Dado que se habló de Marea Popular - Camino Popular, dejo algunas cosas que pueden interesar.
Acá, un artículo de Martín Ogando, uno de los referentes de la organización, en donde hay un análisis de la coyuntura, una explicación de la táctica electoral, etc.:
2013 – 2023: la década que queremos
Por Martín Ogando
Todavía es posible escuchar los ecos del último 25 de mayo. La última fiesta patria quedó bajo el fuego cruzado de oficialismo y oposición. “Década ganada”, “década perdida”, “oportunidad desperdiciada”, son alguno de los motes que se impusieron en medios y movilizaciones. Y se sabe, cuando el marketing abunda, la reflexión es flaca. De nuestra parte, más que concentrarnos en el balance de la década pasada, nos gustaría aportar a los desafíos de la que se viene. No porque aquello carezca de importancia, sino porque hay bastante ya dicho y porque sentimos la necesidad de vislumbrar el horizonte para orientar mejor nuestra praxis política.
Obviamente, aún sin entrar en un detallado balance de la década, es necesario trazar una breve ubicación. MAREA Popular es parte de un entramado de organizaciones sociales y políticas que aspiran a la construcción una nueva izquierda popular, democrática, heterodoxa y latinoamericana; una izquierda que busca la recreación de un socialismo nuestroamericano del siglo XXI. Y la lectura que esta militancia no eclesiástica tiene del proceso kirchnerista es bien clara. Mejor dicho, es clara y bien fundamentada, por más que irrite por igual al camporismo (o al pejotismo) y a la oposición filo-liberal de “izquierda” o derecha.
El kirchnerismo fue un gran administrador del descontento popular post-2001, una consecuencia indirecta de aquella irrupción callejera, pero también de los miedos y el pedido de orden posterior. El comando kirchnerista de la recuperación económica post-devaluación fue la forma que adquirió la recomposición hegemónica de las clases dominantes, del Estado y del propio ciclo de negocios. Recomposición que supuso sustanciales modificaciones en la forma de ejercicio de esa hegemonía, que a partir de allí debió tomar nota de la organización popular, los reclamos sociales y un naciente nuevo mapa latinoamericano. De allí en más lo conocido. Primero Néstor y después Cristina atendieron a una serie de demandas postergadas, promovieron nuevos derechos sociales y políticos, reposicionaron al Estado como autoridad mediadora y como asignador de recursos, al mismo tiempo que ayudaron a perpetuar los intereses de una parte de los grupos económicos concentrados, locales y extranjeros, impulsando una estrategia político-económica que hemos llamado neo-desarrollismo. No hay extensión para el detalle, pero nos entenderemos fácil si decimos que esta década ha visto convivir la anulación de las leyes de impunidad con la aprobación de la ley anti-terrorista; la ampliación de derechos, como el matrimonio igualitario, con la perpetuación de un sistema político y una institucionalidad elitista y reacia a la participación popular; la AUH con el techo a la paritarias y la estigmatización del reclamo sindical; la recuperación de los fondos jubilatorios con una desastrosa política energética y una errática estrategia industrial. En fin, medidas parciales, limitadas y en algunos casos tardías, que no alcanzan a constituir una alternativa de desarrollo favorable a los sectores populares ni a atacar de manera estructural la dependencia nacional.
Por un lado, para los sectores populares esta ha sido una década ganada, y no hace falta adherir al relato oficial para sostenerlo. Si tomamos como referencia la desastrosa situación previa a la devaluación, las condiciones de vida de gran parte de la población trabajadora son mejores, se han conquistado pisos importantes en cuanto a conciencia política y valores culturales, y la organización popular ha logrado avances y se encuentra viva. En síntesis, los que queremos dejar atrás definitivamente la Argentina neoliberal estamos mejor para ir por más.
Por otro lado también es posible enfatizar que en esta década se han perdido muchas oportunidades, en el marco de un crecimiento económico importante, con precios favorables de las materias primas, con los factores de la derecha política largo tiempo a la defensiva y un contexto geopolítico mundial novedoso. Si posamos la mirada en la situación de nuestra industria, en la inexpugnable precarización de más de un tercio de la clase trabajadora, en la falta de soberanía sobre nuestros recursos y en la continuidad del saqueo y la contaminación, la hipótesis de la oportunidad perdida resulta al menos plausible. Es hora también de que el punto de referencia para evaluar lo conquistado deje de ser tan modesto: el 2001 constituyó en términos de indicadores sociales una de las catástrofes más grande de la historia argentina. Más bien creemos que deberíamos pugnar por instalar un punto de comparación más realista (y ambicioso) para evaluar la efectividad de la militancia y la prédica kirchnerista, pero sobre todo para mensurar de manera realista las correlaciones de fuerzas sociales.
En nuestra humilde opinión, el problema fundamental de los años por venir es que la Argentina que hoy tenemos sigue siendo tremendamente desigual, dependiente y saqueada, con una economía extranjerizada y concentrada en pocas manos, con una clase política mayoritariamente alejada del pueblo y sus necesidades. Terminar con ese país, cambiarlo de raíz, es el gran desafío de una nueva generación militante.
El 2015 como punto de inflexión
Sin embargo, lejos de esta mirada, en general la oposición critica al kirchnerismo por lo bueno que ha hecho, no por lo malo. Un triunfo antikirchnerista, para nada descartable en el 2015, puede entrañar retroceder en lo conquistado y renovar las miradas más conservadores y antipopulares.
No hay dudas sobre esto. No estamos dispuestos a regresar, a volver atrás, a perder efectivamente una década que se parió con la resistencia en los 90 y la rabia popular en aquel diciembre de 2001. Pero estamos también convencidos que no es profundizando “lo que hay” que trazaremos un camino estratégico para las fuerzas populares de nuestro país. Profundizar lo que hay es profundizar también elementos retardatarios que constituyen pilares del “modelo”: el saqueo de nuestros recursos naturales, una altísima rentabilidad empresaria incompatible con una efectiva redistribución de la riqueza, un sistema tributario regresivo, bolsones enormes de pobreza, entre muchos otros aspectos que no hay que “profundizar” sino desmantelar. Sin embargo, el principal problema de que la militancia popular kirchnerista asuma la idea de “profundizar el modelo” es que esto, en la práctica, supone la adhesión a un punto de equilibrio que ha tendido a consolidarse en su fase más conservadora, expulsando las posibles tensiones creativas de las que podía estar preñado el proceso. Todo proceso popular tiene contradicciones, tensiones, y de eso estamos seguros. No pretendemos construir una mirada purista, impugnadora del proceso actual en pos de revoluciones ideales o librescas. El problema es que el kirchnerismo ha tendido a resolver y estabilizar esas tensiones en una fase más bien conservadora del proceso. Y más aún, se ha detenido de manera muy cauta frente a ciertos poderes económicos y corporativos. Lejos de la propaganda liberal-conservadora, no “van por todo”, sino que más bien contemplan con cierta satisfacción y conformismo la obra de estos años. Y allí, más allá del propio balance de lo hecho, no hay entonces potencialidad para derribar las barreras que han quedado en píe protegiendo a la Argentina del pasado. Un ejemplo: el 25 de mayo último la presidenta habló de organizarse, de empoderar al pueblo para defender las conquistas. Bienvenido sea como interpelación pero, ¿cuáles fueron las medidas que durante estos años dieron concreción a esa apuesta? ¿Cómo se articula esa convocatoria con una lógica de construcción verticalista, una militancia donde la crítica es excepción y se refuerzan las estructuras políticas tradicionales?
Es imposible no pensar el 2015 como un punto de inflexión. Se ha convertido en un año polisémico: algunos sueñan con el fin del kirchnerismo, otros con la profundización del proyecto en curso y otros con su reemplazo por izquierda. Lo que es indudable es que se abre la posibilidad de una re-estructuración significativa del mapa político. Por primera vez desde el 2003 la continuidad directa del proyecto kirchnerista estará puesta en duda, a menos que una improbable reforma constitucional habilite la reelección. En este marco, las hipótesis sobre de qué manera el actual comando gubernamental enfrentará dicha situación son muchas. ¿Acuerdo con algún sector del PJ cediendo posiciones e incluso el timón? ¿Un candidato propio y puro en un juego más arriesgado, a todo o nada?
En concreto son muchos los motivos de preocupación para nuestro pueblo, ya que las principales alternativas con capacidad de disputa suponen una salida retardataria. Por un lado el propio PJ ha generado posibles figuras de recambio por derecha, algunas incluso dentro del gobierno, como Scioli o Massa, y otras por fuera como De la Sota o De Narváez. Habrá que esperar para ver qué acuerdos o no se tejen entre este sector y otras expresiones de la nueva derecha como Mauricio Macri. En este marco el llamado progresismo viene en un explícito giro a la derecha, asumiendo como eje de su confrontación con el gobierno un discurso republicano, liberal y anti-corrupción. Más allá de las coyunturas hay algo que está claro: ningún refrito de la nefasta Alianza puede suponer una alternativa por izquierda al kirchnerismo y, a no engañarse (ni engañar a los demás), la estrategia de Binner, de Carrió y de la UCR no lleva a otro lugar que a ese.
Frente a este escenario resulta imprescindible la emergencia de un proyecto político emancipatorio, de carácter popular, alcance nacional y con una perspectiva de liberación. Un movimiento político y social que reúna a las organizaciones populares que dan batalla en los territorios y a todos aquellos con vocación de cambio revolucionario. Que asuma la militancia de base y el sólido enraizamiento social como condición pero que lo haga en la perspectiva de una disputa contra y por el poder del Estado. Que construya poder popular como parte de una guerra de posiciones por la imposición de una nueva hegemonía de los de abajo.
Eso supone buscar la confluencia de las experiencias militantes de la izquierda independiente y social que de un tiempo a esta parte intentan proyectar sus construcciones a la disputa política global; de expresiones de izquierda tradicional que logren superar su dogmatismo y sectarismo serial; de espacios que vienen aportando en el llamado progresismo no kirchnerista, vinculados entre otras a la experiencia de la CTA y de Proyecto Sur; y, por supuesto, de una parte de la militancia popular que ha participado de la experiencia kirchnerista pero que no está dispuesta a resignarse a los límites que el propio “proyecto nacional” parece autoimponerse.
Una alternativa de esas características no se generará de la noche a la mañana ni a partir de ningún acuerdo de cúpulas a puertas cerradas. Se debería pensar como la síntesis de un proceso de lucha, construcción, debate y elaboración de cientos de organizaciones que, a lo largo de estos años, hemos transitado diversas experiencias pero compartimos un compromiso con nuestro pueblo y un horizonte de liberación.
Nuestra apuesta en 2013
Desde MAREA Popular nos proponemos humildemente aportar a esta tarea desde nuestra militancia en cada barrio, universidad, colegio o lugar de trabajo, es decir, construyendo día a día poder popular para el cambio social. Haciendo esto de la manera más nacional posible, intentando construir organización en cada una de las provincias de nuestro país. Pero, desde hace muy poco, estamos también en condiciones de aportar a esa perspectiva en el terreno de la disputa político-institucional, terreno limitado y hostil si los hay para las fuerzas populares, pero que evaluamos como imprescindible para la construcción de un proyecto de mayorías. Hemos avanzado en este terreno en Capital Federal y en Luján (Pcia. de Bs. As.) junto con una serie de organizaciones de la izquierda independiente, pero sabemos que para ir por el proyecto emancipador al que aspiramos no alcanza con la unión de los que pensamos igual. Es necesario juntarse con otros, articular esfuerzos con los que piensan distinto, con los que tienen otras identidades, pero con los que es posible asumir un piso de acuerdos programáticos y un método de trabajo democrático.
Es en este marco que junto a varias organizaciones de la izquierda independiente hemos definido avanzar en una alianza electoral con Buenos Aires para Todos para las elecciones legislativas de la Ciudad de Buenos Aires. Entendemos que este acuerdo expresa la posibilidad de visibilizar un espacio por fuera de las estructuras políticas tradicionales, basado en la militancia social y orientado a transformaciones de fondo para cambiar la Argentina.
MAREA Popular y Buenos Aires para Todos venimos transitando experiencias políticas distintas y tenemos orígenes ideológicos diversos, esto no es un secreto para nadie. Nosotros no acordamos con apuestas políticas como el FAP que terminan mezclando a sectores de la militancia popular con salidas netamente sistémicas que se ubican incluso a la derecha del propio gobierno nacional, como es la experiencia de Binner y el PS. En esta y otras cuestiones hay debates abiertos con los compañeros. Sin embargo, transitamos un momento político muy complejo, donde muchos procesos se encuentran abiertos y muchos debates por saldar. En esta coyuntura, valoramos positivamente que frente al giro a la derecha de gran parte del progresismo porteño (incluyendo a los integrantes del FAP y a Pino Solanas con su vergonzosa alianza con Carrió), Buenos Aires para Todos se haya negado a cerrar acuerdos con sectores conservadores y plantee la necesidad de una alternativa que supere por izquierda la experiencia del kirchnerismo. Es sobre esa base que avanzamos en la construcción de acuerdos. Y también con la convicción de que, más allá de las diferencias, es la voluntad de construir una alternativa para nuestro pueblo, rompiendo con los viejos dogmas del sectarismo y la mezquindad, lo que nos impulsa en la búsqueda de mayor unidad.
Por otro lado, este frente surge de una lectura compartida del momento político y de un acuerdo programático sólido: vamos por la distribución de la riqueza afectando la ganancia empresaria y por una reforma impositiva integral; vamos por la recuperación de nuestros recursos estratégicos y contra el saqueo y la contaminación; vamos contra la tercerización y la precarización laboral, por democracia sindical; vamos por más democracia popular, protagónica y participativa; vamos por una integración latinoamericana desde los pueblos y los movimientos sociales, en la senda de los procesos más avanzados del continente. Por último, entendemos que este acuerdo constituye una oportunidad invaluable de visibilizar una izquierda nueva, una nueva generación militante y una nueva forma de construcción política que, lamentablemente, suele estar invisibilizada en la agenda mediática y por lo tanto sin capacidad de interpelación a las grandes mayorías.
Este frente constituye un primer paso en el camino hacia un reagrupamiento de las fuerzas populares. Nuestras actuales experiencias constituyen un paso táctico pero importante en el marco de la construcción de una herramienta política estratégica. ¿Cómo será el camino? Aquí no hay verdades reveladas, sino un sendero abierto, un proyecto en construcción del que todos y todas podemos ser parte. Lo transitaremos con la convicción de estar aportando humildemente a la construcción de un nuevo proyecto socialista para el siglo XXI, de una nueva Argentina más democrática, igualitaria y emancipada.
Por otro lado, las propuestas concretas con que se van a encarar las elecciones:
Propuestas
Democratización
Ya es tiempo de cambiar aquello de que “el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes”. El descrédito de la política y el escepticismo son parte de la herencia de la larga noche neoliberal, así como el desmantelamiento del Estado y la Constitución neoliberal fruto del Pacto de Olivos fueron sus consecuencias institucionales. Sin embargo nuestro pueblo reaccionó en el 2001 y a esta altura ya mucha agua corrió por debajo del puente.
Por eso creemos que estamos en condiciones de superar la democracia formal y construir
una democracia popular, participativa y protagónica. Cuestionamos la idea de que los políticos profesionales y los técnicos especializados son los únicos capaces de conducir los destinos del país. Queremos que los funcionarios públicos y los políticos vivan como cualquier hijo de vecino, como nosotros. Y queremos construir los mecanismos institucionales adecuados para impulsar ese verdadero protagonismo popular.
Para eso proponemos:
- Revocabilidad, mediante el voto popular, de todos los cargos públicos electivos, incluida la figura del Presidente; plebiscitos vinculantes para tomar decisiones estratégicas.
- Salarios de los funcionarios públicos similares a los de un maestro o una enfermera. E incorporar la exigencia de que se atiendan en el sistema de salud pública y de que sus hijos asistan a la escuela pública.
- Asamblea Constituyente que incorpore a nuestra Carta Magna amplios derechos como la soberanía nacional y popular sobre los recursos naturales estratégicos, los derechos de los pueblos originarios a la tierra y a su cultura, los derechos de las mujeres y de todas las identidades de género y los derechos de la Naturaleza, entendiendo al ser humano como parte de la misma y bregando por el respeto al medio ambiente.
Soberanía
La economía argentina se caracteriza por una gran presencia del capital extranjero. Por ejemplo en 2011 representó el 80,4% del valor generado por las 500 empresas más grandes del país. Esto es así desde los años noventa pero en la última década esta situación no fue revertida sino consolidada. Lejos de ser una ayuda para el desarrollo nacional esta situación termina por impedirlo y someternos a las decisiones de grandes multinacionales o de gobernantes extranjeros.
- Para avanzar en la búsqueda de soberanía y alcanzar la independencia económica, proponemos limitar el accionar del capital extranjero en la economía, modificar las leyes y tratados vigentes y así sentar las bases para lograr un desarrollo económico autónomo.
Por otro lado la inmensa riqueza natural de nuestro territorio no está en manos del pueblo sino de grandes multinacionales que solo operan en función del lucro, bajo lógicas de saqueo queno están dentro del marco de algún plan de sustentabilidad ambiental. Consideramos que los bienes naturales son recursos estratégicos de nuestro país, por lo que la decisión de cómo se utilizan debería estar en manos del Estado, con la permanente participación popular, en particular de las comunidades más afectadas por las actividades extractivas.
- Ante el avance de la sojización en el campo pensamos que debe recuperarse la nacionalización del comercio exterior de granos. Ello permitiría favorecer la diversificación de la producción, fomentar la pequeña agricultura familiar y campesina y garantizar la soberanía alimentaria. A su vez, pondría a disposición del Estado una enorme masa de dinero que podría utilizarse en políticas de redistribución del ingreso, inversiones en infraestructura, etc.
- Rechazamos la mega minería a cielo abierto. Creemos que es necesario someter a decisión popular mediante plebiscitos o consultas la continuidad y apertura de cualquiera de estos emprendimientos, empezando por tener en cuenta la opinión de las comunidades afectadas. Y modificar la legislación minera de origen neoliberal, para terminar con el saqueo de nuestras riquezas por parte de las grandes empresas transnacionales.
Igualdad
La lucha por una justa distribución de la riqueza se impone en un país que sufre una desigualdad social estructural. Si tomamos como punto de partida el crítico escenario del 2001, todos los índices relativos a la pobreza e indigencia han mejorado. Sin embargo, tras diez años de crecimiento económico, hoy en día la pobreza alcanza al 19% de la población, esdecir, que más de 7 millones de argentinos son pobres. Ante una desigualdad estructural son necesarios cambios también estructurales.
Una estructura impositiva progresiva se define a partir de una sencilla fórmula: el que tiene más, paga más. Sin embargo, en nuestro país hoy rige la versión contraria: el que tiene menos, paga más. Es así como buenas políticas como la Asignación Universal por Hijo o la ampliación de las jubilaciones se ven limitadas por esta verdadera fábrica de desigualdad.
Además, a diferencia de otras épocas, hoy es usual encontrar trabajadores que a pesar de cobrar su sueldo todos los meses viven en condiciones de pobreza.
- Por eso proponemos una Reforma Tributaria basada en la:
Eliminación del IVA de los productos de la canasta básica – Restitución de los pagos de aportes patronales a los niveles de los años 90 – Incorporación del impuesto a la herencia a nivel nacional – Impuesto a la renta financiera.
- Salario mínimo vital y móvil igual a la canasta familiar.
Trabajo Digno
El asesinato del joven militante Mariano Ferreyra puso en el debate público el tema de la tercerización laboral como un mecanismo muy utilizado por las empresas para explotar al trabajador. En otros casos es todavía peor, cuando la informalidad y el trabajo en negro son la vía mediante la que se evaden impuestos y se restringen al máximo los derechos gremiales y la remuneración económica de los laburantes. Se calcula que alrededor de uno de cada tres trabajadores sufre alguna de estas formas de precarización en su trabajo. Incluso el Estado Nacional contrata de esta manera a una parte significativa de sus empleados. Y en la juventud la situación se agrava.
Por otro lado si bien los niveles salariales son hoy en promedio mejores a los del 2001, al igual que la tasa del desempleo; comparados con otras épocas de nuestra historia aún estamos muy atrás. La rentabilidad de los grandes empresarios, en cambio, fue muy superior a la de los años noventa en esta primera década del siglo XXI.
- Por eso si llegamos al Congreso vamos a proponer una Ley Nacional contra las Tercerizaciones, que impida la utilización de esta figura para el fraude a los trabajadores.
- Fomento a la libre organización gremial para defender y mejorar las condiciones de trabajo de los laburantes.
Vivienda
A pesar de que la Ciudad de Buenos Aires vive hace tiempo un boom de la construcción, no se trata de una respuesta a la creciente demanda social de más y mejor vivienda, sino que se estructura en función de las posibilidades directas de ganancia. Eso queda demostrado por las más de 150.000 viviendas ociosas que existen mientras en 2010 llegaban a 110.000 las familias que no poseen un hogar digno. Por otro lado el precio de los alquileres aumenta de manera abusiva por fuera de cualquier regulación estatal, mientras crecen los valores de las propiedades y también las dificultades para acceder a los pocos créditos hipotecarios existentes. Finalmente nunca existió voluntad política para llevar adelante la urbanización de las villas y en el caso del macrismo, priman las escasas asignaciones presupuestarias, la subejecución de las partidas existentes y las graves falencias en la ejecución de los programas.
Plan Integral, planificado y centralizado de vivienda, con un rol protagónico del Estado basado en:
- Impuesto a las viviendas ociosas. Se trata de gravar a las viviendas que se encuentran en desuso con un impuesto creciente en función del tiempo en que se encuentra deshabitada.
- Urbanización de villas. Intervención del Estado para la provisión de agua, cloacas, luz y gas así como para favorecer la accesibilidad a los barrios más carenciados con la diagramación de calles, la incorporación de transporte público y el tendido de alumbrado. También, debe impulsarse la entrega de títulos de propiedad con una cláusula de no venta o alquiler, para evitar que sean sometidas a la especulación.
- Regulación de alquileres y Construcción de viviendas. Rebajar las comisiones inmobiliarias, ampliar los plazos mínimos de alquiler y establecer precios máximos por barrio. Encarar un plan de construcción de viviendas para las comunas del sur de la ciudad y garantizar la ampliación de los créditos hipotecarios y la reducción de los requisitos para acceder a los mismos.
- Creación del Ministerio de Vivienda y Hábitat.
Disculpas que no sé cómo poner "en oculto". Saludos.