por JoseKRK Jue Ene 19, 2012 5:42 pm
La crueldad de las guerras, sobre todo de determinadas guerras, tiene que ver con la deshumanización más brutal. No es sólo la crueldad, es el terror absoluto y la habituación al ejercicio de la violencia más extrema.
Quienes no han empuñado armas en su vida en situaciones de peligro o de combate, tienen a menudouna visión errónea de la experiencia, muy mediatizada por el cine. En situaciones extremas y de alto stress traumático, la percepción de la realidad cambia de manera insospechada y perdemos en gran medida el control sobre nuestros actos y nuestra mente consciente.
No se trata de justificar los abusos; pero estos no tienen su causa sólo en motivos morales o subjetivos (de la propia conciencia de cada uno, considerándola, erróneamnete, aislada del ambiente objetivo). El ser social determina la conciencia y no al contrario; pero obramos según sea esa conciencia, determinada en enorme medida por el ser social.
Por eso se entrena en una disciplina férrea a los futuros combatientes; para minimizar ese hecho; para crear reflejos condicionados de manera útil a las necesidades de la guerra sin que el comportamiento de los guerreros "se desmande"; pero no se obtiene jamás un control total de la situación. Hay menor control cuanto mayor sea el estrés traumático y el shock. Y eso lo sabe cada instructor y mando militar o guerrillero.
Lo único que amenudo se puede hacer en demasiadas ocasiones es castigar con severidad ejemplar los abusos ya cometidos, desgraciadamente.
Evidentemente, el hecho de cometer el abuso concreto de violar mujeres está conectado con el machismo en muchas ocasiones, aunque no son infrecuentes las violaciones de personas del mismo sexo.
La violación no siempre tiene una intencionalidad sexual, sino de humillación y demostración de poder absoluto sobre la persona violada, usando el sexo como vía para lograrla (por eso la castración química o física no acaba con la conducta criminal del violador compulsivo, que cambia de técnica, simplemente).
Los curas, por ejemplo, violan niños en muchos más casos que a niñas o mujeres. Y los árabes suelen usar mucho la violación anal en hombres para humillarlos. Ese caso era muy frecuente, por ejemplo, en la guerra antifascista española por parte de los soldados marroquíes con los republicanos, antes o después de matarlos.
La guerra saca lo peor de las personas que la padecen con más frecuencia que su nobleza. Y es porque es traumática y violencia en su máxima expresión, con todo lo que ello conlleva. La brutalidad se desmanda con suma facilidad en ese ambiente social (antisocial, en realidad). Es muy diferente de como lo pintan las películas de propaganda de guerra habitualmente.
Mi solidaridad siempre estará con las víctimas de los abusos, nunca con los verdugos (yo he sido víctima de fuertes abusos sexuales en mi niñez y posteriormente, laborales y policiales; así que, qué me vas a contar, mi estimada camara Valentina_). No trato jamás de justificarlos, sino de entender las condiciones de las que surgen.
Sólo trato de hacer comprender que el único modo de acabar con esa brutalidad, como son las violaciones hechas por soldados, es acabar con las causas de la guerras: la lucha de clases y por robar los recursos vitales a otros. Y eso sólo lo lograremos con el Comunismo. Para ello, desgraciadamente, la burguesía nos llevará a una última guerra a las masas populares y trabajadoras: la de la toma del poder.