Imperialismo, fascistización y fascismo
José María Sison,
Presidente Fundador del Partido Comunista de Filipinas
Contribución al Seminario Comunista Internacional
"Imperialismo, Fascistización y Fascismo"
Bruselas, 2 - 4 de mayo 2000
Camaradas:
Es de gran importancia para el proletariado y para el resto de la población mundial, en sus luchas actuales contra el imperialismo y por la liberación nacional, la democracia y el socialismo, que revisemos el fenómeno del fascismo antes de la Segunda Guerra Mundial.
Al respecto, se me ha pedido enfocarme sobre el fascismo alemán en consonancia con el tema de la conferencia: el imperialismo, la fascistización y el fascismo. Es apropiado concentrarse en el jefe de las potencias del Eje y mantenerse dentro del tiempo asignado por el seminario. Simplemente no hay tiempo de tratar con cierta profundidad el fenómeno del fascismo en otros países.
Aunque nos enfoquemos en el fascismo alemán, nos referiremos al contexto histórico más amplio, que involucra el desarrollo de la crisis general del capitalismo monopolista, la lucha entre el proletariado y la burguesía monopolista y la correlación entre los fascistas, los social demócratas y los comunistas en el tiempo de la república de Weimar.
Más importante aún, nuestra revisión histórica debe ser útil para comprender la persistencia y desarrollos adicionales de los factores que generan el fascismo y la guerra hasta las circunstancias actuales, tal que podamos encontrar una guía para la lucha revolucionaria actual. Necesariamente, debemos considerar todas las etapas de la crisis general del capitalismo monopolista hasta el presente tal que podamos entender el estado actual, las tareas y perspectivas de las fuerzas revolucionarias y del pueblo en contra del imperialismo, la reacción fascista y el revisionismo.
I. Imperialismo, Fascistización y Fascismo
Aún cuando el capitalismo monopolista empezó a ser dominante en los países capitalistas más desarrollados industrialmente desde los años 1870's, la burguesía monopolista proclamó la doctrina de no interferencia. Este ha sido su grito de batalla en contra de las regulaciones y monopolios del comercio estatales.
Hacia el último cuarto del siglo 19, la burguesía monopolista suplantó la libre competencia con el monopolio, consolidando un estado burgués monopolista y usándolo para oprimir y explotar a la clase trabajadora. Cuando empezó la era global del imperialismo moderno hacia comienzos del siglo 20, la burguesía monopolista de un país, el cual combinó el capital bancario e industrial para formar el capital financiero, usó al estado para proteger sus propias industrias y competir con las burguesías monopolistas de otros países por mercados, fuentes de materias primas, campos de inversión y dominación de colonias, semicolonias y países dependientes.
El imperialismo invocó el libre comercio solo para proteger sus intereses económicos nacionales y ultranacionales y efectuar la guerra a gran escala para lograr una re-división del mundo. El imperialismo tomó forma final como la etapa superior del capitalismo desde 1898 hasta 1914. La guerra hispano-norteamericana (1898), la guerra anglo-sudafricana (1898-1902), la guerra ruso-japonesa (1904-5) y la crisis económica en Europa en 1900, marcaron el advenimiento de la era global del capitalismo moderno.
Algunos países imperialistas, como Inglaterra, tenían la ventaja de posesiones coloniales aún antes de la era imperialista. Otros países imperialistas como los Estados Unidos, Alemania y Japón llegaron tarde al negocio de adquirir colonias y se hicieron catalizadores por una re-división del mundo a través de la guerra. Para lograr la expansión del capital, la burguesía monopolista en todos los países imperialistas iniciaron una cierta forma de capitalismo monopolista de estado bien a través de la igualdad del estado en las industrias estratégicas o a través de contratos y subsidios en relación a la guerra.
Conforme se desarrollaba el capitalismo monopolista, en Alemania, como en el resto de Europa, se intensificaba la lucha de clases entre la burguesía monopolista y el proletariado. En el curso de la lucha de clases, crecía la fortaleza del movimiento de la clase trabajadora. Hacia la última década del siglo 19, el Marxismo se convirtió en la corriente dominante en el seno del movimiento de la clase trabajadora. El Partido Social-demócrata Alemán era el partido más grande y principal soporte de la Segunda Internacional.
Después de todos los esfuerzos anteriores por suprimir el socialismo desde los tiempos de Bismarck, la burguesía monopolista logró acuerdos con el (irreprimible) partido social-demócrata e intentó cultivar a los reformistas a su interior. Bernstein fue el primero en emerger como líder del revisionismo, abogando por el socialismo evolutivo bajo los auspicios del estado burgués. Entonces su primer protagonista, el mismo Kautsky, se volvió revisionista e hizo del revisionismo, la principal corriente de la Segunda Internacional.
La Social Democracia claramente se convirtió al liberalismo burgués revestido con una terminología marxista y socialista. Era una ideología pequeño-burguesa al servicio de la burguesía monopolista. Los líderes social-demócratas abrazaron el reformismo y realizaron la colaboración de clase con la burguesía monopolista. Ellos apoyaron el fortalecimiento del estado burgués monopolista y la colonización de los pueblos y naciones oprimidas. Resulta instructivo estudiar los trabajos de Lenin que mantuvieron la esencia revolucionaria del marxismo y opusieron de manera exhaustiva y profunda la línea revisionista renegada de Kautsky y sus seguidores.
Cuando las potencias imperialistas se prepararon para la guerra en conexión con la lucha intensa por la re-división del territorio económico, los social-demócratas votaron a favor de los créditos de guerra, con la verborrea del social-chovinismo y del social-pacifismo. Cuando irrumpió la guerra, ellos estaban avergonzados, pero no tanto como mostrarán los eventos posteriores.
La Primera Guerra Mundial empezó en 1914 como una culminación de la primera etapa de la crisis general del capitalismo monopolista. Ella tuvo consecuencias desastrosas para el sistema capitalista mundial en la medida en que las potencias imperialistas trataron de destruirse unas a otras y consecuentemente los bolcheviques y el proletariado convirtieron la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria y triunfaron en el eslabón mas débil de la cadena de potencias imperialistas, en Rusia, la cual conforma una sexta parte del mundo.
Alemania y sus colegas perdieron la guerra entre las potencias imperialistas. Revoluciones proletarias surgieron en Europa Central. Los trabajadores fueron capaces de hacerse del poder pero lo perdieron a causa de la traición de la clase dominante de la sección colaboracionista del movimiento social-demócrata. La más importante de esas revoluciones fue la revolución alemana de noviembre de 1918.
Los espartaquistas e Independientes obtuvieron la mayoría en el Consejo de Berlín de Soviets de Trabajadores y de Soldados. Pero los Independientes no siguieron a su líder Liebknecht para rechazar la clase de líderes colaboracionistas desacreditados del partido social-demócrata y les permitieron ganar nuevamente prominencia política y penetrar y traicionar el liderazgo de la revolución.
La burguesía monopolista alemana, sacudida por la derrota de la guerra, la victoria de la revolución rusa, de la revolución alemana de 1918 y el agravamiento de la crisis económica, reconocieron más que nunca la necesidad de mantener los servicios del partido social-demócrata como una herramienta especial para encadenar la clase trabajadora al estado burgués y para prevenir el avance de los comunistas alemanes y el movimiento revolucionario proletario.
Como lo señalo Lenin, el desarrollo del capitalismo monopolista de estado se aceleraría después de la Primera Guerra Mundial. La burguesía monopolista de todos los países capitalistas, ganadores y perdedores en la guerra anterior, tenían que usar al estado para concentrar capital y controlar a la clase trabajadora para otra ronda de competencia monopólica y otra guerra para re-dividir al mundo. Especialmente para un perdedor como la Alemania imperialista, la burguesía monopolista tuvo que usar al estado para reconstruir su economía arruinada y al mismo tiempo pagar las imposiciones de los ganadores de la guerra.
Persistentes en su idea de que el socialismo puede evolucionar pacíficamente desde el capitalismo monopolista, los social-demócratas interpretaron el desarrollo acelerado del capitalismo monopolista como las condiciones crecientes para la evolución pacífica hacia el socialismo. Ellos creyeron que antes de eso podrían volcar el estado burgués en contra de la burguesía monopolista. No aceptaban que esta burguesía dirigí a y controlaba el capitalismo monopolista de estado a costa de la clase trabajadora. Ellos evitaron la lucha de la clase proletaria en contra de la burguesía monopolista y de su estado.
La burguesía monopolista alemana favoreció a los social demócratas como el instrumento especial más importante para controlar la a burocracia sindical, dividiendo a la clase trabajadora y oponiendo a los comunistas en el periodo de 1918 a 1930. Pero posteriormente, esto favoreció el uso de los fascistas para la represión directa de los comunistas y del movimiento de la clase trabajadora conforme empeoraba la crisis económica global y nacional y la república de Weimar se tornaba inestable. Esto también favoreció la eliminación de los comunistas por los fascistas en Italia desde 1922.
Como un elemento esencial para entender la subida de los fascistas al poder en Alemania, es necesario ver a la social democracia y a los fascistas como elementos complementarios y alternativos de la burguesía monopolista alemana. La burguesía monopolista tuvo en su mano izquierda a la social democracia y en la derecha al fascismo.
Los social demócratas y fascistas tuvieron carácter de clase y una inclinación comunes por la demagogia. Ellos adoptaron una posición pequeño-burguesa y apelaron al nivel de conciencia de la clase media, aunque los social demócratas se especializaron en construir sindicatos burocráticos y los fascistas en movilizar a la juventud. Usando un sermoneo anticapitalista y revolucionario sirvieron a la burguesía monopolista. Por encima de todo, sus líderes eran igualmente anticomunistas, aunque la social democracia tenía un ala de izquierda debido a sus seguidores del proletariado mientras que el fascismo era rabiosamente anticomunista.
Los social demócratas y fascistas diferían en métodos. Los social demócratas vivían en el reformismo y lealtad a la constitución democrático-burguesa. Los fascistas estaban por el uso abierto del terror en contra de los comunistas, la clase trabajadora y otros oponentes políticos. Ellos fueron mucho más lejos que los social demócratas al emplear la demagogia para organizar un movimiento de masas. Ellos emplearon el chovinismo y los prejuicios raciales y religiosos. Combinaron esto con el malestar de la población en contra del Tratado de Versalles, contra los capitalistas, miserables y oficiales corruptos y contra las condiciones económicas y sociales extremas.
En el periodo de la búsqueda del poder político, los fascistas alemanes obtuvieron la simpatía de la burguesía monopolista basándose en un rabioso anticomunismo, haciendo provocaciones durante mítines u otras actividades de los comunistas, rompiendo las huelgas de los trabajadores y golpeando o asesinando a los comunistas. Colaboraron con militares y la policía y motivaban a los oficiales para ingresar a las filas del partido Nazi. Después de que una actividad comunista era brutalmente disuelta por una pandilla fascista, los militares o la policía arrestaban y encarcelaban a las víctimas, quienes eran enviados a las cortes y recluídos por los jueces.
En Mi Lucha, Hitler abiertamente admite que para derrotar a los comunistas, los fascistas deben arrebatarles el color rojo. Es así como él se apropió la palabra socialismo. Los 21 puntos del programa Nazi cínicamente incluía lo siguiente: abolición del salario no trabajado, rompimiento del interés esclavista, confiscación de los ingresos no trabajados, confiscación de todos los beneficios de guerra, nacionalización de todas las empresas, repartición de los grandes beneficios, confiscación de las tierras sin compensación para propósitos comunales y pena de muerte para los usureros y especuladores.
A escondidas, los fascistas recibían, de manera profusa, contribuciones para sus extravagantes propagandas de parte de los Krupps y Thyssens, Deterlings y Hohenzollerns. En el crítico año de 1932, la burguesía monopólica aclamó a los fascistas como su instrumento favorito para engañar al pueblo y combatir a los comunistas. Los veían como un instrumento necesario para un tipo ``restringido" de constitución en la consolidación del capitalismo alemán. Este esquema esta documentado en el Deutsche Führerbriefe, boletín confidencial de la Federación de Industrias Alemanas.
Los principales dirigentes del partido social demócrata participaron en el proceso de fascistización de largo plazo y facilitaron la subida de los fascistas al poder. Eran social-fascistas, por ser socialistas en el discurso pero fascistas en los hechos, por haber colaborado con el enemigo de clase al suprimir la revolución proletaria de Noviembre de 1918, por apoyar los decretos de emergencia y otras medidas anti-trabajadores y antipopulares en una serie de regímenes bajo la república de Weimar y por rechazar y haberse opuesto de manera activa a los oportunos llamados de los comunistas para conformar un frente unido antifascista.
De haber aceptado los social demócratas la oferta de un frente unido contra los fascistas, dicha unión podría haber sido capaz de aislar y derrotar a los fascistas. En todas las elecciones anteriores a la elección de Hitler en 1933, los votos combinados de los socialistas y comunistas constituían la aplastante mayoría. Pero cuando los comunistas ofrecieron un frente unido, los social demócratas incrementaron su propaganda anticomunista, eliminaron a los comunistas de los sindicatos y expulsaron a los conocidos social demócratas de izquierda.
Los dirigentes del partido social demócrata acordaron la elección de Hitler como primer ministro con el extraño argumento de que los fascistas serían desacreditados después de que no cumplieran sus promesas. Y aun después de que Hitler adoptó una serie de medidas para monopolizar el poder político y reprimir a los comunistas, la clase trabajadora y otros opositores políticos, el dirigente social demócrata Ebert pidió a Hitler a través de Hindenburg que los social demócratas fueran tolerados y acomodados bajo el régimen fascista.
Los comunistas cometieron sus propios errores y tuvieron sus propias equivocaciones al enfrentar la subida de los fascistas al poder. Permitieron a los fascistas el tomar la iniciativa al desairar las quejas populares contra las imposiciones de los ganadores de la primera guerra mundial y al despreciar el poner tanta atención, como lo hicieron los fascistas, de levantar, organizar y movilizar a la juventud, los desempleados, la pequeña burguesía y las masas semiproletarias urbanas.
A pesar de los llamados del camarada Thaelman y del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista hacia los comunistas alemanes de poner una atención adecuada, de trabajar al interior de los sindicatos dominantes bajo el control de los social demócratas, los comunistas alemanes destinaron solo 10 por ciento de sus miembros a este trabajo y se confinaron de manera sectaria en el sindicato Rojo de oposición.
Habiendo subido al poder, los fascistas convirtieron al estado burgués en una dictadura abiertamente terrorista, con los elementos mas reaccionarios, chovinistas e imperialistas del capital financiero. Fue el más feroz ataque del capital contra el pueblo trabajador, sujeto a un desenfrenado chovinismo, una guerra depredadora, una reacción y contrarevolución rabiosa.
Durante un tiempo, el régimen Nazi pareció ser capaz de estabilizar la situación y de favorecer a la burguesía monopolista con los elementos del capital monopolista de estado. Impulsó los trabajos públicos de proyectos y producción armamentista, generando así beneficios para la burguesía monopolista y un incremento temporal del empleo. Pero la implacable crisis económica mundial y el rápido incremento de la producción de guerra y militarización de la juventud deprimieron aún más la economía y el nivel de vida de la población y condujeron a los fascistas a iniciar la agresión y emprender la Segunda Guerra Mundial, con el último fin de destruir la Unión Soviética.
La Segunda Guerra Mundial fue el clímax de la segunda etapa de la crisis general del capitalismo monopolista. Fue básicamente una guerra inter-imperialista, en la cual una parte de las potencias imperialistas se aliaron para luchar contra la otra por una re-división del mundo. Sin embargo, la guerra no podía ser decidida únicamente entre las potencias imperialistas. La Alemania fascista tenía como principal objetivo la destrucción de la Unión Soviética. Por su parte, como parte integrante de las potencias Aliadas, la Unión Soviética contribuyó a la derrota de las potencias del Eje y al avance de las fuerzas de liberación nacional, la democracia y el socialismo. Ella sirvió también como el más poderoso bastión en contra del fascismo y concluyó de manera victoriosa la guerra patriótica. Cargó con el principal peso de la ofensiva fascista en Europa, pero también le asestó al fascismo alemán su golpe más demoledor. Después de ganar la batalla de Stalingrado, el hecho crucial de la guerra, la Unión Soviética emprendió una poderosa contraofensiva para infringir la derrota a los fascistas alemanes y sus aliados.
La Tercera Internacional y los comunistas de varios países consistentemente hicieron llamados para crear un frente unido de los trabajadores y por el Frente Popular en contra de los fascistas. Fueron los más resueltos y militantes a la hora de efectuar estos llamados. La aplicación de la política del frente unido se extendió a todas las formas de lucha, dependiendo de las circunstancias de los diferentes países. El frente unido por una lucha armada revolucionaria contra los fascistas fue de crucial importancia. Esto derivó en la liberación de pueblos enteros y en el establecimiento de democracias populares en Asia y Europa Oriental.
El mejor y más amplio ejemplo de la política del frente unido antifascista por parte de los comunistas puede apreciarse en China. Manteniendo su independencia como iniciativa, los comunistas chinos hicieron un acuerdo de alianza con el Kuomintang en contra de Japón, tomaron ventaja de la guerra imperialista para fortalecer la armada popular y emergió preparada para la guerra civil revolucionaria después de la Segunda Guerra Mundial.
II. El Fascismo durante el periodo de la Guerra Fría
Poco después de terminada la Segunda Guerra Mundial con la victoria de las potencias Aliadas, empezó la tercera etapa de la crisis general del capitalismo monopolista. Una tercera parte de la humanidad pasó al liderazgo de la revolución proletaria. Varios países socialistas surgieron en Asia y Europa Oriental. Una gran ola de movimientos de liberación nacional sacudió Asia y África. Sin embargo, los Estados Unidos emergieron como la potencia imperialista número 1, habiendo salido ileso y habiéndose apropiado el botín de guerra por incorporarse tardíamente a la Primera Guerra Mundial. Los políticos estadounidenses se alarmaron por el hecho de que la Segunda Guerra trajo la creación de varios países socialistas y movimientos de liberación nacional. Estaban preocupados de que hubiera un resurgimiento de la crisis económica estadounidense si la producción de guerra se detenía y sus tropas se desmovilizaban. Los Estados Unidos decidieron emprender la Guerra Fría como un pretexto para continuar con su producción de guerra, para emplazar sus tropas en bases militares en el extranjero y construir alianzas militares. Se proclamó a sí mismo como el líder de la alianza imperialista en contra del comunismo y defensor del ``libre mercado". Sobrepasó entonces a la Alemania fascista en tanto que potencia anticomunista y el enemigo más agresivo de los países socialistas y los movimientos de liberación nacional.
Los Estados Unidos adoptaron la demagogia fascista. No teniendo partidos social demócratas o comunistas al interior de sus fronteras, establecieron una distorsión del capitalismo monopolista como ``libre empresa" y lo emplearon como una ``moderación" entre los supuestos extremos del fascismo y del comunismo. La propaganda imperialista de Estados Unidos empezó equiparando a la Unión Soviética con la Alemania Hitleriana.
Al interior de la sociedad estadounidense, la cacería Macartista se dirigió a los comunistas y a todos los sospechosos de serlo en todos los aspectos de la vida. Pero la burguesía monopolista de estado de los Estados Unidos quedó lejos de convertirse en una dictadura fascista completa. Al cosechar los más altos beneficios de la Segunda Guerra Mundial, adquirió una bonanza económica plena como para mantener la cara amable de la democracia burguesa. También obtuvo beneficios de la reconstrucción de las economías devastadas de Europa y Japón y de la expansión neocolonial estadouidense a costa de sus propios aliados imperialistas. Concibieron a las Naciones Unidas y los acuerdos de Bretton Woods como el marco para la Pax Americana.
La política de contención de la Guerra Fría consistió en el bloqueo económico y en la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y otras alianzas militares para presionar a la Unión Soviética y otros países socialistas. Si la Unión Soviética no hubiera desarrollado la bomba atómica tempranamente para lograr una paridad nuclear en Europa, los Estados Unidos habría usado su monopolio nuclear para provocar una guerra directa con la Unión Soviética. A principios del último año de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos usaron la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki para adelantarse a una ofensiva soviética contra Japón.
En su búsqueda de la cruzada anticomunista, los Estados Unidos encubrieron los crímenes de la guerra fascista de la burguesía monopolista de las antiguas potencias del Eje y los motivaron a iniciar la reconstrucción económica bajo la subordinación al capitalismo monopolista de los Estados Unidos. Alemania Occidental sirvió como base de avanzada para contener a la Unión Soviética por el oeste y Japón por el pacífico, China, la Republica Popular y Democrática de Corea y Vietnam en Asia.
Fue en los países de Asia, África y América Latina donde el imperialismo norteamericano instaló gobiernos fascistas para dominar al pueblo trabajador y suprimir las fuerzas democráticas legales y los movimientos de liberación nacional. Fueron regímenes anticomuistas que ejercieron el terror abierto. Fue también en esos países que los Estados Unidos emprendieron guerras de agresión. Las guerras de agresión contra Corea y luego contra Vietman y el resto de Indochina, mantuvieron el crecimiento del complejo industrial y militar de los Estados Unidos.
La Guerra Fría constituyó en la práctica, la Tercera Guerra Mundial si tomamos en cuenta lo siguiente: 1) la escala masiva de las bases militares en el extranjero, el personal y el equipo que los Estados Unidos movilizaron para cercar los países socialistas y suprimir sus pueblos; 2) los millones de bajas causadas entre combatientes y poblaciones locales en estas guerras de agresión; 3) las victimas inocentes de las matanzas dirigidas directamente por los Estados Unidos y perpetradas por los regímenes fascistas que dirigieron.
Solamente en Asia Suroriental, el imperialismo norteamericano y sus títeres fueron responsables de asesinar más de seis millones de personas en Vietnam y la masacre de más de un millón de comunistas y sospechosos de serlo por el régimen militar fascista de Suharto en Indonesia. ?`Por qué llamamos fascistas al terror abierto ejercido por los regímenes títeres después de la Segunda Guerra Mundial? Ellos usaron la demagogia anticomunista y un desvergonzado terrorismo de estado en nombre de las grandes burguesías nacionales e internacionales.
Es así como, en la experiencia histórica Filipina, hemos descrito como fascista al régimen de Marcos de 1972 a 1986. Este fue un gobierno rabiosamente anticomunista que otorgó algunos detalles democrático-burgueses y que al mismo tiempo asesinó al menos 100,000 personas (incluyendo los Moro) para servir los intereses de las burguesías nacional y extranjera. La conquista militar de Filipinas por los Estados Unidos, la cual empezó en 1899, asesinó al menos un millón o el diez por ciento de la población. Pero no le llamamos fascista únicamente porque haya sido una guerra imperialista de agresión.
Debemos incluir en la galería de pillos dictadores fascistas o terroristas del estado burgués a ``héroes" del ``mundo libre" estadounidense como Chiang Kaishek de China, Sygman Rhee y Park Chung Hee de Corea del Sur, Ngo Dinh Diem y Nguyen van Thieu de Vietnam del Sur, Lon Nol de Camboya, Suharto de Indonesia, Marcos de Filipinas, Zia Ul-Haq de Paquistán, el Sha de Irán, Mobutu del Congo, Botha de Sudáfrica, Idi Amin de Uganda, Videla de Argentina, Castello Branco, Costa e Silva, Medici y Geisel de Brasil, Batista de Cuba, Somoza de Nicaragua, Pinochet de Chile, Stroessner de Paraguay, Duvalier de Haití, Fujimori de Perú y otros.
A pesar de los millones de bajas y de los recursos colosales empleados por los Estados Unidos durante la Guerra Fría, las fuerzas revolucionarias del mundo obtuvieron grandes victorias sin precedente hasta mediados de la década de los setenta. Estas incluyeron la gran Revolución Proletaria y Cultural en China y la victoria de los vietnamitas y otros pueblos de Indochina contra el imperialismo yanqui. Puede decirse que fueron grandes victorias de la causa revolucionaria del socialismo y de la liberación nacional, una consecuencia de la tercera etapa de la crisis general del capitalismo monopolista y anteriores al retroceso del socialismo en China.
Ningún país socialista fue derrotado por una guerra de agresión estadounidense. Cuando la Unión Soviética cayó bajo el gobierno revisionista, los Estados Unidos tuvieron éxito al manejar a la Unión Soviética durante la Guerra Fría empujando el neocolonialismo y la carrera armamentista y penetrando todos los países gobernados por los revisionistas. El factor más importante que causó la restauración del capitalismo en los países socialistas fue el surgimiento y avance del revisionismo moderno, con centro en la Unión Soviética y diseminado a escala mundial. Desde los tiempos de Kruschchov hasta los de Gorbachov, los revisionistas modernos declararon que la clase trabajadora había completado su misión histórica de edificación del socialismo para liquidar así la dictadura del proletariado y la lucha de clases y poder impulsar la restauración del capitalismo.
Ahí donde la clase trabajadora había tomado el poder y construí do el socialismo y donde la burguesía recobró posteriormente el poder político y privatizó los bienes públicos, los revisionistas modernos jugaron el rol de los revisionistas clásicos, los social-decmócratas, como traidores del socialismo. Tan pronto como los revisionistas modernos tomaron el poder, se convirtieron en capitalistas monopolistas burócratas y social-fascistas usando la demagogia y el terror contra los genuinos marxistas-leninistas, la clase trabajadora y el pueblo entero.
En Europa Oriental, Tito de Yugoslavia fue el pájaro tempranero del revisionismo moderno y del social-fascismo, precediendo a Krushchov por unos años, de la misma manera que Mussolini fue precursor de Hitler. Bajo el aliento nada menos que de los revisionistas krushchovianos, las resoluciones de los partidos de Europa Oriental tomaron de manera entusiasta el camino del revisionismo, bajo la cubierta de una campaña anti-estalinista. Estos incluían en sus rangos a los colaboradores de clase social-demócratas que repentinamente se habían vuelto comunistas después del triunfo de la contraofensiva soviética.
Durante más de 30 años desde 1956, la fortaleza política y económica de la Unión Soviética fue minada por la auto-indulgente y ladrona burguesía burócrata monopolista, la cual se la apropió de manera indebida para su auto-enriquecimiento y, debido a la carrera armamentista con los Estados Unidos, de una parte cada vez más grande de los productos excedentes producidos por el proletariado. La burguesía burócrata monopólica pretendía ser comunista y elogiaba como socialista al estado propietario de los medios de producción, hasta que Gorbachov y Yeltsin abandonaron sus máscaras de comunistas y socialistas y desintegraron la Unión Soviética e impulsaron la privatización indiscriminada de los bienes públicos.
En el caso de China, hubo condiciones internas que introdujeron el revisionismo moderno como en los países revisionistas precedentes. Aún cuando los capitalistas y las clases propietarias habían sido legal y económicamente eliminadas, ellas resurgieron debido a que los revisionistas las germinaron y desarrollaron a partir de la sección pequeño-aburguesada de la burocracia y la intelligentsia, quienes declararon prematuramente que la lucha de clases ya estaba moribunda.
Como en el caso de la Unión Soviética después de la muerte de Stalin, los revisionistas saltaron a la escena para tomar el poder político del proletariado revolucionario en China poco después de la muerte de Mao. Convirtieron la dictadura de clase del proletariado en la de la burguesía burócrata monopolista. De manera social-fascista, sistemáticamente persiguieron y removieron a los comunistas genuinos del partido comunista y de las posiciones de liderazgo del estado. Ellos predicaban el orden social y la estabilidad y alardeaban acerca de la disciplina del trabajo socialista solo para permitir la explotación del pueblo trabajador por parte de los monopolios extranjeros y de la gran burguesía local.
La restauración disfrazada del capitalismo en China sucedió aún más rápidamente que en la Unión Soviética después de que los revisionistas chinos tomaron el poder político. A la vieja burguesía inmediatamente le regresaron sus bienes, por segunda vez recibió los pagos de bonos de guerra y se le permitió pedir prestado capital por parte de los bancos estatales para hacer negocios privados. La nueva burguesía desmanteló el sistema comunista, asalto los bancos del estado tomando créditos sin respaldo, apropiándose de pequeñas y medianas empresas existentes bajo la falsa legalidad de contratos de gestión, creando empresas privadas mediante la adquisición de equipo y materias primas baratas de parte del sector estatal abriendo la economía a las inversiones directas e indirectas a los monopolios capitalistas extranjeros.
En cualquier país donde el socialismo fue traicionado, la nueva burguesía dominante tiende a asumir el carácter de gran burguesía compradora porque ésta subordina la economía a los bancos y firmas imperialistas extranjeros, debilita y destruye la base industrial previamente creada por el socialismo y promueve la fuga de capitales de la manera más desenfrenada. Siempre temerosos del pueblo trabajador, a quienes han robado, rápidamente usan la fuerza coercitiva del estado así como fuerzas de seguridad privadas para reprimirlos.
Desde finales de la Segunda Guerra Mundial, los comunistas han ganado grandes batallas contra el imperialismo, el revisionismo y fascismo y toda la reacción. Pero hasta ahora, el enemigo mortal ha sido el revisionismo moderno, el cual ha derribado partidos comunistas y sociedades socialistas desde el interior. Los renegados revisionistas inicialmente se basan en la burocracia pequeño-aburguesada y en la intelligentsia y gradualmente escalan a los niveles más altos de autoridad en el partido, estado, armada, empresas económicas e instituciones culturales hasta que alcanzan el poder político y usan las palancas del poder para restaurar el capitalismo.
Los comunistas poseen un arma para luchar y derrotar al revisionismo moderno en una sociedad socialista. Esta es la teoría y la práctica de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado para consolidar el socialismo, combatir el revisionismo y prevenir la restauración del capitalismo. Es necesario pero no suficiente, instalar la dictadura de clase del proletariado por medios político-militares, transformar la propiedad privada de los medios de producción a propiedad pública en la construcción socialista, formar un gran número de profesionales y técnicos, emprender medidas administrativas y judiciales en contra de las clases adversarias locales y construir la defensa contra el imperialismo.
Para llenar una era histórica completa, es necesario mantener la hegemonía de la clase trabajadora y conducir la lucha de clases a la base y la superestructura de la sociedad socialista, para mantener la primacía de las relaciones socialistas de producción por encima de las fuerzas de producción, para profundizar la postura de clase proletaria de la burocracia y la intelligentsia y para realizar la revolución cultural proletaria contínuamente en etapas para poder completar las conquistas proletarias de la superestructura a través de la educación y el movimiento de masas bajo el liderazgo del partido revolucionario del proletariado hasta la derrota del imperialismo a la escala global y que el comunismo se vuelva posible.
En China, donde la teoría y práctica antirrevisionista de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado a través de la revolución cultural fue primero puesta a prueba, la Gran Revolución Cultural Proletaria prevaleció por una década (1966 a 1976) pero no pudo evitar la subida al poder de los revisionistas encabezados por Deng Xiaoping y su restauración del capitalismo.
La actitud Marxista-Leninista ante este retroceso no debería ser diferente que la que se tuvo hacia el éxito y posterior caí da de la Comuna de Paris en 1871. Esto requiere de todos los comunistas estudiar las condiciones objetivas y los factores subjetivos en la construcción del socialismo como un fenómeno revolucionario que tiene éxito por un periodo pero que es derrotado, para apreciar la victoria del proletariado revolucionario y aprender todas las lecciones positivas y negativas para alcanzar un nivel más alto de conciencia revolucionaria y lucha de clases en la defensa, consolidación y desarrollo aún más alto del socialismo.
Debemos enfrentar honradamente el hecho de que el revisionismo moderno ha destruído el socialismo desde dentro más que el imperialismo desde fuera. Es nuestra tarea enfrentar el problema y trabajar por una solución sobre la base de todas las experiencias y logros anteriores. El problema práctico más urgente ahora a escala global es luchar y derrotar a la gran burguesía y todos los reaccionarios y lograr la liberación nacional, la democracia y el socialismo. Pero debemos ser capaces de responder inmediatamente la pregunta honesta de los camaradas y del pueblo así como la malicia ridícula del enemigo sobre la genuina decisión y competencia de los comunistas por sostener y desarrollar el socialismo hasta que este gane.
Mientras tanto, el imperialismo y toda la reacción están creando las condiciones objetivas para el resurgimiento de los movimientos de liberación anti-imperialistas y socialistas. Tenemos una abundancia de evidencias de que la teoría y práctica Marxistas-Leninistas ha sido probada en la conducción y construcción de la revolución socialista hasta un cierto punto. Debemos preveer la manera de ir más allá de este punto, previendo la subida del revisionismo y la restauración del capitalismo en cualquier futura sociedad socialista y mantener la bandera Roja del socialismo ondeando durante una época histórica completa hasta que alcancemos el umbral del comunismo.
III. Las Corrientes y Perspectivas del Fascismo
Bajo las condiciones de una restauración completa del capitalismo en la antigua Unión Soviética, China y otros países, los imperialistas y reaccionarios se atreven temerariamente a afirmar que la historia no puede ir más allá del capitalismo monopolista e intensifican de una manera sin precedentes la opresión y la explotación del pueblo trabajador.
Por segunda ocasión desde 1870, la burguesía monopolista esta haciendo esfuerzos colosales y absurdos por pintarse a sí mismos como el parangón de la globalización del "libre mercado" y usar el monopolio del estado burgués así como los estados títeres neocoloniales para llevar a cabo una campaña sistemática de ataques a la clase trabajadora y pueblos oprimidos y entonces maximizar los beneficios de la burguesía monopolista. Los monopolios gigantes han acelerado la concentración del capital productivo y financiero y centralizado el control de los mercados. Retomando la moda neoliberal impuesta por el imperialismo norteamericano, todos los imperialistas aliados y los gobiernos títeres neocoloniales se alaban a si mismos con el lenguaje de la democracia burguesa y del ``libre mercado". Los partidos burgueses de todo tipo hacen lo mismo a través del mundo. En Europa, los Social-demócratas, los Verdes y otros partidos que disfrazan sus ideas de grandes burgueses con palabras pequeño-burguesas, difícilmente pueden ser distinguidos ahora de los grandes partidos burgueses al empujar las reformas neoliberales.
Aun cuando la globalización del "libre mercado" trata de aparentar la ilusión de que se trata de la privatización de los bienes públicos más que de las inversiones directas del estado en las empresas productivas, el capitalismo monopolista de estado continua creciendo como el generador del capital financiero y proveedor de contratos de compra y subsidios a la burguesía monopolista. Basado en su historial previo, la burguesía monopolista puede saltar del anacrónico lenguaje del neoliberalismo a los términos descarados de la intervención del estado y el proteccionismo hasta un cierto punto del empeoramiento de la crisis capitalista.
Contra la siempre creciente productividad social debido al avance de la tecnología y niveles de habilidad mas altos del proletariado, la burguesía monopolista esta enfrascada en una desenfrenada obtención de ganancias, presionando por bajos salarios, causando desempleo masivo, eliminando la competencia, arruinando aún más a sus países clientes y hundiendo el mercado capitalista mundial. La crisis de sobreproducción en el sistema del mundo capitalista está empeorando y profundizándose. Un ciclo de destrucción de las fuerzas productivas conduce a otro, agravando el desempleo crónico de las masas y de la crisis financiera y contrayendo el mercado global.
Estamos ahora en una nueva etapa de la crisis general del capitalismo monopolista, la cual se extiende desde la última parte de la década de los 70's. Esta nueva etapa comprende el exprimir a los países tercermundistas y de los estados burócratas monopolistas (aunque estos últimos aparezcan enmascarados como socialistas), la derrota de la Unión Soviética en la Guerra Fría y la actual sobreproducción de todo tipo de bienes, últimamente extendido a las altas tecnologías. Las contradicciones entre el imperialismo y los pueblos oprimidos, entre las potencias imperialistas, y entre la burguesía monopolista y el proletariado en los países imperialistas, se están agudizando. Los Estados Unidos todavía se las arreglan para mantener la alianza imperialista contra los trabajadores y pueblos oprimidos. Pero se esta incrementando el resentimiento de sus aliados imperialistas por actuar unilateralmente de acuerdo a sus propios intereses nacionales. Están creciendo también las contradicciones entre imperialistas y los estados neocoloniales. El nuevo desorden mundial se está volviendo turbulento y generando las condiciones para el fascismo y la guerra así como el resurgimiento de los movimientos anti-imperialistas y socialistas.
Entre los países imperialistas, los Estados Unidos son la economía más fuerte al liderar la alta tecnología, atrayendo a Europa y Japón para invertir en la seguridad estadounidense, empujando una ofensiva comercial y practicando el proteccionismo, succionando principalmente a los estados clientes bajo su dominación neocolonial y tomando ventaja de sus aliados imperialistas.
Sin embargo, los Estados Unidos tienen graves dificultades tratando de superar los costos de haber ganado la Guerra Fría como una pesada deuda surgida de los altos costos militares y de los acomodos comerciales de sus antiguos aliados más fuertes durante la guerra fría. Los Estados Unidos son todavía el deudor número 1 del mundo y carga grandes deficiencias comerciales a pesar de su ofensiva comercial. La burbuja financiera más grande del mundo está ahora en los Estados Unidos. Consiste en la sobrevaluación de sus bienes, principalmente en las áreas de servicios financieros y de alta tecnología. Las actuales cifras de alto crecimiento están infladas por tal sobrevaluación y su actual alta tasa de empleo esta rellenada con trabajos de tiempo parcial, los cuales han reemplazado a los empleos regulares en gran proporción.
Se puede decir que Alemania ha realizado la ambición de Hitler sobre la supremacía económica alemana en Europa. Pero como resultado de la competencia intensa del capitalismo monopolista estadounidense, Alemania y el resto de Europa Occidental se ha estancado y visto afligida por una crisis de sobreproducción y de desempleo masivos crónicos. Rusia y Europa Oriental están disponibles para la expansión del capital, pero esto está limitado por la política imperialista de vertirles sus productos excedentes y por la degradación contínua de las economías bajo los auspicios de la gran burguesía compradora, la cual es de un carácter extremadamente corrupta y criminal, especialmente en Rusia.
Desde el estallido de su burbuja financiera en 1990, Japón ha permanecido prácticamente en un estado de depresión económica. La burguesía monopolista ha construído plantas industriales en el exterior y esto ha servido para bajar la producción y el desempleo en casa. Como el más importante acreedor para financiar el alto consumo de las clases explotadoras del Este Asiático y la sobreproducción de ciertos bienes, Japón ha golpeado fuerte por el estallido de la burbuja del Este asiático de 1997. Los Estados Unidos continúan empujando fuerte por el comercio y la ofensiva financiera en el Japón y Asia.
En los países capitalistas menos industrializados, donde los trabajadores sufren más desempleo masivo y más retrocesos en sus conquistas sociales que en ninguna otra parte, los movimientos de la clase trabajadora y de amplias bases populares se han vuelto más militantes contra la burguesía monopolista y los partidos políticos burgueses. En tiempos venideros, serán restricciones que harán propagarse y aumentar la defensa de los derechos de los trabajadores y poblaciones en todos los países capitalistas industrializados.
En ausencia de un partido revolucionario fuerte del proletariado, la burguesía monopolista parece estar desinteresada en financiar el fascismo en los países capitalistas más avanzados industrialmente. Es así como los partidos burgueses propagan la falacia de que los comunistas engendran a los fascistas. En primer lugar, es la crisis del sistema gobernante el que engendra la resistencia de los trabajadores y del pueblo y el avance del movimiento socialista conducido por los comunistas. Cuando la burguesía monopolista adopta el fascismo para sembrar el terror, los comunistas, los trabajadores y el resto del pueblo tienen todo el derecho de emprender la revolución armada.
Debido a la crisis económica, los tres centros globales del capitalismo (Estados Unidos, la Unión Europea y Japón) acrecentan sus diferencias entre ellos en cuestiones políticas, económicas, financieras y militares. Las corrientes nacionalistas, racistas y fascistas están creciendo en proporción directa al deterioro de la condiciones sociales y económicas que resultan de las reformas neoliberales emprendidas por los partidos burgueses dominantes. Los partidos, grupos y movimientos fascistas están desde ahora influenciando la propaganda burguesa y preparándose para tomar la iniciativa a los partidos democrático burgueses.
Deseando compartir los costos de las agresiones y todavía temerosos de incurrir en bajas terrestres estadounidenses, los Estados Unidos han estimulado a Alemania y Japón a rearmarse y a hacer crecer la producción armamentista mas allá de limites anteriores y a participar en guerras de agresión. Ahora, la disputa se centra en la cuestión de si Europa debe tener una fuerza militar independiente de los Estados Unidos. En Japón, crece el resentimiento sobre los términos de los ``nuevos acuerdos de seguridad" Estados Unidos--Japón que permiten a los Estados Unidos usar al Japón y sus recursos para propósitos militares estadounidenses. En cualquier momento las máquinas de guerra pueden arrancar y los fascistas realizar su sueño de volver algún día.
La guerra ya ha surgido en Europa, con los Estados Unidos y la OTAN efectuando guerras de agresión en los Balcanes y con Rusia emprendiendo una guerra en Chechenia. Conforme el fantasma de la guerra avanza en Europa, Alemania puede emplazar tropas y poder de fuego primero en alianza con los Estados Unidos y posteriormente de acuerdo a sus propios intereses imperialistas. Los Estados Unidos están también involucrando al Japón en preparativos y tensiones de guerra sobre el asunto de Taiwán y en preparativos de guerra contra China, Corea del Norte y los movimientos de liberación nacional en el Este Asiático. Japón se está rearmando más allá de los términos de ``auto-defensa", primero como aliado de los Estados Unidos pero también de acuerdo con sus propios intereses imperialistas en el largo plazo.
Rusia, la potencia imperialista más debilitada, es hoy un semillero de nacionalismo y fascismo. Se encuentra en una posición similar a Alemania después de su derrota en la Primera Guerra Mundial. Está en aprietos económicos extremos y bajo crecientes imposiciones de parte de las potencias imperialistas, los ganadores de la guerra fría, y que está estratégicamente determinada a mantenerse débil económica y socialmente para volverlo impotente de usar su arsenal nuclear y otros modernos sistemas de armamentos.
Una dictadura militar fascista puede surgir para aprovechar las quejas del pueblo ruso haciendo promesas de revivir la industria y la agricultura, sembrando el terror en nombre de la ley y el orden, emprendiendo una intensificación militar y efectuando acciones agresivas con el pretexto de defender el territorio ruso y las poblaciones rusas en los países vecinos. El remanente del prolongado social-fascismo de los pasados regímenes y la actual deriva de la gran burguesía criminal compradora hacia una dictadura militar fascista están muy cerca.
La expansión de la OTAN hacia las fronteras de Rusia, la guerra de agresión contra Yugoslavia y la neocolonización de los Balcanes por parte de la alianza Estados Unidos-OTAN son provocativas y pueden estimular la subida de una dictadura militar-fascista en Rusia. Esto está también siendo ayudado localmente por el partido sucesor del viejo partido revisionista el cual gratuitamente juega el rol de oposición legal y al igual que los social-demócratas bajo la República de Weimar, bloquean el desarrollo de un genuino liderazgo Marxista-Leninista entre los trabajadores y el resto de la población. Hay una necesidad urgente de que los genuinos sucesores de Lenin y de Stalin se preparen para la revolución proletaria.
China, es uno de los grandes países ex-socialista sobre el cual el imperialismo norteamericano está aplicando una doble táctica de apoyo y contención. La política de apoyo tiene el propósito de estimular un mayor crecimiento de las inversiones extranjeras y del capitalismo comprador y la destrucción del sector estatal en la economía, y asegurar que los comités socialistas y comunistas sean desechados en su momento. La política de contención por su parte permitiría, sutil o abiertamente, debilitar militarmente a China para obligarla a volverse una neocolonia de los Estados Unidos. Los Estados Unidos deliberadamente bombardearon la embajada china en Belgrado para demostrar la precisión de su alta tecnología armamentista.
La gran burguesía compradora ya es dominante en China, con capitalistas privados y capitalistas burócratas. La burguesía nacional, que busca defender la independencia china y desarrollar su propia base industrial, ya está tocando el segundo violín y es la fuerza motriz para un nacionalismo burgués de tipo anti-imperialista. Las condiciones económicas y sociales se están deteriorando rápidamente en la actualidad. Brotes de alzamientos espontáneos de trabajadores y campesinos se están incrementando. Conforme avanza la polarización, las perspectivas contradictorias de una dictadura militar fascista y la revolución proletaria se vuelven discernibles.
Los países más arruinados por la crisis de sobreproducción en curso en el sistema del mundo capitalista están en África, Asia y América Latina y algunos países retrógrados del antiguo bloque soviético. Ellos poseen la aplastante mayoría de la población mundial. Ellos están estancados por el sobresuministro global de la mayor parte de materias primas y algunas manufacturas de bajo costo que producen para exportar. Ellos están aplastados por déficits comerciales y deudas externas perennes. Incapaces de cumplir con la carga de la siempre creciente deuda externa, ellos deber seguir estrictas normas de austeridad y otras condiciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio. Ellos racionalizan las intervenciones y agresiones militares en contra del pueblo y las fuerzas anti-imperialistas con el argumento de que combaten a los comunistas y "terroristas". En todos los países subdesarrollados, el imperialismo norteamericano y sus aliados imperialistas intervienen de alguna manera para determinar el curso de los eventos. Ellos ``normalmente" cultivan los grupos gobernantes locales para que les sirvan como títeres y para controlar la situación local aún a través del fascismo.
Los estados títeres neocoloniales están dispuestos a usar el terror para ejecutar las políticas imperialistas y suprimir la resistencia del pueblo. Hay una tendencia creciente a instaurar regímenes fascistas en lugar de gobiernos con una fachada democrático-burguesa. Las guerras y tensiones de guerra de proporciones regionales surgen porque el imperialismo norteamericano manipula a unos estados neocoloniales contra otros con la regla de `divide y vencerás' y porque ciertos estados neocoloniales tratan de desviar la atención de sus malos gobiernos y crisis locales siendo hostiles a sus países vecinos.
La violencia y el uso demagógico de fanatismos anticomunistas, nacionalistas, etnocentristas y religiosos caracterizan de manera creciente la conducta de los grupos gobernantes para oprimir los pueblos así como en la competencia con sus rivales políticos. Masacres despiadadas son perpetradas y millones de personas son desplazadas, principalmente en África. Solamente en Ruanda, un millón de personas fueron masacradas en la década pasada. Cientos de miles también fueron masacrados en Bosnia debido a conflictos étnicos incitados por los imperialistas y sus títeres.
El imperialismo norteamericano esta dispuesto a intervenir militarmente de manera directa en conflictos armados de países que producen petróleo o que tienen una importancia estratégica para los intereses petroleros de los Estados Unidos. De forma hipócrita los Estados Unidos invocan razones humanitarias o el mantenimiento de la paz para desplazar y usar sus fuerzas militares para la agresión. Es así como ha lanzado guerras de agresión contra Irak y Yugoslavia para afianzar su control sobre las fuentes de petróleo y obtener posiciones estratégicas de fuerza.
Los éxitos del imperialismo en sus guerras de agresión contra Irak y Yugoslavia e imponiendo la Pax Americana en el Medio Oriente, los Balcanes y Europa Central y Oriental son solo temporales. Ellos solo sembraron las semillas de guerra en el futuro cercano, tanto entre las mismas potencias imperialistas como entre los imperialistas y pueblos oprimidos.
El imperialismo norteamericano alardea de su potencia económica y financiera y de la destreza militar de alta tecnología como instrumentos para subyugar a otros países manteniéndolos como neocolonias. Al mismo tiempo, está preocupado por las demandas de independencia nacional, inestabilidad social y posesión de armas nucleares por parte de los estados clientelares y trata de intervenir rápidamente en los conflictos, tales como el de India y Paquistán sobre el asunto de Cachemira, para promover así la hegemonía estadounidense.
En Asia, África y América Latina, existen movimientos de masas legales y movimientos revolucionarios armados para la liberación nacional y la democracia. Los partidos Marxistas-Leninistas conducen un número significativo de dichos movimientos. Los movimientos revolucionarios armados mas sostenidos son aquellos que siguen la línea estratégica de rodear las ciudades desde el campo acumulando fuerzas sobre un periodo de tiempo largo hasta la última toma del poder político en todo el país.
La política neoliberal de los imperialistas norteamericanos pretende abandonar o reducir la idea Keynesiana de la "ayuda para el desarrollo" para extraer más superganancias de las neocolonias a través de la operación del "libre mercado". Esta política está conduciendo a la formación de regímenes fascistas, con o sin una fachada democrático-burguesa. Esto es extremadamente severo para los pueblos y les llevan a resistir. También desacredita y debilita los gobiernos títeres y los vuelve blancos vulnerables ante la guerra popular prolongada, contra la cual el alto costo del lejano armamento moderno estadounidense resulta poco efectivo.
El imperialismo norteamericano se burla de los estados que adoptan una posición anti-imperialista como "estados pillos" para disfrazar su propio rol agresivo y preparar o emprender una guerra de agresión. Con una arrogancia y cobardía sin límites, ha usado y amenazado con continuar usando armamento sofisticado contra tales estados y contra la población civil, la infraestructura civil, escuelas y hospitales, fuentes de energía y agua, los medios de masas y otras. Sin embargo, los regímenes títeres neocoloniales de los Estados Unidos son blancos vulnerables ante una guerra popular prolongada.
Por décadas, han usado continuamente el bloqueo económico y las amenazas militares contra la República Democrática Popular de Corea y Cuba. Estos países han defendido su independencia nacional y las aspiraciones socialistas de sus pueblos de manera sabia, valiente y exitosa. Ellos inspiran a los pueblos del mundo a luchar contra el imperialismo y toda la reacción y por la realización de sus propias aspiraciones nacionales, democráticas y socialistas.
El nuevo desorden mundial genera el fascismo y la guerra e inflinge grandes sufrimientos a los pueblos. Al mismo tiempo, conduce al pueblo a emprender la lucha revolucionaria. El camino de los comunistas para hacer a un lado o superar el fascismo y la guerra es fortalecer sus rangos ideológica, política y organizacionalmente y comprometerse en el frente unido en un movimiento de masas legal y, donde sea practicable, en una revolución armada para lograr la liberación nacional, la democracia y el socialismo.
En todos los países dominados por el imperialismo, debe existir un partido revolucionario del proletariado para conducir las masas proletarias y no proletarias en el movimiento revolucionario. En los países capitalistas industrializados, tal partido debe ser capaz de despertar, organizar y movilizar a los trabajadores y al resto del pueblo. En los países donde los campesinos todavía componen la mayoría o una parte significativa de la población, tal partido debe basarse él mismo en una alianza de campesinos y obreros como la fuerza principal del movimiento revolucionario.
Los partidos revolucionarios del proletariado en países semicoloniales y semifeudales tienen un papel especial al efectuar la guerra popular prolongada. Esta es, la forma inmediata y decisiva de efectuar la revolución armada contra los imperialistas y las clases explotadoras locales. Esta es también la forma de hacer crecer las condiciones para el movimiento revolucionario del proletariado y del pueblo en los países capitalistas industrializados, para evitar el fascismo y la guerra y derrocar el estado burgués monopolista en caso de que el fascismo y la guerra no puedan ser evitados.
Los trabajadores y pueblos oprimidos del mundo deben unirse para combatir al imperialismo y proponerse la realización del socialismo. La luchas revolucionarias en los países subdesarrollados deben apoyarse unas a otras para hacer evolucionar los movimientos anti-imperialistas y socialistas hacia niveles superiores. En todo momento, los revolucionarios proletarios deben mantener la independencia de iniciativa y ejercer vigilancia sobre los revisionistas quienes se especializan en sabotear el movimiento o gobierno revolucionario desde dentro, aún cuando sea necesario conducir un frente unido amplio contra el enemigo común.
Cualquier desarrollo adicional del monopolio estatal en los países imperialistas, bien como generadores del capital financiero o como inversores directos en empresas productivas, con o sin la mascarada del ``libre mercado", amplifica las condiciones materiales generales para el socialismo o se vuelven el argumento para una evolución pacífica al socialismo. El capitalismo monopolista de estado en los países imperialistas es precisamente un instrumento para evitar la revolución socialista, intensificando las contradicciones inter-imperialistas, explotando más los pueblos oprimidos del mundo, destruyendo las fuerzas de producción en un ciclo tras otro en la crisis de sobreproducción y provocando el fascismo y la guerra.
El desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo monopolista no puede por sí mismo conducir al socialismo a escala nacional o internacional. El socialismo solo puede ser logrado cuando las fuerzas subjetivas de la revolución adquieren la fuerza suficiente para quebrar y destruir al estado burgués. La toma armada del poder político por el proletariado y el establecimiento de la dictadura de clase del proletariado en un país tras otro, son prerrequisitos de la revolución socialista, pase ésta o no a través de la nueva revolución democrática.
La agitación social que se está expandiendo e intensificando a través del mundo es el preludio del resurgimiento del movimiento socialista y anti-imperialista del siglo XXI. ¡Grandes victorias están por delante del proletariado y de los pueblos oprimidos del mundo!