Argala, que vuelves a hacernos pasar un copipasteo por un texto de tu autoría, en este caso lo copias de aquí:
http://kntrakultura.blogspot.co.at/2014/04/es-el-estado-espanol-un-estado-fascista.html
Se te ha repetido que la propia pregunta está mal formulada, "fascismo de Estado" es como decir "humano de planeta Tierra".
Lo de definir a Podemos como muleta del fascismo hispano es ya el cachondeo padre, pero no se preocupe, le voy a responder a su estilo, pero esta vez sí, mentando autoría. Prepárese para ser ridiculizado:
Veamos uno por uno los argumentos de los que sostienen que nos encontramos en una dictadura burguesa de tipo fascista y desmontémoslos uno por uno.
Quizás uno de los más empleados es la inexistencia de un proceso abierto constituyente en la transición, lo que para nuestros revisionistas supone que no hubo una ruptura con el franquismo. A esto se le añade la continuación de muchos personajes políticos del viejo régimen en la democracia burguesa, lo que para estos señores quiere decir que la base fascista no ha sido eliminada, estos son sus argumentos. Comencemos por el proceso constituyente, si bien es cierto que la Constitución no fue creada en un proceso conocido como tal, en la creación de ésta participaron las distintas representaciones de las burguesías periféricas, pequeña burguesía y la facción de la burguesía monopolista que se oponía a ese tipo de dictadura, además de los elementos reformistas procedentes del propio régimen. Un sistema fascista no permitiría en ningún momento la participación en la creación de la Constitución de estos elementos puesto que supondría una pérdida total del poder por parte de la burguesía dominante pro-fascista haciéndola pasar a elementos que se veían perjudicados por el régimen, ya que en un Estado fascista todo el poder reside solamente en la facción de la burguesía que es afín al régimen y no se halla repartido con el resto de elementos burgueses. Por lo tanto los sectores más distintos de la burguesía se vieron reflejados en la Constitución, evidentemente la burguesía monopolista con mucho más protagonismo al encontrarnos en la fase imperialista, pero el resto también, sentando las bases de una democracia burguesa en la fase superior del capitalismo. Hay que recordar que para el capital la mejor forma de dominación es la democracia burguesa, pues ésta da una apariencia de libertad al proletariado explotado, amortiguando en gran medida la agudización de la contradicción entre clases a través del uso de sindicatos y otros instrumentos que no escapan del marco burgués y sirven para concentrar masas para el capital. Mas los intentos de amortiguar la contradicción entre clases también se pueden encontrar en el corporativismo fascista, pero donde reside la gran estrategia del capital en la democracia burguesa es que dona cierta libertad a las facciones de la burguesía no pertenecientes a la burguesía financiera, evitando posibles alianzas entre éstas y el proletariado para su derrocamiento y consiguiendo fuertes aliados para la manutención de la dictadura del capital sobre el proletariado. Estas facciones de la burguesía que debido a las limitaciones productivas y de libertades que el fascismo les imponía se mostraban contrarios a él, participaron en la creación de la Constitución española. Si se tratase de un Estado fascista esto no ocurriría, como explicamos anteriormente, ya que la burguesía monopolista que se encontrase a favor del régimen sería la única que poseería el poder, pero al virar hacia una democracia burguesa en la fase superior del capitalismo, el resto de facciones burguesas y la aristocracia obrera tuvieron voz y voto en la creación de la Constitución. La participación de todos los actores burgueses en la creación de las leyes que regirían la nueva dictadura no fue un más que un paso adicional en el proceso de “autodestrucción” del franquismo, esta vez a través de la transmisión del poder a distintas facciones de la propia burguesía monopolista (las periféricas a destacar) y permitiendo a la pequeña burguesía, aristocracia obrera y otras facciones burguesas representar sus intereses. Este proceso de reforma no fue fruto de la “voluntad” del franquismo en transformarse, sino que fue un cambio marcado por la presión internacional y por la necesidad del desenvolvimiento económico, mientras que fue dirigido por una burguesía monopolista que ya no necesitaba del fascismo para mantener el poder, es más, éste le perjudicaba de cara al exterior e internamente también, ya que impedía acuerdos económicos con la burguesía extranjera y provocaba conflictos con sus aliados de clase, lo cual les volvía más débiles en una etapa de descomposición del capitalismo, donde necesitan que todos los actores burgueses estén al lado de su dictadura del capital y no representen una amenaza para su poder. Por lo tanto el proceso de viraje hacia una estructura y superestructura democrático burguesas rompiendo con las fascistas, no fue por la intención del régimen, sino por los deseos se una burguesía dominante interna que se veía limitada y por los intereses de una burguesía extranjera que buscaba en España un aliado ante la formación de los dos bloques imperialistas del momento (EEUU – URSS). La presión internacional a España para que se fuese integrando en las formas económicas del resto de países del bloque imperialista occidental mientras abandonaba las fascistas jugó un papel determinante en el proceso de reforma. Este cambio progresivo hacia la democracia burguesa nos lleva hasta el punto que hemos descrito de creación de la Constitución, un proceso totalmente reformista pero que rompe con las bases fascistas del Estado. De todos modos siempre quedará el argumento de que esta en esta constitución nunca participó el pueblo, la realidad es que sí, en un primer momento en la creación de la Constitución a través de la elección de los representantes políticos y en un segundo momento a través del Referéndum para la ratificación de la Constitución Española en 1978, donde la opción reformista, la opción de una ratificación de la Constitución venció aplastantemente con el 87,78% de los votos a favor. En caso de encontrarnos en un Estado fascista las masas no podrían haber expresado su opinión de cara a la Constitución, si bien esta opinión estaba muy limitada en el marco burgués y marcada por el miedo sufrido durante la dictadura, era una opinión típicamente denominada como un derecho democrático burgués, el derecho a decidir, algo muy distinto a lo que se puede encontrar en un régimen fascista, donde este tipo de tareas democrático burguesas son irrealizables. Aquí puede que aparezca el argumento de que en el franquismo también existieron referéndums. Por supuesto que en la etapa de Franco hubo ciertos intentos referéndums, mas éstos aparecen a partir la progresiva reforma de la infraestructura y superestructura fascistas con la liberalización de la economía y la entrada en los organismos internacionales, en un primer momento los referéndums están totalmente encapsulados bajo las características del fascismo (votan solo cabezas de familia o cierta gente escogida previamente), será en un segundo momento cuando se denota cierta libertad en ellos, esto tiene que ver con que la progresiva transformación que sufre el régimen fascista a partir del 1954 hacia la democracia burguesa que señalábamos anteriormente, esta variación se va haciendo más y más importante puesto que el cambio de las bases económicas fascistas ya ha mutado considerablemente. No existió un proceso constituyente como tal porque la vía escogida en el caso del Estado español fue la vía reformista y no de ruptura, esto no quiere decir que las bases fascistas no fuesen eliminadas, puesto que como mencionamos arriba, a partir de 1954 comienzan a variar las bases económicas, con profundos cambios a través de la progresiva inmersión en el bloque imperialista occidental teniendo como principal aliado a los Estados Unidos, ejemplo de esto serán los Planes de Estabilización Económica de 1959, que procurarán una liberalización de la economía, abrirse al mercado exterior y en resumen ir mutando las bases económicas del fascismo cara las de la democracia burguesa, ya que a partir de este momento las distintas facciones burguesas comenzarán a conseguir pequeños privilegios, otro ejemplo será la entrada en organismos internacionales, que mutarán completamente las bases económicas sentadas tras la Guerra Civil, pero las bases políticas también se verán transformadas en este proceso con una progresiva apertura cara una mayor libertad de las distintas burguesías, como por ejemplo vemos en el comienzo de un amago de elecciones con las votaciones a las Cortes Franquistas, siempre muy limitadas. Esta variación en las estructura y superestructura fascista desemboca en una mayor permisividad que permitió el comienzo de un movimiento de oposición al régimen, esto no quiere decir que la represión cesase, ya que se siguió cobrando muchas vidas ya que al fin y al cabo continuaba siendo una dictadura de la burguesía bajo la forma de Estado fascista, pero sí que es cierto que el control sobre la oposición se debilitó considerablemente, debido a este progresivo proceso de destrucción de la vieja forma de dominación de la burguesía en España virando hacia la democracia burguesa, con el fin de aprovecharse de los beneficios que esta les otorgaba. Este proceso continuó hasta el año 1977 cuando ante los movimientos de los cuadros franquistas más inteligentes (en cuanto a los intereses de su clase), como Adolfo Suárez, las instituciones políticas del régimen se acabaron por inmolar, con el fin claro de llegar a la democracia burguesa. Este proceso fue siempre dirigido por la burguesía financiera y acorde a sus intereses, Adolfo Suárez fue una marioneta más del capital que sirvió a los intereses de su clase de la forma más adecuada, acabando con el régimen que lo había impulsado hasta su puesto. Esto no fue una traición, como dirían nuestros revisionistas, simplemente fue un acto acorde a su ideología de clase, las bases económicas y políticas del franquismo ya habían virado lo suficiente cara la democracia burguesa debido a que suponían un impedimento para la burguesía de cara a la productividad y el mantenimiento del poder, los explotadores que habían comenzado con el cambio en 1954 para satisfacer sus intereses querían finiquitar el trayecto reformista para poder conseguir sus objetivos, el fascismo era perjudicial para la burguesía en ese momento, era la hora de fulminarlo y eso se hizo a través de los siguientes procesos: En 1976 aparece el proyecto de la Ley para la Reforma Política, este proyecto tiene como objetivo liquidar las instituciones fascistas y llegar a unas elecciones que supondrían el primer paso para la creación de la Constitución. La aprobación de esta ley suponía que los mismo que debían ratificarla firmaban al mismo tiempo su sentencia de muerte, se trataba de las Cortes Franquistas. La burguesía financiera manejó todo este proceso, consiguiendo que sus intereses se viesen representados de tal forma que unos de los últimos bastiones del fascismo fue destruido por sus propios actores. El 18 de noviembre de 1976 la Ley para la Reforma Política fue aprobada por las Cortes Franquistas, esto supuso la destrucción de unos de los órganos estatales fascistas y un paso fundamental para completar el viraje hacia la democracia burguesa. Poco después, el 15 de diciembre del mismo año la ley sería ratificada por la población en un referéndum, de nuevo este referéndum estaba totalmente limitado en el marco burgués, pero ese era el objetivo apuntalar las típicas tareas democráticas burguesas, como el derecho a decidir. Esta reforma también supuso el acercamiento de la facción de burguesa dominante con el régimen al resto de las facciones burguesas, se puede decir que de aquí nació todo el proceso de creación de la Constitución del que hablábamos antes. Por lo tanto podemos ver que las instituciones franquistas fueron destruidas viendo su inutilidad para los intereses de su clase, la burguesía no necesitaba más del fascismo, la democracia burguesa le otorgaba una mejor posición. A la burguesía monopolista no le convenía seguir manteniendo el régimen, las limitaciones productivas de cara al exterior que les seguía imponiendo pese a la apertura, los conflictos con el resto de facciones de la burguesía, y el peligro de una pérdida del poder les obligaba a mutar cara una democracia burguesa. De esta forma se aseguraban continuar en el poder debido a que un proceso reformista del régimen no les haría daño y también conseguían lo que señalamos arriba en el texto, una apariencia de cierta libertad que suavizase la contradicción burguesía-proletariado en esta época, la de la revolución socialista. Aquí es donde entra la segunda parte del argumento que vimos al principio, que ciertos elementos del franquismo continuaron en la “democracia”. Evidentemente que continuaron, puesto que eran marionetas del capital y tanto el fascismo como la democracia burguesa son dictaduras del capital sobre el proletariado. Las bases económicas y políticas mutaron como expresamos antes, los individuos no, pero una personalidad no marca el carácter de un aparto estatal: si se siguió la vía reformista fue por algo, para que el poder lo siguiesen manteniendo los mismos, pero con distintas reglas de juego, unas reglas que permiten a la burguesía financiera una mayor libertad de comercio y producción, las reglas de la democracia burguesa, por lo tanto claro que no existió una depuración de cargos, pero esto no significa que el sistema no cambiase, la realidad es que la estructura y superestructura cambiaron y son estas las que marcan el carácter de un Estado y no ciertos individuos. Este planteamiento es peligroso al igual que antimarxista. En Alemania fueron varios los cargos del antiguo partido nazi que pasaron a formar parte de otras formaciones pese a la vía rupturista que allí se tomó, esto no significa que Alemania sea fascista ni mucho menos, su estructura y superestructura no lo son, cambiaron a la democracia burguesa en la fase superior del capitalismo, igual que pasa en el Estado español. Hasta aquí hemos tratado los dos argumentos referidos a la ruptura con el franquismo, ha quedado bastante especificado que pese a no existir la ruptura como tal, existe una progresiva reforma de las bases económicas y políticas que modifican la estructura y superestructura del régimen haciéndolo virar cara a la democracia burguesa y alejándolo del fascismo al cual nuestros queridos revisionistas lo quieren acercar.
El siguiente argumento que podemos encontrar es la gran represión que ejerce la burguesía española contra los comunistas y cualquier movimiento que atente contra el poder de la burguesía monopolista, aquí se incluye la existencia de presos políticos, ilegalización de destacamentos comunistas o la limitación de la libertad de prensa. Bien, como explicamos antes, esto continúa siendo una dictadura del capital burgués, por lo tanto la burguesía dirigente, en este caso la financiera, siempre va ejercer la represión contra todo aquello que altere sus dominios. La represión no es una característica propia del fascismo, sino de la dictadura burguesa, que en su forma de democracia burguesa en la fase superior del capitalismo alcanza unos altos niveles de represión, cabe recordar que es una etapa de reacción del capital, la contradicción burguesía-proletariado se ha agudizado hasta el punto en el que nos hallamos en la época de la revolución socialista, la burguesía ante esta situación protege su poder con lo que sea, con la represión que en cada momento le sea necesaria para seguir manteniendo el poder. En las democracias burguesas como dictadura del capital que son siempre va existir represión hacia el proletariado y hacia el movimiento comunista, ya hablaba Lenin de ello en el 1919, cuando sacaba la tesis sobre la democracia burguesa:
“La historia de los siglos XIX y XX nos ha mostrado ya antes de la guerra qué es de hecho la cacareada “democracia pura” bajo el capitalismo. Los marxistas siempre han dicho que cuanto más desarrollada y más “pura” es la democracia, tanto más franca, aguda e implacable se hace la lucha de clases, tanto más “puras” se manifiestan la opresión por el capital y la dictadura de la burguesía. E1 asunto Dreyfus en la Francia republicana, las sangrientas represalias de los destacamentos mercenarios, armados por los capitalistas, contra los huelguistas en la libre y democrática República de Norteamérica, estos hechos y miles de otros análogos demuestran la verdad que la burguesía trata en vano de ocultar, o sea, que en las repúblicas más democráticas imperan de hecho el terror y la dictadura de la burguesía, que se manifiestan abiertamente en cuanto a los explotadores les parece que el poder del capital se tambalea.”2
“En todo el mundo civilizado se deporta hoy a los bolcheviques, se les persigue, se les encarcela, como ha ocurrido en Suiza, una de las repúblicas burguesas más libres; en Norteamérica se organizan contra ellos pogromos, etc. Desde el punto de vista de la “democracia en general” o de la “democracia pura” es verdaderamente ridículo que países adelantados, civilizados, democráticos, armados hasta los dientes, teman la presencia en ellos de un puñado de personas de la atrasada, hambrienta y arruinada Rusia, a la que en decenas de millones de ejemplares los periódicos burgueses tildan de salvaje, criminal, etc. Está claro que la situación social que ha podido engendrar tan flagrante contradicción es, de hecho, la dictadura de la burguesía.”
Como vemos hasta en la más liberal de las democracias burguesa existía represión hacia los comunistas, incluida la existencia de presos políticos, y es que la democracia burguesa, como dictadura sobre el proletariado que es, impedirá que los propagadores de la ideología revolucionaria de las masas trabajadoras puedan campar a sus anchas, de todos modos en caso del Estado español los presos políticos comunistas están en la cárcel no por su línea revolucionaria, sino por sus métodos terroristas pequeño burgueses, los cuales incomodan a la burguesía y a las masas, lo que origina una persecución de estos sujetos y un apoyo total por parte de la población, que legitima esta persecución, y es que la burguesía monopolista lo tiene claro, debe proteger su poder. En la fase imperialista del capitalismo las distintas facciones de la burguesía y la aristocracia obrera siempre le ayudarán a proteger el aparato estatal burgués del proletariado, no hace falta buscar mucho para ver casos como el de Rosa Luxemburgo, vendida por los socialdemócratas en una democracia de las más liberales de Europa de su época. Aquella Alemania no era fascista, era un Estado imperialista que se quería proteger de la ofensiva de los comunistas y para ello empleó todas sus armas contra el poder proletario, el capital siempre va a ejercer una reacción total contra toda efervescencia de aquellos que atenten contra su poder. En el aparato estatal español claro que hay presos políticos y destacamentos comunistas ilegalizados, como es habitual en cualquier democracia burguesa, esos destacamentos o individuos no se ajustaban a las normas del parlamento burgués, mas en la mayoría de los casos fue su línea totalmente desviada del marxismo la que los llevó a acabar en donde están actualmente. No se cuestiona su sacrificio por el comunismo, simplemente se señala que ha sido totalmente en vano, ha sido una confrontación totalmente inútil contra la burguesía que ha quemado a un gran número de cuadros comunistas y todo debido a una línea con unas desviaciones teóricas propias de cualquier liquidacionista del marxismo. No entraremos en este trabajo a señalarlas todas, pero si hay una que destaca entra la mayoría de los presos políticos comunistas es la valoración de la dictadura burguesa en España como fascista, lo que les llevó a una estrategia totalmente errónea que desemboca en que hoy muchos de ellos se hallen presos. Pero es que la existencia de presos políticos o la ilegalización de destacamentos comunistas no ha de sorprendernos ni un ápice, la burguesía es quien posee el aparato estatal y lo empleará siempre para reprimir, sobre todo si se enfrenta a los métodos terroristas pequeño burgueses, ya que va encontrar una total legitimación de las masas en cuanto a la represión, más incluso si le sumamos la derrota histórica del marxismo, que impulsó al Estado de Bienestar como la aparente única vía existente de sistema. La forma de dominación de la burguesía española en la actualidad es una dictadura burguesa sobre el proletariado y una democracia para ciertas facciones de la burguesía, el resto de actores (las distintas facciones de la burguesía y la aristocracia obrera) sufren la represión de la burguesía dirigente pero al mismo tiempo son aliados de esta contra el proletariado debido a que la burguesía imperialista les da ciertas ganancias para evitar el conflicto entre ella y para tenerlos como aliados contra un posible nuevo poder proletario, además de esta forma se frena la descomposición del capitalismo. Por lo tanto el Estado burgués al completo oprime a las masas profundas del proletariado y en su defecto a los que pueden dotar al proletariado de una ideología que les haga tomar el poder, los comunistas. Esta represión en la fase del imperialismo alcanzará todos los niveles posibles con el fin de frenar todo movimiento, pero esto no significa que estemos en un régimen fascista como algunos se empeñan en hacernos creer, en el régimen fascista la represión del aparato estatal se extiende a toda la población exceptuando las facciones de la burguesía monopolista pro-fascistas, pero en el Estado español esto no se da, ejemplo claro es Podemos, una organización propia de la aristocracia obrera y de la pequeña burguesía que está ascendiendo de tal forma que puede llegar a tomar el poder. La propia burguesía monopolista no puede reprimirlos puesto que como explicamos antes los necesita como aliados frente al poder proletario, pero al mismo tiempo sí puede limitar sus privilegios y reprimirlos hasta cierto punto, a través por ejemplo de los medios de comunicación. Mas el ascenso de este tipo de organización no asusta realmente a la burguesía monopolista pues aunque pueda que pierdan cierto poder frente alguna nacionalización, se van a mantener como los mayores dirigentes, porque es su capital quien manda, no Pablo Iglesias y sus aristobreros, la gran burguesía incluso apoya el ascenso de Podemos puesto que es un soplo de aire fresco, da de nuevo esa sensación de libertad propia de la democracia burguesa, dona más privilegios y libertades a las clases representadas por Podemos, le hace sitio entre la facción burguesa monopolista a ciertos elementos de facciones representadas por Podemos que pasarían a ser nuevos gestores del capitalismo imperialista, pero al mismo tiempo mantiene su poder, al que Podemos no piensa atacar. Solo supondría una nueva forma de gestión del capitalismo, la forma de gestionarlo de la aristocracia obrera, no recibiendo migajas del pastel imperialista sino recibiendo ya un pedazo del pastel, y entrando, como se explica arriba, en la facción de la burguesía monopolista. Sería el intento de recuperar aquello que se perdió, el Estado del Bienestar, ese es el objetivo de Podemos y la aristocracia obrera, que tras el fracaso del neoliberalismo a nivel mundial, con la llegada de la última crisis financiera, significan tanto para las facciones de clase que representan como para la burguesía monopolista una oportunidad de volver a un viejo orden previo a la crisis donde todos los elementos burgueses poseían un mayor beneficio imperialista, donde el nivel de vida en los países imperialistas era superior en todos los aspectos al actual. Como vemos a la burguesía monopolista no le asusta que las otras facciones de clase asciendan (caso Podemos), sino que incluso las apoya, esto se halla completamente relacionado con que el capitalismo se encuentra en su fase de descomposición, lo que provoca que la facción de la burguesía que domina busque como aliados al resto de facciones burguesas y aristocracia obrera para frenar la ruptura de su sistema y para contar con su ayuda para proteger el aparato burgués de cualquier ofensiva, para ello les proporciona un mayor beneficio, privilegios y libertades de su ganancia imperialista, es la forma que tiene la burguesía monopolista de ganarse la lealtad de estas clases con el objetivo de defender su poder. En un régimen fascista esto no ocurriría, solo las facciones dominantes de la burguesía tendrían democracia, el resto sufrirían una total represión, sin lugar a posibles tomas del poder o de expresión. La burguesía española decidió que su mejor forma de dominación era la democracia burguesa, lo que suponía quizás una pérdida de la centralización del poder en beneficio del resto de facciones de la burguesía pero que al mismo tiempo suponía la suma de aliados para la defensa de su poder y una forma de evitar el conflicto dentro de su propia clase y contra el proletariado. Puede que sea muy redundante, pero es necesario recordar que el capitalismo se halla en una fase de reacción y la burguesía monopolista empleará todas sus armas para frenar su derrota, el dar una apariencia de mayor libertad abandonando el fascismo y transformándose en una democracia burguesa es una de ellas. De esta forma la alienación del proletariado es mucho más potente y sencilla, al mismo tiempo que no sufren ataques realmente peligrosos de sus compañeros de clase, al final por muy simplista que suene, esto se reduce al objetivo de una suavización de la contradicción burguesía-proletariado agudizada por el capitalismo monopolista. En cuanto a la libertad de prensa nos encontramos en la misma tesitura expresada anteriormente. La burguesía monopolista ejercerá una represión a todo aquello que atente contra su poder, los medios son una vía muy importante de alienación social, la burguesía monopolista los tiene controlados en su mayoría, lo que le permitirá emitir sus mensajes en todo momento, perjudicando a sus “amigos” de clase, y reprimiendo totalmente a sus enemigos de clase. El proletariado no puede emitir su mensaje acorde a sus intereses en este momento del capitalismo, la contradicción está demasiado agudizada como para permitir que los representantes del proletariado puedan aparecer en los medios burgueses sin rebajar el discurso, lo cual es una elección fatal para marxismo. No rebajar el discurso supone seguir la línea revolucionaria, pero debemos asumir que esto supone también abandonar todo medio burgués (los cuales actualmente nos resultan inútiles). Los intereses del proletariado no pueden ser emitidos en los medios burgueses, la represión de la dictadura del capital lo impide, pero esto es lo normal en una democracia burguesa, es decir, en una dictadura burguesa, el proletariado no va a ver sus intereses representados por la burguesía y menos en una fase de reacción del capital. El cierre de periódicos “comunistas” no deja de ser una expresión de represión de la burguesía cara el proletariado, al igual que todos los asuntos tratados anteriormente este no es un síntoma de fascismo, sino de dictadura del capital, y si profundizamos nos damos cuenta que esta dictadura del capital ha adquirido una forma de democracia burguesa, en el caso de la libertad de prensa también. La pequeña burguesía y la aristocracia obrera tienen numerosos medios de comunicación a su servicio, igual que distintas facciones de la burguesía. Esto no quita que la burguesía monopolista sea quien posea los medios con más repercusión, pero el resto de actores del panorama burgués también encuentran representación en la prensa y pese que a veces se vean reprimidos debido a algunas noticias que atacan demasiado al poder burgués monopolista, poseen una libertad de prensa notable, la cual en el fascismo no sería permitida. Cabe volver a recordar que en el fascismo las facciones de la burguesía dominante no permiten la expresión del resto de las facciones de la burguesía y las oprimen como si de proletariado se tratase. Los defensores del argumento de que vivimos en un Estado fascista nos dirán que la burguesía se ha adaptado para dar apariencia de libertad pero que continuamos en el fascismo, que otorgan cierta libertad a esas facciones porque quieren ocultar su verdadero carácter. No camaradas, el fascismo no ha continuado, la burguesía monopolista claro que se ha adaptado para mantener el poder, pero para ello ha cambiado la estructura y superestructura fascistas, de este modo ha podido virar cara la democracia burguesa y dar esa apariencia de libertad de la que hablan nuestros compañeros. Por lo tanto tenemos que los presos políticos, los destacamentos ilegalizados y la inexistencia de una libertad completa de prensa no son características del fascismo como tal sino de las dictaduras burguesas, que en caso del Estado español hemos demostrado que no es fascista sino democrático-burguesa debido a la estructura y superestructura que posee, otorgando mayor libertad a las distintas facciones de la burguesía y a la aristocracia obrera. Como último recurso puede que nuestros revisionistas empleen el mito de argumento de que los fascistas campan libremente en España, mientras que en el resto de Europa son detenidos y reprimidos. Comencemos por lo de que el fascismo puede actuar sin reprimendas en España. Para empezar no creo que sea un argumento relevante para demostrar que la forma de dominación de la burguesía española es fascista, como hemos explicado unas cuantas veces a lo largo del texto, la burguesía monopolista empleará todas sus armas para mantener su poder, los grupos fascistas sirven como carne de cañón para dinamitar el movimiento obrero, por lo tanto muchas veces son empleados por la burguesía para atacar al obrero, lo que no marca el carácter del Estado, ya que esto no determina ni la estructura ni la superestructura del aparato burgués. Por otro lado los fascistas también son reprimidos por el aparato estatal burgués, no por dar una apariencia, lo son porque a la burguesía actual no le interesa el fascismo como forma de dominación y supone una amenaza para sus intereses actuales, por lo tanto también emplean el aparato estatal para reprimir a los fascistas, y no solo cuando asesinan a algún inmigrante o vagabundo, sino también cuando no emprenden ninguna acción armada, un claro ejemplo es la Librería Europa, en Barcelona, caso donde se realizaron requisiciones de libros fascistas y donde se detuvo al dueño. No tendría sentido que un régimen fascista encarcelase a alguien que extiende su ideología, mas como se dijo arriba, este tipo de argumentos no pueden suponer el pilar de una tesis, son la estructura y superestructura del aparato burgués las que determinan su carácter. A la burguesía no le interesa el fascismo, éste le generaba conflictos dentro de su propia clase y una vez comenzada la decadencia del Ciclo de Octubre no le era necesario resguardarse en la forma de mayor reacción del capital, esta le perjudicaba una vez derrotado el marxismo, por eso avanzó a la democracia burguesa. En cuanto al resto de Europa el decir que le fascismo es mucho más reprimido que en el Estado español es no tener una concepción de la realidad y vivir encerrados en mitos y leyes burguesas. En las últimas elecciones europeas los partidos fascistas (maquillados con otros nombres pero no en principios) han alcanzado un considerable número de votos en los distintos países europeos, incluida Alemania, ese Estado que parece que nuestros revisionistas tienen de ejemplo como ruptura con el fascismo. En Alemania existen manifestaciones reivindicativas del pasado nazi, manifestaciones antisemitas, manifestaciones ultranacionalistas, las cuales las leyes burguesas no permiten, mas en la práctica sí se permite. Evidentemente también hay represión, pero por los mismos motivos que la hay en España, estamos ante dos dictaduras del capital que son democracias burguesas y como explicamos antes pueden emplear a grupos fascistas en ciertas ocasiones, pero también son represivos hacia éstos, suponen una amenaza a su forma actual de poder donde su explotación se ve legitimada y no como una dictadura. Por lo tanto todos los argumentos en lo que podríamos englobar como represión que emplean nuestros revisionistas han sido desmontados, demostrando que nos encontramos en una democracia burguesa en la fase superior del capitalismo, lo que supone una agudización de la contradicción entre clases. Mas sus argumentos no terminan aquí, continuemos.
Otro argumento que emplean los defensores de la tesis del Estado fascista es la existencia del corporativismo tanto a nivel sindical como político. Según este argumento las masas trabajadoras siguen englobadas en organizaciones que son manejadas por el aparato burgués, que son las únicas que tienen una fuerza de negociación, y englobadas a nivel político en el bipartidismo político de la burguesía monopolista. Se tratará en primer lugar el corporativismo sindical que señalan los revisionistas, puesto que el argumento del político ha quedado bastante destruido tras la irrupción de Podemos. Según nuestros revisionistas CCOO y UGT son los sindicatos del régimen que tienen capacidad de negociar mientras el resto de órganos que se encargan del encuadramiento de masas trabajadoras para el capital son instrumentos sin apenas utilidad para los trabajadores puesto que están oprimidos por el fascismo. Bien, veamos, CCOO y UGT engloban a una muy pequeña parte de las masas trabajadoras españolas, se sitúan bajo el mandato de la burguesía monopolista y evidentemente gracias a esta posición tienen una mayor capacidad de negociación aunque siempre bajo los intereses de la burguesía dominante. Mas los trabajadores españoles están organizados en todo tipo de organizaciones de actividad tradeunionista, no solo en aquellas que representan a la burguesía monopolista, y por supuesto tienen también capacidad de negociación con el Estado, lo han demostrado más de una vez como es el caso de los ERE en Panrico y Coca-Cola, donde estes aparatos que son el reflejo de la conciencia en sí del proletariado, incluidos algunos que se autodenominan comunistas, tuvieron la oportunidad de negociar con el Estado consiguiendo la vuelta al trabajo de cientos de trabajadores. Cabe recordar, como se ha hecho en las anteriores líneas, que los sindicatos son instrumentos enmarcados bajo los límites del capitalismo, que no tienen la capacidad de elevar la conciencia del proletariado, por lo tanto los comunistas actualmente no tenemos ninguna tarea en ellos, siempre que nuestro objetivo sea la revolución, como debiera ser. Los sindicatos del régimen, como son denominados por los que siguen anclados en el pasado, no dejan de ser la representación de los intereses de la burguesía monopolista de cara a los trabajadores, pero a diferencia del fascismo, donde el resto de organizaciones sindicales representantes de los intereses del resto de facciones de la burguesía y de la aristocracia obrera no tendría ni voz ni cabida, en el Estado español sí que estos actores tienen sus órganos de organización de masas trabajadoras desde los que buscar mejoras para aumentar su nivel de vida en el capitalismo. Como vimos antes con la represión, estas organizaciones como aliados del sistema que son, no pueden ser totalmente reprimidas, es más, le son otorgados ciertos privilegios y libertades evitando que supongan enemigos de la burguesía dominante. Esto no quita que exista represión hacia los distintos sindicatos cuando sus reivindicaciones son molestas para la burguesía financiera. Es la misma situación que mostramos durante todo el texto, hay una burguesía monopolista con sus respectivos instrumentos en los que encuadrar a masas trabajadoras a los que les otorga todo tipo de por privilegios y después hay una serie de actores de los que el aparato burgués precisa y por lo tanto les ofrece una serie de privilegios sumados a una democracia limitada, lo que les permite tener una capacidad de negociación y de reivindicación bastante considerable, ejemplo de esto es la PAH que pese a no ser un sindicato como tal, desenvuelve una activad propiamente sindicalista que ha llevado al aparato burgués en muchos casos a tener que renunciar a desahucios e incluso en ciertas comunidades éstos han sido prohibidos. El Estado español es una democracia burguesa, en la fase superior del capitalismo, lo que supone que hay una burguesía financiera claramente dominante, pero que no posee todo el poder sino que reparte pedazos del pastel imperialista con sus aliados de clase para que le ayuden en un primer momento a frenar la descomposición del capitalismo y en un segundo momento contra una más que posible ofensiva del proletariado, esto desemboca en lo que hemos visto, la existencia de sindicatos que representan los intereses de distintas clases, todos ellos con las capacidades de negociación y de reivindicación, aunque limitadas.
Por lo tanto el corporativismo sindical está descartado, la actividad sindical en España no está totalmente monopolizada por los intereses de la burguesía monopolista sino que el resto de facciones de la burguesía también ven sus intereses representados, a destacar el sector del proletariado comprado por el capital (aristocracia obrera), que se ve representado en un gran número de estos instrumentos, todos ellos tienen la capacidad de negociar con el Estado, mayor o menormente limitados como es propio en la fase imperialista del capitalismo, pero tienen esos privilegios y libertades, los cuales no tendrían en caso de que la dictadura burguesa en España fuese fascista, en ese caso solo la facción de la burguesía pro-régimen disfrutaría de libertades y privilegios mientras el resto de facciones burguesas serían reprimidas.
En cuanto el corporativismo político es un argumento que se basa en que la burguesía monopolista a través de PSOE o PP impide que cualquier otra facción de la burguesía, aristocracia obrera o proletariado participe en el juego burgués o por lo menos lo haga de forma en la que pueda obtener el poder. Comencemos por explicar la situación del proletariado, como hemos explicado a lo largo del texto en esta fase superior del capitalismo la contradicción burguesía-proletariado se agudiza de una forma excepcional, esto provoca dos situaciones conexas para el proletariado. Por un lado la propia dictadura del capital sobre el proletariado continúa siendo existente sobrepasando los antiguos límites de represión, el proletariado continúa bajo una dictadura igual que en la democracia liberal burguesa, pero al agudizarse la contradicción entre clases esta dictadura se vuelve todavía más dura si cabe contra los únicos que pueden derrocarla, las masas del proletariado y los comunistas. Por otro lado, la democracia monopolista burguesa inutiliza el parlamento burgués para los comunistas, es decir los portadores de la ideología revolucionaria del proletariado. Para ello emplea el poder que le otorga el poseer el aparato estatal y el contar como aliados a todas las distintas facciones de la burguesía e incluso la aristocracia obrera, a los intereses del proletariado se les vuelve imposible ser representados en el parlamento burgués, el único método que tienen es unirse a la reivindicaciones de la pequeña burguesía y aristocracia burguesa, lo cual supone seguir bajo los límites del capitalismo. La burguesía monopolista impide que cualquier discurso mínimamente comunista participe en su parlamento, en su fase de descomposición no pueden permitirse que atenten contra su poder de papel. Esto no quiere decir que los destacamentos comunistas ilegalizados tuviesen una línea revolucionaria, simplemente quiere decir que estos destacamentos se salían de los métodos de la legalidad burguesa y por lo tanto eran unos actores que a la burguesía no le gustaban puesto que podían suponer problemas no tanto a niveles de una revolución sino de bajas en sus filas debido al terrorismo pequeño burgués. El asunto es que todo aquello que se salga de las normas de su juego debe ser eliminado, y es el caso de todo lo que trate de representar los intereses reales del proletariado. Por lo tanto el proletariado continúa siendo reprimido al igual que en la democracia liberal burguesa, lo único que muta es que en la democracia burguesa de esta fase superior del capitalismo el parlamento burgués se inutiliza para los intereses de los trabajadores. En este sentido el proletariado se encuentra sin ninguna libertad como en el régimen fascista, pero ahora veremos en qué estriba la diferencia con el fascismo. En el fascismo solo la burguesía monopolista pro-régimen tendría la capacidad de disfrutar de privilegios y libertades, en el caso del Estado español esto no es así, por lo tanto el corporativismo político queda eliminado. Expliquémonos. Los representantes políticos de la burguesía monopolista española serían el PSOE y el PP, lo llamado bipartidismo, estos sectores son los que gozan de mayores privilegios y libertades, los que gozarían de una democracia perfecta para ellos, pero como hemos visto a lo largo del texto no solo son estos sectores los únicos que gozan de beneficios sino que el resto de la burguesía y la aristocracia obrera también disfrutan de los beneficios fruto del imperialismo. Evidentemente estos sectores no gozan de las mismas libertades ni beneficios que la burguesía dominante, pero la dependencia de ella de estos actores propicia que éstos posean poder, no como ocurre en el fascismo, donde solo una facción de la burguesía posee todo el poder. En el Estado español las facciones de la burguesía y la aristocracia obrera participan en el parlamento con la capacidad de obtener el poder, con el fin de convertirse en nuevos gestores del capitalismo y penetrar en la burguesía financiera, pese a los obstáculos que pueda poner la burguesía dominante para ello, mas esto no deja de ser un conflicto entre aliados de clase, un conflicto que jamás sobrepasará los límites del marco burgués puesto que al fin y al cabo el objetivo de todos ellos es la gestión del capitalismo. Incluso como hemos visto antes, la burguesía dominante puede propiciar el ascenso de otra facción otorgándole más privilegios provocando de esta forma una mayor sensación de democracia y libertad para las masas, una buena forma de legitimar más la explotación y aumentar la alienación social. Este es el caso de Podemos, el cual no es para nada mal visto por burgueses como Patricia Botín u otros elementos de la clase dominante. Estas facciones de la burguesía y aristocracia obrera pueden llegar al poder, y los conflictos entre la misma burguesía monopolista impiden una alianza que evite el ascenso en la actualidad de la pequeña burguesía, PSOE y PP en este momento no harían una alianza, puesto que esto sería su destrucción de cara a las masas, en cambio les conviene dejar que la pequeña burguesía a través de Podemos adquiera el poder, ganando más privilegios y libertades, pero al mismo tiempo continúen manteniendo su dominio y disfrutando del pastel imperialista aunque lo tengan que compartir en mayor medida. Si el Estado español fuese fascista se impediría el ascenso de cualquier facción burguesa que no fuese la monopolista pro-régimen, si se le permite es porque estamos ante una democracia burguesa, que niega la democracia liberal burguesa debido a su carácter imperialista actual, pero que no es de carácter fascista, puesto que las burguesías monopolistas no ostentan todo el poder sino que lo reparten con el resto de facciones burguesas y con la aristocracia obrera, estos sectores gozan de unas ganancias y libertades limitadas debido al poder monopolista dominante, pero su misma existencia como beneficiarios del reparto del pastel imperialista y como defensores del Estado burgués, les permite poder llegar a alcanzar el poder y convertirse en la nueva burguesía monopolista, o por lo menos alcanzar unas mayores libertades y privilegios como hemos visto durante todo el texto. Por lo tanto el corporativismo político carece de sentido, puesto que, además de las opciones políticas de la burguesía monopolista, el resto también pueden alcanzar el poder, con más dificultades o limitaciones, pero pueden, así que no estamos ante una dictadura burguesa de tipo fascista donde la burguesía monopolista pro-régimen concentraría el poder sino ante una democracia burguesa propia de la fase superior del capitalismo. Este apartado nos lleva a enlazar con otro argumento de nuestros revisionistas, se trata de la inexistencia de competencia en la burguesía puesto que la burguesía monopolista concentra todo el poder y por lo tanto no existe una libre competencia. Evidentemente la libre competencia del capitalismo pre-monopolista se ve negada con la aparición de la fase superior del capitalismo, la monopolista, que limita la competencia, pero esto no quiere decir que no exista ninguna competencia. En un Estado fascista no habría competencia entre las distintas burguesías, solo la monopolista del régimen podría actuar, pero este no es el caso del aparato burgués español, donde las distintas facciones de la burguesía sí que compiten con la monopolista, bajo unas claras limitaciones propias del capitalismo monopolista, pero al igual que veíamos en el aspecto político, en el aspecto económico ocurre lo mismo. Las facciones de la burguesía están totalmente limitadas, pero la burguesía financiera las necesita, lo que provoca que le otorgue unas libertades y privilegios, que propician que se puedan dar casos donde la pequeña burguesía u otras facciones de la burguesía puedan llegar a competir con la burguesía monopolista. De aquí nacen los conflictos que sufre dentro de su propia clase la burguesía en el Estado español, las facciones que no dominan quieren alcanzar el poder para convertirse en lo que denigran día a día, para gestionar el capitalismo en su favor, esto no sería posible si no existiese una competencia entre burguesías. Una competencia que vemos a diario con las reivindicaciones de las PYMES, que aspiran a ser la burguesía monopolista y para ello emplean todo tipo de métodos que les hacen crecer, de ahí que podamos llegar a ver esos escasos casos en los que una pequeña empresa llega a formar parte de la burguesía dominante, esto solo es posible porque hay una competencia, muy limitada, pero la hay. Esta competencia se ve de cara al exterior también, con la lucha por la exportación de productos, la burguesía monopolista parte con mucha ventaja por lo general mas los pequeños productores también consiguen ciertas oportunidades de participar en el mercado y arrebatarle ganancias a la burguesía dominante, debemos repetir que esta competencia está muy limitada. Esta mínima competencia existente en algunos casos es aprovechada por ciertos elementos de la pequeña burguesía para subir escalafones hasta llegar a la burguesía monopolista, tumbar a algún rival monopolista y hacerse con sus dominios, en España el caso más sonado podría ser el de Inditex. Una mínima competencia es la característica del imperialismo, la inexistencia total de competencia lo sería en el fascismo, lo cual no es nuestro caso, de nuevo nos encontramos con otra prueba de que la dictadura burguesa en España no es de tipo fascista sino una democracia burguesa que se da en la fase monopolista del capitalismo.
Hasta aquí el análisis sobre el carácter del Estado español, quizás haya quedado un poco redundante con la repetición de argumentos o resolución de los distintos puntos del debate presentado, pero es necesario recalcar una y otra vez porqué se trata de una democracia burguesa en la fase superior del capitalismo y no de una forma de dominación de la burguesía de tipo fascista. Que sea una democracia burguesa en la fase superior del capitalismo puede llevar a la confusión con el fascismo, pero hemos demostrado a lo largo del texto que ésto solo supondría una desviación del análisis marxista del aparato burgués español, una desviación que supone fatales consecuencia para la estrategia para llegar al comunismo, que es lo que trataremos a continuación.
Fuente: https://prosveschenie.wordpress.com/2014/12/29/el-caracter-del-estado-espanol-un-debate-sin-superar/
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
Nada más que decir, se ha desmontado punto por punto todo el argumentario del usuario folclórico-plagiador-caricaturesco Argala. Ahora o me responde punto por punto a este artículo o deje de spamear copypasteos.
Una vez más, España no es un fascismo.
Una nueva victoria de la razón y el buen debate contra los que intentan caricaturizar el comunismo.
¡no pasarán!
Enjoy.
PD. Cao de Benós no considera a España un fascismo, para que se vea el ridículo extremo al que llega este fanboy que ridiculiza el nombre de Corea.