IV. TROTSKI FALSEA EL LENINISMO1. LOS TRUCOS DE TROTSKI, O EL PROBLEMA DE LA “REVOLUCION PERMANENTE”Paso a ocuparme del discurso de Trotski.
Trotski ha declarado que la teoría de la revolución permanente no tiene nada que ver con el problema que examinamos, a saber: el carácter y las perspectivas de nuestra revolución.
La cosa es muy extraña; por no decir más. ¿Cómo puede ser eso? ¿Acaso la teoría de la revolución permanente no es una teoría de las fuerzas motrices de la revolución? ¿Acaso no es cierto que la teoría de la revolución permanente trata, ante topo, de las fuerzas motrices de nuestra revolución? ¿Y qué es la cuestión del carácter y de las perspectivas de nuestra revolución si no la cuestión de las fuerzas motrices de esta revolución? ¿Cómo se puede decir que la teoría de la revolución permanente no tiene nada que ver con el problema que examinamos? Eso no es verdad, camaradas. Eso es un subterfugio, un truco. Eso es un intento de borrar las huellas. Un intento de escabullirse. ¡Vano intento! ¡No intentéis ocultaros, que, de todos modos, se os ve a la legua!
Trotski, en otro lugar de su discurso, se ha esforzado por “insinuar” que hace ya mucho que dejó de atribuir seria importancia a la teoría de la revolución permanente. Y Kámenev “ha dado a entender” en su discurso que Trotski tal vez no esté en contra de renunciar a la teoría de la revolución permanente, si es que no ha renunciado ya a ella.
¡Oh, milagro!
Desentrañemos la cuestión: ¿es verdad que la teoría de la revolución permanente no tiene nada que ver con el problema que examinamos? Y, si no es verdad, ¿Es puede creer lo que dice Kámenev de que Trotski no atribuye importancia a la teoría de la revolución permanente y que casi ha renunciado a ella?
Remitámonos a los documentos. Me refiero, ante todo, a una carta de Trotski, enviada al camarada Olmninski en diciembre de 1921 y publicada en la prensa en 1925, carta de la que Trotski nunca ha intentado retractarse ni se ha retractado hasta ahora, ni directa ni indirectamente, por cuyo motivo continúa íntegramente en pie. ¿Qué se dice de la revolución permanente en esa carta?
Escuchad:
“No considero, ni mucho menos, que en mis discrepancias con los bolcheviques yo nunca tuviera razón. No tuve razón -y no la tuve fundamentalmente- en el enjuiciamiento de la fracción menchevique, atribuyendo excesivo valor a sus posibilidades revolucionarías y esperando que se lograría aislar en ella al ala derecha y reducirla a cero. Este error fundamental dimanaba, sin embargo, de que yo enfocaba ambas fracciones, tanto la bolchevique como la menchevique, desde el punto de vista de las ideas de la revolución permanente y de la dictadura del proletariado, mientras que, en aquel período, tanto los bolcheviques como los mencheviques sustentaban el punto de vista de la revolución burguesa y de la república democrática. Yo consideraba que las divergencias entre ambas fracciones no eran, en principio, tan profundas y esperaba (cosa que expresé más de una vez en cartas y discursos) que la misma marcha de la revolución llevaría a ambas fracciones a la idea de la revolución permanente y de la conquista del Poder por la clase obrera, lo que, en parte, ocurrió en 1905. (El prefacio del camarada Lenin al artículo de Kautsky sobre las fuerzas matrices de la revolución rusa y toda la línea del periódico “Nachalo”.)
Entiendo que mi apreciación de las fuerzas motrices de la revolución era absolutamente cierta, en tanto que las deducciones que yo hice de ella respecto a ambas fracciones eran absolutamente erróneas. Sólo el bolchevismo concentró en sus filas, gracias a su política intransigente, elementos verdaderamente revolucionarios, tanto de la vieja intelectualidad como del sector avanzado de la clase obrera. Sólo gracias a que el bolchevismo logró crear esta organización revolucionaría cohesionada, fue posible un viraje tan rápido de la posición revolucionaria democrática a la revolucionaria socialista.
Y ahora podría dividir sin esfuerzo mis artículos polémicos contra los mencheviques y los bolcheviques en dos categorías: unos, dedicados al análisis de las fuerzas interiores de la revolución, a sus perspectivas (el órgano teórico polaco de Rosa Luxemburgo, “Neue Zeit”), y otros, a la apreciación de las fracciones de los socialdemócratas rusos, a su lucha, etc. Los artículos de la primera categoría los podría publicar ahora mismo sin modificaciones, ya que coinciden total e íntegramente con la posición mantenida por nuestro Partido desde 1917. Los artículos de la segunda categoría son evidentemente erróneos, y no, valdría la pena reeditarlos” (v. “Trotski visto por Lenin”, 1925, con un prólogo del camarada Olminski).
¿Qué resulta de esto?
Resulta que Trotski se equivocaba en las cuestiones de organización, pero en las de enfoque de nuestra revolución, en la relativa a la revolución permanente tenía y tiene razón.
Cierto, Trotski no puede ignorar que Lenin luchó contra la teoría de la revolución permanente hasta el fin de sus días. Pero eso no inmuta a Trotski.
Resulta, además, que ambas fracciones, tanto los mencheviques como los bolcheviques, debían llegar a la teoría de la revolución permanente, pero, en realidad, llegaron sólo los bolcheviques, debido a que tuvieron una organización revolucionaria cohesionada de obreros y de viejos intelectuales, aunque no llegaron en seguida, sino “desde 1917”.
Resulta, por último, que la teoría de la revolución permanente “coincidía total e íntegramente con la posición mantenida por nuestro Partido desde 1917”.
Juzgad ahora vosotros mismos: ¿puede deducirse de esto que Trotski no atribuye gran importancia a la teoría de la revolución permanente? No, no se puede. Por el contrario: si la teoría de la revolución permanente coincidió, en efecto, “desde 1917” con la actitud del Partido, de esto sólo cabe hacer una deducción: que Trotski atribuía y continúa atribuyendo a esta teoría alcance decisivo para todo nuestro Partido.
Ahora bien, ¿qué significa “coincidía”? ¿Cómo pudo coincidir la teoría de la revolución permanente de Trotski con la posición mantenida por nuestro Partido, si está demostrado que, nuestro Partido, en la persona de Lenin, luchó siempre contra esa teoría?
Una de dos: o nuestro Partido no tenía una teoría propia y hubo de adoptar después, por la marcha de las cosas, la teoría de la revolución permanente de Trotski; o tenía su teoría, pero ésta fue desplazada de modo imperceptible “desde 1917” por la teoría de la revolución permanente de Trotski.
Este “enigma” nos lo aclaró después Trotski en su “Prefacio” al libro “1905”, escrito en 1922. Al exponer la esencia de la teoría de la revolución permanente y analizar el enfoque de nuestra revolución desde el punto de vista de la teoría de la revolución permanente, Trotski llega a esta conclusión:
“Aunque con un intervalo de doce años, este enfoque ha sido plenamente confirmado” (Trolski, “1905”,
Obras Tomo VIII 125
“Prefacio”).
En otras palabras: la teoría de la revolución permanente, “construida” por Trotski en 1905, quedó “plenamente confirmada” en 1917, doce años después.
Ahora bien, ¿cómo pudo confirmarse? ¿Y qué se hizo de los bolcheviques? ¿Es posible que fueran a la revolución sin ninguna teoría propia?, ¿es posible que sólo fueran capaces de agrupar a los intelectuales revolucionarios y a los obreros revolucionarios? Por otra parte, ¿sobre qué base agruparon a los obreros, sobre la base de qué principios? ¿Acaso no tenían los bolcheviques una teoría, un criterio sobre la revolución, sobre las fuerzas motrices de la revolución? ¿Es posible que en nuestro Partido no hubiera ninguna otra teoría que no fuese la teoría de la revolución permanente?
Juzgad vosotros mismos: los bolcheviques vivíamos y nos desarrollábamos sin perspectivas y sin teoría revolucionaria; así fuimos viviendo desde 1903 hasta 1917; y luego, “desde 1917”, nos engullimos, sin caer en la cuenta, la teoría de la revolución permanente y así cobramos vigor. El cuento es, sin duda, muy interesante. Pero ¿cómo pudo ocurrir esto imperceptiblemente, sin lucha, sin conmociones en el Partido? ¿Cómo pudo ocurrir tan sencillamente, sin más ni más? Sabido es que Lenin y su Partido lucharon contra la teoría de la revolución permanente desde los primeros días de su aparición.
Por cierto, Trotski nos aclara este “enigma” en otro documento. Me refiero a la “Nota” al artículo de Trotski “Nuestras discrepancias”, escrita en 1922.
He aquí el lugar correspondiente de este artículo de Trotski:
“Mientras los mencheviques, partiendo de la abstracción: “nuestra revolución es burguesa”, llegan a la idea de adaptar toda la táctica del proletariado a la conducta de la burguesía liberal, incluida la conquista por ella del poder del Estado, los bolcheviques, partiendo de una abstracción tan absoluta como la otra: “dictadura democrática, y no socialista”, llegan a la idea de la autolimitación democrático-burguesa del proletariado, en cuyas manos se encuentra el Poder del Estado. Bien es verdad que la diferencia entre ellos en esta cuestión es muy considerable, pues mientras que los aspectos antirrevolucionarios del menchevismo resaltan con toda fuerza ya ahora, los rasgos-antirrevolucionarios del bolchevismo amenazan como un inmenso peligro sólo en caso de un triunfo revolucionario” (Trotski, “1905”, pág. 28,5).
Resulta que no sólo el menchevismo tenía sus aspectos antirrevolucionarios, sino que tampoco el bolchevismo estaba exento de “rasgos antirrevolucionarios”, que amenazaban “como un inmenso peligro sólo en caso de un triunfo revolucionario”.
¿Se desprendieron después los bolcheviques de los “rasgos antirrevolucionarios” del bolchevismo y, en caso afirmativo, de qué modo?
Trotski nos aclara este “enigma” en la “Nota” al artículo “Nuestras discrepancias”.
Escuchad:
“Esto no ocurrió, como se sabe, ya que el bolchevismo, bajo la direcci6n del camarada Lenin, llevó a cabo (no sin lucha interior) su rearme ideológico en esta importantísima cuestión en la primavera de 1917, es decir, antes de tomar el Poder” (Trotski, “1905!, pág. 285).
Así, pues, el “rearme” de los bolcheviques “desde 1917” sobre la base de la teoría de la revolución permanente; la salvación de los bolcheviques, gracias a ello, de los “rasgos antirrevolucionarios del bolchevismo”; en fin, el echo de que la teoría de la revolución permanente se vio “confirmada” así “plenamente”: tal es la deducción de Trotski.
¿Y dónde fue a parar el leninismo, la teoría del bolchevismo, el enfoque bolchevique de nuestra revolución, de sus fuerzas motrices, etc.? O no “se vieron confirmados plenamente”, o no, “se vieron confirmados” en absoluto, o se disiparon, cediendo lugar a la teoría de la revolución permanente, a fin de llevar a cabo el “rearme” del Partido.
Así, pues, vivían en éste mundo los bolcheviques; mal que bien fueron “integrando” el Partido “desde” 1903; pero no tenían una teoría revolucionaria y, andando a tientas “desde” 1903, llegaron mal que bien hasta 1917; luego, viendo a Trotski con la teoría de la revolución permanente en brazos, decidieron “rearmarse” y, una vez “rearmados”, acabaron de perder los últimos restos del leninismo, de la teoría leninista de la revolución, llegando así a hacer “coincidir por completo” la teoría de la revolución permanente con la “posición” de nuestro Partido.
El cuento es muy interesante, camaradas. Si queréis, es uno de esos estupendos trucos que se pueden ver en el circo. Pero esto no es un circo, sino una conferencia de nuestro Partido. Y nosotros no hemos contratado a Trotski como artista de circo. ¿A qué vienen esos trucos?
¿Cómo enjuiciaba el camarada Lenin la teoría de la revolución permanente de Trotski? He aquí lo que dice de esa teoría en uno de sus artículos, calificándola irónicamente de “original” y “espléndida”:
“La tarea principal de un partido revolucionario es poner en claro la correlación de las clases en la futura revolución... Este problema lo resuelve erróneamente en “Nashe Slovo” Trotski, que repite su “original” teoría de 1905 y no quiere pensar en virtud de qué causas la vida ha hecho caso omiso, durante diez años enteros, de esa espléndida teoría.
La original teoría de Trotski toma de los bolcheviques el llamamiento invitando al proletariado a una resuelta lucha revolucionaria y a la conquista del Poder político, y de los mencheviques la “negación” del papel del campesinado”... De este modo, “Trotski ayuda de hecho a los políticos obreros liberales de Rusia, quienes por “negación” del papel de los campesinos entienden el no querer levantarlos a la revolución” (v. t. XVIII, págs. 317-318).
Resulta que, según Lenin, la teoría de la revolución permanente es una teoría semimenchevique, que pasa por alto el papel revolucionario del campesinado en la revolución rusa.
Lo que no se comprende es cómo pudo “coincidir total e íntegramente” esta teoría semimenchevique con la posición mantenida por nuestro Partido, aunque fuese “desde 1917”.
¿Y cómo enjuicia nuestro Partido la teoría de la revolución permanente? He aquí lo que dice de ella la conocida resolución de la X IV Conferencia del Partido:
“Parte integrante de la teoría trotskista de la revolución permanente es la afirmación de que “el verdadero auge de la economía socialista en Rusia no será posible más que después de la victoria del proletariado en los países más importantes de Europa” (Trotski, 1922), afirmación que condena al proletariado de la U.R.S.S., en el período actual, a una pasividad fatalista. Contra semejantes “teorías”, el camarada Lenin escribió: “No puede ser más vulgar la argumentación empleada por ellos, aprendida de memoria en la época del desarrollo de la socialdemocracia de la Europa Occidental, de que nosotros no hemos madurado para el socialismo, de que no hay en nuestro país, según la expresión de distintos “eruditos” señores que militan en sus filas, las premisas económicas objetivas para el socialismo” (Notas sobre Sujánov)”. (Resolución de la XIV Conferencia del Partido99.)
Resulta que la teoría de la revolución permanente es el mismo sujanovismo que el camarada Lenin estigmatiza como socialdemocratismo en sus notas sobre “Nuestra revolución”.
Lo que no se comprende es cómo ha podido “rearmar” tal teoría a nuestro Partido Bolchevique.
Kámenev “ha dado a entender” en su discurso que Trotski abandona su teoría de la revolución permanente, y en confirmación de ello ha leído la siguiente cita, más que ambigua, de la última carta de Trotski a los oposicionistas, de septiembre de 1926:
“Partimos del criterio de que, como ha confirmado irrefutablemente la experiencia, en todas las cuestiones un tanto de principio en las que alguno de nosotros discrepara de Lenin, la razón estaba absolutamente de parte de Vladímir Ilich”.
Pero Kámenev ha silenciado que, a renglón seguido, en esta misma carta, Trotski hace la siguiente declaración, que echa por tierra las anteriores palabras:
“La oposición de Leningrado se ha pronunciado enérgicamente contra la teoría del socialismo en un solo país, como justificación teórica de la estrechez nacional” (v. la carta de Trotski, septiembre de 1926, anexos a las actas taquigráficas de las reuniones del Buró Político del C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. del 8 y el 11 de octubre de 1926).
¿Qué valor puede tener la primera declaración de Trotski, ambigua y que a nada compromete, ante su segunda declaración; que echa por tierra la primera?
¿Qué es la teoría de la revolución permanente? La negación de la “teoría del socialismo, en un solo país” de Lenin.
¿Qué es la “teoría del socialismo en un solo país” de Lenin? La negación de la teoría de la revolución permanente de Trotski.
¿No está claro que Kámenev, al citar el primer fragmento de la carta de Trotski y silenciar el segundo fragmento, ha intentado confundir y engañar a nuestro Partido?
Ahora bien, no es tan fácil engañar a nuestro Partido.
2. JUEGOS MALABARES CON LAS CITAS, O TROTSKI FALSEA EL LENINISMO¿Habéis reparado, camaradas, en que todo el discurso de Trotski está saturado de las más diversas citas de las obras de Lenin? Al leer estas citas, arrancadas de distintos artículos de Lenin, no se comprende bien lo que más interesa a Trotski: si respaldar con ellas su actitud o “cazar” al camarada Lenin en “contradicción”. Trotski ha aducido un grupo de citas de los trabajos de Lenin acerca de que sólo el triunfo de la revolución en unos cuantos países puede ser garantía contra el peligro de intervención, creyendo, por lo visto, que así “desenmascaraba” al Partido. Pero no ha comprendido, o no quiere comprender, que esas citas no hablan contra la posición mantenida por el Partido, sino en su favor y contra la posición mantenida por Trotski, ya que el Partido calibra el peso relativo del peligro exterior de pleno acuerdo con la línea de Lenin. Trotski ha aducido otro grupo de citas acerca de que el socialismo no puede triunfar plenamente sin la victoria de la revolución en unos cuantos países, esforzándose por hacer todo género de juegos malabares con estas citas. Pero no ha comprendido, o no quiere comprender que no se puede meter en un mismo costal el triunfo completo del socialismo (la. garantía contra la intervención) y el triunfo del socialismo en general (la edificación de la sociedad socialista), no comprendiendo, o no queriendo comprender, que estas citas de las obras de Lenin no hablan contra el Partido, sino en favor del Partido y contra la posición mantenida por Trotski.
Ahora bien, al aportar un montón de citas de todo género que no hacen al caso, Trotski no ha querido, sin embarga; detenerse en el artículo fundamental de Lenin sobre la posibilidad del triunfo del socialismo en un solo país (1915), suponiendo, por lo visto, que el discurso de Kámenev le había liberado felizmente de este artículo. Sin embargo, ahora puede considerarse demostrado definitivamente que Kámenev no ha logrado desempeñar su papel, y que el artículo del camarada Lenin continúa en vigor en todos sus puntos.
Trotski ha citado, además, un fragmento del conocido artículo del camarada Lenin sobre la inexistencia de discrepancias entre ellos respecto a la cuestión campesina en la esfera de la política en curso. Pero ha olvidado decir que este artículo de Lenin, lejos de resolver, ni siquiera trata el problema de las discrepancias entre Trotski y Lenin en la cuestión del campesinado, en cuanto a la posibilidad de la edificación de la sociedad socialista completa en nuestro país.
Esto explica, en rigor, que las manipulaciones Trotski con las citas se hayan de convertido en simples juegos malabares con ellas.
Trotski ha intentado demostrar que existe “coincidencia” entre su actitud y la de Lenin respecto a la posibilidad de llevar a cabo la edificación de la sociedad socialista en nuestro país sobre la base de las fuerzas interiores de nuestra, revolución. Pero ¿cómo puede demostrarse lo que no tiene demostración posible?
¿Cómo se puede compaginar la tesis de Lenin de que “es posible que la victoria del socialismo empiece por unos cuantos países capitalistas, o incluso por un solo país capitalista”l00, con la tesis de Trotski de que “no hay ningún fundamento para suponer... que la Rusia revolucionaria, por ejemplo, podría sostenerse frente a la Europa conservadora”?
¿Cómo se puede compaginar, además, la tesis de Lenin de que “el proletariado triunfante de este país (de un solo país. J. St.), después de expropiar a los capitalistas y de organizar la producción socialista dentro de sus fronteras, se enfrentaría con el resto del mundo, con el mundo capitalista”101, con la tesis de Trotski de que “sin un apoyo estatal* directo del proletariado europeo, la clase obrera de Rusia no podrá mantenerse en el Poder y transformar su dominación temporal en una dictadura socialista duradera”?
¿Cómo se puede compaginar, en fin, la tesis de Lenin de que “sólo el acuerdo con el campesinado puede salvar a la revolución socialista en Rusia, en tanto que no estalle la revolución en otros países”l02, con la tesis de Trotski de que “las contradicciones en la situación del gobierno obrero en un país atrasado, en el que la mayoría aplastante de la población está compuesta de campesinos, podrán ser solucionadas sólo en el plano internacional, en la palestra de la revolución mundial del proletariado”?
Y luego: ¿en qué se diferencia, en rigor, la posición mantenida por Trotski en la cuestión del triunfo del socialismo en nuestro país de la posición del menchevique O. Bauer, quien sostiene que:
“En Rusia, donde el proletariado constituye sólo una parte insignificante de la nación, éste únicamente puede afianzar su dominio con carácter temporal”, que “debe perderlo inevitablemente en cuanto la masa campesina de la nación adquiera la suficiente madurez cultural para tomar ella misma el Poder”, que “sólo la conquista del Poder político por el proletariado del Occidente industrial puede asegurar un dominio duradero del socialismo industrial” en Rusia?
¿No es evidente, acaso, que Trotski está más cerca de Bauer que de Lenin? ¿No es cierto, acaso, que la posición mantenida por Trotski es la de la desviación socialdemócrata?, ¿no es cierto que Trotski niega, en el fondo, el carácter socialista de nuestra revolución?
Trotski ha intentado fundamentar su tesis sobre la imposibilidad de que el proletariado se mantenga en el Poder frente a la Europa conservadora con disquisiciones acerca de que la Europa actual no es conservadora, que es más o menos liberal y que, si Europa fuera verdaderamente conservadora, el proletariado de nuestro país no hubiera podido mantenerse en el Poder. Pero ¿cuesta trabajo comprender, acaso, que Trotski se ha embrollado aquí totalmente y sin remedio? Por ejemplo, Italia, o Inglaterra, o Francia, en la actualidad, ¿deben ser llamadas conservadoras o liberales? ¿Norteamérica es hoy un país conservador o liberal? ¿Y qué importancia puede tener para la integridad y la conservación de nuestra República esa ridícula “sutileza” de subrayar la diferencia entre la Europa conservadora y la Europa “liberal”? ¿Acaso la Francia republicana y la Norteamérica democrática no recurrieron a la intervención contra nuestro país en el período de Kolchak y de Denikin lo mismo que la Inglaterra monárquica y conservadora?
Trotski ha dedicado gran parte de su discurso a la cuestión del campesino medio. Ha citado un pasaje de las obras de Lenin del período de 1906, donde Lenin prevé la posibilidad de que, después del triunfo de la revolución burguesa, una parte de los campesinos medios se pase al bando de la contrarrevolución, tratando de demostrar, por lo visto, que esta cita “coincide” con la actitud de Trotski en el problema del campesinado después del triunfo de la revolución socialista. No es difícil comprender que Trotski equipara aquí lo que no puede equipararse. Trotski tiende a ver en el campesinado medio una “cosa en sí”, algo permanente e inmutable. Pero los bolcheviques jamás vieron de ese modo al campesinado medio.
Trotski ha olvidado, a parecer, que los bolcheviques tienen tres planes respecto a la masa fundamental del campesinado: un plan pa ra el período de la revolución burguesa, otro para período de la revolución proletaria y el tercero para período que sucede al afianzamiento del Poder Soviético.
En el primer período, los bolcheviques decían: con todo el campesinado, contra el zar y los terratenientes, neutralización de la burguesía liberal, por la revolución democrático- burguesa.
En el segundo período, los bolcheviques decían: con el campesinado pobre, contra la burguesía y los kulaks, neutralización del campesinado medio, por la revolución socialista. Y ¿qué significa la neutralización del campesinado medio? Significa mantenerlo bajo la vigilancia política del proletariado, no confiar en él y adoptar todas las medidas necesarias para que no se nos vaya de las manos.
En el tercer período, en el período que vivimos ahora, los bolcheviques dicen: con el campesino pobre, en firme alianza con el campesino medio, contra los elementos capitalistas de nuestra economía en la ciudad y en el campo, por el triunfo de la edificación del socialismo.
El que confunde estos tres planes, estas tres líneas distintas, que reflejan tres períodos diferentes de nuestra revolución, no comprende nada del bolchevismo.
Lenin tenía absoluta razón cuando decía que, después de la victoria de la revolución burguesa, una parte de los campesinos medios se pasaría a la contrarrevolución. Así ocurrió, por ejemplo, en el período del “gobierno de Ufá”103, cuando una parte de los campesinos medios de la región del Volga se pasó a la contrarrevolución, a los kulaks, y en su mayoría, los campesinos medios vacilaban entre la revolución y la contrarrevolución. Y no podía ser de otro modo. El campesino medio lleva en su naturaleza precisamente el esperar y vacilar: “vaya usted a saber quién ganará; más vale aguardar”. Sólo después de las primeras victorias de importancia sobre la contrarrevolución interior y, sobre, todo, una vez afianzado el Poder Soviético, comenzó el campesino medio a volverse claramente hacia el Poder Soviético, decidiendo, por lo visto, que no se podía vivir sin Poder, que el Poder bolchevique era fuerte y que trabajar con él era la única salida. Precisamente en aquel período dijo el camarada Lenin sus proféticas palabras: “Hemos entrado en una fase de la edificación socialista en la que hay que elaborar concretamente y con todo detalle las reglas e indicaciones fundamentales, comprobadas por la experiencia del trabajo en el campo, por las que debemos guiamos para llegar a establecer una alianza sólida con el campesino medio” (discurso en el VIII Congreso del Partido, t. XXIV, pág. 114).
Así están las cosas en cuanto al campesino medio.
El error de Trotski consiste en que enfoca metafísicamente el problema del campesinado medio, ve en éste una “cosa en sí” y embrolla, en consecuencia, el problema, tergiversando y falseando el leninismo.
Por último, no se trata en absoluto de que el proletariado pueda tener y tenga todavía en el futuro contradicciones y conflictos con cierta parte del campesinado medio. No estriban en eso, ni mucho menos, las discrepancias entre el Partido y la oposición. Las discrepancias en esta cuestión estriban en que el Partido considera que estas contradicciones y estos posibles conflictos son plenamente superables sobre la base de las fuerzas propias de nuestra revolución, en tanto que Trotski y la oposición entienden que estas contradicciones y estos conflictos pueden ser superados “sólo en el plano internacional, en la palestra de la revolución mundial del proletariado”.
Haciendo juegos malabares con las citas, Trotski intenta esconder en un rincón estas discrepancias. Pero ya he dicho que no se logrará engañar a nuestro Partido.
¿Cuál es la conclusión? La conclusión es que hay que ser dialéctico, y no malabarista. Más valiera, honorables oposicionistas, que estudiasen dialéctica en el camarada Lenin, que leyesen sus obras. Les sería de provecho. (Aplausos, risas.)
3. “PEQUEÑECES” Y CURIOSIDADESTrotski me ha reprochado, como autor que soy de las tesis, que en ellas se hable de la revolución “por sí misma” como de una revolución socialista. A Trotski le parece que tratar así a la revolución es metafísica. Yo no puedo estar en modo alguno de acuerdo con eso.
¿Por qué se habla en las tesis de la revolución “por sí misma” como de una revolución socialista? Porque de este modo se subraya toda la diferencia que existe en el enfoque de nuestra revolución entre las opiniones de nuestro Partido y las opiniones de la oposición.
¿En qué consiste esta diferencia? En que el Partido considera que nuestra revolución es una revolución socialista, una revolución que constituye una fuerza independiente, capaz de ir a la lucha contra el mundo capitalista, mientras que la oposición considera que nuestra revolución es un suplemento de la futura revolución proletaria en el Occidente, todavía por triunfar, un “suplemento anejo” a la futura revolución en el Occidente, algo que no tiene ninguna fuerza independiente. Basta comparar la opinión de Lenin sobre la dictadura del proletariado en nuestro país con la opinión del bloque de oposición, para comprender todo el abismo que media entre ellas. En tanto que Lenin juzga la dictadura del proletariado como una fuerza con el máximo espíritu de iniciativa, que, después de organizar la economía socialista, debe acudir en ayuda directa del proletariado mundial, debe ir a la lucha contra el mundo capitalista, la oposición, por el contrario, juzga la dictadura del proletariado en nuestro país como una fuerza pasiva, que vive con el temor de perder de un momento a otro el Poder “frente a la Europa conservadora”.
¿No está claro, acaso, que la palabra “metafísica” ha sido puesta en juego por la oposición para encubrir con ella la desnudez de su enfoque socialdemócrata de nuestra revolución?
Trotski ha dicho, además, que yo he sustituido una fórmula inexacta y errónea del problema del triunfo del socialismo en un solo país, trazada en mi libro “Los fundamentos del leninismo” en 1924, por otra fórmula más exacta y acertada. Por lo visto, eso disgusta a Trotski. Pero no ha dicho por qué ni en razón de qué. ¿Qué puede haber de malo en que yo haya enmendado una fórmula inexacta, sustituyéndola por otra exacta? No me considero en absoluto infalible. Creo que el Partido sólo saldrá ganando si el error cometido por uno u otro camarada es reconocido y rectificado por el camarada en cuestión. ¿Qué quiere decir, en rigor, Trotski, al subrayar este hecho? ¿Tal vez quiera seguir un buen ejemplo y dedicarse, por fin, a enmendar sus múltiples errores? (Aplausos, risas.) Pues bien, yo estoy dispuesto a ayudarle si se necesita mi ayuda, estoy dispuesto a impulsarle y ayudarle. (Aplausos, risa .) Pero Trotski persigue, por lo visto, otro fin, si así es, debo decir que su intento es un intento realizado con medios improcedentes.Trotski afirmaba en su discurso que no es tan mal comunista como lo pintan los representantes de la mayoría del Partido. Ha citado toda una serie de fragmentos de sus artículos, demostrativos de que él, Trolski, ha reconocido y sigue reconociendo el “carácter socialista” de nuestro trabajo, de que no niega el “carácter socialista” de nuestra industria estatal, etc., etc. ¡Vaya novedad! Lo único que faltaba es que negase el carácter socialista de nuestro trabajo, de nuestra industria estatal, etc. Estos hechos los reconocen ahora todos, hasta la Bolsa neoyorkina, hasta nuestros nepmanes, sin hablar ya de O. Bauer. Ahora todos ven, los amigos y los enemigos, que nosotros no construimos la industria como la construyen los capitalistas, que llevamos al desarrollo de nuestra vida económica y política ciertos elementos nuevos, que no guardan ninguna relación con el capitalismo,
No, honorables oposicionistas, no se trata ahora de eso:
Se trata ahora de algo más serio de lo que pueda parecerle al bloque de oposición.
Ahora no se trata del carácter socialista de nuestra industria, sino de llevar a cabo la edificación de la economía socialista en su conjunto, a pesar del cerco capitalista, a pesar de los enemigos interiores y exteriores, que esperan el hundimiento de la dictadura del proletariado. Se trata de conseguir el triunfo completo del leninismo en nuestro Partido.
Ahora no se trata de pequeñeces ni de curiosidades. Con pequeñeces y curiosidades no cabe ahora excusarse ante el Partido. El Partido exige ahora más de la oposición.
O manifestáis valentía y sabéis renunciar pública y honradamente a vuestros errores de principio, o no lo hacéis, en cuyo caso el Partido dará a vuestra actitud el calificativo que se merece: de desviación socialdemócrata.
Una de dos.
A los oposicionistas les toca elegir. (Voces: “¡Muy Bien!”. Aplausos.)
V. LA PLATAFORMA PRÁCTICA DE LA OPOSICION. LAS EXIGENCIAS DEL PARTIDOLos líderes de la oposición han intentado pasar de los juegos malabares con las citas a las discrepancias de carácter práctico: Trotski y Kámenev, lo mismo que Zinóviev, han tratado de exponer estas discrepancias, afirmando, al propio tiempo, que lo que importa no son las divergencias teóricas, sino las divergencias prácticas. Sin embargo, debo decir que ninguna, exposición de nuestras discrepancias hecha por la oposición en esta Conferencia se distingue por ser objetiva ni completa.
¿Queréis saber en qué consisten nuestras discrepancias prácticas?, ¿queréis saber qué exige de vosotros el Partido?
Escuchad:
1) El Partido no puede tolerar más, y no lo tolerará, que siempre que quedáis en minoría, salgáis a la calle, anunciéis una crisis en el Partido y alborotéis el Partido. El Partido no lo tolerará más. (Voces: “¡Muy bien!”. Aplausos.)
2) El Partido no puede tolerar, y no lo tolerará, que vosotros, al perder la esperanza de conseguir la mayoría en nuestro Partido, recojáis y acumuléis a todo género de elementos descontentos como material para formar un nuevo partido. El Partido no puede tolerarlo, y no lo tolerará. (Aplausos.)
3) El Partido no puede tolerar, y no lo tolerará, que vosotros, al denigrar al aparato dirigente del Partido y quebrantar el régimen en el Partido, al quebrantar la disciplina de hierro en el Partido, agrupéis y forméis en un nuevo partido, bajo la bandera de la libertad de fracciones, todo género de corrientes condenadas por el Partido. El Partido no lo tolerará. (Aplausos.)
4) Sabemos que tropezamos con grandes dificultades en la edificación del socialismo. Vemos esas dificultades y tenemos posibilidad de vencerlas. Aplaudiríamos toda ayuda de la oposición para vencer esas dificultades. Pero el Partido no puede tolerar, y no lo tolerará, que intentéis utilizar estas dificultades en perjuicio de nuestra situación, para atacar al Partido, para agredir al Partido. (Aplausos.)
5) El Partido comprende mejor que todas las oposiciones juntas que hacer avanzar la industrialización y llevar a cabo la edificación del socialismo es cosa que sólo se puede lograr mediante la elevación continua de la situación material y cultural de la clase obrera. El Partido adopta todas las medidas precisas, y seguirá adoptándolas, para que la situación material y cultural de la clase obrera mejore sin cesar. Pero el Partido no puede tolerar, y no lo tolerará, que la oposición salga a la calle y haga declaraciones demagógicas sobre la elevación inmediata de los salarios en un 30 ó 40%, sabiendo a ciencia cierta que la industria no puede resistir tal aumento del salario en este momento, sabiendo a ciencia cierta que tales declaraciones demagógicas no se proponen mejorar la situación de la clase obrera, sino fomentar el descontento entre los sectores atrasados de los trabajadores y dirigido contra el Partido, contra la vanguardia de la clase obrera. El Partido no puede tolerado, y no lo tolerará. (Voces: “¡Muy bien!”. Aplausos.)
6) El Partido no puede tolerar, y no lo tolerará, que la oposición continúe socavando las bases de la ligazón entre los obreros y los campesinos, las bases de la alianza entre los obreros y los campesinos, haciendo la propaganda a la idea de que se eleven los precios de fábrica y se intensifique la presión fiscal sobre el campesinado, intentando “estructurar” las relaciones entre el proletariado y el campesinado no como relaciones de colaboración económica, sino como relaciones de explotación del campesinado por el Estado proletario. El Partido no puede tolerarlo, y no lo tolerará. (Aplausos.)
7) El Partido no puede tolerar, y no lo tolerará, que los oposicionistas continúen sembrando la confusión ideológica en el Partido, exagerando nuestras dificultades, fomentando el derrotismo, predicando la idea de la imposibilidad de llevar a cabo la edificación del socialismo en nuestro país y socavando, de tal modo, las bases del leninismo. El Partido no puede tolerado, y no lo tolerará. (Voces: “¡Muy bien!”. Aplausos.)
El Partido no puede tolerar, y no lo tolerará -aunque esto no sea sólo asunto de su exclusiva incumbencia, sino de todas las secciones de la Internacional Comunista-, que vosotros continuéis alborotando la Internacional Comunista, descomponiendo sus secciones y desacreditando la dirección de la Internacional Comunista. El Partido no puede tolerarlo, y no lo tolerará. (Aplausos.)
En esto consisten: nuestras discrepancias prácticas. En esto consiste la esencia de la plataforma política y práctica del bloque de oposición, y contra eso lucha ahora nuestro Partido.
Trotski, al exponer en su discurso algunos puntos de esta plataforma y ocultar cuidadosamente otros, preguntaba: ¿qué hay aquí de socialdemócrata? ¡Extraña cuestión! Yo pregunto: ¿qué hay ahí de comunista, en esa plataforma del bloque de oposición? ¿Qué hay ahí que no sea social democrático? ¿No está claro, acaso, que la plataforma práctica del bloque de oposición va por la línea del apartamiento del leninismo, por la línea de la aproximación a la socialdemocracia?
Queríais saber, honorables oposicionistas, lo que el Partido exige de vosotros. Ahora ya lo sabéis.
O cumplís estas condiciones, que, al propio tiempo, son las condiciones de la unidad completa en nuestro Partido, o no lo hacéis, en cuyo caso el Partido, que os venció ayer, comenzará mañana a ajustar cuentas definitivas con vosotros. (Aplausos.)VI. BALANCE
¿Cuál es el balance, cuáles son los resultados de nuestra lucha en el seno del Partido?
Tengo un documento de septiembre de 1926, firmado por Trotski. Este documento es significativo en el sentido de que hay en él cierto intento de anticiparse al balance de la lucha en el seno del Partido, hay cierto pronóstico y cierto bosquejo de las perspectivas de nuestra lucha en el seno del Partido. En este documento se dice:
“La oposición unificada ha demostrado en abril y en julio, y demostrará en octubre, que la unidad de sus opiniones sólo se fortalece bajo la influencia de la persecución brutal y desleal, y el Partido comprenderá que sólo sobre la base de las opiniones de la oposición unificada se puede hallar la salida a esa dura crisis” (v. la carta de Trotski a los oposicionistas, septiembre de 1926, anejos a las actas taquigráficas de las reuniones del Buró Político del 8 y el 11 de octubre de 1926).
Como veis, es casi una profecía. (Voces: “Casi, precisamente”.) Es casi una predicción de tipo puramente marxista, una previsión con dos meses enteros de adelanto. (Risas.)
Naturalmente, aquí hay cierta, exageración. (Risas.) Aquí se habla, por ejemplo, de la dura crisis actual en nuestro Partido. Pero nosotros, gracias a Dios, estamos vivos y sanos y ni siquiera hemos reparado en la crisis. Hay, naturalmente, cierta crisis, pero no es una crisis en el Partido, sino una crisis en cierta fracción llamada fracción del bloque de oposición. Pero no se puede presentar la crisis de una pequeña fracción como la crisis del Partido, con su millón de afiliados.
En el documento de Trotski se dice, además, que el bloque de oposición se fortalece y se fortalecerá todavía más en el futuro. Yo creo que también en esto hay cierta exageración. (Risas.) No se puede negar que el bloque de oposición se descompone, que lo abandonan los mejores elementos de la oposición, que se ahoga en sus contradicciones interiores. ¿No es un hecho, acaso, que la camarada Krúpskaia, por ejemplo, se aparta del bloque de oposición? (Atronadores aplausos.) ¿Es esto casual?
En el documento de Trotski se dice, por último, que únicamente sobre la base de las opiniones de la oposición unificada se puede hallar la salida a la presente crisis. Yo creo que también aquí Trotski exagera un poco. (Risas.) Los oposicionistas no pueden dejar de saber que el Partido se ha unido y agrupado estrechamente, no sobre la base de las opiniones del bloque de oposición, sino en la lucha contra esas opiniones, sobre la base de las perspectivas socialistas de nuestra edificación. Está claro que el documento de Trotski exagera.
Ahora bien, si prescindimos de todas estas exageraciones en que incurre Trotski en su documento, parece ser que del pronóstico no queda nada en pie, camaradas. (Hilaridad general.)
Como veis, el balance es todo lo contrario del que nos bosquejaba Trotski en su pronóstico.
Termino, camaradas.
Zinóviev se jactaba en otros tiempos de que sabía pegar el oído al suelo (Risas) y que, cuando pegaba el oído al suelo, oía el paso de la historia. Muy bien puede ser así. Pero, pese a todo, hay que reconocer que Zinóviev, que sabe pegar el oído al suelo y oír el paso de la historia, no oye en ocasiones ciertas “pequeñeces”. Quizá la oposición sepa, en efecto, pegar el oído al suelo y oír cosas tan soberbias como los pasos de la historia. Pero no se puede por menos de reconocer que, sabiendo oír cosas soberbias, no ha sabido oír la “pequeñez” de que el Partido hace mucho que volvió la espalda a la oposición y que la oposición ha encallado. Eso no lo han oído. (Voces: “¡Muy bien!”.)
¿Qué se deduce de esto? Pues, que la oposición, por lo visto, anda mal de los oídos. (Risas.)
De ahí mi consejo: honorables oposicionistas, ¡curaos los oídos! (Clamorosos y prolongados aplausos. La Conferencia, en pie, aplaude al camarada Stalin.)
Publicado el 12 de noviembre de 1926 en el núm. 262 de “Pravda”.