de la revolución en Europa, debido a los fallos de dirección, tuvieron inevitablemente graves consecuencias. Como había escrito Lenin cuando planteó en 1917 la necesidad de prepararse para la insurrección en Rusia:

    "El triunfo de la revolución rusa y mundial depende de dos o tres días de lucha".

    El fracaso de la revolución mundial y el aislamiento de la Unión Soviética, junto a su atraso, el cansancio y la apatía de las masas soviéticas que habían pasado por años de guerra, privaciones y sufrimientos terribles durante la guerra civil y la intervención extranjera, su desilusión y desmoralización ante el fracaso de sus esperanzas de ayuda por parte de los trabajadores de Europa; todo esto fortaleció, inevitablemente, a la reacción dentro de la misma URSS.

    En ese momento, representando quizás de forma inconsciente los intereses de la burocracia conservadora y reaccionaria que comenzaba a elevarse por encima de las masas soviéticas, por primera vez en 1924, Stalin apareció con la teoría utópica y antileninista del socialismo en un solo país. Esta "teoría" procedía directamente de la derrota que había sufrido la revolución alemana. Indicaba un alejamiento de los principios del internacionalismo revolucionario sobre el que se había basado la revolución rusa y sobre el cual se fundó la Internacional Comunista.

    Stalin, en el funeral de Lenin en enero de 1924, dejándose llevar por la costumbre habito de seguir las tradiciones de la revolución rusa, declaró lo siguiente: "Al dejarnos, el camarada Lenin nos ha dejado la fidelidad a la Internacional Comunista. Te juramos camarada Lenin, dedicar nuestras vidas a la ampliación y fortalecimiento de la unión de los trabajadores de todo el mundo y a la Internacional Comunista". En ese momento, él no tenía la menor idea de adonde llevaría a la Unión Soviética y a la Comintern la teoría del socialismo en un solo país.

    La historia de la Internacional Comunista desde esos días ha estado estrechamente unida a la política fluctuante de la burocracia de la URSS. Lenin había unido insistentemente el destino de la Unión Soviética con el de la clase obrera mundial, y principalmente, con su vanguardia, la Internacional Comunista.

    Hasta el juramento del Ejército Rojo comprometía a los soldados rojos a mantener su lealtad hacia la clase obrera internacional. Claro que el Ejército Rojo no era una fuerza "nacional" independiente, era un instrumento más de la revolución mundial. Evidentemente, Stalin desde hace tiempo ha cambiado todo esto.

    Trotsky, junto con Lenin, que en sus últimos años de vida veía con alarma la situación que se estaba creando en la URSS, ya había comenzado la lucha contra la burocratización del Partido Bolchevique y del Estado soviético en 1923. Lenin ya había advertido de los peligros de degeneración que amenazaban al estado soviético.

    En un contexto de auge de la reacción, tanto nacional como internacionalmente, la lucha entre los internacionalistas y los thermidorianos entró en una etapa aguda. Trotsky, en alianza con Lenin, pedía la restauración total de la democracia en el seno del Partido Bolchevique y los soviets. Con este objetivo Lenin pidió el relevo de Stalin del puesto de secretario general del partido, ya que éste se había convertido en el punto focal alrededor del cual cristalizaba la burocracia. Tras la muerte de Lenin, Zinoviev, Kámenev y Stalin —la "troika"—, consiguieron que el Comité Central tomara una decisión que no recogía los consejos de Lenin y comenzaron una campaña contra las ideas de Lenin que estaba defendiendo Trotsky, en esta campaña "la troika" recurrió a leyendas e invenciones espurias sobre el "trotskismo".

    El destino de la Internacional Comunista estaba unido al destino del Partido Bolchevique de la Unión Soviética, que a través de su prestigio y experiencia era de forma natural la fuerza dominante en la Internacional. La transición desde la política de la revolución mundial a la del socialismo en un solo país representaba un profundo giro a la derecha de la Internacional Comunista.

    En Rusia, Zinoviev y Kámenev se vieron obligados a oponerse a la política antimarxistta que por entonces desarrollaba Stalin. Formaron una alianza con Trotsky y sus seguidores. Stalin, junto con Bujarin, se opuso a la política de industrialización en Rusia a través de una serie de planes quinquenales que había propuesto la Oposición de Izquierdas dirigida por Trotsky, Stalin respondió en el plenario del Comité Central en abril de 1927 con su famoso aforismo: "el intento de construir la planta hidroeléctrica de Dnioporstroy para nosotros sería lo mismo que comprar un gramófono al mujik en lugar de una vaca".

    Todavía a finales de 1927, durante la preparación de XV Congreso del partido, cuya tarea era expulsar a la Oposición de Izquierdas, Molotov dijo repetidamente: "No tenemos que caer en las ilusiones de los campesinos pobres sobre la colectivización en masa. No es posible en las circunstancias actuales". En el interior de Rusia la política fue la de permitir un pleno desarrollo de los kulaks (campesinos ricos) y a los nepistas (capitalistas urbanos). Esta política está perfectamente reflejada en la consigna acuñada por Bujarin, con el pleno apoyo de Stalin, dirigida hacia el campesinado: "¡Enriqueceos!"

    La política de la Internacional Comunista giraba aún más a la derecha con la preocupación de Stalin por encontrar aliados para "la defensa de la Unión Soviética de un ataque". La Internacional Comunista ya se estaba quedando reducida al papel de guardia fronterizo. Los desacuerdos dentro del Partido Bolchevique y de la Internacional aparecieron con la cuestión de la revolución china y la situación en Gran Bretaña. En China, durante 1925-1927, la revolución estaba provocando el levantamiento de millones de personas en Asia. La Internacional Comunista, en lugar de confiar en los trabajadores y los campesinos para llevar adelante la revolución, como fue la política leninista en Rusia, prefirió confiar en los capitalistas y generales chinos. La Oposición de Izquierdas advirtió de las consecuencias que tendría esta política. El Partido Comunista Chino era el único partido obrero en China y tenía una influencia dominante entre la clase obrera; el campesinado miraba el ejemplo de Rusia que les demostraba una salida a los siglos de sufrimiento que habían sufrido en manos de los terratenientes a través de la ocupación de tierras. Pero la IC se negó tenazmente a tomar el camino de la independencia de la clase obrera, camino en el que siempre había insistido Lenin como un requisito previo para una política comunista con relación a las revoluciones democrático-burguesas y anti-imperialistas en oriente.

    Mientras tanto, en Gran Bretaña se seguía una política similar, aquí las masas estaban en medio de un proceso de intensa radicalización. Como una forma de hacer frente a una invasión contra la Unión Soviética, los sindicatos rusos hicieron un pacto con el secretario general del Consejo Sindical del TUC. En Gran Bretaña existía una tendencia hacia acontecimientos revolucionarios y se puede ver en el hecho de que un millón de militantes, la cuarta parte de la militancia sindical, estaban organizados en el Movimiento Minoritario(Ala de izquierdas de los sindicatos británicos impulsada por el Partido Comunista en los años veinte). Trotsky analizó la situación en Inglaterra y pronosticó el estallido de la huelga general. La tarea del Partido Comunista y de la IC tendría que haber sido preparar a los trabajadores para la inevitabilidad de una traición por parte de la dirección sindical. En su lugar, sembraron ilusiones en las mentes de los trabajadores, especialmente cuando los burócratas sindicales se escudaron en el acuerdo con los sindicatos rusos y que utilizaron como una capa. Tras la traición de la huelga general por parte la burocracia sindical, Trotsky exigió que los sindicatos rusos rompieran relaciones con el TUC. Stalin y la IC se negaron.

    Después de utilizar durante el tiempo necesario el Comité Anglo-Ruso, más de un año después de la huelga general, la burocracia sindical rompió las relaciones. La IC gritó a los cuatro vientos que la habían traicionado. Pero mientras tanto, el joven Partido Comunista de Gran Bretaña, que debería haber aumentado su militancia a pasos agigantados gracias a estos grandes acontecimientos, se quedó paralizado y desorientado con la política de la Internacional, quedó totalmente desacreditado y su influencia entre las masas se debilitó.

    Estas nuevas derrotas de la IC, consecuencia directa de la política de Stalin y la burocracia, a primera vista, paradójicamente, aumentaron el poder de la burocracia dentro de la Unión Soviética. Las masas soviéticas estaban cada vez más desmoralizadas y desilusionadas con estas nuevas derrotas del proletariado internacional y su moral seguía disminuyendo. Las derrotas, que habían sido una consecuencia directa de la política de Stalin y la burocracia, fortalecieron aún mas la posición de ésta en la Unión Soviética. La Oposición de Izquierdas, dirigida por Trotsky, que había analizado y previsto correctamente estos procesos, fue expulsada en esta época del Partido Bolchevique y de la Internacional.

    Los resultados internos de la política de Stalin, comenzaron a dar su fruto en el alarmante crecimiento de la fuerza e influencia de los kulaks y los nepistas. La Unión Soviética se encontraba al borde del desastre. Aterrorizados, Stalin y la burocracia se vieron obligados a adoptar una caricatura de la misma política por lo cual habían expulsado a Trotsky y sus seguidores. En Rusia se pusieron en práctica los Planes Quinquenales contra los que Stalin había luchado tan enérgicamente. Gracias a la producción planificada la Unión Soviética consiguió sus grandes éxitos y sobre las que actualmente se basa la URSS para su participación en la guerra.

    Mientras tanto, el giro interno hacia la izquierda provocado por el terror, se reflejó en un giro aterrorizado hacia la izquierda a nivel internacional. Stalin se había pillado los dedos en sus intentos de apoyarse en elementos capitalistas en China y de conciliación con la socialdemocracia. Ahora, bruscamente, llevó a la internacional en la dirección contraria. La Internacional, violando sus estatutos, llevaba cuatro años sin celebrar un congreso. Se convocó un nuevo congreso el que se presentó oficialmente el programa del socialismo en un solo país como programa de la Internacional Comunista. También proclamó el final de la estabilidad capitalista y el comienzo de lo que se llamó el "tercer período". Este "tercer período" su suponía que desembocaría en el colapso final del capitalismo mundial. Al mismo tiempo, la socialdemocracia, según la una vez famosa (pero ahora enterrada) teoría de Stalin, se había transformado en el "socialfascismo". Ya no era posible llegar a un acuerdo con los "socialfascistas", que constituían el principal peligro al que se enfrentaba la clase obrera y había que destruirlo.

    Fue precisamente en este período cuando la depresión sin precedentes de 1929-1933 afectó a todo el mundo. En particular, golpeó a Alemania. Los trabajadores alemanes se encontraron en una situación de degradación y miseria, y las clases medias estaban arruinadas. Las cifras de desempleo en Alemania aumentaban constantemente hasta que alcanzaron los 8 millones de parados. La clase media, al no recibir nada de la revolución de 1918 y desengañada con el fracaso de los comunistas en 1923 que no consiguieron tomar el poder, presa de la angustia y la desesperación, comenzó a buscar una solución a sus problemas en una dirección distinta. Ayudados y financiados por los capitalistas, los fascistas comenzaron a asegurarse una base de masas en Alemania. En las elecciones de septiembre de 1930 consiguieron cerca de 6 millones y medio de votos.

    A pesar de su expulsión de la IC, Trotsky y sus seguidores todavía se consideraban parte de ella y pedían insistentemente que se les permitiera volver a sus filas. Al mismo tiempo, sometieron a una dura crítica la teoría suicida adoptada por la Internacional Comunista. En su lugar, defendían el regreso a la política leninista realista del frente único como único medio de ganar a las masas para la acción y a través de su propia experiencia, al comunismo.

    Con la victoria de Hitler en las elecciones, Trotsky dio la señal de alarma. En un folleto titulado: El giro de la Internacional Comunista. La situación en Alemania, lanzó la señal de salida para la campaña que durante tres años llevado adelante la Oposición de Izquierdas de la Comintern, así es como se consideraban los trotskistas. En Alemania, Francia, EEUU, Inglaterra, en la lejana Sudáfrica y en todos los países donde tenían grupos, los trotskistas llevaron a cabo una campaña para exigir que el Partido Comunista Alemán emprendiera una campaña a favor del frente único con los socialdemócratas para evitar que Hitler llegara al poder.

    Bajos las instrucciones directas y el asesoramiento de Stalin y la IC, el Partido Comunista Alemán denunció esta política como "contrarrevolucionaria y socialfascista". Lucharon insistentemente contra la socialdemocracia a la que consideraban el "principal enemigo" de la clase obrera y planteaban que no existía ninguna diferencia entre democracia y fascismo. En septiembre de 1930, Rote Fahne (Bandera Roja), el órgano del Partido Comunista Alemán proclamaba lo siguiente: "Anoche fue el gran día de Herr Hitler, pero la victoria electoral de los nazis es el principio del fin".

    Durante estos años la IC continuó con su funesto rumbo. Cuando Hitler organizó un referéndum en 1931 para derribar al gobierno Socialdemócrata de Prusia, ante la insistencia directa de Stalin y la IC, los comunistas alemanes votaron con los nazis en contra de los socialdemócratas. Todavía en mayo de 1932, el Daily Worker británico acusaba de esta manera a los trotskistas por su política en Alemania:

    "Resulta significativo que Trotsky haya salido en defensa del frente único entre los partidos comunistas y socialdemócratas en contra del fascismo. En un momento como el actual no se podría haber dado una dirección de clase más perjudicial y contrarrevolucionaria".

    Mientras tanto, Trotsky había escrito cuatro folletos, docenas de artículos y manifiestos, en todas partes los trotskistas aprovechaban cualquier oportunidad para presionar a la IC para que ésta cambiara de política. En enero de 1933 Hitler pudo tomar el poder sin la más mínima oposición organizada en un país que contaba con la clase obrera más organizada y con el Partido Comunista más fuerte, exceptuando el de Rusia. Por primera vez en la historia, la reacción pudo conquistar el poder sin ninguna resistencia por parte de la clase trabajadora. El Partido Comunista Alemán contaba con 6 millones de seguidores, la socialdemocracia con 8 millones. Juntos eran la fuerza más poderosa de Alemania.

    El Partido Comunista Alemán se condenó para siempre con esta traición. Pero la IC estaba lejos de reconocer la naturaleza de la catástrofe. En su lugar, apoyó solemnemente la política del Partido Comunista Alemán y de la Internacional después de considerarla perfectamente correcta.

    Una organización que no puede aprender de las lecciones de la historia está condenada. Como fuerza en la lucha por el socialismo mundial la IC estaba muerta. La Oposición Internacional de Izquierdas rompió con ella y proclamó la necesidad de una nueva Internacional. Pero lo que era evidente para la vanguardia que había abandonado cualquier intento de reformar la IC, no era tan evidente para las masas. Sólo podrían aprenderlo a través de los grandes acontecimientos.

    La IC continuó aplicando esta política errónea hasta 1934. Cuando los fascistas franceses, animados por los éxitos del fascismo en Austria y Alemania encabezaron manifestaciones armadas para derribar el gobierno liberal y el parlamento, el Partido Comunista dio la orden de manifestarse junto a ellos. Pero ahora el peligro que Hitler representaba para la Unión Soviética era evidente para todo el mundo. Stalin y la burocracia estaban aterrorizados. Stalin, desdeñoso y cínico con la capacidad de la IC como instrumento de la revolución mundial, la convirtió aún más abiertamente en un instrumento de la política exterior soviética. Una organización en la sociedad de clases que deja de representar a la clase obrera, inevitablemente, cae bajo la presión e influencia de la burguesía, Stalin en busca de aliados giró hacia las burguesía de Gran Bretaña y Francia. La política del Frente Popular se inició y se aprobó en el último congreso de la Internacional celebrado en 1935. Esta política de coalición con los capitalistas liberales estaba en contra de la política por la que había luchado Lenin durante toda su vida. Representaba una nueva etapa en la degeneración de la IC y del primer estado obrero.

    Con el ascenso de Hitler, de nuevo gracias a la política de Stalin, se afianzó aún más la burocracia en la Unión Soviética. Las casta burocrática se ha elevado cada vez más por encima de las masas soviéticas y ha aumentado su poder. Pero esta degeneración progresiva ha sufrido también cambios cualitativos. De ser simplemente incapaz de asegurar otra cosa que no fuera la derrota de la clase obrera mundial, el estalinismo se ha opuesto a la revolución proletaria en otros países. Los Procesos de Moscú, el asesinato de los viejos Bolcheviques, las purgas, el asesinato y el exilio de decenas de miles de la flor y nata de los trabajadores comunistas rusos, completaron la contrarrevolución estalinista dentro de la Unión Soviética.

    Los acontecimientos en Francia y España están todavía frescos en la cabeza de todo revolucionario. La IC jugó el papel principal en la destrucción de una revolución que podría haber triunfado. En realidad, se ha revelado como la vanguardia combatiente de la contrarrevolución. Las derrotas de la clase obrera mundial condujeron, inevitablemente, a la guerra mundial. Irónicamente, la guerra se inició con un pacto entre Hitler y Stalin. Así, Stalin asestó un nuevo golpe a la clase obrera mundial y a la IC. Después dio un nuevo vuelco y emprendió una campaña por la paz en interés de Hitler, con un habilidoso disfraz de política "revolucionaria". Como Trotsky dijo en su predicción del pacto Stalin-Hitler en un artículo escrito en marzo de 1933:

    "El rasgo fundamental de la política internacional de Stalin en los últimos años ha sido el siguiente: comercia con los movimientos de clase obrera cómo comercia con el petróleo, el manganeso y otras mercancías. En esta frase no hay un ápice de exageración. Stalin trata a las secciones de la IC en los diferentes países y a la lucha de liberación de las naciones oprimidas como si fueran calderilla en las negociaciones con las potencias imperialistas… cuando tiene que apoyar a China contra Japón, somete al proletariado chino al Kuomintang. ¿Qué haría en el caso de un pacto con Hitler? Por cierto, Hitler no tiene ninguna necesidad particular de conseguir la ayuda de Stalin para estrangular al Partido Comunista Alemán. La situación insignificante en la que se encuentra el partido es la consecuencia de toda su política anterior. Pero es muy probable que Stalin llegue a un acuerdo para cortar cualquier ayuda para el trabajo clandestino en Alemania. Esta es una de las concesiones secundarias que tendría que realizar y, sin duda, estará bastante dispuesto. También podemos estar seguros de que la campaña ruidosa, histérica y hueca contra el fascismo que lleva adelante la IC desde hace unos años, va a silenciarse de una forma hábil y solapada".

    La política de Stalin y el "cadáver corrupto" de la Comintern se arruinó irremediablemente cuando los nazis invadieron la Unión Soviética. La IC tuvo que dar un giro de ciento ochenta grados y convertirse de nuevo en el felpudo del imperialismo británico y Roosevelt. Pero con el aumento de la dependencia de Stalin del imperialismo estadounidense y británico, también aumentaba la presión de los "aliados" capitalistas. El imperialismo estadounidense, particularmente, ha pedido la disolución de la Comintern como garantía final frente al peligro de la revolución social en Europa después de la caída de Hitler.

    Ya se ha terminado esta prolongada agonía. Stalin ha disuelto la degenerada Comintern. Al hacerlo, ha proclamado abiertamente su cambio de campo, al de la contrarrevolución capitalista en lo que concierne al resto del mundo. Sin embargo, los imperialistas que obligaron a Stalin a este intercambio a cambio de concesiones y negocios por su parte, no han comprendido las consecuencias que esto tendrá.

    De ninguna manera van a poder abortar las nuevas revoluciones que estallarán por todo el mundo. En menos de dos décadas desde que comenzó su degeneración, la Comintern ha arruinado muchas situaciones favorables para la revolución en muchos países. Las décadas venideras serán testigo de muchas revoluciones que llevarán al colapso y la desintegración del capitalismo.

    La época de entreguerras, aunque fue una época de convulsiones violentas, pronto será considerada como una época tranquila en comparación con el período venidero. En un ambiente de insurrecciones y tormentas sociales, se volverá a construir un verdadero instrumento de la revolución mundial. Durante las últimas décadas los obreros, excepto en Rusia, han carecido de un partido y dirección bolcheviques. Volverán los magníficos días de la Internacional Comunista de 1917-1923.

    El crecimiento del apoyo internacional a las ideas del marxismo, basadas en las tradiciones del bolchevismo, la rica experiencia del pasado, aprendiendo de las derrotas de la clase obrera, una vez más llevará a los oprimidos hasta el derrocamiento del capitalismo y el establecimiento de una república socialista mundial.

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    Mensaje por Chepicoro Jue Abr 21, 2011 8:37 am

    Erazmo


    No veo que has desmentido..... sigo teniendo mi edición de 1992 y pues lo siento simplemente no tengo las ediciones anteriores, que me encantaría comparar por cierto.

    Y mi edición coincide con la wikipedia y exordio, que quieres que haga?


    El link que diste, me lleva a Redarmystudies.net.. pero no a la edición de 1970 de hecho no la encuentro, podrías poner el link o como buscarla? porque ya lo intente y no me aparece.

    Insisto 3 fuentes contra tu sagrada palabra... porque no veo que has "desmentido".... tomaste clases de lógica alguna vez?? por cierto soy de México.


    Última edición por Chepicoro el Jue Abr 21, 2011 5:56 pm, editado 1 vez
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    Mensaje por AsturcOn Jue Abr 21, 2011 11:24 am

    Erazmo, yo no se de donde carajo sacas que Chepicoro es log. A mi no me cae bien ninguno de los dos, pero la diferencia es enorme. Yo creo que estas un poco ciego o fumas demasiado.

    Comparar el estilo infantil de Log con la picardia y mala intencion de Chepicoro, es un error de apreciacion y un indicativo mas de lo "precisos" que son tus "analisis" en otros temas. Very Happy
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    Mensaje por log Jue Abr 21, 2011 2:08 pm

    A mi no me cae bien ninguno de los dos
    Que pena.. Sad
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    Mensaje por AsturcOn Jue Abr 21, 2011 4:27 pm

    Me gustaria saber si solo sabes copiar y pegar o tienes una opinion propia de todo lo que has copiado. Lo digo porque en tus ultimos 20 post solo he visto tres frases tuyas.

    ¿Acaso eres tan idiota que no eres capaz de defender tus copy/paste con algun analisis propio?

    Encima no sabes ni copiar, solo sabes hacer el canelo y eso es lo que has demostrado en tus ultimas 20 participaciones en las que no te has molestado en debatir nada de nada, ni una sola palabra, solo copiar y pegar rompiendo con el debate que teniamos los camaradas en distintos hilos en los que entraste saboteando el desarrollo del tema con propaganda trotskista.

    ¿Se puede saber porque mientras los demas nos molestamos en escribir largos textos, tu solo copias y pegas?

    Lo unico que estas provocando esque empecemos el resto de camaradas a copiar y pegar mil veces mas contenido del que tu te puedes permitir por tu reducido, falso, triste y aburrido copy/paste.

    Pero podemos hablar de tu querido Ted Grant un poco y empezar por este pamfleto reaccionario escrito en 1943 en el que tu querido autor dio por sentado que los nazis aun tenian esperanzas de ganar la guerra. Quizas si Ted Grant hubiera esperado a que terminara la guerra para escribir este libro propagandistico, se habria ahorrado hacer el ridiculo de tal forma cuando dice lo siguiente:

    Ted Grant escribió:"Todavía a finales de 1927, durante la preparación de XV Congreso del partido, cuya tarea era expulsar a la Oposición de Izquierdas, Molotov dijo repetidamente: "No tenemos que caer en las ilusiones de los campesinos pobres sobre la colectivización en masa. No es posible en las circunstancias actuales". En el interior de Rusia la política fue la de permitir un pleno desarrollo de los kulaks (campesinos ricos) y a los nepistas (capitalistas urbanos). Esta política está perfectamente reflejada en la consigna acuñada por Bujarin, con el pleno apoyo de Stalin, dirigida hacia el campesinado: "¡Enriqueceos!""

    Solo con esta opinion personal de Ted Grant lo minimo seria exigirle que demuestre lo que dice, pero me parece que en su libro no hay ni un solo indicio que respalde semejantes chorradas.

    Sino es mucha molestia, me gustaria saber de donde saca estas conclusiones tu pedante y refererte Ted Grant.

    Ted Grant escribió:"Bajo las instrucciones directas y el asesoramiento de Stalin y la IC, el Partido Comunista Alemán denunció esta política como "contrarrevolucionaria y socialfascista". Lucharon insistentemente contra la socialdemocracia a la que consideraban el "principal enemigo" de la clase obrera y planteaban que no existía ninguna diferencia entre democracia y fascismo. En septiembre de 1930, Rote Fahne (Bandera Roja), el órgano del Partido Comunista Alemán proclamaba lo siguiente: "Anoche fue el gran día de Herr Hitler, pero la victoria electoral de los nazis es el principio del fin".

    Segun Ted Grant Stalin dio instrucciones directas al partido comunista aleman para inmolarse y por tanto debemos deducir que gracias a Stalin los militantes del partido comunista aleman terminaron inaugurando los campos de concentracion nazis. Pero que curioso es que Ted Grant no aporta las pruebas que demuestren si realmente lo que afirma es verdad. Simplemente lo lanza al aire sin pruebas que demuestren su opinion tal y como haces tu ahora copiando y pegando esta mierda.

    Pero sigamos con una perla mas de Ted Grant:

    Ted Grant escribió:"La política de Stalin y el "cadáver corrupto" de la Comintern se arruinó irremediablemente cuando los nazis invadieron la Unión Soviética. La IC tuvo que dar un giro de ciento ochenta grados y convertirse de nuevo en el felpudo del imperialismo británico y Roosevelt. Pero con el aumento de la dependencia de Stalin del imperialismo estadounidense y británico, también aumentaba la presión de los "aliados" capitalistas. El imperialismo estadounidense, particularmente, ha pedido la disolución de la Comintern como garantía final frente al peligro de la revolución social en Europa después de la caída de Hitler"

    Ya que Ted Grant incapaz de demostrar con pruebas las sandeces que dice, me gustaria saber cual es tu opinion sobre este tema.

    ¿Serias tu capaz de demostrar cual es la dependencia de Stalin hacia el imperialismo?

    Sobre el cadaver corrupto de la Comitern, creo que los acontecimientos historicos han demostrado en 1945 que las premisas de Ted Grant escritas en 1943 fueron tan precipitadas como reaccionarias.

    Ted Grant escribió:"En ese momento, representando quizás de forma inconsciente los intereses de la burocracia conservadora y reaccionaria que comenzaba a elevarse por encima de las masas soviéticas, por primera vez en 1924, Stalin apareció con la teoría utópica y antileninista del socialismo en un solo país. Esta "teoría" procedía directamente de la derrota que había sufrido la revolución alemana. Indicaba un alejamiento de los principios del internacionalismo revolucionario sobre el que se había basado la revolución rusa y sobre el cual se fundó la Internacional Comunista."

    Utopica es la teoria de la revolucion permanente que Trotsky pretendio sin exito imponer bajo condiciones dantescas, llevando a la revolucion y a todo un pueblo castigado por sucesivas guerras al suicidio directo. Eso aparte de utopico es una locura que bien podria ser considerada como una intencion reaccionaria para terminar con el comunismo en el mundo antes de su propio nacimiento.

    ¿Que debe hacer la revolucion cubana?

    ¿La revolucion permanente?

    Ted Grant escribió:"El fracaso de la revolución mundial y el aislamiento de la Unión Soviética, junto a su atraso, el cansancio y la apatía de las masas soviéticas que habían pasado por años de guerra, privaciones y sufrimientos terribles durante la guerra civil y la intervención extranjera, su desilusión y desmoralización ante el fracaso de sus esperanzas de ayuda por parte de los trabajadores de Europa; todo esto fortaleció, inevitablemente, a la reacción dentro de la misma URSS"

    Tiene gracia que despues de haber leido la cita anteior Ted Grant cambie el chip y mencione las penurias que padecio la poblacion rusa en esta ultima cita.

    ¿En que quedamos?

    ¿Revolucion permanente?

    ¿O dejar que descanse un rato el sufrido pueblo ruso despues de tanta guerra?

    Bueno, la verdad esque este copia y pega no se tiene en pie ni a cuatro patas. No merece la pena ni leerlo y no se poque coño lo he leido. Solo ha servido para romper con el debate a base de gigantescas mentiras y pequeñas verdades.

    El resto de este panfleto es por el estilo y no merece la pena que gaste mas tiempo que el dedicado hasta este punto.

    Ahora solo espero que me demuestres todo lo que no ha sido capaz de demostrar Ted Grant.

    Espero tus respuestas.
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    Mensaje por proleinternacionalista Jue Abr 21, 2011 4:51 pm

    Lamento que no le guste mi modo de responder a las patrañas de aquellos textos estalinistas. Lo que me parece raro es que usted también utiliza textos como referencias( lo que ud llama "copy paste") y eso es algo positivo, me lo recrimina ahora.

    Yo no encuentro sentido continuar en un debate esteril sólo por el hecho de demostrar mis habilidades retóricas, y creo que aquellos textos( incluso el de Grant aunque discrepe con su ideologia y con su tendencia), son mejores para el desarrollo de los objetivos a los que apunto.

    Que la gente con un poco de paciencia y ganas de debatir y conocer saquen sus conclusiones. Por ello he colocado textos de Trotsky sobre las calumnias de aquel sr. Martens. ¿Quién mejor que él para defenderse? Acaso lo podría hacer mejor yo?.

    Podríamos iniciar un debate interesante, si ud. afloja un poco y contesta a las interrogantes que nos han dejado la confrotación de los textos:

    ¿Quiénes disolvieron la Comintern y porqué?

    ¿Fue Trotsky, los trotskistas, y los agentes de la "quinta columna, y todos los acusados en aquellos juicios?

    ¿Fue el nacionalcomunismo y sus políticas e intereses?.

    ¿Acaso Stalin no decia un poco tiempo antes del bandazo centrista hacia la izquierda, que la NEP tendría muchos años por delante, y que una colectivización como proponía la oposición sería de lo más burocrático y reaccionario?.

    ¿No era Stalin quien proponia la paz con los régimenes democráticos en sus diversas entrevistas luego del segundo conflicto imperialista?

    Las palabras se las lleva el viento, pero las acciones quedan grabadas en la historia, sabía?.

    Salu2 internacionalistas.

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    Mensaje por AsturcOn Jue Abr 21, 2011 5:39 pm

    Ya veo que tu misera cobardia ha contestado a mis preguntas con preguntas que solo tratan de evadir una vez mas el debate y las respuestas.

    No has contestado a nada de lo que han planteado los camaradas, asi como tampoco a mi post anterior y sigo esperando respuestas. Aunque comprendo que tus limitados argumentos te impiden entrar en debate.

    De momento sigo esperando y sino eres capaz a contestar a esas simples preguntas me habras demostrado que solo eres un mierda.

    Y otra cosa tontin, yo tengo escritos en esta comunidad que superan con creces todos mis copy/paste y por esa sencilla razon me permito el lujo de copiar datos que tarde o temprano refuerzan lo que escribo. Ahora, si lo que pretendes es solo hacer copy/paste vas de culo conmigo, porque tengo tanto material esperando su turno que a ti te costaria toda una vida leerlo y otra asimilarlo.

    Y contestame cuando puedas, tomate tu tiempo, porque yo no tengo ninguna prisa.
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    Mensaje por Erazmo Jue Abr 21, 2011 7:54 pm

    AsturcOn, por su forma de redactar y porque al rebatir por rokossovsky era uno u el otro que indistintamente posteaban y teniendo la misma información ¿raro no?

    Pero asumo que era un error y son dos personas diferentes.

    Pero Rokossovsky no fue torturado, la psicología, y sujetos históricos apremiados ilegítimamente atestiguan lo anterior. Así como korolev.

    Les señale que inserten más personajes famosos que fueron ¿torturados? para atisbar como se comportan otra vez.



    Saludos Revolucionarios
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    Mensaje por proleinternacionalista Jue Abr 21, 2011 8:25 pm

    Por el tono de su respuesta, deduzco que sus argumentos son mejores que los de los textos que he expuesto, y porsupuesto de los mios, mis "limitados". Esta bueno tenerse en buena estima y saber que posee.

    ¿Pero es esta una pequeña batallita mediocre sobre quién tiene los mejores argumentos?


    Intentaré ser mas específico, lo complaceré, citare los textos, contestaré a sus preguntas (y de paso me autocontestaré), pero no considero entrar en una estúpida batalla meloretórica.

    Sus calificativos guardeselos, y traté de progresar en el debate. Si relee los textos que puse encontrará las respuestas a las calumnias del sr Martens, o al menos la antítesis de las fantochadas escritas por él.

    Recopilemos un poco, y analicemos lo que ud expone, repongamos el hilo del tiempo.

    STALIN Y EL TERCER PERIODO


    Fuera de su costumbre, Stalin por aquellos años (mediados de los 20) de debates encadecidos y del progreso de la contrarrevolución thermidoriana, hacía referencia constantemente a la política internacional, a la lucha en la internacional comunista y a las tácticas que se deberían adoptar.
    Es el mismo el que pone los argumentos sobre los “periodos” de existencia del capitalismo, desde la última guerra imperialista, su posterior estabilización, y luego de aquel “tercer periodo de su existencia”, el de su supuesta agonía final, y por lo tanto el momento de la radicalizacion centrista con sus proclamas sobre los “socialfascistas”, “preparación de la insurrección armada”, etc.
    Todo ello escondia bajo un velo supuestamente político, un clima de lucha contra la “desviación de derecha”, en el partido comunista bolchevique y la importante necesidad de acabar con los ”fraccionalistas” y “oportunistas” en el movimiento comunista internacional .
    Es decir , una treta política más rodeada de un aura económica, para purgar esta vez a los partidarios de la política “bujarinista”, tal y como lo había hecho con la oposición “troskista”, “zinovietista”, “kamenevista”, etc.
    De tan constantemente recordar que la NEP duraría muchos más años y que la colectivización estatal de la producción era una medida “anticampesina”, “burocrática”, “oportunista de izquierda”, se mandaban todo a la porra y la ponían en práctica. ¿Hipocresía?. Esta claro que era lo necesario para mantenerse en el poder, así como luego sería necesaria la exterminación física de los opositores.
    Esta táctica ultraizquierdista (tercer periodo) políticamente trajo las consecuencias más nefastas en Alemania donde gracias a la campaña segmentarista y sectarea se sirvió el triunfo electoral al fascismo alemán, al nacionalsocialismo de Hitler, y de la que Trotsky fue un constante crítico.
    Una victoria contra los socialfascistas?. Allí podemos encuadrar las palabras que reproduce el trotskista (sin ofender a Trotsky) Ted Grant:
    “En septiembre de 1930, Rote Fahne (Bandera Roja), el órgano del Partido Comunista Alemán proclamaba lo siguiente: "Anoche fue el gran día de Herr Hitler, pero la victoria electoral de los nazis es el principio del fin".”

    STALIN Y EL IMPERIALISMO.


    "La política de Stalin y el "cadáver corrupto" de la Comintern se arruinó irremediablemente cuando los nazis invadieron la Unión Soviética. La IC tuvo que dar un giro de ciento ochenta grados y convertirse de nuevo en el felpudo del imperialismo británico y Roosevelt. Pero con el aumento de la dependencia de Stalin del imperialismo estadounidense y británico, también aumentaba la presión de los "aliados" capitalistas. El imperialismo estadounidense, particularmente, ha pedido la disolución de la Comintern como garantía final frente al peligro de la revolución social en Europa después de la caída de Hitler"

    ¿Es o no es cierto que la línea estalinista fue capituladora?.

    Los hechos vivos, históricos allí están, la Internacional Comunista se disolvió en medio de la guerra imperialista, por presión de los “aliados”. Por la democracia, y por el triunfo de la “gran guerra patria”.

    Fue un fatídico día de mayo en aquellos años turbulentos, 1943, para ser exactos.

    Luego de haberse prostituido a la alemania nazi, luego dar un giro brusco hacia la conciliación con los aliados, pero era sólo un cadáver, su muerte y la del bolchevismo ya había sucedido aquel histórico plenario de 1926.

    Es interesante leer quienes firmaron la disolución de la internacional, y luego no tendrían reparo en denigrar al mismo Stalin. ¿Que clase de calaña había copado las direcciones?, tipos como Ercoli, Ibaurri, Thorez, etc.




    STALIN Y LA COEXISTENCIA PACÍFICA


    Stalin, que ya había hablado de la “coexistencia pacífica” como baluarte de sus políticas internacionales (SÍ “antirevisionistas”), que ya había dado sus pinillos en la liga de naciones a la que Lenin calificara de cueva de delincuentes, se derramaría luego en elogios y propuestas de paz con los imperialismos vencedores.

    No hay que buscar mucho, sólo es necesario leer a Stalin y sus entrevistas tan laudadas.



    Question: Do you believe in the possibility of friendly and lasting co-operation between the Soviet Union and the Western democracies despite the existence of ideological differences, and in the “friendly competition” between the two systems to which Mr. Wallace referred?

    Answer (Stalin): I believe in it absolutely.

    Las respuestas que quedaron en el tintero, (las que pregunté) las purgas en el partido, los juicios de teatro moscovita, y las ejecuciones sumarísimas, las comentaré luego.

    Salu2 internacionalistas.

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